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martes, 28 de noviembre de 2023

El acebo: mucho más que un símbolo navideño



La capacidad de mantenerse pujante a pesar del frío, la lluvia y la nieve, unida a su vistosa combinación de colores rojo y verde, ha hecho que desde la noche de los tiempos se considere al acebo (Ilex aquifolium) un símbolo de fortaleza y eternidad.

Como ocurre con el tradicional abeto o con la flor de Pascua, el uso del acebo como planta navideña es más antiguo que la propia Navidad. Según una leyenda que contaban los celtas al abrigo de las primeras hogueras invernales, el rey Roble reinaba durante los meses más cálidos y luminosos del año, mientras que cuando los días se acortaban el manto de hojas verdes salpicado de bayas rojas del rey Acebo lo reemplazaba en la estación más fría y con menos horas de luz.

La eguzkilore o flor del sol, Carlina acaulis, en el portón de un caserío navarro


Además, los celtas pensaban que gracias a sus hojas espinosas el totémico y protector acebo podía ahuyentar a los espíritus malignos, de donde arranca la costumbre de fabricar coronas con sus ramas como muestra visible de protección y buena suerte. En verano, cuando el acebo aún no había producido sus frutos rojos, el papel protector de los hogares lo jugaba otra planta, Carlina acaulis, la eguzkilore o flor del sol, que aún sigue exhibiéndose en muchas zonas rurales del norte de España para que espante a los malos espíritus e impida la entrada a las brujas, a los genios de las enfermedades, de la tempestad, del rayo, etc. 

En la mitología nórdica, el acebo se asociaba con Thor, dios del trueno, y se creía que los acebos cultivados cerca o dentro del hogar evitaban la caída de rayos. Los antiguos romanos utilizaban el acebo como decoración durante las Saturnalia, un festival dedicado a Saturno, dios de la agricultura y la ganadería.

Mucho después, cuando el cristianismo se expandió por Europa, el sincretismo alentado desde Roma hizo que el acebo se adoptara como uno de los símbolos más característicos de la Navidad y el Adviento, intentando, además, que desplazara a su homólogo pagano, el muérdago, empleado por los druidas en las festividades del solsticio de invierno.

Para los cristianos, la simbología del acebo estaba clara: los frutos rojos evocaban la sangre de Cristo y las hojas espinosas la corona de espinas que portaba el Mesías, lo que no deja de ser curioso habida cuenta de que el acebo no crece en Palestina.

Una viva y brillante apariencia

El acebo tiene el porte de un arbusto muy denso y ramificado o el de un árbol (cuando no se ramonea o se poda) que alcanza hasta los 12 m de talla. La corteza y las ramas son grises y lisas. Las hojas son persistentes, simples, alternas, más o menos ovaladas y en general con el margen lleno de espinas (de ahí el término aquifolium, que significa “hojas con agujas”), en especial las de las ramas bajas. 

Cuando los acebos detectan que sus hojas están siendo mordisqueadas por los herbívoros activan los genes que las hacen espinosas en los bordes cuando vuelven a crecer. Por eso, en los acebos más altos las hojas superiores como la de la izquierda que están fuera del alcance de los ramoneadores tienen márgenes lisos, mientras que las inferiores (a la derecha) son espinosas.

Las hojas miden hasta 8 cm de largo, son verde-oscuras y lampiñas por ambas caras, lo que las diferencia de las de la coscoja (Quercus coccifera), que son mucho más pequeñas y claritas, o de las de la encina (Quercus ilex; de hecho, en 1753 Linneo la denominó Ilex por su parecido con las encinas), que son algo menores y tienen el envés aterciopelado. Por lo demás, tanto encinas como coscojas viven en ambientes mucho más secos que el acebo, que por lo general gusta de los ambientes sombríos.

En términos biológicos, los acebos son dioicos. Una especie dioica es aquella en la que hay individuos machos e individuos hembras, como ocurre, sin ir más lejos, entre nosotros. Las especies dioicas son opuestas a las monoicas, cuyos individuos poseen tanto los órganos reproductivos masculinos como los femeninos. Por eso la reproducción dioica es biparental: necesita siempre de dos progenitores. La etimología es muy sencilla, pues en ambos casos arranca del término griego “oikos” (casa) y mono (uno) o diplo (doble) en uno y otro caso, en el segundo usado como apócope: di.

