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lunes, 5 de mayo de 2025

EN ESTE APAGÓN NADIE HABLA DE PRECIOS, PERO LA CODICIA DE LAS ELÉCTRICAS ES LA CUESTIÓN DE FONDO

A medida que la red eléctrica se transforma para integrar grandes volúmenes de energías renovables —como la solar o la eólica— surgen nuevos desafíos técnicos que exigen soluciones innovadoras. Uno de los más críticos es la estabilidad de la frecuencia del sistema eléctrico, vital para evitar apagones o daños en los equipos.

Desde hace tiempo, el investigador del CSIC y experto en energía Antonio Turiel viene alertando sobre un apagón masivo por la falta de inversiones y prevención en el sistema energético español. Turiel habla de «responsabilidad criminal» y de codicia por parte de las grandes empresas del sector y sugiere que el Estado impulse «la estabilización», porque en el sistema convergen ahora grandes cantidades de energía fotovoltaica y eólica.

Pero la innovación requiere compromiso de inversión por parte de las eléctricas. Y estas, siguiendo su práctica habitual de economía extractiva, intentan seguir ganando miles de millones de euros anuales interiorizando los beneficios y externalizando los costes y las pérdidas en los consumidores.

Como ha señalado el experto Javier García Breva, han pasado demasiados días sin que se conozca el origen del gran apagón del 28 de abril. Lo que llama la atención a medida que transcurre el tiempo es el hermetismo del sector eléctrico. 

Quizás convendría recordar las prácticas sectarias de un sector como el eléctrico, impregnado de una cultura empresarial fundamentada en la endogamia, en la opacidad y en el secretismo que, de cuando en cuando, cubren con un torrente de tecnicismos que aburren a las ovejas y solamente sirven para que se genere oscurantismo y desinformación. A la interpretación de la factura de la luz me remito sin ir más lejos.

Alguien quiere subir el precio de la electricidad

Se anuncia que tardaremos tiempo en saber las causas del apagón. Solo cabe recordar que un apagón de características similares que sufrió Australia en 2016 tardó dos años en esclarecerse. También existe la posibilidad de que no lo sepamos nunca. Esta realidad, frente al éxito, poco reconocido, de haber recuperado el suministro en menos de veinticuatro horas, justifica el cabreo del presidente del Gobierno y el desconcierto general al ver la capacidad del sistema eléctrico para conseguir lo más difícil y su incapacidad para lo más elemental.

Se trata de la misma opacidad del pool eléctrico y el método de conformación de precios de la electricidad, que se referencian al precio de la energía más cara. Esta metodología ha sido bendecida por Von der Leyen en la última directiva del mercado eléctrico. Especulan con los activos de generación para optimizar beneficios con cargo a las facturas de los consumidores. Dos semanas antes, debido a la abundancia de potencia renovable, pararon las nucleares porque con los bajos precios del mercado mayorista de la electricidad no eran rentables.

La nuclear es la fuente de energía menos flexible. Se para automáticamente, pero su arranque es lento y complejo. Por el contrario, las energías renovables son la fuente más flexible y modulable, que se puede hibridar con cualquier tecnología como el almacenamiento. Además, abaratan el precio de la electricidad y su tendencia de costes es decreciente.

La seguridad energética hoy día la garantiza un sistema energético con mayor capacidad de energía flexible, que es la que permite ajustar la oferta y demanda de energía en tiempo real en cualquier centro de consumo, reduciendo y desplazando la demanda. Eso no es posible con las nucleares ni con las centrales de gas.

El bajo porcentaje de electrificación de la demanda y el escaso desarrollo del almacenamiento en baterías, añadido a la falta de recursos energéticos distribuidos, hace que nuestro sistema energético sea muy poco flexible y susceptible de sufrir crisis por el desequilibrio entre la energía centralizada y la energía descentralizada y distribuida, agravado por la mínima capacidad de interconexión eléctrica con Francia, que apenas ha crecido desde el siglo pasado ante la inoperancia de la Comisión Europea.

Para que no se repita un “cero nacional” habrá que dar pasos hacia la transformación del modelo eléctrico centralizado hacia un modelo de flexibilidad energética apoyado en la proximidad entre los centros de generación y de consumo y la participación de los recursos energéticos distribuidos en el mercado y en el análisis de cobertura mediante la agregación de la demanda.

Lo hitos de la transformación hacia un modelo energético flexible pasan por acabar con la situación de “isla energética” de la península ibérica, desconectada del sistema eléctrico europeo, y denunciar tanto el bloqueo de Francia como la pasividad de la Comisión Europea ante el incumplimiento del objetivo del 15% de capacidad de interconexión, que en España no llega al 3%.

La hibridación de las instalaciones renovables con baterías de almacenamiento en todas las tensiones es imprescindible para un progreso adecuado de las renovables. Todas las instalaciones renovables, tanto las grandes como las pequeñas, nuevas o existentes, deberían obligatoriamente contar con baterías.

La función que han cumplido los grupos electrógenos en este apagón es la función que debería cumplir el autoconsumo con almacenamiento en cada centro de consumo. La generación distribuida aumenta la capacidad flexible del sistema eléctrico, asegura el suministro y la estabilidad de la red eléctrica. Es viable tecnológica y económicamente; pero, aunque las directivas europeas no establecen ninguna limitación al autoconsumo, siguen existiendo barreras regulatorias y del propio sector eléctrico que retrasan su implantación porque aumentan la competencia y, como consecuencia, abaratan los precios.

En este apagón nadie habla de precios, pero es la cuestión de fondo. Todos los que ahora proponen más nucleares, más gas y más redes, deberían hablar de sus costes y de cómo se pagarán. En la regulación vigente todos los costes y déficits del sistema eléctrico se trasladan automáticamente a los consumidores en la tarifa eléctrica. Lo que pretenden es un mercado eléctrico sin competencia porque les garantiza precios altos de la electricidad y la desprotección de los consumidores.

Es el momento de ser beligerantes como nunca contra la desconfianza en las energías renovables.

LA IMPARABLE LLEGADA DE LOS VEHÍCULOS SIN CONDUCTOR

Llevaba cinco años sin pasar unos días en San Francisco. Más allá de otras consideraciones, lo que más me ha llamado la atención ha sido la proliferación de taxis sin conductor, todos ellos de la empresa Waymo, la empresa creada por Google hace ahora diez años.


La conducción autónoma, que se desarrolla a gran velocidad, pero de manera desigual en unos pocos mercados, es ya una realidad que contradice a quienes aseguraban que era imposible y que nunca la veríamos funcionando. Me parece que conviene parar y revisar exactamente dónde nos encontramos.

En apenas año y medio, Waymo ha pasado de 50.000 a 250.000 viajes de pago semanales en sus cuatro mercados estadounidenses (Phoenix, San Francisco, Los Angeles y Austin), una cifra que refrenda de manera definitiva la madurez operativa de la tecnología de conducción autónoma y el interés de los usuarios por un servicio que ya empieza a ser prácticamente cotidiano en algunas ciudades.

