viernes, 30 de marzo de 2018

El máster de doña Cristina y el aceite de Rajoy


Uno, benévolo y cándido sin más mérito que el de haber nacido así, no quiere poner en duda los esclarecidos méritos de doña Cristina Cifuentes para obtener un máster sin haber aparecido por la universidad; si seré bueno, que incluso he escrito sobre ello en algún periódico lo bastante indulgente como para publicar mis escritos.

Y si no pongo en duda los méritos de doña Cristina, cómo voy a poner en entredicho la reconocida sindéresis del actual presidente del Gobierno español, cuya capacidad intelectual y expresiva es de sobra conocida. Su biografía señala que comenzó a preparar las duras oposiciones de Registrador de la Propiedad durante el último año de carrera. Unas de las pruebas consideradas más difíciles para obtener tan relevante puesto de funcionario público del Estado fueron aprobadas a la primera el año siguiente por Mariano a los 24 años, por lo que se convirtió en el registrador más joven de la historia de España. Fue destinado al Registro de Padrón y luego al más lucrativo de Santa Pola donde le va de perillas.

No hay que asombrarse: de casta le viene al galgo. Los cuatro hijos del que fuera presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra durante los años setenta, don Mariano Rajoy Sobredo, han podido presumir del insólito caso de haber superado las más duras oposiciones de la Administración del Estado. El hermano menor de nuestro presidente, Enrique, estuvo a punto de arrebatarle el récord de ser el registrador más joven de España cuando unos años después aprobó la misma oposición; sigue ostentando la marca del segundo más joven. El camino familiar debía de estar abierto ya en tan prestigioso Cuerpo, pues consiguió también ser registradora su hermana María de las Mercedes, titular de uno de los Registros de Getafe. El cuarto hermano, Luis, concurrió con similar éxito a las igualmente duras pruebas de acceso al Notariado, obteniendo plaza en Orense para terminar en El Escorial, donde falleció hace algunos años.

Muy meritorio el caso de la familia, cuyos éxitos profesionales aplaudo con firmeza como aplaudo la límpida carrera universitaria de la señora Cifuentes. Ahora bien, como en este mundo abundan los personajillos críticos, iconoclastas, mordaces y tocapelotas, no faltan quienes relacionan ese éxito curricular y la obtención de las funcionariales canonjías a cierta pérdida de aceite que tuvo lugar en Redondela.

Quien quiera conocer los detalles de este sórdido asuntillo, que acuda a estos enlaces (1, 2). Allí leerá que don Mariano Rajoy Sobredo  presidió a comienzos de los setenta el tribunal que juzgó el escándalo del aceite de Redondela en el que estaban implicadas personalidades del franquismo, incluido el hermano del General Franco, Nicolás, y en el  curso del cual se produjeron hasta siete muertes sospechosas sin que se aclarase ninguna; cómo la sentencia fue benigna, no determinó qué sucedió con los cuatro millones de litros de aceite desaparecidos ni con los doscientos millones de pesetas esfumados, y la contundente maniobra de Rajoy Sobredo para que Nicolás Franco se marchara de rositas y de embajador a Lisboa. A pesar del escándalo, carpetazo al tema y a otra cosa mariposa. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.

domingo, 18 de marzo de 2018

Nephila edulis: una sabrosa araña cervantina (Nephila edulis: a tasty spider from Cervantes (Western Australia)