Los ejemplares macho tienen unas flores blanquecinas que suelen pasar desapercibidas, como las de las hembras. En uno y otro caso pueden alcanzar casi un cm de diámetro (algo menos las femeninas) y aparecen aisladas o en grupitos más o menos densos. Las femeninas son dialipétalas (lo que quiere decir que sus 4-5 pétalos van separados los unos de los otros) y las masculinas simpétalas (con sus 4-5 pétalos soldados en un tubo muy corto), todas de color blanco o rosado y ocasionalmente manchadas de púrpura.

Las flores femeninas tienen, como no podía ser menos, un ovario; pero lo curioso es que en la base de este crecen unos estambres estériles (estaminodios), lo que hace pensar que las flores eran originariamente hermafroditas y habrían evolucionado hacia la reducción y esterilidad de las piezas masculinas. Por su parte, las flores masculinas tienen 4-5 estambres perfectamente fértiles que están soldados a la corola.


Tras la fecundación, las plantas hembra producen unos frutos globosos del tamaño de un guisante, verdes al principio y de color rojo intenso o amarillo vivo cuando maduran en octubre o noviembre. Se mantienen en la planta durante todo el invierno si los respetan los pájaros, puesto que los acebos son plantas típicamente ornitócoras, cuyas semillas son apetecidas por las aves.

Originario del sur y oeste de Europa, el acebo se encuentra formando rodales más o menos puros, densos e impenetrables, aunque es más frecuente verlo como acompañante de bosques de hoja caduca (robledales, hayedos, castañares…) o perennifolios húmedos (tejedas, pinares e incluso encinares en situaciones abrigadas y con suficiente humedad y sombra). En la península Ibérica es más abundante en la zona septentrional y a medida que se desciende en latitud se va acantonando en las serranías y áreas montañosas. Es indiferente al tipo de suelo, pero se da mejor en los ácidos.

El dosel de hojas de sus formaciones tiene una importancia muy considerable en los ecosistemas, ya que mantiene unas condiciones de temperatura y humedad más suaves en su interior que favorecen el refugio de numerosos animales en invierno. Estos, además, se benefician de sus frutos como alimento.

Como no digieren las semillas, que expulsan enteras por las heces, las aves son inmunes al veneno de los frutos. Para los mamíferos los frutos son extremadamente tóxicos. La toxina es la ilicina, cuya ingestión provoca vómitos, diarreas y somnolencia. Los síntomas se presentan hacia las dos horas de su ingestión y se tratan con eméticos. Dada su toxicidad, el acebo está incluido en la orden ministerial por la que se establece la lista de plantas cuya venta al público queda prohibida o restringida por razón de toxicidad (Orden SCO/190/2004, BOE 32, 6 de febrero de 2004).

Otros usos

Además del simbolismo ya citado, el acebo ha sido una planta utilizada desde muy antiguo. La madera es de muy buena calidad, dura y tan densa que no flota en el agua, por lo que no es útil en la industria naval. Es apreciada por los ebanistas para elaborar mangos, culatas de armas y por teñirse bien de negro e imitar a la de ébano; además es muy estimada como leña, para hacer carbón vegetal y por los pastores para confeccionar bastones resistentes, a los que alude Cervantes en el cap. XIII de El Quijote:

«Venían unos pastores hacia ellos y traía cada uno un grueso bastón de acebo en la mano…».

En la Égloga II del poeta y militar toledano Garcilaso de la Vega, Albanio, el pastor desdeñado por Camila que según la crítica es un trasunto del hermano menor del duque de Alba, don Bernaldino de Toledo, contempla su propia imagen coronada de laurel en las aguas de una fuente, gracias a la cual el autor recuerda su condición de militar y noble, y también sus similitudes con Apolo, el dios privado de su amor:

«Allá dentro en el fondo está un mancebo,

de laurel coronado y en la mano un palo,

propio como yo, de acebo».

Las hojas se usan como forraje del ganado en invierno y sobre todo como adorno navideño, especialmente si vienen acompañadas de los frutos maduros rojos. Además, con su corteza se preparaba la liga, una goma empleada en la captura de pájaros, actualmente prohibida para este fin. Se hacía (y se hace para caza clandestina) con corteza cocida y fermentada hasta formar un unte al que los pájaros se quedan pegados por las plumas en las varetas pringosas.