Este crecimiento viene acompañado de la preparación de un nuevo informe aún inédito, que analiza 91 millones de kilómetros recorridos sin conductor, y que concluye que el vehículo autónomo Waymo Driver reduce drásticamente los accidentes graves frente a la conducción humana.


La seguridad es un argumento incontestable, porque los datos son rotundos: un 92% menos de peatones heridos, un 82% menos de ciclistas y motoristas y un 96% menos de choques en intersecciones en comparación con los promedios de conducción humana equivalentes. A la vista de este diferencial, resulta difícil discutir que la conducción autónoma será, tarde o temprano, la opción por defecto en zonas urbanas densas. La reducción del coste social de la siniestralidad es demasiado valiosa como para ignorarla. 


Los que pensaban que la conducción autónoma era imposible «a menos que todos los vehículos sean autónomos» se equivocaban: cada vehículo autónomo añadido a un sistema mejora la seguridad de este. La misma investigación reconoce, no obstante, un límite muy concreto, que probablemente es una de las principales barreras de entrada a la adopción a escala mundial: cada despliegue exige una cartografía de alta definición (los llamados HD maps) que hay que crear y, sobre todo, mantener actualizados con todos los posibles incidentes que afectan a las vías. 

La literatura académica señala que los métodos tradicionales son «muy costosos», requieren vehículos de mapeo específicos y personal altamente cualificado, y se vuelven rápidamente obsoletos a medida que la ciudad cambia su fisonomía o simplemente se llevan a cabo determinadas operaciones de mantenimiento, como la limpieza o la reparación de un simple bache. Estos costes ocultos explican por qué todavía hablamos de cuatro o cinco ciudades, y no de cuarenta o cincuenta.

Waymo, de hecho, cartografía exhaustivamente cada nueva región antes de abrir el servicio. Esa dependencia de mapas ajustados al centímetro es la antítesis de la «escalabilidad» con la que solemos asociar al desarrollo de software. Mientras no exista un estándar global y procesos de actualización en tiempo real, exportar el modelo a ciudades con infraestructuras caóticas o sujetas a normativas erráticas o cambiantes, como ocurre en buena parte de Europa, Latinoamérica o el sudeste asiático, resulta muy caro y complejo. 

No obstante, Uber acaba de firmar un acuerdo con la compañía china de conducción autónoma Momenta de cara a una expansión en ciudades europeas el próximo año 2026, así que posiblemente empecemos a poder verlos más de cerca.

Por otro lado, conducir ya no es lo que era. Conviene poner la lupa sobre el hecho de que, paralelamente, conducir se está convirtiendo en una actividad cada vez más insoportable. Entre los radares de tramo, los límites de velocidad cada vez más bajos, las zonas de bajas emisiones, los controles automatizados y la vigilancia constante, el placer de conducir ha desaparecido para la inmensa mayoría. 

La conducción privada ya no es el sinónimo de libertad que nos vendían hace años, sino un ejercicio constante de estricto cumplimiento normativo, y todo ello en un entorno de poblaciones cada vez más envejecidas, al menos en el mundo desarrollado. En ese contexto, dejar el volante a un sistema autónomo no es solo más seguro: es más sensato y eficiente, y probablemente, también más placentero.

La administración estadounidense acaba de relajar varias normas federales para que los fabricantes puedan solicitar exenciones de seguridad cuando los vehículos sean exclusivamente autónomos, una medida que pretende «ganar la carrera contra China». El mensaje es claro: Washington está dispuesto a rebajar barreras si eso atrae capital y talento. En la Unión Europea, por el contrario, los marcos normativos siguen fragmentados y llenos de problemas, y constituyen un terreno mucho menos fértil para la experimentación masiva.

Mientras Estados Unidos afina su regulación, la compañía china Pony.ai ha logrado recortar un 70% el coste de su sistema y aspira a la rentabilidad en 2025, apoyada por sus alianzas con Toyota, BAIC y GAC y por un sistema regulatorio más homogéneo dentro de China. Esa combinación de manufactura barata y apoyo gubernamental amenaza con convertir a los operadores chinos en los fabricantes de facto de la conducción autónoma global, sobre todo en mercados emergentes donde Waymo o Cruise ni están ni se les espera.

La respuesta americana no se limita a Waymo: Uber acaba de pactar con May Mobility el despliegue de miles de robotaxis, mientras los camiones de Aurora ya realizan entregas sin conductor entre Dallas y Houston. Pero todas ellas comparten el mismo talón de Aquiles: un crecimiento geográficamente concentrado y dependiente de esos costosos mapas y de acuerdos estrictos con cada autoridad local.

Waymo contempla la posibilidad de vender vehículos autónomos a particulares en el largo plazo. La idea despierta inquietud: si sustituimos el modelo de flota compartida por coches autónomos particulares, podríamos agravar la congestión, no reducirla, porque el coste marginal de mover un coche sin conductor es muy bajo y la tentación de «viajes vacíos» (circulando sin pasajeros) crecería, además del fenómeno de la evolución del uso como vehículo para recogidas, etc. 

Si algo demuestra la experiencia vivida desde la primera ciudad, Phoenix, hasta la última, Austin, es que la conducción autónoma ha dejado de ser un experimento y empieza cada vez más a ser una infraestructura urbana más. No obstante, su despliegue global será desigual: veremos islas de autonomía, centros urbanos bien cartografiados, corredores logísticos, etc., rodeados de áreas donde el volante humano seguirá siendo imprescindible.

Por otro lado, para que la autonomía aporte todo su valor social (menos siniestros, menos emisiones, menos coches aparcados, etc.) necesitamos dos condiciones: una, mantenerla en régimen de flota compartida, integrándola con el transporte público y gravando los trayectos vacíos; y dos, desarrollar estándares abiertos de cartografía dinámica y de intercambio de datos que permitan a cualquier operador actualizar sus mapas sin duplicar cada inversión.

Y si no lo hacemos por eficiencia o sostenibilidad, hagámoslo al menos por aburrimiento: si conducir ya no es divertido, que al menos sea innecesario. Porque lo que está claro es que la autonomía ya ha ganado el debate técnico y ético, ahora solo falta que lo asumamos como sociedad y lo despleguemos inteligentemente.

domingo, 4 de mayo de 2025

EL GRANATE DEL METRO O DE CÓMO LA GEOLOGÍA MOLDEÓ NUEVA YORK

El "skyline", el perfil de los rascacielos de la ciudad de Nueva York, responde a los acontecimientos geológicos de los útimos 400 millones de años.