Cuando el barco en el que viajaba atracó en 1792 en Nueva Caledonia, el naturalista Jacques Julien Houtou de La Billardière (1755-1834) se quedó estupefacto al ver que los nativos se comían como si tal cosa unas enormes arañas peludas. Eran las mismas que él mismo había capturado semanas antes en tierras australianas y a las que había tomado por venenosas.
Australia es un país duro y admirablemente devorador y ponzoñoso. El arsenal venenoso del continente-isla es impresionante. A falta de grandes mamíferos carnívoros, si te metes en el agua y no te zampa un cocodrilo marino o un tiburón blanco (entre ambos reducen cada año el censo de australianos y turistas en algunas decenas), puede que te tropieces con la medusa cofre (Chironex fleckeri), el minúsculo pulpo de anillos azules (Hapalochlaena maculosa) o el pez piedra (Synanceia horrida), tres especies que se cuentan entre las más letales en el mundo y que tampoco se quedan atrás aliviando el padrón australiano
Taipán (Oxyuranus microlepidotus). Foto.
Cuando pongas pie en tierra, habrá decenas de criaturas venenosas dispuestas a matarte sin más trámites que morderte en un tobillo. Hay catorce serpientes cuya picadura puede resultar mortal. Las diez serpientes más venenosas del mundo son australianas. Entre mis preferidas se encuentra el taipán (Oxyuranus microlepidotus), la serpiente más letal del mundo. Por si ello fuera poco, su embestida es tan rápida que no te darás cuenta de lo que te ha pasado. Si no aparece su antídoto en 45 minutos, reza lo que sepas. Una mordida de taipán puede contener suficiente veneno neurotóxico como para matar a un cuarto de millón de ratones y a 125 personas adultas. Su veneno es entre 200 y 500 veces más tóxico que la mayoría de las serpientes de cascabel y cincuenta veces más tóxico que el de una cobra.
Dos garrapatas paralizadoras antes (izquierda) y después de darse un atracón.
Particularmente encantador es el mundo de los artrópodos. Como bien saben los propietarios de mascotas, una vulgar garrapata, la paralizadora australiana (Ixodes holocyclus), clava a perros y gatos en el suelo inyectándoles una neurotoxina paralizadora. Y qué contarles de las arañas. Cinco de ellas: la araña de tela de embudo (Atrax robustus), que te puedes encontrar en cualquier parque de Sidney, las lampónidas de cola blanca (de las que hay 22 especies), una araña lobo (hay un número indeterminado de especies, emparentadas con las tarántulas europeas de la familia Lycosidae), las viudas negras del género Latrodectus, a las que le gusta dormitar en las casas, y otra estremecedora cofradía peluda, las arañas Huntsman, una extensa familia de arácnidos con idénticos hábitos de okupa, cuyos miembros más ilustres pueden alcanzar los 16 cm de diámetro y muy amigas de encaramarse en el rollo de papel higiénico o de arrastrar un ratón por el garaje.
Dos arañas Huntsman haciendo de las suyas. La de la derecha arrastra su presa, un ratón.
Cambio ahora de tercio para llevarles luego a mi terreno. Acioa edulis, Passiflora edulis, Boletus edulis, Cerastoderma edule, Cirsium edule, Lemuropisum edule, Memecylon edule, Mesembryanthemum edule, Pangium edule, Saccharum edule, Sechium edule, Solanum edule, Stylophyllum edule, Viburnum edule. Todos ellos son nombres científicos de plantas que tienen algo en común: son comestibles. Por eso, los botánicos que las describieron usaron las palabras latines “edule” o “edulis”, que significan precisamente eso: que se pueden comer.
Cuando estaba despistado admirando las plantas de las gigantescas dunas costeras situadas al sur de Cervantes (Australia Occidental), esquivé demasiado rápido un arbolillo espinoso y me di de bruces con una telaraña gigante. Me cayó encima como un paraguas de hebras doradas que se hubiera cerrado de repente. “¡Mira que eres tonto!, me dije. La primera vez que pisas Australia te pica una araña”. Aterrado, miré hacia arriba de reojo y allí estaba la propietaria del viscoso aparejo, afortunadamente absorta devorando un pajarillo. Repuesto del susto, la fotografié tantas veces y tan de cerca como me permitió mi natural valentía. De vuelta a casa, dediqué un buen rato a identificarla. Lo último que podía pensar era que pudiera comerse. Pero no podía ser de otra manera: sin lugar a dudas se trataba de la araña globo dorada, Nephila edulis.
N. edulis es una araña grande que se encuentra en toda Australia costera y en el interior, especialmente en Australia Occidental (volví verla en Nueva Zelanda, así que certifico su presencia). Las hembras son grandes, con cefalotórax plateado y pinceles negros en las patas. Los machos, como pueden ver en la fotografía de abajo, son mucho más pequeños. Ni uno ni otro limpian su hogar, de la que cuelgan cadenas con restos de comida (miren a la derecha de la foto). Afortunadamente para los torpes que nos tropezamos con sus telarañas, las hembras son más bien tímidas y normalmente huyen a la parte superior de la red cuando se alarman y suelen sacudir espasmódicamente la red cuando se les molesta. Pueden morder, pero las mordeduras no son peligrosas salvo para los machos, a los que devoran después de la cópula si no se andan con ojo y ponen sus ocho patas en polvorosa.

Una de las expediciones más conocidas y desgraciadas de la historia de las grandes exploraciones náuticas de los siglos XVIII y XIX fue la dirigida por Jean François Galaup, conde de La Pérouse (1741-1788). Se sabe perfectamente cuando partió, pero nadie sabe con certeza donde terminó. Tras el Tratado de París de 1783 que supuso la independencia de Estados Unidos y puso paz en los mares, el Gobierno de Luis XVI seleccionó al comodoro La Pérouse para dirigir una expedición alrededor del mundo, cuyo objetivo era completar los descubrimientos llevados a cabo por James Cook en el océano Pacífico. La expedición, que constaba de 220 hombres, dejó Brest en agosto de 1785 con dos navíos, la Boussole y la Astrolabe, unos barcos mercantes de 500 toneladas remodelados como fragatas para la ocasión.
Después de navegar con éxito por mares de todo el mundo, desde Alaska a la Polinesia, la expedición tuvo su primer contratiempo en Samoa, cuando, antes de zarpar, los samoanos atacaron a sus hombres y dieron muerte a doce de ellos, entre los que estaba el segundo oficial de la expedición, capitán Fleuriot de Langle, comandante de la Astrolabe. Navegó a continuación hacia la bahía Botanique, en Sídney, donde llegó el 26 de enero de 1788. Los británicos lo recibieron amablemente, pero no pudieron proporcionarle alimento, ya que no disponían de recursos. La Pérouse entregó sus diarios y sus cartas para que fueran enviadas a Europa, y consiguió madera y agua fresca. Partió hacia Nueva Caledonia, las Islas Santa Cruz, las islas Salomón, el archipiélago de las Luisiadas y las costas del oeste y sur de Australia. No se le volvió a ver, ni a él ni a ninguno de sus hombres.

En 1791, el contralmirante Bruni d'Entrecasteaux fue puesto al mando de una expedición que zarpó a la búsqueda de La Pérouse y su tripulación. No lo lograron, y el propio Bruni d'Entrecasteaux murió de escorbuto en 1793. Arrojaron su cuerpo al mar en un ignoto lugar del Pacífico. Más suerte tuvo el naturalista La Billardière, que regresó a Francia en 1796 con sus colecciones botánicas y zoológicas, y sus preciados diarios, que le sirvieron para publicar en 1799 el relato de la expedición, Relation du Voyage à la Recherche de la Pérouse, fait par ordre de l'Assemblée Constituante, un libro que se hizo muy popular.
En la página 240 del segundo volumen, Labillardière describe la araña y anota: «Les habitants de la Nouvelle-Calédonie appellent nougui” cette espèce d'araignée, que je désigne sous le nom d'aranea edulis (araignée que les Calédoniens mangent)». [Los habitantes de Nueva Caledonia llaman a esta araña "nougui". La he descrito con el nombre Aranea edulis, que significa arañas que comen los de Nueva Caledonia].
Ahora me doy cuenta de que perdí la ocasión de haberme tomado un buen aperitivo. Si llego a saber lo que sé ahora, el bicho se entera: La propongo como tapa para la Semana Cervantina. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.

miércoles, 14 de marzo de 2018

El genio tullido y la teoría del todo

"Mira a las estrellas y no a tus pies", es el lema del Twitter con el que la Universidad de Cambridge anunció la muerte del profesor Hawking