El acebo se usa mucho como planta ornamental, aguanta muy bien la poda y tiene numerosas variedades de jardinería que realzan las espinas o matizan su verde intenso con bordes o manchas blancas o amarillas.

Además, se ha utilizado en medicina tradicional por sus propiedades diuréticas y laxantes. Los frutos tienen propiedades purgantes y pueden provocar el vómito, causando intoxicaciones si se ingieren.

Su llamativa apariencia y sus virtudes han jugado en su contra. Su recolección para usos medicinales, ornamentales y su utilización en ebanistería y marquetería han ido mermando las poblaciones naturales. Actualmente, está protegido a nivel estatal por las legislaciones andorrana, española y portuguesa. Además, aparece en los catálogos de especies protegidas o amenazadas de numerosas comunidades autónomas españolas. Si se va a usar como decoración navideña, conviene asegurarse de que procede de viveros o de que su explotación es sostenible y legal. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.



lunes, 27 de noviembre de 2023

Cinco de las mejores plantas de interior con flores de invierno (además de las flores de Pascua)

 


Con las vacaciones a la vuelta de la esquina, poner un poco de alegría en nuestros espacios interiores colocando algunas plantas con flores parece una excelente idea. Las plantas nos acompañan en los meses de invierno y crean entornos hogareños más festivos y acogedores. Las flores de pascua (Poinsettia pulcherrima) son flores navideñas muy populares, pero se puede ir más allá porque puedes elegir otras muchas plantas que florecen estas fechas en interiores. He seleccionado cinco que encontrarás en cualquier floristería.

Cactus de navidad (género Schlumbergeria)

Para elegir diferentes colores florales, nada mejor que un cactus navideño. Sobre ellos me ocupé con alguna extensión en este artículo. Hay variedad de colores para elegir, que van desde el blanco hasta el rojo brillante y el morado. Además, a diferencia de otros cactus, sus espinas son poco agresivas.

El cactus navideño es fácil de cuidar y necesita riego solamente cuando los dos primeros centímetros superiores del suelo están secos mientras está floreciendo, y con menos frecuencia cuando no es así. Cuando no esta floreciendo se puede dejar en un lugar sombreado y regarlo ligeramente una vez por semana. 



Durante los días más cortos de finales de otoño e invierno, el cactus comenzará a dar señales de que va a florecer. Entre seis a ocho semanas antes de que observes las yemas de los extremos de los tallos que producirán las flores, mantén la planta en la oscuridad durante al menos 10 a 12 horas al día para ayudar a que florezca. Si es posible, le vendría bien que la temperatura estuviese más o menos a 18º. Darle algo de tiempo en un lugar oscuro y frío, como un sótano, te ayudará a conseguir una vistosa explosión de flores listas para las fiestas.

Amarilis (género Hippeastrum)

Hippeastrum es un género de plantas bulbosas que comprende más de 70 especies nativas de regiones subtropicales y tropicales de América, desde Argentina hasta México y el Caribe. Estas plantas, cultivadas en todo el mundo por sus vistosas flores, se conocen con el nombre popular, pero erróneo, de Amaryllis, un género africano de la misma familia. El nombre Hippeastrum, que deriva del griego y significa "estrella de caballero", fue elegido por el reverendo William Herbert en 1821 para describir a la primera especie del género, Hippeastrum reginae.

Las amarilis son otra opción popular para estas fiestas dada su tendencia a florecer en invierno si se mantienen en el interior. Los bulbos brotan a finales de otoño en el exterior y tienen la ventaja de que son menos exigentes de luz que otros tipos de bulbosas, lo que los convierte en plantas de interior ideales para el invierno.



Si mantienes la tierra húmeda alrededor del bulbo mientras mantienes secos el tallo y la parte superior del bulbo que sobresale del suelo, la amarilis estará encantada. Si prefieres no colocar los bulbos en macetas puedes encerarlos, pero crecerán solo durante una temporada y son difíciles de replantar porque el encerado dificulta que desarrollen raíces. Para encerarlos basta con derretir un poco de parafina al baño de maría que luego se barniza sobre el bulbo. Luego, actúa como hay que actuar con los procedentes de maceta: colócalo en un lugar calentito que tenga algo de luz natural para estimular la floración.