 

El "Granito del metro". Foto del Museo Americano de Historia Natural

En los Salones Mignone de Gemas y Minerales del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York se muestra al público uno de los ocho granates más impresionantes del mundo, el “Subway Garnet” (“Granate del metro”), una enorme gema (tiene el tamaño de un balón de balonmano y pesa casi cinco kilos) que en realidad fue desenterrada durante unas operaciones de desatranco del alcantarillado de la ciudad, lo que privaba al hallazgo del oscuro encanto que le otorga el ferrocarril subterráneo.

Descubierto en 1885 a unos dos metros y medio por debajo de la calle 35 entre la 7ª Avenida y Broadway, este enorme granate almandino no es exactamente una hermosa gema, pero es el testimonio de un pasado geológicamente legendario del lecho rocoso, el esquisto de Manhattan, que  moldeó el “skyline”, el perfil urbano de una de las mayores ciudades del mundo.

El 27 de mayo de 1930 se inauguró al público el edificio Chrysler, de más de 312metros de altura y la estructura más alta construida por el hombre por aquel entonces. Todavía hoy, Manhattan alberga algunos de los rascacielos más altos del mundo occidental, como la Torre Uno de 547 metros de altura del reconstruido World Trade Center, terminada en 2013, que hoy ocupa parte del enorme solar que dejaron la Torres Gemelas después de los atentados del 11-S de 2001.

Los edificios altos parecen estar por todas partes en Nueva York, pero cuando el avión sobrevuela al despegar de cualquiera de uno de los dos aeropuertos la ciudad, ambos situados en Queens, una mirada más atenta revela que en realidad están agrupados en dos áreas distintas: Downtown, el centro financiero, y Midtown, el barrio en el que se levantan hitos monumentales como el Chrysler y el Empire State Building, construidos entre 1930 y 1931.

Historia geológica de Nueva York

La razón de esos dos núcleos bien diferenciados reside en la historia geológica de Nueva York. La isla de Manhattan consta de tres formaciones rocosas: el esquisto de Manhattan, el mármol de Inwood y el gneis de Fordham.

Estas rocas son los restos de la colisión de dos enormes masas continentales. Hace unos 450 millones de años, la colisión de las zonas bálticas de la Europa moderna con las porciones septentrionales de América formó el continente primigenio de Laurasia. Laurasia acabó por fusionarse con Siberia antes de dirigirse hacia el sur hasta colisionar hace 300 millones de años con Gondwana, una masa continental formada por la unión tectónica de Sudamérica, África, Australia y la Antártida.

La colisión de Laurasia y Gondwana cubrió un océano entero hasta formar una gigantesca masa continental: Pangea. En esa época, la actual Nueva York se encontraba muy cerca del centro de este supercontinente, justo donde los movimientos tectónicos de la orogenia Tacónica estaban levantando montañas ciclópeas.

Izquierda: Reconstrucción artística de cómo era la Tierra hace 460 millones de años. Las masas continentales que eventualmente se convierten en América del Norte (Laurentia), Europa (Baltic), Russia (Siberia) y Africa (Gondwana) se muestran con contornos de esos continentes modernos como referencia. Derecha: Idem hace unos 420 millones de años, justo después de la primera gran colisión, la orogenia Tacónica. Figuras modificadas de los mapas del proyecto PALEOMAP.

Esas antiguas montañas que se alzaban donde hoy se extiende la planicie de Nueva York probablemente alcanzaron alturas similares a las que vemos hoy en el Himalaya. Enterrados bajo trece kilómetros de montañas en crecimiento, los antiguos sedimentos marinos (calizas y arcillas), recalentados a temperaturas cercanas a los 600 ºC y sometidos a presiones inimaginables (se calculan unas 5.000 atmósferas), se transformaron con el tiempo en rocas metamórficas: mármol, esquisto y gneis. El proceso metamórfico también formó minerales como la cianita azul o el granate rojo, que siguen apareciendo hoy durante las excavaciones subterráneas de Nueva York.

La erosión arrasó las otrora imponentes montañas, dejando solo sus muñones. Cien millones de años después, Pangea finalmente se desgarró y los fragmentos de corteza continental comenzaron sus largos viajes para convertirse en los continentes que vemos hoy en día.

Hace tan solo 2,6 millones de años, cuando comenzó un gran período gélido de glaciares, una capa de hielo de miles de metros de espesor cubría la mayor parte de Norteamérica. En su extremo sur, donde hoy se encuentra Nueva York, el hielo derretido depositó toneladas de morrenas compuestas de arenas, guijarros y rocas.

El lecho viejo rocoso y duro de Nueva York se encuentra actualmente a distintas profundidades, desde 5,5 metros bajo la superficie en Times Square hasta 79 metros bajo la superficie en Greenwich Village.

Al estar enterradas y comprimidas bajo la antigua cordillera neoyorquina, las rocas situadas debajo de la ciudad moderna son excepcionalmente duras, capaces de soportar el peso incluso de los edificios más altos. Donde el lecho rocoso capaz de proporcionarles el soporte necesario se encuentra muy por debajo de la superficie, los rascacielos no son prácticos, ya que es demasiado difícil alcanzarlo. Sin embargo, donde el lecho rocoso se encuentra cerca de la superficie se pueden construir edificios altos, por lo que el Downtown y Midtown albergan los rascacielos más altos de Manhattan.

Un recorrido geológico por Nueva York

Afloramiento de esquistos de Manhattan en el corazón de Central Park.

El Museo Americano de Historia Natural tiene elaborada una guía didáctica de Central Park, disponible online con profusión de fotografías y localización de afloramientos de esquistos, mármoles y granitos. Personalmente, prefiero un recorrido por Morgninside Park, donde pueden combinarse geología y literatura; allí, en las faldas de la colina de la Universidad de Columbia, es donde Colson Whitehead sitúa uno de los centros de acción de su Manifiesto criminal, una excelente novela imprescindible para entender el desarrollo de Nueva York desde la década de los 80 del siglo pasado.

ENVUELTAS EN PROPIEDADES CASI MÁGICAS, REGRESAN LAS AZUFAIFAS

Dicen que, las azufaifas, los frutos del azofaifo, ofrecen muchos beneficios para la salud. Quizás sea así... si es que eres una rata o una mosca de la fruta.

Flores de Ziziphus jujuba

Para mí, las azufaifas o azofaifos son recuerdos de mi niñez, de las ferias de barrio en las que los asnos de pequeños comerciantes bajaban de las Alpujarras con los serones repletos de unos frutos (almecinas, azofaifas, pan de higo, moras, zarzamoras y majoletas) que no veíamos el resto del año.

Las azofaifas siempre fueron los pequeños frutos que carecen de cualquier valor nutricional excepcional. Por lo tanto, fue toda una sorpresa cuando me preguntaron si es verdad que, comercializadas ahora como dátiles chinos, pueden combatir el cáncer, mejorar las funciones cerebrales y alargar la vida. Un poco de golpeteo en el teclado del ordenador me reveló que ha habido mucha investigación nutricional dedicada a las azufaifas, pero con resultados poco relevantes.

