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viernes, 15 de diciembre de 2023

Muérdago: un extraño símbolo de la Navidad (1ª parte)

 


Una planta parásita con bayas potencialmente venenosas puede que no sea el icono más apropiado como decoración navideña. Pero, botánicamente hablando, eso es el muérdago: una planta parásita.

Muérdago, una palabra evocadora con un significado incierto. Sobre su etimología, el Diccionario de la Real Academia hace mutis por el foro: dic. (por discutido), es la abreviatura que usa. Según el Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana de Joan Corominas, muérdago proviene del latín mordicus (mordiendo). También postula que podría venir del vasco “muir-tako”, con lo que nos quedamos sin saber el origen de la palabra tanto en español como en euskera.

Hay también quien, teniendo en cuenta el legendario poder venenoso de la planta (que no es para tanto, dicho sea de paso), considera que bien pudiera venir del latín mortuus, muerto. Por salir del embrollo, entre otros muchos que no cito por no aburrir, a la planta se le aplica también el nombre de “visco” (del latín “viscum”, viscoso o pegajoso) o “liga”, sustancia pegajosa obtenida de los frutos de la planta usada antaño (y hoy felizmente prohibida) para atrapar pajarillos. Liga es también uno de los nombres comunes usados en lengua inglesa, “birdlime” literalmente “pega aves”.

Para los anglosajones el nombre más común para el muérdago es “mistletoe”, que se derivaría de las primeras observaciones según las cuales el muérdago solía aparecer en lugares donde las aves habían dejado sus excrementos. "Mistle" en la palabra anglosajona para "estiércol", y "toe" es la palabra para "ramita". Por lo tanto, muérdago significa "estiércol en una ramita". Mejor parada sale la planta con el nombre común que le aplican los alemanes, “miste”, que significa “liga” en relación con las propiedades viscosas del fruto.

Plantas parásitas

La idea general que tenemos de las plantas es que son organismos verdes anclados en el suelo que elaboran su propio alimento mediante la fotosíntesis. Pero ¿todas las plantas cumplen esas condiciones? Hay más de un cuarto de millón de plantas con semillas, así que entre tanta diversidad hay de todo, entre ellas las que se han especializado en robar el alimento a otras. Son las plantas parásitas.

El parasitismo no es nada extraño entre las plantas. Ha aparecido independientemente en doce ocasiones a lo largo de la historia evolutiva de los vegetales. En total se han identificado 292 géneros y 4.750 especies parásitas. Por lo tanto, el parasitismo no es tan raro como podríamos imaginar, porque se presenta en alrededor del 1,6% de las especies de plantas con flores y frutos (angiospermas).

Especies representativas de los doce grupos evolutivos de plantas parásitas. A: Cassytha filiformis (Sudáfrica); B: Hydnora africana (Sudáfrica); C: Cynomorium coccineum (España); D: Krameria ixine (Puerto Rico); E: Rafflesia pricei (Malasia); F: Pilostyles thurberi (EEUU); G: Cytinus ruber (Francia); H: Amyema artensis (Papúa Nueva Guinea); I: Mitrastemon yamamotoi (Japon); J: Pholisma culiacanum (México); K: Cuscuta rostrata (EEUU); L: Harveya purpurea (Sudáfrica). Nickrent, 2020. Taxon 69(1), 5-27.

Entre las plantas parásitas se reconocen dos tipos. Las “holoparásitas” o parásitas completas carecen por completo de clorofila y viven tomando de la planta parasitada tanto la savia bruta como la elaborada, de las cuales reciben agua, nutrientes y alimentos elaborados por el hospedante. Entre las que viven en España cabe citar las cuscutas (Cuscuta sp.) y los jopos (Orobanche sp.).

Otras son las “semiparásitas”, que solo toman de la hospedante la savia bruta, que les aporta agua y sales minerales (los nutrientes), mientras que fabrican su propio alimento mediante la fotosíntesis. Un ejemplo de ellas es el conocido muérdago (Viscum album), que al tiempo que realiza una fotosíntesis normal absorbe agua y sales nutritivas del árbol sobre el que se encuentra, utilizando para ello unos órganos chupadores (haustorios) que, a modo de cuñas succionadoras, se introducen en los vasos conductores del hospedante.