Narcisos de papel (Narcissus papyraceus)

Sobre el fascinante mundo de los narcisos escribí este artículo. Los narcisos de papel pertenecen a la especie Narcissus papyraceus. El nombre genérico alude a Narkissos, hijo del dios río Cephissus y de la ninfa Leiriope, un joven que en la mitología griega destacaba por su belleza. Narciso era un joven tan pagado de sí mismo que se enamoró de su propia imagen reflejada en el agua y se ahogó al intentar besarla. Papyraceus es el epíteto latino que significa "como el papel".

Narcissus papyraceus es una herbácea perenne y bulbosa que puede medir hasta 60 centímetros. Las hojas erguidas están presentes durante la floración a finales de otoño y durante el invierno, cuando se producen flores blancas y aromáticas. Es una especie que en la naturaleza vive en sitios húmedos, en pastos, claros de matorrales, bordes de caminos y baldíos en los que puede llegar a formar amplias extensiones. Entre nosotros tiene la ventaja de ser autóctona, porque es una planta mediterránea cuya área de distribución, además de por el norte de África, se extiende desde la península Ibérica hasta Italia y Grecia.



Los narcisos de papel, que en China se cultivan en macetas para celebrar el año nuevo, se desarrollan bien como plantas de interior y no necesitan mucha luz para florecer. Mantén siempre sus raíces húmedas ya sea en la tierra o en un jarrón y florecerán incluso con luz solar indirecta durante aproximadamente dos semanas una vez que se abran. Si los sacas al exterior en un balcón, los cultivas en jardín o vives en un iglú, ten en cuenta que les irá bien siempre que no los expongas a temperaturas bajo cero.

Orquídeas (género Phalaenopsis)



Sobre las orquídeas que florecen en esta época y el modo de cultivarlas para que florezcan varios años escribí este artículo. Las orquídeas son otras plantas de interior que ofrecerán flores vistosas durante las fiestas. Necesitan temperaturas más cálidas, alrededor de 20º, y si no reciben mucha luz solar natural al menos seis horas al día, debes usar una luz especial de cultivo para mantenerlas en forma.

Kalanchoe (género Kalanchoe)

Los kalanchoes son plantas fáciles de distinguir por sus hojas verdes carnosas (son plantas suculentas) y sus ramilletes dobles con flores de diversos colores. Son plantas originarias de Madagascar cuyo nombre procede de los vocablos hindúes kalanka que significa "manchas" y chaya, "de". Una de las variedades que más se ve en España es Kalanchoe blossfediana, pero hay otras muchas con similares requerimientos.

Todas ellas son plantas de interior más que de exterior, aunque si quieres cultivarlas en la terraza, el jardín o el balcón mejor que sea en un espacio de semisombra, porque el sol directo no les sienta bien. Si se dejan en el exterior también hay que tener cuidado con las temperaturas muy bajas, porque les cuesta crecer en zonas de exterior con mucho frío.

Los kalanchoes florecen en invierno y, dependiendo de la especie o la variedad, producirán una gama amplia de colores, desde el blanco hasta el rosa brillante. Tienen una excelente reputación como plantas de interior que requieren poco mantenimiento y no necesitan muchos cuidados. Respecto al riego, necesitan bastante humedad, aunque evitando que la planta se encharque. De hecho, es preferible que el sustrato esté casi seco antes de volver a regarlo. Basta con regarlos una o dos veces al mes en invierno, y una vez a la semana durante el verano.

Prefieren mucha luz, por lo que si no se exponen a la solar durante al menos ocho horas diarias, hay que apoyarlos con una luz de cultivo para que florezcan. Aunque necesiten luz abundante, procura que no sea directa para que las hojas no se quemen. Por eso, si los colocas en una ventana, es mejor situarlos orientados al este o al oeste para evitar las horas de luz más intensas. También es importante protegerlos de las heladas. Si, a pesar de todo, prefieres colocarlos en el exterior, es mejor utilizar una zona con semisombra. Además, como se trata de plantas suculentas, es más que probable que no sobrevivan a temperaturas que estén por debajo de los 10 °C.