Stephen Hawking, el físico que explicó el universo desde una silla de ruedas y acercó las estrellas a millones de personas alrededor del mundo, el hombre que encandiló tanto a los científicos como al común de las gentes, murió el mismo día (14 de marzo) en que nació Albert Einstein y en el “Día Pi”, en el que científicos de todo el mundo conmemoran la aproximación de tres dígitos (3,14) de π (pi), la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro en geometría euclidiana, una de las constantes matemáticas más importantes.
Stephen William Hawking, nacido en Oxford el 8 de enero de 1942, era el primogénito del prestigioso biólogo Frank Hawking y de Isobel Walker, quienes se trasladaron a la ciudad universitaria buscando una mayor seguridad para la gestación del primero de sus cuatro hijos, ya que Londres estaba siendo bombardeada por la Luftwaffe. Stephen fue un estudiante mediocre pero su brillantez intelectual era reconocida por sus compañeros que lo apodaron "Einstein" por su facilidad para comprender la ciencia. Se matriculó en Matemáticas y Física en Oxford en 1959, unos estudios que encontró tan fáciles que, según él mismo calculó, sacó adelante con solo mil horas de estudio: una al día.
Después de graduarse en Oxford en 1962, hizo sus estudios de posgrado en el Trinity Hall de Cambridge. Obtuvo su doctorado en Física en Cambridge en 1966 a pesar de que a pesar de que al poco de llegar a Cambridge, recién cumplidos los 21, comenzó a desarrollar síntomas de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), un tipo de enfermedad motoneuronal progresiva que finalmente le impidió mover sus extremidades y hablar sin ayuda de un computador.
Decía Niels Bohr, Premio Nobel de Física de 1922, que quien después de oír una explicación acerca de lo qué es la Física Cuántica manifestara haberla comprendido, es porque no había entendido nada. Otro tanto podría decirse de la obra científica de Hawking, lo que no impidió que fuera probablemente el científico vivo más conocido del mundo, una figura pública popular y querida. Y es que mientras que la labor de otros prestigiosos científicos transcurre en la sombra, la enfermedad catapultó a Hawking a la categoría de figura de culto para el gran público. A su enorme popularidad contribuyó también su idea de que la ciencia descubriría algún día “la teoría del todo”, una frase que el director James Marsh utilizó como el título de una película biográfica, con la que ganó un Oscar Eddie Redmayne, el actor que interpretó a Hawking.
Según Leonard Mlodinow, un físico y divulgador científico del Instituto de Tecnología de California, el superventas de Hawking Una breve historia del tiempo, del Big Bang a los agujeros negros (1988), convertido en el libro de ciencia más vendido de la historia, era probablemente el libro menos leído y más comprado jamás. Su popularidad no fue en absoluto ajena al aforismo humorístico con el que él mismo definió su aceptación como personaje público: “Nadie puede resistirse a la idea de un genio tullido".
Hawking, era un físico teórico cuyo trabajo inicial sobre los agujeros negros transformó la manera en que los científicos piensan sobre la naturaleza del universo. Antes de Hawking, los físicos pensaban que la inmensa gravedad de un agujero negro atraería todo y nada podría escapar. Pero al combinar en 1976 por primera vez la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad, el joven Hawking –que cumplía entonces 34 primaveras- mostró algo asombroso: que, al menos teóricamente, algún tipo de partícula tenía que desafiar lo que los físicos esperaban de la gravedad y escapar de los agujeros negros.
Esa partícula ahora se llama radiación de Hawking y cambió todo el pensamiento sobre la teoría gravitacional. Lo hizo gracias a que enunció una fórmula fundamental, al estilo de la einsteniana ecuación fundamental de la relatividad (E=mc2), que Hawking calculó mediante un complicado análisis matemático realizado mentalmente, sin ayuda de papel y lápiz. La ecuación, S=A/4, dice que la cantidad de información oculta en un agujero negro, que los físicos llaman entropía y denotan con la letra S, es igual al área del borde exterior de agujero dividido por cuatro.
Hoy, cientos de físicos teóricos en todo el mundo tratan de elucidar las consecuencias últimas de esta expresión, que, en palabras del investigador del CSIC José Luis Fernández Barbón, relaciona dos mundos separados: la información y la geometría, el lenguaje de la física del nuevo milenio. Quizás, como escribió Hawking en Una breve historia del tiempo, encontrar la respuesta a eso sería el gran triunfo de la razón humana, porque entonces conoceríamos la mente de Dios. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.