Lo primero es lo primero. Las azufaifas son los frutos que produce el ginjo o azofaifo Ziziphus jujuba, un árbol originario del sur de Asia, también conocido como jujube, jinjolero, ginjo, jínjol y achufaifo, entre otros nombres comunes. Aunque su tamaño depende directamente de la humedad que haya recibido, es una planta caducifolia que puede llegar a medir más de diez metros de altura, aunque habitualmente alcanza unos dos metros o tres. El tronco es recto, con bultos y corteza muy arrugada. La ramificación zigzagueante y colgante, es muy densa y espinosa, como resultado de su adaptación natural para protegerse de los herbívoros.

Hojas y frutos inmaduros del azufaifo

Las hojas alternas, de rabillo corto, son coriáceas, de entre 2 a 7 cm de longitud, de forma oval-lanceolada con el margen finamente dentado y el ápice agudo o redondeado. Las hojas, de color verde claro brillante, tienen tres nervios principales longitudinales y dos estípulas espinosas en la base.

En el hemisferio norte florece entre abril y agosto. Las flores son pequeñas, poco llamativas, pentámeras, verdosas y situadas en grupos de dos o tres a lo largo de las ramas. El fruto es una drupa comestible con aspecto de aceituna, de unos 2 o 3 cm de longitud, y una sola semilla. La piel del fruto es inicialmente de color verde claro y toma un color marrón rojizo cuando está maduro. Cuando está fresco, la pulpa es verde claro a amarillento pálido, de textura harinosa —parecida a la de la manzana— y dulzona.

El árbol, que da un fruto de color rojo, se cultiva desde hace más de 4.000 años, especialmente en China, donde tiene una larga historia de uso como alimento y como ingrediente en su medicina tradicional. En España es una planta conocida des de hace siglos, al menos desde siglo XVI, pues Cervantes la cita en el entremés de El viejo celoso, cuando Hortigosa, la celestina, lleva un mozo a Lorenza para que disfrute porque su viejo marido no la satisface:

Hortigosa: «Ahora bien, señora doña Lorenza, vuesa merced haga lo que le tengo aconsejado, y verá cómo se halla muy bien con mi consejo. El mozo es como un ginjo verde; quiere bien, sabe callar y agradecer lo que por él se hace; y, pues los celos y el recato del viejo no nos dan lugar a demandas ni a respuestas, resolución y buen ánimo: que, por la orden que hemos dado, yo le pondré al galán en su aposento de vuesa merced y le sacaré, si bien tuviese el viejo más ojos que Argos y viese más que un zahorí, que dicen que vee siete estados debajo de la tierra».

Por supuesto, el hecho de que se haya utilizado como medicina durante milenios no significa que haya dado resultados. Sin embargo, me parece que vale la pena examinar sus posibles efectos sobre la salud.

En cuanto a las afirmaciones sobre sus supuestos beneficios, abundan. Se dice que calman la mente, alivian la tensión, curan el insomnio, mejoran la memoria, aumentan la inmunidad, combaten el cáncer, protegen el hígado, mejoran la digestión y alargan la esperanza de vida. Afirmaciones tan variadas levantan sospechas de inmediato porque históricamente no existe una sola sustancia que haya demostrado tener un beneficio clínico en tantas afecciones distintas.

Como cualquier fruta o verdura, las azufaifas contienen cientos de fitoquímicos con algún interés. Contienen polifenoles, vitaminas, terpenos, nucleósidos y muchos otros. Un extracto contendrá muchos de estos, y si lo colocas en una placa de Petri con algunas células cultivadas y juegas con la dosis, algo acabará por pasar. Tal vez las células se multipliquen menos rápidamente, tal vez liberen algunas moléculas señalizadoras, tal vez liberen antioxidantes.

Lo mismo ocurre con ratones o ratas. Aliméntalos con algún material vegetal o extracto en diferentes dosis y algo se observará. Puede que no sea nada útil, pero sí lo suficiente como para conseguir una publicación en alguna revista menor.

Hay una revisión de la literatura terapéutica del azofaifo. En un estudio, por ejemplo, el extracto de azufaifo alimentado con ratas aumentó la actividad de las células asesinas naturales (los linfocitos) que combaten a los microbios invasores. En otro, el extracto de azufaifo mató las células cancerosas en un tubo de ensayo. En ratas, un polisacárido extraído de las azufaifas fortaleció su revestimiento intestinal. En otro estudio, las ratas que tenían una parte del cerebro que controla la atención y la memoria con deterioro quirúrgico experimentaron cierta recuperación con un extracto de azufaifo.

En el laboratorio, un polipéptido aislado del azufaifo mostró actividad inhibidora de la colinesterasa. La colinesterasa es una enzima que degrada el neurotransmisor acetilcolina, que ya escasea en los pacientes con Alzheimer. Eso fue suficiente para proponer que las azufaifas pueden tener potencial para ayudar a las víctimas de esta enfermedad. Pero existen numerosos inhibidores de la colinesterasa que se encuentran en hongos, organismos marinos y flores, algunos de los cuales, como la galantamina de las campanillas de invierno (Galanthus nivalis), la industria ha convertido en fármaco, y no hay razón alguna para creer que el extracto de azufaifo sea de alguna manera superior a estos, y cualquier sugerencia de que las azufaifas pueden ser un tratamiento para el Alzheimer puede calificarse bondadosamente como prematura.

En lo que respecta a la longevidad, ha habido un estudio que demostró la extensión no solo de la esperanza de vida, sino también de la salud…: ¡en las moscas hembra de la fruta! Las moscas fueron alimentadas con una dieta suplementada o no con polvo de fruta de azufaifo. Las moscas alimentadas con las comidas suplementarias vivieron más tiempo y estaban más sanas.

Ahora bien, ¿cómo se determina el estado de salud de una mosca de la fruta? No hace falta decir que las personas no somos moscas gigantes de la fruta.

Mi búsqueda en la base de datos clínica más utilizada, PubMed, arrojó 677 publicaciones sobre Z. jujuba. Muchas se referían al cultivo de la fruta, pero un gran número describía los efectos de los extractos en las células de roedores y, por lo general, atribuían cualquier beneficio que se observara a los antioxidantes. ¡Pero no apareció ni un solo estudio que investigara los efectos de las azufaifas en seres humanos! El más cercano era un estudio que demostró que el sabor del bizcocho se puede mejorar con la adición de extracto de azufaifo.



Prácticamente todos los estudios provienen de China, en su mayoría de instituciones dedicadas al estudio de las medicinas tradicionales orientales. El hallazgo de algún beneficio en cultivos celulares o en roedores no es una sorpresa porque las azufaifas son una fruta y los extractos de frutas siempre ofrecen beneficios potenciales para la salud, ya sean arándanos, bayas de goji, uvas, manzanas, cerezas o casi cualquier otra fruta o verdura que se les ocurra. El único mensaje que se deduce de todo esto es que deberíamos comer muchas frutas y verduras.

