¿Una delicia culinaria y cultural
o un hábito mortal? ¿Sabías que hay una planta que puede añadir un sabor
picante y refrescante a la comida, pero que es también capaz de causar cáncer
si la masticas en exceso? Como sucede con las hojas de coca en los Andes,
masticar “nueces de betel” por su efecto estimulante es una práctica común en
Asia, donde se considera una costumbre social y cultural.
Mascada por casi una décima parte
de la población mundial, la nuez de betel es la cuarta sustancia psicoactiva
más utilizada después del tabaco, el alcohol y las bebidas con cafeína, según
la Organización Mundial de la Salud.
La hoja de betel también se
utiliza como ingrediente culinario, medicina tradicional y ofrenda ceremonial
en algunas culturas asiáticas, donde se valora por su aroma, sabor y
simbolismo. El betel es una planta fascinante y controvertida que ha sido parte
de la historia, la cultura y la cocina del sudeste asiático durante milenios.
Pero se disfrute como especia, como
estimulante o como una ofrenda religiosa, hay que consumirla con moderación y
ser consciente del riesgo cancerígeno que acarrea su consumo.
Escupitajos rojos
Está de moda viajar por el sureste de Asia, por Tailandia, Mianmar y Vietnam, pero también, aunque menos, por Taiwan. Cuando pasean, los turistas se asombran al observar las aceras de las calles salpicadas de escupitajos teñidos de carmesí.
No es un espectáculo agradable. Los
culpables: los masticadores de “nuez de betel. Cientos de millones de personas
en el sur de Asia las rumian con regularidad, pero en ningún otro lugar la
práctica ha atraído tanta atención científica o política como en Taiwán. En esa
isla se exhiben las "bellezas
de betel": unas jóvenes taiwanesas ligeras de ropa de miradas lascivas
y sonrisas insinuantes, que saludan desde escaparates bien iluminados desde los
que tientan a los potenciales clientes para que compren nueces de betel.
¿Qué son las nueces de betel?
Más que nueces, las de betel son,
en puridad, las semillas del fruto de la palmera Areca catechu mezcladas
con cal antes de envolverlas en hojas de betel (Piper betle), una
enredadera de la familia piperáceas, la misma de la pimienta Piper nigrum,
y de meterlas entre las mejillas donde, formando un amasijo ensalivado, se chupan
y mastican como si fuera chicle.
Areca catechu es una
palmera tropical originaria del sudeste asiático y el Pacífico, donde prospera en
climas cálidos y húmedos, sobre suelos bien drenados y tolera cierta salinidad.
De porte esbelto y elegante, presenta un tronco esbelto, liso y anillado, que
puede alcanzar entre 15 y 25 metros de altura. La copa está formada por un
penacho de 8 a 12 hojas pinnadas y colgantes, de hasta 2–3 m de largo.
Entre el penacho, agrupadas en
inflorescencias alargadas protegidas por una espata, se reúnen cientos de flores
masculinas y femeninas en la misma planta. Los frutos son drupas ovaladas, de
4–6 cm, de color verde al principio y anaranjado o rojizo intenso al madurar.
Contienen una sola semilla dura, que una vez envuelta en las hojas de Piper
betle, constituye el núcleo utilizado tradicionalmente para la elaborar la nuez
de betel.
Piper betle es una liana originaria
del sudeste asiático. Posee tallos delgados y engrosados con nudos que enraízan
al contacto con el suelo. Sus hojas son alternas, cordiformes, enteras, coriáceas,
de color verde brillante que emiten un profundo aroma característico. Es
dioica, con inflorescencias en espigas axilares: las masculinas más delgadas y
las femeninas más gruesas. El fruto es pequeño, carnoso y poco aparente.
Prefiere climas cálidos y húmedos, suelos fértiles y sombreados, y se cultiva
ampliamente por sus hojas aromáticas, empleadas tradicionalmente, como queda
dicho, para envolver la nuez de betel.
¿Por qué se mastican las nueces
de betel? Porque, además del sabor picante y aromático que aportan las hojas de
betel, masticar lentamente las semillas de la palmera produce una estimulación
leve del sistema nervioso central, similar a la cafeína pura, que se traduce en
una mezcla de efectos estimulantes y ligeramente euforizantes, una sensación de
calor, un bienestar general, una ligera anestesia oral, un despertar de los
sentidos y, según cuentan, una mayor capacidad para trabajar. Unidos a un
aumento de la salivación, que se tiñe de rojo por los pigmentos de la semilla, son
los mismos efectos que consiguen, en los remotos altiplanos andinos, los
herederos de los incas masticando hojas de coca mezcladas con raspaduras de
cal.
