domingo, 6 de agosto de 2017

Reconstrucción de una flor ancestral

La súbita a aparición en el registro fósil de las angiospermas ha supuesto un quebradero de cabeza para los botánicos desde los tiempos de Charles Darwin. En una carta mandada a Joseph Hooker en 1879, Darwin se quejaba de que las plantas con flores aparecían repentinamente en el registro fósil, para diversificarse a continuación muy rápidamente. Un rompecabezas que el naturalista no dudaba en calificar de “abominable misterio". Poco a poco, gracias a todo tipo de investigaciones, se va armando el rompecabezas.
Las flores son las estructuras reproductivas de las angiospermas (plantas con flores), que representan casi el 90% de todas las plantas terrestres actuales y de las cuales depende, de forma directa o indirecta, la mayor parte de la vida terrestre. Sin embargo, las flores son una innovación evolutiva relativamente reciente en el calendario geológico de la diversificación de las plantas. El ancestro común más reciente de todas las angiospermas vivientes probablemente existió hace entre 140 y 250 millones de años (MA). En cambio, se estima que el antepasado común más reciente de todas las plantas con semillas existentes (es decir, las angiospermas y las gimnospermas) vivió hace entre 310 y 350 MA.
Los recientes avances en filogenética molecular y una serie de importantes descubrimientos paleobotánicos han revolucionado nuestra comprensión de la diversificación de angiospermas. Sin embargo, el origen y la evolución temprana de su rasgo más característico, la flor, sigue siendo un problema sin resolver. En particular, la estructura de la flor ancestral de todas las angiospermas vivientes es todavía un enigma.
Basándose en un extraordinario conjunto de datos (792 especies de 63 órdenes y 372 familias actuales y 136 muestras fósiles) analizados y ordenados mediante cronogramas elaborados desde datos moleculares, un grupo internacional de investigadores ha presentado en el último número de Nature reconstrucciones de flores ancestrales, que les han permitido concluir que la flor más primitiva se parece mucho a la de las actuales magnolias, sobre todo en lo que ser refiere al número y la disposición de las piezas periánticas. La flor de esa angiosperma ancestral era bisexual y radialmente simétrica, con más de dos verticilos de un perianto formado por tépalos indiferenciados (es decir, no hay distinción entre cáliz y corola), más de dos verticilos de tres estambres libres cada uno, y más de cinco carpelos libres dispuestos en espiral. El pdf con el artículo completo puede descargarse en este enlace. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.

Reconstrucción de la flor ancestral. Las piezas marcadas con tres asteriscos (***) indican alta confianza y consistencia entre los métodos de reconstrucción (por ejemplo, periantio presente, indiferenciado y actinomórfico). Otras deben ser interpretadas con precaución, ya que su reconstrucción se asoció con una mayor incertidumbre (por ejemplo, la filotaxis del perianto, y el número de verticilos estaminales). Los colores, las formas y los tamaños relativos de los órganos no se dedujeron de los análisis y se reprodujeron por razones artísticas. El número exacto de piezas no pudo ser reconstruido con precisión. Para esta representación se escogieron números mínimos, pero las reconstrucciones con órganos más florales son también compatibles con los resultados. Una película con versión giratoria de este modelo puede verse en este enlace