lunes, 5 de marzo de 2018

EL PETRÓLEO ESTRANGULA A MÉXICO


“¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”, dicen que dijo el dictador Porfirio Díaz, aunque en realidad fue escrita por Nemesio García Naranjo, intelectual de Monterrey. Viajo a menudo a México, una tierra que amo. Es un gran país, con una naturaleza maravillosa y un poderío intelectual y creativo tremendo. Cuadruplica la extensión de España, posee más de 120 millones de habitantes y su PIB (producto interior bruto) es el decimoquinto del ranking mundial, pero esa gran locomotora corre el peligro de descarrilar por el acoso del crimen organizado y el agotamiento de la que fue una de sus mayores fuentes de ingresos, el petróleo.
Del crimen organizado se escribe mucho: en 2017 se registraron 29.168 muertes violentas, la cifra más alta desde que empezaron a publicar el número de homicidios hace 20 años. De hecho, han superado al anterior año más sangriento, 2011, por 6.600 cadáveres. Estos pavorosos números suponen más de 80 asesinatos al día. A los que hay que añadir secuestros y otros crímenes. Es el infierno. Un infierno que se complica aún más por algo de los que escribe menos: el petróleo, que fue en su momento la gran riqueza nacional, amenaza con estrangular la economía del país.
La situación en la industria petrolera mexicana continúa desintegrándose rápidamente debido a que la caída de la producción y al aumento de sus costes provocaron una pérdida para la petrolera estatal PEMEX de 18.000 millones de dólares en el cuarto trimestre de 2017. En buena medida, la razón de la gran pérdida financiera de PEMEX fue la caída en el valor del peso mexicano. Si bien los costes de PEMEX son en pesos, vende petróleo crudo y compra productos petrolíferos en dólares. Como el peso mexicano se depreció un 8% frente al dólar, eso supuso una gran presión sobre los balances financieros de fin de año de la compañía.
Figura 1. La producción total de petróleo de México se muestra en el área gris, mientras que el consumo lo marca la línea negra. El área verde revela las exportaciones netas de petróleo del país. Como podemos ver, las exportaciones netas de petróleo de México alcanzaron un máximo en 2004 de 1,86 millones de barriles por día (mbd) y hoy están por debajo de 0,5 mbd. La disminución de las exportaciones en 2016 fue del 11%.
En cualquier caso, la producción de petróleo mexicana continúa cayendo debido a la disminución natural de los recursos que conducen inexorablemente a su agotamiento. A medida que la producción de petróleo se desploma, las exportaciones netas de petróleo también han disminuido significativamente, lo que se traduce en menores ingresos para PEMEX. Según la BP Statistical Review de 2017 (Figura 1), las exportaciones netas de petróleo de México alcanzaron un mínimo de 587.000 barriles diarios (bd) en 2016, muy por debajo de los máximos de 1.867.000 bd en 2004.
Aunque la producción de petróleo de México disminuyó desde su pico de 2004, su consumo interno se ha mantenido básicamente estable, lo que significa que las exportaciones netas de petróleo de México se han reducido en más de dos tercios en solo doce años. Desgraciadamente para México, parece que su producción de petróleo disminuirá otro 10% cuando se cierre el ejercicio de 2017. La caída de las exportaciones netas de petróleo es una sentencia de muerte para el gobierno mexicano, porque recibe gran parte de sus ingresos de PEMEX.
Figura 2. Las exportaciones netas de petróleo y productos petrolíferos de México a los Estados Unidos alcanzaron un máximo en 2006 de 1,6 mbd y se convirtieron en importaciones netas de 0,6 mbd en diciembre de 2017. 
Estados Unidos ha importado una gran cantidad de petróleo de México en las últimas tres décadas. Sin embargo, la situación ha ido cambiando en los últimos dos años cuando México pasó de ser un exportador neto a ser un importador neto de petróleo crudo y productos derivados del petróleo estadounidenses (Figura 2). Esa es una noticia terrible para PEMEX y para la economía mexicana. Mientras Estados Unidos puede imprimir dólares a su antojo, ya que sigue siendo la moneda de reserva mundial, México no puede permitirse el mismo lujo.
El balance financiero de PEMEX del último trimestre de 2017 (Tabla 1) muestra que la petrolera sufrió una pérdida de ingresos netos de casi 18.000 millones de dólares en el cuarto trimestre de 2017. Y no solo la pérdida de ventas de PEMEX aumentó significativamente, sino que también sufrió una pérdida de 7.600 millones debido a la depreciación del peso.

La Tabla 2, obtenida del mismo informe, muestra el flujo de caja de PEMEX. Hay dos puntos destacados importantes en esa tabla. El gasto por intereses de PEMEX fue de 5.900 millones de dólares en 2017. El gasto neto por intereses total fue de 5.400 millones. Eso es mucho dinero solo para pagar a quienes tienen su deuda. La segunda cifra importante es que el flujo de efectivo de las operaciones de 2.900 millones fue menor a los 4.300 millones en gastos de capital. PEMEX gastó 1.400 millones más de dólares en la producción de petróleo y gas de lo que recibió por las ventas. Su flujo de caja libre negativo y otros elementos llevaron la deuda a largo plazo de PEMEX a un récord de 95.000 millones de dólares en 2017.

Cuanta más deuda PEMEX agregue a su balance general, mayor será su gasto por intereses anual. Y, para empeorar las cosas, la producción petrolera de México seguirá disminuyendo justo en el momento en que su deuda sube. Será imposible que PEMEX pague su deuda, por lo que es lógico suponer que la compañía petrolera estatal irá probablemente a la quiebra causando con ello dificultades extremas para el gobierno y la economía mexicanos.
No estoy señalando a PEMEX o la producción de petróleo de México como un caso único en la industria petrolera mundial. Todas las compañías petroleras públicas y estatales se arruinarán: es solo cuestión de tiempo. Las industrias petroleras estadounidenses y mundiales están en serios problemas. Si bien estos problemas no afectarán al mundo este año o el próximo, se convertirán en un desastre en la próxima década. © Manuel Peinado Lorca.@mpeinadolorca.

domingo, 4 de marzo de 2018

La orquídea más grande del mundo

Sobralia altissima. Foto.
En la entrada anterior escribí acerca de la orquídea más pequeña del mundo, Platystele jungermannoides, así que hoy diré algo sobre la de mayor tamaño, Sobralia alltissima. Sobralia es un género de orquídeas nativas de México, América Central y América del Sur, en el que se han descrito más de doscientas especies Son plantas comúnmente terrestres, pero también se encuentran creciendo epifíticamente en bosques húmedos desde el nivel del mar hasta aproximadamente los tres mil metros. El género fue descrito por los botánicos españoles Hipólito Ruiz López y José Antonio Pavón y Jiménez, muy conocidos por sus estudios de las floras de Perú y de Chile durante la expedición botánica al Virreinato del Perú bajo Carlos III de España de 1777 a 1788, quienes dedicaron su nombre al doctor Francisco Martínez Sobral, primer médico de cámara de Carlos IV.
Sobralia altissima, una orquídea terrestre nativa del Perú, puede alcanzar hasta 13,5 metros de longitud mientras que sus flores superan los quince centímetros de envergadura. Fue descrita por los botánicos David E. Bennett y Eric A. Christenson en 1999 en el departamento de Huancavelica, provincia de Tayacaja, a unos 250 km al sudeste de Lima. El nombre común en quechua es «Inquil» o «Inkill», que significa "portadora de lengua" debido al labelo amplio que parece una lengua. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.