Sin embargo, aprendí algo que distingue a las azufaifas de otras frutas. Hay un árbol antiguo en Al-Qurnah, Irak, muerto hace mucho tiempo, pero que aún se mantiene en pie, y que aparentemente es un azufaifo. Más que eso, se dice de él que es el "árbol del conocimiento del bien y del mal" original que Dios plantó en el Jardín del Edén. 

Si eso es así, entonces resulta que Eva tentó a Adán con un azufaifo y la cosa no resultó demasiado bien. Aunque sea así, como son recuerdos de mi niñez, me encanta comer azufaifas a pesar de que no espero que comerlas me ayude a dormir mejor, calmar mi mente o ayudarme a recordar todo lo que acabo de aprender sobre estos "dátiles chinos" rojos.

sábado, 3 de mayo de 2025

ACACIAS, ARTE Y GOMA ARÁBIGA

 Las acacias verdaderas producen goma arábiga, una sustancia con varias aplicaciones que ha impulsado el arte y el comercio mundial durante siglos.


Senegalia senegal (flores, izquierda y frutos, derecha)

Esta primavera, mientras me encontraba viajando por Estados Unidos, en Washington, en la Galería Nacional de Arte se inauguró una exposición en la que se mostraba la obra de Elizabeth Catlett (1915-2012), una escultora y grabadora afroestadounidense nacionalizada mexicana. 

Su obra, como se muestra en la exposición, se basó en gran medida en la litografía, un proceso de grabado en el que se dibuja un diseño sobre piedra, se trata con goma arábiga y, posteriormente, se entinta e imprime. Este proceso artístico no sería posible sin las auténticas acacias, unos árboles de tronco corto y ramas bajas.

Los botánicos incluimos las verdaderas acacias en dos especies, (Vachellia seyal Senegalia senegal). Hay muchos árboles, generalmente espinosos, a los que se conoce comúnmente como acacias, aunque en puridad biológica las verdaderas acacias son esos dos arbolitos caducifolios y espinosos (africano, el primero y nativo la península Arábiga, Pakistán, la costa oeste de la India y las regiones semidesérticas de África, el segundo) que, además de ser leguminosas, producen goma arábiga, una sustancia multiusosl que ha impulsado el comercio mundial durante siglos.

Las acacias alcanzan una altura de entre cinco y doce metros, con un tronco corto y ramas bajas que raramente sobrepasan los cinco metros de altura. Sus características hojas compuestas consisten en pequeños folíolos dispuestos en filas a cada lado de un nervio central, y sus pequeñas flores amarillas se acumulan en racimos multifloros alargados o esféricos.

Vachellia seval (hojas, izquieda, e inflorescencias esféricas

Los leños de ambas especies secretan goma arábiga, una savia insípida, inocua, de color blanquecino pálido o anaranjado que se suele recolectar en África subsahariana y en la India monzónica al final de la temporada de lluvias. Esta sustancia que cristaliza en forma de lágrima globular y un tamaño pequeño, ha sido utilizada por artistas durante milenios.

Uno de los primeros usos registrados de la goma arábiga fue como aglutinante o espesante de pinturas. Debido a que la goma arábiga es soluble en agua y adhesiva, puede mantener unidas las partículas de pigmento y unirlas a las superficies. Alrededor del año 2000 a.C., los antiguos egipcios mezclaban pigmentos hechos de minerales molidos con goma arábiga para crear unas tintas que aplicaban en los papiros con pinceles formados por hierbas y juncos.

Pedazos de goma arábiga cruda en una placa Petri

La goma se siguió utilizando como aglutinante de pintura o tinta a lo largo de la historia. En el siglo I d.C., Plinio el Viejo escribía usando tinta elaborada con hollín, carbón y goma. En la Edad Media, la goma arábiga llegó a Europa a través de peregrinos y comerciantes que viajaban a los puertos del llamado Levante, la región costera del Mediterráneo oriental. La goma llegó a los monasterios cristianos, donde los escribas lo disolvían en agua para crear tinta o pintura, que copistas y amanuenses utilizaban en la copia e iluminación de códices, beatos y manuscritos.

El colonialismo y el comercio de goma arábiga

Los puertos árabes, que cayeron bajo control turco después de que el Imperio Otomano se impusiera al califato árabe y a los pequeños estados sucesores, dominaron el comercio de goma arábiga hasta la segunda mitad del siglo XV, cuando los marinos portugueses entraron en contacto con los habitantes de la costa occidental de África.

Un pegamento de los años 70 del siglo pasado

Gracias a las interacciones con las comunidades locales, los portugueses se enteraron de la existencia en la región de una fuente inabarcable de goma arábiga de calidad semejante a la del Levante. Este descubrimiento desplazó el centro del comercio de goma arábiga para el mercado europeo, sentando las bases para uno de los períodos más espléndiorosos de la historia de la acacia: el siglo XVIII.

La demanda europea de goma arábiga en el siglo XVIII aumentó para sostener un mercado textil en crecimiento. Al imprimir textiles, la goma arábiga desempeñaba el papel indispensable de agente espesante que ayudaba a impregnar y fijar los tintes en la tela. Las sustancias utilizadas anteriormente, el almidón y la harina, no lograron alcanzar el nivel de detalle deseado en los diseños impresos. A medida que el gusto comercial impulsó la producción a gran escala de algodones y linos artensalmente estampados, también aumentó la necesidad de los europeos de grandes cantidades de goma arábiga.

A lo largo del siglo XIX, las compañías comerciales estatales, la Real Compañía Africana británica, la Compagnie des Indes francesa y la Compañía holandesa de las Indias Occidentales, compitieron por el control del comercio de la goma arábiga en Saint-Louis (Senegal), una gran feria en la que los proveedores locales, los bereberes, se reunían con los comerciantes europeos. Mientras que los franceses buscaron y lograron un cuasi monopolio del comercio en Saint-Louis a través de acuerdos con los bereberes de Trarza, los ingleses y los holandeses se especializaron el comercio "ilegal" más al norte, en Portendick, que se encuentra en la actual Mauritania.

Comerciantes árabes y moros, montados en camellos, caballos y bueyes, transportando goma arábiga a Senegal. Grabado del libro «Histoire Générale des voyages» de Antoine François Prévost. Ilustración de Jacques-Nicolas Bellin, entre 1746 y 1759.


La lucha entre estas naciones estalló durante la Guerra de los Siete Años, en la que Gran Bretaña capturó Saint-Louis en 1758, trasladando el dominio europeo del comercio de goma hacia los ingleses. Al debilitar la influencia comercial de Francia, Gran Bretaña intentó establecer un monopolio en el comercio mundial de goma arábiga, a pesar de que el tratado de Versalles de de 1783 devolvió Saint Louis y el río Senegal al control francés, y los comerciantes privados franceses recuperaron el poder sobre el comercio de goma en África Occidental.