Características botánicas

El muérdago más extendido en Europa es Viscum album, una especie incluida en uno de los siete géneros en los que se han descrito unas 575 especies distribuidas por todo el mundo cuya mayor diversidad se alcanza en los trópicos.


Viscum album es una planta semiparásita nativa de Europa y de Asia occidental y meridional, que crece sobre las ramas de diversos árboles, principalmente sobre especies de hoja caduca, como manzanos o álamos, pero también sobre algunas especies de pinos.

A lo largo de sus tallos cilíndricos, que pueden llegar a medir hasta un metro y se dividen en ramas ahorquilladas, se disponen, enfrentadas por pares, las hojas lanceoladas, enteras y de textura correosa de color amarillo verdoso. De la base del tallo, por lo general ramificada, surge un potente haustorio que ancla poderosamente en el leño del hospedante, penetra en los vasos conductores, de los que extrae sus nutrientes y al que debilita hasta llegar a matarlo.


Los muérdagos son dioicos (hay plantas macho y hembra), con flores diminutas (2-3 mm de diámetro) de color amarillento, que maduran entre finales de invierno y principios de primavera. En las flores no se pueden diferenciar las piezas del cáliz y la corola o, lo que es lo mismo, no se puede determinar si son pétalos o sépalos. El conjunto se denomina perigonio y las piezas que lo componen reciben el nombre de tépalos.

Los machos tienen las flores abiertas en cuatro tépalos que nacen de un tubo muy corto; en la cara interna de los tépalos van fijados los estambres carentes de filamentos. Las flores femeninas también se dividen en cuatro tépalos que coronan un ovario situado en posición inferior. Unas y otras flores nacen en las horcajaduras de las ramas, en tríos, una a cada lado y la otra en medio de ambas, o más raramente en grupos de cinco. Tanto las flores femeninas como las masculinas producen un intenso aroma afrutado que atrae a los polinizadores que liban en las minúsculas gotitas de néctar producidas en aquellas.

Los polinizadores más eficaces son varias especies de insectos activos en invierno, principalmente moscas, y hormigas. Las abejas melíferas y los abejorros son polinizadores potencialmente eficaces, aunque sólo se han observado en flores masculinas. El aroma de las flores masculinas y femeninas se percibe como idéntico (similares al zumo de manzana, a las manzanas maduras o a la flor de azahar), pero la diferencia radica en su intensidad.


Las flores masculinas producen más sustancias aromáticas y cantidades relativamente pequeñas de néctar, mientras que las flores femeninas producen más néctar, pero son menos aromáticas. Por tanto, parece que los insectos se sienten atraídos principalmente por el olor de los nectarios de las flores masculinas y por el néctar secretado alrededor de los estigmas de las flores femeninas.

El fruto es una baya pequeña, verde cuando está inmadura y después traslúcida, del tamaño de un guisante de color blanco o amarillo, en cuyo ápice se observan las cicatrices correspondientes a la inserción de las piezas del perigonio. El mesocarpo contiene una pulpa viscosa con una (raramente varias) semillas que madura a finales de otoño. No es comestible.

Viven sobre los manzanos, los chopos y otros árboles de hoja caduca como abedules, tilos y sauces en el norte de España desde los Pirineos hasta Portugal, raras veces en el sur. La variedad laxum vive sobre pinos de Alepo, negrales y silvestres. Por su capacidad de infestación, el muérdago causa graves daños en los árboles a los que parasita debido a la alta tasa meristemática y enzimática de su sistema haustorial.


La multiplicación la llevan a cabo los pájaros, en especial mirlos o tordos que, al frotarse contra las ramas, dejan fijadas sobre ellas las semillas pegajosas, a partir de las cuales se desarrollan los haustorios que se clavan primero en la corteza, la atraviesan y llegan hasta los haces vasculares para absorber la savia de las ramas del árbol hospedante. 

El muérdago tiene una larga historia ligada a tradiciones ancestrales. Sobre ellas y sobre sus propiedades medicinales, escribiré en la segunda parte. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.