Explorando la cuenca andina del río Pastaza: el mundo de las orquídeas en miniatura

La orquídea Andinia pensilis
Cuando el lector descubre al fanático coleccionista y traficante de orquídeas de los Everglades John Laroche, protagonista del libro de Susan Orlean El ladrón de orquídeas (llevada al cine por Spike Jonze), advierte que el personaje puede convertirse en símbolo. Por un lado, representa la obsesión del coleccionista, pero también el profundo vacío que no pueden llenar los objetos de su colección. Laroche, un personaje real llevado a la literatura, probablemente sea símbolo de la naturaleza humana, sobre todo en las sociedades opulentas, en la que es muy fuerte la creencia de asociar la posesión de objetos con la felicidad. Sin embargo, Laroche no es un consumista. Su caso parece más el del cazador. Puede que albergue la fantasía de volverse millonario con su colección, pero lo hace para sentirse importante, para decir que ha dominado ese universo complejo y difícil. En su actividad hay más gasto que recompensa.
El de Laroche no es un caso único de una obsesión que atrapa a algunos naturalistas a los que su afán por descubrir y por atesorar conocimientos les complica extraordinariamente la existencia. En El río (Pretextos, 2004), un extraordinario ensayo y un irresistible libro maravillosamente escrito por el antropólogo canadiense Wade Davis, se hace un recuento de las aventuras amazónicas del profesor Richard Evans Schultes, quien, en 1941, antes de asumir la dirección del Museo Botánico de Harvard hasta su muerte, desapareció en la selva amazónica para pasar los siguientes doce años de su vida explorando ríos que no figuraban en los mapas, recolectando plantas desconocidas para la ciencia y estudiando la sabiduría y las costumbres de docenas de tribus indígenas equinocciales. Cuando el Washington Times hizo la reseña del libro de Davis, escribió que “si de aventuras se trata, Indiana Jones palidece al lado de Richard Evans Schultes”.
Platystele jungermannoides
El botánico estadounidense Lou Jost es uno de esos naturalistas aventureros que le hacen merecedor de ganar un sitio en la pléyade de Shutles, Mauricio Willkomm, Alexander von Humboldt, Pierre Edmond Boissier, Alfred Russell Wallace, Henry Bates y de su propio héroe, el infatigable botánico y explorador inglés Richard Spruce. Pero Lou es más que un cazador de orquídeas. Miren en su página web y podrán ver que este biomatemático, además de director de la fundación EcoMinga, es un pintor consumado, un magnífico fotógrafo, un investigador científico que se ocupa de plantas y animales y, también, cómo no, un coleccionista e identificador de orquídeas. De hecho, descubrió en 2009 la orquídea más pequeña del mundo, una especie del género Platystele, a la que en principio se tomó como una nueva especie, pero que finalmente resultó ser Platystele jungermannoides, conocida de las selvas tropicales de Centroamérica. La flor tiene solo 2,1 mm de ancho y sus piezas florales son tan delicadas que tienen una sola capa de células transparentes. Es tan pequeña que, como dice Jost, se podrían colocar doce flores a lo largo de una línea de una pulgada.
El “descubrimiento” de esa minúscula orquídea hizo que el nombre de Jost circulara por todo el mundo, en uno de esos tránsitos vertiginosos y efímeros que se desvanecen en horas para viajar hasta donde habita el olvido, y que han ocultado el extraordinario trabajo que Jost (que ha descrito decenas de nuevas especies de orquídeas) ha realizado para la preservación de la flora ecuatoriana en la reserva Cerro Candelaria en los Andes orientales, que fue creada por la Fundación EcoMinga de Ecuador en asociación con World Land Trust en Gran Bretaña.
Platystele jungermannoides
En Ecuador viven más de 4600 especies de plantas endémicas, muchas de ellas amenazadas por la rápida deforestación que tiene lugar en el país. Los bosques de niebla de los Andes orientales de Ecuador son los que contienen más orquídeas de todo el mundo: se calcula que un millar de especies. Los cálidos vientos húmedos que soplan desde la cuenca del Amazonas acarician estas montañas y son empujados hacia arriba, enfriándose y liberando su humedad a medida que se elevan. La humedad se condensa en mantos de niebla casi permanentes que cubren los picos de las montañas con tal espesor y consistencia que algunos de ellos nunca han sido cartografiados y aparecen en los mapas topográficos solo como misteriosos agujeros blancos etiquetados como "no hay fotos aéreas disponibles". En este entorno único, templado, húmedo y carente de heladas, han evolucionado especies de orquídeas diminutas y delicadas, especies con flores tan frágiles que colapsarían en minutos en un ambiente normal. La mayoría de estos son de la subtribu neotropical Pleurothallidinae: Andinia, Lepanthes, Stelis, Platystele y una treintena de géneros más, cuya biodiversidad es extraordinaria: entre ellos reúnen unas 4.000 especies.
Las nubes se ciñen en la media montaña del volcán Tungurahua (5.023 m) en el Parque Nacional Llanganates, en Ecuador.
Estas frágiles orquídeas en miniatura son muy estrictas en sus preferencias de hábitat; parecen especializarse en combinaciones particulares de lluvia, niebla, viento y temperatura. Las montañas crean estos microclimas especiales a través de la compleja interacción de la topografía y el viento. La primera alineación de montañas frente al Amazonas (las Llanganates) atrapa a los vientos amazónicos con toda su fuerza, produciendo un clima violento con frecuentes tormentas abruptas Estas montañas tienen su propio conjunto muy rico y distintivo de especies de orquídeas. La siguiente línea montañosa hacia el oeste, las Mayordomo, interactúa con un viento más suave y más seco, por lo que tiene un conjunto diferente de orquídeas; la tercera cordillera occidental, en la que se enclavan Baños y Río Verde, tiene otro conjunto de orquídeas, aunque esas diferentes alineaciones estén separadas tan solo por una veintena o menos de kilómetros.
Incluso dentro de una sola cadena, hay innumerables microclimas distintivos causados por la topografía local y las orquídeas se ciñen a ellos con la firmeza con la que cualquier ser vivo se aferra a la existencia. Algunas especies crecen por miles en las crestas rocosas, donde están expuestas a los vientos de niebla; debajo de los riscos, tan solo unos cuantos metros más allá, esas mismas especies desaparecen por completo para ser sustituidas por otras que viven protegidas y beneficiadas por el agua que rezuma de las crestas. La única manera de descubrir los secretos de un paisaje tan complicado es caminar por todas las crestas y valles, pero la caótica extensión de la tierra prácticamente prohíbe la exploración.
Después de brotar en un desolado medio alpino, el río Pastaza atraviesa el corazón de estas montañas en el centro-este de Ecuador, antes de terminar su recorrido como uno más de los infinitos afluentes del Amazonas en el cálido bosque lluvioso de las tierras bajas. Este río crea una de las pocas rutas por donde los humanos pueden atravesar los Andes orientales, aunque no sin una descarga de adrenalina. El camino a través de este valle, que fue construido hace cincuenta años, está cortado en las paredes de un cañón escarpado, y es tan angosto que en algunos lugares el viajero mira por la ventanilla del auto y no puede ver el camino, solo la enorme caída de cientos de metros del tajo que se desploma sobre el Pastaza. El gran Richard Spruce, a quien varias instituciones científicas internacionales dedicaron un busto en Río Verde, fue el primer briólogo en observar de cerca los musgos y las hepáticas en la cuenca superior del río Pastaza, en su épico viaje de doce años desde la desembocadura del Amazonas hasta el Océano Pacífico.
Busto de Richard Spruce en Río Verde, Cantónn Banos, Ecuador
Muchos científicos han trabajado en la cuenca del Pastaza, por lo que la flora de su valle es una de las más conocidas en los Andes orientales. Sin embargo, las altas sierras que circundan el valle son consideradas con toda justicia como las más difíciles y peligrosas de todo Ecuador y permanecen prácticamente vírgenes. De hecho, Richard Spruce descubrió documentos que indican que los incas, seguros de que nadie podría seguirlos, eligieron estas montañas para ocultar sus vastos tesoros a los españoles (Spruce 1861, 1908). En esas montañas los senderos escasean, a excepción de los senderos deliberadamente vagos que dejan los exploradores que vienen a buscar el oro inca. Los senderos más fiables están hechos no por hombres, sino por el tapir de montaña (Tapirus pinchaque), pariente del rinoceronte. En las elevaciones más bajas, el oso de anteojos (Tremarctos ornatus), también traza veredas a su paso; estos dos animales son los mejores amigos de un botánico.
Pero incluso cuando existen senderos, los mismos factores que hacen de estas montañas un paraíso de orquídeas las convierten también en uno de los lugares más inhóspitos imaginables, con frecuentes lluvias que hielan los huesos y un 100% de humedad que lleva a la hipotermia a grandes altitudes. La vegetación densa crea otro riesgo, el de la capa de troncos y hojas en descomposición que, cubierto por un trincado laberinto de raíces blancas, plantas reptantes y profusas heliconias herbáceas, crea un piso falso en el bosque y a menudo se extiende más allá de los bordes de acantilados invisibles, tantas veces ocultos en la impenetrable niebla. A pesar de los peligros, las montañas están tan pletóricas de enredaderas y bejucos, dondiegos, anturios, mandevillas, filodendros y maravillosas orquídeas que hacen olvidar lo inhóspito del medio.
Cautivado por esta naturaleza exuberante, Lou Jost lo sabe bien. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.
Libros citados
Spruce, R. 1861. On the Mountains of the Llanganati in the Eastern Cordillera of the Quitonian Andes. Journal of the Royal Geographic Society 31:161-184. London: John Murray. Spruce, R. [ed. Wallace, A. R.] 1908. Notes of a Botanist on the Amazon and the Andes. London: Macmillan.