Por lo tanto, la importancia de la goma arábiga estuvo ligada a la conquista política y al dominio colonial en África Occidental. El historiador James L. A. Webb, Jr. describe la prevalencia del comercio de goma durante este período, cuando escribe que: «Desde finales del siglo XVII hasta la década de 1870, la goma arábiga era el producto más importante comercializado por los europeos que se detenían a lo largo de la "costa de la goma" del sur de Mauritania o comerciaban en la desembocadura del río Senegal». De hecho, la goma arábiga era el único recurso natural exportado en grandes cantidades desde África Occidental a Europa antes de la abolición de la trata de esclavos en el siglo XIX.

Innovaciones artísticas

A medida que la goma arábiga entraba en Europa en cantidades cada vez mayores durante los siglos XVIII y XIX, impulsó la producción artística en múltiples facetas en todo el continente. Una de esas manifestaciones era la pintura de acuarela, que había existido en diversas formas desde la antigüedad, pero que pronto alcanzó un nuevo y gran prestigio en Gran Bretaña.

Caja de acuarelas original de William Reeves. Museo Joseph Allen Skinner, South Hadley, Massachusetts, Estados Unidos.


La técnica de la acuarela al pastel, inventada por William Reeves en 1780, surgió como una innovación material fundamental en la historia de la acuarela. La goma arábiga se utilizaba como aglutinante en estas pequeñas, delicadas y duras costras de pintura. Poco después de la invención de los pasteles de acuarela, los fabricantes de pinturas conocidos como Artists' Colourmen vendían cajas listas para usar, lo que permitía a los artistas pintar al aire libre Desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, Gran Bretaña entró en la llamada "Edad de Oro de la acuarela", una época en la que los artistas elevaron la categoría de esa técnica y la llevaron a nuevos niveles de potencial expresivo en las conocidas pinturas con grandes paisajes de colores brillantes.

A medida que los materiales de acuarela incorporaron la goma arábiga, la industria de la impresión pronto pasó a depender de la savia de las acacias. En 1798, el escritor y atista alemán Alois Senefelder inventó una nueva técnica de impresión que contribuiría a la rápida reproducción y circulación de imágenes en el siglo XIX: la litografía. El artista o impresor dibujaba un diseño en una piedra plana antes de fijar la imagen a la superficie con una solución de goma arábiga. Durante sus experimentos, Senefelder observó que la goma arábiga era un componente principal en la preparación de la piedra litográfica.

Debido a que la piedra litográfica experimentaba un desgaste mínimo durante la impresión, una sola piedra podía producir un número casi ilimitado de impresiones. Además, el proceso de impresión, que sólo exigía que el artista dibujara en piedra, era más conveniente que los procesos anteriores y laboriosos de la xilografía y el aguafuerte en planchas de cobre y permitía una calidad estética más variada de las imágenes impresas.

Por esas razones, los artistas comenzaron a adoptar plenamente este nuevo proceso de grabado en la década de 1820, especialmente en Francia. La litografía mezcló intereses artísticos y comerciales, convirtiéndose en una buena opción para ilustraciones de revistas, imágenes satíricas y cuadros que se podían colgar en casa.

La goma arábiga y la fotografía

Aunque la goma arábiga era un agente de reproducción en el contexto pictórico, también cumplió una función diferente en la fotografía. A mediados del siglo XIX, los fotógrafos experimentaban frecuentemente con materiales y procesos fotográficos. Una innovación en los inicios de la fotografía se conoció como la técnica de la goma bicromatada, que consistía recubrir el papel con una emulsión fotosensible (compuesta por una mezcla de goma arábiga, una sal de dicromato, como el potasio, y un pigmento) y se exponía a la luz a través de una imagen negativa para endurecer la emulsión. Eso daba como resultado fotografías de alto contraste, granuladas y suaves, lo que permitió a los artistas desafiar las fotografías manufacturadas y estandarizadas, populares en Europa.

El legado duradero de la goma arábiga

En el siglo XX, empresas británicas y francesas continuaron controlando el comercio de goma arábiga hasta que las naciones de la región africana del Sahel obtuvieron su independencia alrededor de 1960. Sudán pronto se convirtió, y sigue siendo, el mayor productor mundial de goma arábiga, proporcionando alrededor del 80% del suministro mundial de esta sustancia. A medida que países como Sudán asumieron el control del suministro de goma arábiga de forma independiente, se enfrentan a una creciente demanda mundial de este producto y sus nuevas aplicaciones comerciales.

En la economía global actual, la goma arábiga sigue siendo vital en múltiples industrias. En la industria de alimentos y bebidas, se utiliza para mejorar la textura de diversos alimentos, para prevenir la cristalización de refrescos e impedir la separación de los líquidos empleados en diferentes bebidas. En la industria farmacéutica, se utiliza en la creación de diversas vitaminas y comprimidos, y mejora la consistencia de los medicamentos administrados por vía oral.

Las propiedades de la goma arábica siguen siendo únicas. Ningún otro ingrediente puede hacer lo que hace la savia de las acacias africanas. No puede ser reemplazada por nada más. Se ha intentado, pero no se ha logrado. Eso se refleja en el explosivo crecimiento de la industria: las exportaciones de goma sin procesar y semiprocesada casi se han triplicado en las últimas tres décadas.

Hoy en día, tanto el árbol de acacia en sí como el proceso de cosecha de goma arábiga están en peligro. El árbol se enfrenta a varias amenazas, incluyendo la disminución del hábitat debido al cambio climático, el pastoreo, las sequías, los incendios y la sobreexplotación.

El aumento de las temperaturas ha hecho que la cosecha, que se realiza a mano, sea cada vez más peligrosa, y la viabilidad económica del negocio local está amenazada por la inestabilidad política. Los esfuerzos de conservación como el Proyecto de la Gran Muralla Verde buscan combatir la desertificación y el cambio climático mediante la plantación de árboles en toda la región del Sahel. 

viernes, 2 de mayo de 2025

ROBERT F. KENNEDY JR., MEL GIBSON Y EL AZUL DE METILENO: UNA TONTUNA MÁS DE TIKTOK

 

Hace unos meses, un video de Robert F. Kennedy Jr. vertiendo un líquido azul en un vaso de agua difícilmente habría llamado la atención. Ahora sí, porque el representante de lo que queda del Camelot de Martha`s Vineyard es el flamante secretario (ministro) de Sanidad y Servicios Sociales nombrado por Donald Trump. Pero dado que ahora ocupa la cima de la pirámide de salud estadounidense, sus actividades, por inanes que sean, despiertan cierto interés entre cierto personal.