La cal se añade por una razón muy
concreta: actúa como alcalinizante, y eso cambia la química de lo que masticas
para que el cuerpo lo absorba mejor. La cal en la hoja de betel eleva el pH y
favorece que la arecolina esté en su forma más fácilmente absorbible. Además,
la reacción alcalina intensifica el color rojo característico de la mezcla, que
tiñe los dientes y la saliva. Resultado: el efecto estimulante se siente antes
y con más intensidad. La cal se usa en cantidades muy pequeñas, porque en dosis
altas es corrosiva y peligrosa. Por eso, a veces se sustituye por cenizas de
plantas (que también son alcalinas).
Efectos negativos
Suena bien, ¿verdad? Así que ya
sabes que debe haber un "pero". Y lo hay. Además de provocar adicción
y dependencia psicológica, y daños en la mucosa bucal, manchas dentales y
enfermedades periodontales, especialmente si se combina con tabaco, masticar
betel está relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes
y asma. Sin embargo, el daño mayor es la fuerte asociación entre
masticar betel y cáncer bucal. De hecho, en algunos países del sur de Asia,
el cáncer bucal es la neoplasia maligna más común, hasta el punto de que su
consumo ha sido evaluado por la Agencia Internacional para la Investigación del
Cáncer como un carcinógeno del Grupo 1, es decir, hay evidencia suficiente de
que causa cáncer oral, motivado principalmente por la nuez de areca.
El principal compuesto
psicoactivo de la nuez betel es el alcaloide arecolina, que imita la acción de
la acetilcolina, un neurotransmisor que interviene en el funcionamiento del
sistema nervioso. Es bien sabido que esta actividad similar a la de la
acetilcolina puede provocar alucinaciones, además de diversos efectos
secundarios. Por ejemplo, salivación excesiva que la nuez tiñe de un rojo
intenso, que acaban en las manchas carmesí que salpican los pavimentos urbanos.
Sin embargo, la arecolina no
explica todos los efectos fisiológicos observados en quienes mastican las nueces
de betel. Los niveles plasmáticos de norepinefrina y epinefrina (adrenalina),
dos hormonas secretadas por las glándulas suprarrenales, también se elevan, lo
que probablemente explica el aumento de la frecuencia cardíaca y la temperatura
de la piel. Los polifenoles específicos presentes en las hojas del betel pimienta
podrían ser responsables de este efecto.
Además, hay un problema
ambiental. Debido a la alta rentabilidad del cultivo de palma de betel, muchos
agricultores han reemplazado cultivos tradicionales como el arroz por palma de
betel, lo que ha provocado una grave erosión en las laderas. No debe sorprender,
por tanto, que países asiáticos, con Taiwán a la cabeza, hayan implantado programas
agresivos contra el betel.
Ling Ling, de 20 años, está en el
margen de una carretera a las afueras de Taipéi. Viste un top ajustado y una
minifalda transparente que revela un tatuaje. Está esperando a los conductores que
paran y compran sus productos. En otras ciudades, se podría suponer que su “oferta”
son servicios sexuales. Pero no aquí. Ling Ling vende nueces de betel. “Cuanto
más bonita eres, más dinero puedes hacer”, dice. “Por eso me visto así”.
En Taoyuan City, cerca de Taipéi,
se emitió una ordenanza que exige a las mujeres que venden betel cubrir pudorosamente
las partes más atractivas de su cuerpo. Las mujeres, por supuesto, no están
contentas con la norma, alegando, que vestirse de forma atractiva aumenta sin
duda alguna sus ingresos. Ante las protestas, las autoridades fueron dando
marcha atrás en la rígida aplicación de la norma.
Tienda de nueces de betel cerca de TaoYuan City, Taiwan
En septiembre de 2002 se instauró
una política
conocida como “tres noes”,
que prohibía que las betel‑nut
beauties (mujeres que venden nueces de betel) exhibieran vientre, senos o
glúteos mientras trabajaban. Estas
regulaciones generaron protestas por parte de las trabajadoras y colectivos defensores
de derechos —como el “Collective of Sex Workers and Supporters”— que
denunciaron vulneraciones
a su libertad personal. Al poco tiempo, esta normativa fue matizada por las
autoridades: se eliminó la prohibición de exponer el vientre, transformándose
la medida en un "dos noes", de modo que solo se
les exigía cubrir el pecho y los glúteos.
De momento, me quedaré con las
almendras, las avellanas, los anacardos y las nueces de … Brasil.