El misterio de miles de millones de muertes de estrellas de mar se ha resuelto por fin. Experimentos de laboratorio han identificado una bacteria como la causa de la enfermedad que ha devastado las poblaciones a lo largo de la costa occidental de de Norteamérica.
Durante más de una década, la
costa oeste norteamericana ha sido escenario de una catástrofe ecológica sin
precedentes: la desaparición masiva de miles de millones de estrellas de mar,
víctimas de una enfermedad que las desintegra en apenas dos semanas. Un equipo científico internacional acaba de identificar
al culpable: una cepa de la bacteria Vibrio pectenicida.
En 2013, las estrellas de mar a
lo largo de la costa del Pacífico de América del Norte comenzaron a morir en
grandes cantidades. La causa, una enfermedad denominada enfermedad de desgaste
de estrellas de mar (SSWD), afecta a docenas de especies y ha acabado por erigido
como la epidemia marina más grande conocida en una especie no comercial.
Esta mortandad masiva ha provocado una explosión en el número de erizos de mar, unos invertebrados que se comen las estrellas de mar. A su vez, el auge de los erizos herbívoros ha dañado a lo largo de la costa los bosques de algas marinas que comen aquellos. Los científicos han luchado por identificar la causa de SSWD. El análisis genómico ha revelado que las estrellas de mar enfermas portaban una mayor carga de la bacteria V. pectenicida. La inyección de esta bacteria en estrellas de mar sanas las llevó a desarrollar SSWD y morir, lo que sugiere que V. pectenicida es el patógeno causante de la enfermedad.
¿Qué es Vibrio pectenicida?
En las últimas décadas, los
ecosistemas marinos se han enfrentado a una creciente amenaza procedente de
bacterias patógenas que afectan a múltiples especies. Una de estas bacterias es
V. pectenicida, un microorganismo que, aunque fue identificado
originalmente como patógeno de moluscos bivalvos como las vieiras (Pecten
maximus), ha comenzado a mostrar vínculos preocupantes con brotes de
enfermedad en otras especies marinas, incluyendo a las estrellas de mar.
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Miles de millones de estrellas de mar girasol (Pycnopodia helianthoides) han sido asesinadas por una bacteria. Imagen de Jeff Rotman / Nature Picture Library. |
V. pectenicida es una
bacteria ampliamente distribuida en ambientes marinos. Su descubrimiento se
remonta a los años 90, cuando fue identificada como el agente etiológico de la
mortalidad masiva de larvas de vieira en criaderos de acuicultura europeos,
especialmente en las costas atlánticas de Francia. Desde entonces, ha sido
objeto de múltiples estudios por su capacidad patógena y por la amenaza que
representa para la industria acuícola.
Esta bacteria es capaz de
producir una variedad de enzimas y toxinas que destruyen los tejidos de sus
hospedadores, provocando necrosis, septicemia y finalmente la muerte. Es
resistente a una amplia gama de condiciones ambientales y puede sobrevivir en estado
latente hasta encontrar un hospedador vulnerable. Su capacidad de adaptación y
expansión ha llamado la atención de los científicos, especialmente por su
potencial para cambiar de hospedador.
Estrellas de mar: víctimas inesperadas
Durante mucho tiempo se pensó que
V. pectenicida afectaba exclusivamente a moluscos, pero recientes
investigaciones han identificado su presencia en brotes de enfermedad de
desintegración en estrellas de mar, particularmente en el hemisferio norte. Las
estrellas de mar, miembros clave del ecosistema bentónico (los organismos
bentónicos son aquellos que se asocian al cualquier fondo acuático) han estado
sufriendo una serie de eventos de mortandad masiva, caracterizados por síntomas
de lesiones cutáneas, pérdida de turgencia, necrosis y desmembramiento
progresivo de sus característicos brazos.
Aunque en estos brotes múltiples se
han implicado diversos patógenos —incluyendo virus y otras especies de Vibrio
como V. aestuarianus y V. splendidus—estudios de
laboratorio han demostrado que V. pectenicida también puede inducir
síntomas similares y ha sido aislada en tejidos de estrellas de mar enfermas en
diferentes regiones.
Mecanismos de infección y transmisión
Una de las características más
preocupantes de V. pectenicida es su capacidad para aprovechar
condiciones de estrés ambiental, como el aumento de la temperatura del agua o
la presencia de contaminantes, para proliferar y atacar a los organismos
debilitados. En las estrellas de mar, la infección suele comenzar con la
formación de pequeñas lesiones en los brazos, que rápidamente se ulceran. El
tejido se desintegra, dejando expuesto el sistema ambulacral, hasta que el
organismo muere y se fragmenta.