Aunque Kennedy no ha comentado nada sobre el video, a juzgar por la forma de la botella y el impresionante color azul del líquido, no hay duda de que se trata de azul de metileno, un tinte que, desde que apareció, ha arrasado en las redes sociales. Al parecer, todo arrancó por un video que publicó Mel Gibson el pasado mes de enero en el que afirmaba que tres amigos se curaron de cáncer (en fase cuatro) después de hacer un régimen de suplementos que incluía azul de metileno.

Desde entonces, a pesar de que esa afirmación ha sido ampliamente  criticada por muchos médicos, legiones de entontecidos usuarios de TikTok muestran con orgullo sus lenguas azules y hablan sin parar sobre un mejor rendimiento cerebral y sexual, el fortalecimiento del sistema inmunitario, la prevención del cáncer y la protección contra el Alzheimer. Si nos atenemos a las evidencias clínicas, con lo único con lo que pueden contar es con mear azul.

Sin duda, el azul de metileno es una sustancia química muy intresante. Su origen se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, el auge de la incipiente industria de los tintes, impulsado por el descubrimiento accidental del primer tinte sintético, el malva, por parte de William Henry Perkin. No pasó mucho tiempo antes de que otros tintes surgieran de los matraces de los químicos, incluyendo el azul de metileno, sintetizado en 1876 por Heinrich Caro en la empresa alemana BASF.

Era un tinte textil útil que llamó la atención de Paul Ehrlich, premio Nobel de Medicina de 1908, quien se había interesado en la capacidad de ciertos tintes para teñir microbios, para poder verlos al microscopio. Ehrlich descubrió que el azul de metileno no solo teñía selectivamente al parásito causante de la malaria, sino que también lo mataba. Ese fue un descubrimiento interesante, pero se dejó de lado porque ya se había demostrado que la quinina era un tratamiento muy eficaz contra la malaria. Sin embargo, dado que el parásito está desarrollando resistencia a los fármacos actuales, el azul de metileno está experimentando un resurgimiento (que nada tiene que ver ni con el cáncer ni con la senilidad).

Durante la década de 1930, surgió otro uso del azul de metileno: permitía detectar la pureza de la leche, una preocupación creciente en aquel entonces. El azul de metileno puede existir en forma azul "oxidada" siempre que haya oxígeno disponible, o en una versión incolora "reducida" en ausencia de oxígeno, conocida como azul de leucoetileno. La leche siempre contiene algo de oxígeno disuelto, y dado que las bacterias de la leche necesitan oxígeno para sobrevivir, una reducción del oxígeno disuelto significa que las bacterias se están multiplicando sin problemas. 

Unas gotas de azul de metileno tiñen de azul una muestra de leche, y el color persiste mientras haya suficiente oxígeno. Por tanto, el tiempo que tarda en desaparecer el color es proporcional a la cantidad de bacterias presentes. La leche correctamente pasteurizada no virará de color, mientras que el azul desaparecerá lentamente de la leche cruda contaminada. En los laboratorios de las embotelladoras de leche se sigue utilizando esta prueba.

El azul de metileno tiene otro uso importante: el tratamiento de la metahemoglobinemia, una enfermedad en la que se ve afectada la capacidad de la hemoglobina para transportar oxígeno. La hemoglobina, una molécula compleja presente en los glóbulos rojos, contiene en su núcleo un ion de hierro con una carga +2 (hierro ferroso: Fe++). El oxígeno se une a este ion durante el paso de la sangre por los pulmones, y desde allí se transfiere a las células según lo requieren. El ion ferroso puede perder un electrón, lo que le otorga una carga +3, y este ion férrico (Fe+++) no muestra afinidad por el oxígeno. La hemoglobina con un ion férrico se denomina "metahemoglobina" y no puede transportar oxígeno a los tejidos, lo que provoca anemia y, en casos agudos, la muerte.

Cualquier sustancia química capaz de extraer un electrón del hierro ferroso puede causar metahemoglobinemia. Por el contrario, una sustancia capaz de donar un electrón al hierro férrico puede utilizarse para tratar esta afección. El azul de metileno es una de esas sustancias. Administrado por vía intravenosa en dosis de 1-2 mg por kilo de peso corporal, una enzima del organismo lo convierte en leucometileno incoloro. Este es un donante de electrones eficaz y reduce el hierro férrico a ferroso, que devuelve a los glóbulos rojos la capacidad para transportar oxígeno.

¿Qué tipo de sustancias químicas puedes desencadenar la metahemoglobinemia? Los nitritos son el ejemplo clásico. Se utilizan como aditivos en las carnes procesadas, donde reducen el riesgo de contaminación por Clostridium botulinum, la bacteria que puede provocar botulismo, una afección potencialmente mortal.

La cantidad de nitrito añadido a la carne procesada no se acerca en absoluto a una dosis que pueda causar metahemoglobinemia, pero una dosis alta de nitrato en el agua potable puede ser un problema. Los nitratos se utilizan comúnmente como fertilizantes, y las aguas residuales de los campos pueden llegar al agua potable. Al ingerirse, los nitratos pueden reducirse a nitritos en el estómago, especialmente en bebés, lo que los pone en riesgo de sufrir metahemoglobinemia.

Sin embargo, el mayor riesgo de los nitritos no proviene de la ingestión accidental, sino de la ingestión intencional por parte de personas que intentan suicidarse. Existen numerosos informes en la literatura médica que describen suicidios por ingestión de nitritos, así como casos en los que, afortunadamente, la persona fue encontrada a tiempo para salvarse gracias a la administración de azul de metileno.

Además de tratar la metahemoglobinemia, el azul de metileno se utiliza a veces durante la cirugía para visualizar tejidos y fluidos donde el tinte se absorbe preferentemente. Sin embargo, el porqué del azul de metileno ha surgido como suplemento dietético, con afirmaciones de efectos maravillosos, es un misterio, dada la falta de evidencia que lo respalde.

Algunos estudios de laboratorio con cultivos celulares han demostrado que esta sustancia química puede desenredar el conjunto de proteínas que caracteriza la enfermedad de Alzheimer, pero las expectativas iniciales de que, por lo tanto, pudiera servir como tratamiento para la enfermedad no se han cumplido. Tampoco existen estudios clínicos que demuestren que el azul de metileno tenga efectos sobre la memoria, la cognición, la longevidad, el sueño, el envejecimiento de la piel o el aumento de la energía, como afirman sus defensores. Sin embargo, existen riesgos —en su mayoría leves, como náuseas o diarrea—, pero existe un problema potencialmente grave, porque es un inhibidor de la monoaminooxidasa, una enzima que degrada algunas sustancias bioquímicas naturales como la serotonina que controla el estado de ánimo.

Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son fármacos ampliamente utilizados para tratar la depresión al aumentar los niveles de serotonina en el cerebro. Sin embargo, en presencia de azul de metileno, el nivel terapéutico puede superarse y puede presentarse una afección conocida como "síndrome serotoninérgico", que puede causar agitación, taquicardia, alucinaciones y falta de coordinación muscular. Cualquiera que tome ISRS debe evitar el azul de metileno. Lo mismo debe hacer cualquier otra persona hasta que exista evidencia clínica de su beneficio.

No sabemos por qué Kennedy tomaba azul de metileno, si es que lo hacía. Si era para mejorar su capacidad cognitiva, no le sirvió para nada.

jueves, 1 de mayo de 2025

"CRÍMENES" ANIMALES

 El un libro cautivador, Crímenes animales, Mary Roch cuenta los cientos de casos de fauna “fuera de la ley”, que sustentan un largo debate sobre qué hacer cuando la naturaleza "comete delitos" que son punibles entre los humanos.

El 26 de junio de 1659, un representante de cinco ciudades de una provincia del norte de Italia inició un procedimiento judicial contra las orugas. Según la denuncia, los especímenes locales invadían y robaban en jardines y huertos. Se emitieron cinco citas judiciales que se clavaron en los árboles de los bosques adyacentes a cada ciudad.

Se ordenaba a las orugas que comparecieran ante el tribunal el 28 de junio a una hora determinada, y allí se les asignaría un representante legal. No se presentó ninguna oruga a la hora prevista, claro está, pero el caso siguió adelante. En un documento que se conserva, el tribunal reconoce el derecho de las orugas a vivir libres y felices, siempre que con ello no «menoscaben la felicidad del hombre…».

El juez decretó que se asignara a las orugas una parcela de tierra acotada para su sustento y disfrute. Cuando se resolvieron los detalles, las acusadas, que ya se habían transformado en pupas inmóviles, habían acabado de devastar todo lo que se les ponía por delante, por lo que ambas partes salieron satisfechas del proceso.

Este caso se narra en The Criminal Prosecution and Capital Punishment of Animals (El enjuiciamiento penal y la pena capital de los animales) un libro de extrema originalidad publicado en 1906. En el libro, que los interesados pueden leer íntegro (en inglés) en este enlace, su autor, E. P. Evans un respetado historiador, documenta con precisión y cuenta casos tan reales como asombrosos: enjuiciamiento criminal de las ratas: obispos que condenan a las anguilas y lampreas por “chupasangres”;  animales considerados por la ley como laicos, y no con derecho a los beneficios del clero; mosquitos condenados por demonios especialmente peligrosos; osos formalmente excomulgados por la Iglesia; babosas a las que se daba tres advertencias para que dejaran de molestar a los agricultores, bajo pena de «aniquilación».

Aparece el minucioso informe de gastos de un alguacil francés presentado en 1403 durante el juicio a una cerda acusada de asesinato («coste de mantenerla en la cárcel, seis soles parisinos»). Se documenta también una denuncia de 1545 presentada por los vinateros contra una especie de gorgojo verde, en la que constan no solo los nombres de los letrados, sino también ejemplos de la táctica legal consagrada por el tiempo: el aplazamiento. Eso hizo que el proceso se prolongara durante ocho o nueve meses, mucho más que la vida de un gorgojo.

No hay que irse tan lejos para encontrar la ejecución de un animal como si fuera un ser humano: en 1903 se electrocutó públicamente en Coney Island a la elefanta de circo Topsy por haber matado a tres personas, incluido su domador, que trató de obligarla a beber whisky; y en 1916 otra paquiderma que mató a su cuidador, conocida como Murderous Mary (María la asesina), fue ahorcada con ayuda de una grúa en Tennessee.

Esos casos no los utiliza la autora estadounidense Mary Roach como evidencia de la estupidez de los antiguos sistemas jurídicos, sino como prueba de la naturaleza intratable del conflicto entre fauna y humanos, que es como se conoce en la actualidad el asunto entre quienes se dedican a ello y que ha saltado a la palestra en nuestro país con la controvertida desprotección del lobo ibérico.

A investigar las situaciones en la que entran en conflicto fauna y seres humanos y a profundizar en el debate sobre qué hacer cuando la naturaleza infringe leyes destinadas a las personas, dedica Mary Roach un libro interesantísimo, Crímenes animales (Capitán Swing, 2025), en el que su autora calcula que unas 2.000 especies en 200 países cometen de forma regular actos que las enfrentan con los humanos, lo que incluye acusaciones de delitos graves como asesinato y homicidio, asesinato en serie y agresión con agravantes, y otros menores como robo y allanamiento de morada, sustracción de cadáveres, hurto de alimentos almacenados y cruzar carreteras por donde se les antoja.

La cuestión lleva siglos sin resolverse de forma satisfactoria: ¿qué hacer cuando la naturaleza infringe leyes destinadas a las personas? Obviamente, las decisiones de los magistrados y prelados no tenían la menor lógica, ya que ni las ratas ni los gorgojos entienden el concepto de propiedad privada ni se espera que se rijan por los principios morales de los humanos civilizados.

El objetivo de aquellas decisiones era acobardar e impresionar a la población: «¡Fijaos, hasta la naturaleza debe someterse a nuestras reglas!». Lo que era, a su manera, impresionante. El juez del siglo XVI que mostró clemencia con los topos que tenían crías no solo daba prueba de su autoridad, sino también de su templanza y compasión.

Después de indagar por la Edad Media y los siglos posteriores analizando con cierta estupefacción las soluciones esotéricas que la ley y la religión habían aportado a lo largo de los siglos, Roach empezó a preguntarse qué había aportado la época moderna a estas cuestiones. Ante la inabarcable colección de conflictos entre humanos y animales, Roach concluye que cada conflicto necesita una resolución específica del entorno, la especie, lo que está en juego y las partes interesadas.

Lo que Roach muestra es lo más destacado de una investigación de dos años, un viaje por un mundo cuya existencia intuimos, pero desconocemos. La primera mitad del libro examina los delitos graves. Asesinato y homicidio, asesinato en serie, agresión con agravantes. Robo y allanamiento de morada. Robo de cadáveres. Hurto mayor de pipas de girasol. Entre los autores se encuentran sospechosos habituales, como los osos y los grandes felinos, y otros menos habituales como los monos, los mirlos o los abetos Douglas (sí, también hay árboles homicidas, que entre 1995 y 2007, al caer, causaron la muerte de casi 400 personas en Estados Unidos).

Por supuesto, no se trata de crímenes literales. Los animales no se rigen por leyes, sino por su instinto. Casi sin excepción, la fauna de estas páginas la componen animales que simplemente hacen lo que suelen hacer: comer, cagar, formar un hogar, defenderse o defender a sus crías. Lo que ocurre es que le hacen esas cosas a un humano, a la casa de un humano o a los cultivos de un humano. Los conflictos existen y crean dilemas para las personas y los municipios, dificultades para la fauna y material para un libro tan insólito y entretenido como este.