sábado, 3 de marzo de 2018

Las plantas terrestres son más antiguas de lo que pensábamos

Se piensa que la aparición de las primeras plantas terrestres tuvo lugar en ambientes similares a este, una turbera colonizadora de un campo de lava en Islandia. A la derecha aparece Sylvia Pressel, coautora del artículo de PNAS. Foto: Paul Kenrick, Universidad de Bristol.

Un artículo publicado el pasado 20 de febrero en la revista PNAS, órgano de difusión de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, ha revelado un dato muy interesante: Las plantas han estado en la tierra durante 500 millones de años, 80 millones de años más de lo que pensábamos
La conquista de la tierra firme por las plantas fue uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la vida en la Tierra y sirvió para allanar el camino para los animales. Sin embargo, los datos disponibles hasta ahora hacían que los científicos se mostraran inseguros sobre cuándo se produjo ese proceso evolutivamente tan significativo. El nuevo estudio afirma tener la respuesta, y proporciona una edad mucho más temprana que la mayoría de las estimaciones anteriores.
Las plantas terrestres fosilizadas más antiguas que conocíamos datan de hace 427 millones de años. Esas plantas eran todas ellas leñosas, porque la posesión de madera es un atributo que ayuda al proceso de fosilización. Sin embargo, dado que las primeras colonizadoras no eran árboles gigantes provistos de troncos duros sino estirpes de pequeño tamaño relacionadas con las algas más evolucionadas y, por tanto, carentes de leño, es razonable pensar que las primeras plantas terrestres no se fosilizaron bien. Aunque se disponía de algunas plantas fósiles no lignificadas que podrían ser mucho más antiguas, el problema era datar con precisión su edad.
La alternativa al análisis clásico de los fósiles es usar "relojes moleculares", que usan diferencias en el ADN para mostrar cuánto tiempo ha pasado desde que se separaron las diferentes especies vivas. Se cree que un solo ancestro común colonizó la tierra, y las especies que vemos hoy se separaron relativamente poco después. Sin embargo, los relojes moleculares requieren una comprensión del árbol genealógico sobre el que se realiza el trabajo, y eso es algo sobre lo que existen discrepancias.