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La enfermedad de desgaste hace que las estrellas de mar se deshagan en una sustancia pegajosa. Imagen de Grant Callegari / Hakai Institute. |
La transmisión puede ocurrir por
contacto directo con organismos infectados o a través del agua, ya que las
bacterias son capaces de sobrevivir en la columna de agua y colonizar nuevos
hospedadores. En zonas de alta densidad poblacional, como bancos de estrellas
de mar en arrecifes o plataformas rocosas, la enfermedad se propaga con
rapidez.
Consecuencias ecológicas
Las estrellas de mar desempeñan
un papel crucial en los ecosistemas marinos. Como depredadores situados en el
tope de algunas cadenas alimenticias y carroñeros eficientes, las estrellas de
mar regulan las poblaciones de moluscos, crustáceos y otros invertebrados. La
pérdida masiva de estrellas de mar puede desencadenar desequilibrios ecológicos
significativos.
Por ejemplo, en la costa del
Pacífico de Norteamérica, la mortandad masiva de estrellas de mar del género Pisaster,
observada desde 2013, provocó un aumento descontrolado de poblaciones de
mejillones, que a su vez desplazaron a otras especies y redujeron la
biodiversidad de las zonas intermareales. Aunque en ese caso el patógeno
principal fue identificado como un densovirus, se detectaron también
coinfecciones por bacterias del género Vibrio, lo que sugiere que los
brotes pueden tener múltiples causas sinérgicas.
La introducción o proliferación
de V. pectenicida en estos contextos podría agravar la situación,
debilitando aún más a las poblaciones sobrevivientes o dificultando la
recuperación de las especies afectadas.
El cambio climático como factor de riesgo
Uno de los principales factores
que favorecen la proliferación de V. pectenicida es el aumento de la
temperatura del mar. Esta bacteria se reproduce más eficientemente a
temperaturas elevadas, por lo que los eventos de calentamiento oceánico (como
los provocados por El Niño o por el irrefrenable calentamiento global) están
creando condiciones ideales para su expansión.
Además, la acidificación del
océano y la eutrofización derivada de la contaminación costera también generan
ambientes más favorables para las bacterias patógenas y más hostiles para los
organismos marinos complejos como las estrellas de mar. Esto significa que el
cambio climático no solo pone en peligro a las especies por el estrés directo,
sino también por el incremento en la virulencia de agentes infecciosos.
Medidas de control y perspectivas de investigación
Actualmente, no existen
tratamientos eficaces para las infecciones por V. pectenicida en
especies silvestres. En el ámbito de la acuicultura, se han probado
antibióticos y probióticos, pero su uso en ambientes abiertos está limitado por
el riesgo de generar resistencia bacteriana y alterar el equilibrio microbiano
natural.
La mejor herramienta disponible
es la vigilancia epidemiológica. Mediante el monitoreo continuo de las
poblaciones marinas y el análisis de parámetros ambientales, es posible
anticipar brotes y tomar medidas de mitigación, como el cierre temporal de zonas
de buceo, la limitación de actividades contaminantes o la protección de áreas
clave para la reproducción.
En paralelo, la investigación
científica está avanzando hacia la comprensión de los mecanismos moleculares de
patogenicidad de V. pectenicida y su interacción con los sistemas
inmunológicos de diferentes hospedadores. El desarrollo de técnicas de
diagnóstico rápido, basadas
en PCR o biosensores, permitirá detectar la presencia de la bacteria antes
de que los síntomas sean visibles.
Conclusión
La aparición de V. pectenicida como una posible amenaza para las estrellas de mar representa un ejemplo más de cómo los ecosistemas marinos están siendo empujados al límite por factores interrelacionados: cambio climático, contaminación, pérdida de biodiversidad y proliferación de enfermedades. Aunque esta bacteria fue originalmente conocida por su impacto en la acuicultura, su potencial zoonótico marino y su efecto sobre organismos clave como las estrellas de mar la convierten en un tema urgente de estudio.
Proteger los océanos requiere un enfoque holístico que combine ciencia, gestión ambiental y educación. Solo entendiendo las dinámicas de estas enfermedades emergentes podremos diseñar estrategias para preservar la salud de nuestros ecosistemas marinos y asegurar su resiliencia frente a los desafíos del siglo XXI.