Figura. Hay cuatro categorías principales de plantas terrestres y siete teorías sobre el orden con el que se separaron, lo que dificulta datar el momento exacto. Las siete hipótesis se muestran en la figura. Moss: musgos; liverworts: hepaticas; hornworts: anthoceros. 
Los genetistas botánicos no han estado de acuerdo sobre las relaciones entre las cuatro categorías principales de las plantas terrestres (Hepaticophyta, Briophyta, Anthocerotophyta y Tracheophyta) y cuál de ellas se separó primero del tronco común. Hay siete hipótesis alternativas acerca de cómo se relacionan entre sí las cuatro (véase la Figura). En lugar de encelarse en la resolución de cuál de estas teorías es la correcta, los investigadores construyeron escalas de tiempo basadas en cada una de ellas, utilizando los registros fósiles considerados como calibradores temporales fiables. Descubrieron que cualquiera que sea el modelo que se use, la separación más antigua entre las plantas terrestres se produjo entre 515 y 469 millones de años atrás, es decir, entre 40-90 millones de años antes de las estimaciones basadas en fósiles.
Eso quiere decir que el antepasado de las plantas terrestres vivió en el período Cámbrico Medio, hace entre 509 y 497 millones de años, mientras que las primeras plantas vasculares (Tracheophyta) aparecieron en el tránsito entre el Ordovícico tardío y el Silúrico. Los resultados de este estudio también explicarían la existencia de huellas aparentemente dejadas por animales hace 450 millones de años, que resultaban difíciles de explicar dado que eran más antiguas que las primeras plantas conocidas hasta hoy. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.

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Australianos y cervantinos


Australia. La estrella roja señala la posición aproximada de Cervantes.
Australia es el sexto país más grande del mundo y la isla más extensa. Es la única isla que es al mismo tiempo un continente, y el único continente que es también un país. Un país de casi 8 millones de km2 prácticamente vacío. Como el centro del país es un desierto, los 23 millones de australianos decidieron sabiamente concentrarse en ciudades costeras como Perth, Sidney, Canberra, Adelaida y Darwin, la única ciudad del norte que merece ese nombre y que, para hacernos una idea, dista 4.000 km por carretera (y pistas de tierra) de la capital Canberra. Naturalmente a ningún australiano en su sano juicio se le ocurre hacer un viaje en el que emplearía más de dos días conduciendo sin parar.
Uluru o Ayers Rock, el monolito que destaca en el paisaje continental australiano.
En el interior, si se exceptúa el monolito Ayers Rock (Uluru, si se desea usar el nombre que le dan los aborígenes), el paisaje es insólitamente llano, marrón, monótono, polvoriento y vacío. El vacío de Australia no es fácil de describir, pero algunas comparaciones demográficas pueden resultar de utilidad. En España, la densidad de población es de 92 hab/km2 y la del mundo en general es de 47. La media australiana es de 2,5, seis veces menor que la más despoblada de nuestras provincias, Cuenca. Por eso, cuando uno planea hacer una campaña botánica por Australia conviene ser cuidadoso con la planificación; las carreteras y pistas son pocas, los asentamientos humanos menos y las estaciones de servicio tan pocas y repartidas como para que uno, aunque acabe de repostar, conduzca con el corazón en vilo hasta la siguiente.
Cuando mapa en mano y Google Maps en el ordenador me puse a preparar la campaña que he llevado a cabo el pasado febrero (cuando el verano se prepara para dar paso al otoño austral) anoté un montón de pueblos con nombres pintorescos: Wee Waa, Poowong, Burrumbuyttock, Suggan Buggan, Boomahroomoonah, Waaia, Mullumbimby, Ewlyamartup, Jiggalong, Tittybong y …. Cervantes. Sí han leído bien, Cervantes. Que un pueblo perdido en la costa del Índico australiano, unos 300 kilómetros al norte de Perth, lleve el apellido del alcalaíno es algo sorprendente. Como entre mis objetivos estaba recorrer el desierto de Pinnacles, y Cervantes era el pueblo más cercano con un motel, me propuse alojarme allí y curiosear un poco.
La enorme veleta situada en la entrada de Cervantes muestra las siluetas de Sancho Panza, don Quijote y un velero de dos palos.
Como en la mayoría de los pueblos australianos, Cervantes es dominio de casas unifamiliares con jardín y mecedoras en los porches, si bien en torno a la céntrica Seville Street se alinean la gasolinera, el motel (este situado en Aragon Street), un centro cívico-cultural (con una biblioteca en la que no hay un solo ejemplar de El Ingenioso Hidalgo) y algunos otros comercios como el café Don Quixote, en cuyo interior un mural de dudoso gusto presenta a don Alonso Quijano entre los pináculos del desierto vecino. Pero alejemos cualquier pensamiento acerca de las aficiones literarias de los poco más de 500 cervantinos que viven dedicados a la pesca de la langosta y que eligieron en 1962 el nombre de la ciudad por una razón más prosaica pero no menos interesante.
En la entrada del pueblo hay una gigantesca veleta que ofrece la clave del topónimo y un gran tríptico que ofrece información sobre la villa, incluyendo un plano callejero repleto de nombres de ciudades (Gerona, Tarragona, Barcelona, Seville (sic), Granada, entre otras) y personajes españoles como Picasso o Balboa. Los curiosos pueden hacer clic aquí y comprobar lo que estoy diciendo. Comprueben también en el centro del meritado tríptico que los lugareños no tienen dificultad alguna para retener los teléfonos de emergencia de ambulancia, policía y bomberos (000) y, sin van a viajar por Australia, no dejen de anotar el teléfono de ámbito nacional 13 11 26, que puede serle de gran utilidad por la información sobre curas de urgencia y antídotos contra venenos que ofrece. Y es que en Cervantes, como en toda Australia, hay decenas de criaturas venenosas dispuestas a matarte. 
Me alojo en el Cervantes Pinnacles Motel. Es sábado por la tarde y en el bar del establecimiento los parroquianos engullen animadamente latas de cerveza. Alertados por mi acento guiri, se sorprenden cuando les digo que vengo de la ciudad natal de Cervantes (pronunciado «servenris», con erre suave, en inglés). Según me cuentan hace años, en 2002, cree recordar alguno menos achispado que sus colegas, un equipo de Telemadrid rodó algo por aquí. Es probable que nadie en el pueblo haya leído nada de don Miguel, pero todos se muestran satisfechos de vivir en un pueblo cuyo nombre es el de un escritor que –me dicen- es tan importante como Shakespeare. Les doy la razón y brindamos por España y Australia.
Entre trago y trago de Feral, la excelente cerveza de Perth, me cuentan el origen del nombre de su pueblo, una historia que completo más tarde con la lectura de Unfinished Voyages: Western Australian Shipwrecks 1622-1850 (Viajes inacabados: naufragios de Australia Occidental 1622-1850) un libro del arqueólogo marino Graeme Henderson, que detalla historias de los innumerables barcos comerciales, balleneros, o cargados de emigrantes, convictos, esclavos y piratas, que tuvieron encuentros fatales con la costa de Australia al norte de Perth. El viento y la vastedad oceánica inspiran un sinfín de monumentos conmemorativos en esta costa occidental australiana con debilidad por los naufragios, como certifica el panel situado en Thirsty Point, que informa sobre los cuatro barcos destrozados por los bajíos de arenas coralinas que espumean en el horizonte.
La apacible localidad en la que me encuentro lleva el nombre de un ballenero estadounidense de 28 metros de eslora y una tripulación de nueve hombres que naufragó frente a sus costas a mediados del siglo XIX. El Cervantes fue un barco sin suerte. Construido en 1836 en Bathe, Maine, realizó su primer viaje a la caza de ballenas en el oeste de Australia a finales de 1841. El 23 de junio de 1843 zarpó desde New London, Connecticut, para cazar cachalotes en Australia Occidental. El barco pasó algún tiempo en la costa australiana, en el área de Geographe Bay durante enero y febrero de 1844. Estaba anclado invernando en Jurien Bay, la desolada bahía en la que hoy está Cervantes, cuando fue sorprendido por una galerna el 29 de junio de ese año. Antes de que el buque pudiera navegar y capear el temporal en el mar, la marejada lo hizo encallar en un banco de arena. La tripulación logró alcanzar tierra y tres miembros llegaron a Perth el 6 de julio para informar de la pérdida. El 9 de julio llegaron el capitán, Sylvanus Gibson y otros tripulantes. Aunque el capitán tenía la intención de reflotar el buque, su quilla estaba muy dañada y resultaba imposible hacerlo navegar hasta el astillero más cercano, así que Gibson decidió vender el navío.
La subasta del Cervantes y de sus contenidos, incluyendo el equipo de caza, reportó a su capitán y armador 155 libras. El valioso cronómetro del barco se vendió por separado por 23 libras. Los marineros enviados por el comprador, el señor Wicksteed, informaron que el pecio aún estaba en pie cuando rescataron el equipo en agosto de ese año. De hecho, un tal Joshua William Gregory dijo que aún era visible sobre el agua cuando inspeccionó la costa en la goleta Thetis en 1847. Con el paso del tiempo, la población que se asentó en la costa para dedicarse a la pesca de langostas acabó por adoptar el nombre del ballenero que fue a morir a sus aguas, sin saber aún que era nada menos que el apellido de uno de los próceres de la literatura universal.
En Cervantes, como en el resto de Australia, todo cierra a las cinco, menos el bar, que lo hace sobre las nueve. Llega entonces el momento de gozar de otro de los encantos del lugar: sentarse en el porche del motel, sintiéndote en medio de la nada, cuando cae la noche y se contempla la Cruz del Sur, sin «skyline» urbano que interrumpa la visión. ©Manuel Peinado Lorca.

jueves, 1 de marzo de 2018

El Ejército alemán y el pico del petróleo


Creo que la experiencia tecnológica de la ingeniería alemana indica que los germanos tienen una gran tendencia a la precisión. En 2010, el ejército alemán elaboró un estudio sobre la importancia estratégica del petróleo (Armed Forces, Capabilities and Technologies in the 21st Century. Environmental Dimensions of Security. Sub-study 1: PEAK OIL. Security policy implications of scarce resources). Estos son algunos extractos de la introducción de ese estudio. Piensa lo que quieras, pero si ignoras lo que dice el documento, lo haces esto bajo tu propia responsabilidad.
«Sin embargo, es un hecho que el petróleo es finito y que hay un pico del petróleo. Dado que este estudio se centra principalmente en la comprensión de las relaciones causa-efecto después de una situación de pico de petróleo, no es necesario especificar un punto preciso en el tiempo. Algunas instituciones afirman que el pico de petróleo ocurrirá alrededor de 2010. Dependiendo del desarrollo de factores relevantes a nivel mundial, no podemos descartar que el pico de petróleo pueda tener implicaciones serias de política de seguridad dentro del período de revisión de la perspectiva de investigación de 30 años elegida para la Serie SFT [...] Este estudio tiene como objetivo sensibilizar sobre las posibles consecuencias, los riesgos y los efectos en cascada de la política de seguridad que pueden derivarse al sobrepasar el pico del petróleo [..]. Hoy en día, aproximadamente el 90% de todos los productos fabricados industrialmente dependen de la disponibilidad de petróleo [...] El 90% de todas las importaciones alemanas de petróleo provienen de países que alcanzaron o ya han excedido sus picos nacionales durante el período de revisión del estudio ...».
Para los más interesados os dejo el enlace al documento: https://permaculturenews.org/files/Peak%20Oil_Study%20EN.pdf