Para favorecer la floración, necesitan al menos seis semanas con 14 horas de oscuridad al día. Aparte de los requisitos mínimos de luz, necesitan suelo húmedo y temperaturas interiores que no oscilen demasiado para mantenerse vigorosos.

Si quieres reproducir un kalanchoe puedes hacerlo con un esqueje normal de tallo o, mucho más fácil, con una simple hoja. Corta una hoja sana y déjala secar durante un par de días. Después, plántala en una mezcla de tierra para cactus y suculentas y riega con moderación. La hoja debería desarrollar raíces y acabará por formar una nueva planta.

Las que siguen son las especies más comercializadas en España, que podrás reconocer en la imagen adjunta.



Kalanchoe blossfediana. Es la variedad más popular y fácil de encontrar en España. Destaca por sus colores variados, sus hojas carnosas y su gran tamaño. Necesita estar situada en un espacio con bastante luz natural.

Kalanchoe daigremontiana. Otra de las variedades más populares. Es una planta que se parece al aloe vera. Sus hojas tienen el borde dentado y algunas manchas más oscuras en el envés. Tiene la extraña característica de producir brotes a lo largo del margen de las hojas, unos brotes que se desprenden y emiten raíces fácilmente al caer al suelo.

En la época de floración, que no se produce con periodicidad anual sino esporádicamente (en ocasiones, la planta nunca llega a florecer), el tallo principal se alarga verticalmente hasta 30 centímetros en un par de días, desarrollando una inflorescencia terminal en forma de paraguas con pequeñas flores acampanadas de color rosa (o algunas veces anaranjadas). No es muy frecuente que le aparezcan flores, aunque este año la que tengo en mi despacho está floreciendo por primera vez en años.

Kalanchoe thyrsiflora. Es una especie muy bonita para decorar que se puede cultivar tanto en el suelo como en maceta. Necesita una gran cantidad de luz para crecer. Sus hojas son redondeadas, de un color verde claro en el centro, y rosado en los márgenes.

Kalanchoe tomentosa. Es una planta cubierta de una fina vellosidad blanca que le da un aspecto aterciopelado y un tacto muy suave. Las hojas gruesas son de haz cóncavo y algo aquilladas en el envés. La zona apical está cubierta de manchas de color marrón oscuro, que coinciden con el grueso dentado de los márgenes.

Kalanchoe tessa. Es una planta colgante con flores que llega a alcanzar hasta los 30 centímetros. Sus hojas son ligeramente dentadas y presenta unas flores muy llamativas en forma de campana.

Kalanchoe arborescens. Dado su nombre, es fácil imaginar que es una de las variedades más grandes, que puede alcanzar hasta los ocho metros de talla. Cuenta con unas hojas verdes muy gruesas, y unas flores en tonos rosas y morados bastante vivos. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.

domingo, 26 de noviembre de 2023

Ipecacuana, la planta que mató a Karen Carpenter, la estrella consumida por la anorexia

 



La semana pasada publiqué este artículo en el blog The Conversation. En unos días  ha tenido más de 51.000 lectores. Este es el enlace para los que no habéis tenido ocasión de leerlo.

domingo, 19 de noviembre de 2023

Una decena de las plantas más venenosas del mundo

 

Flor y frutos de la belladona

Como los animales, de los que me ocuparé en otro momento, muchas plantas han desarrollado mecanismos para evitar la depredación. A diferencia de aquellos, las plantas no tienen la capacidad de huir y, por tanto, deben recurrir a otras formas de protegerse.

La protección puede conseguirse mediante defensas físicas, como espinas y aguijones, pero también se logra gracias a la producción de toxinas, una variedad de compuestos químicos que pueden inducir cualquier efecto, desde una leve molestia hasta la muerte.

Las plantas venenosas ocupan un lugar muy importante en la cultura humana, que implica desde sus usos homicidas como venenos en la antigüedad (pero también en plena Guerra Fría) hasta sus beneficiosos usos medicinales. El que sigue es un resumen de diez de las plantas venenosas más mortíferas del mundo.

Belladona (Atropa belladona)

Quizás la más famosa de la lista sea Atropa belladona, de la que me ocupé con detalle en esta entrada. Esta planta pertenece a la misma familia que los tomates, las patatas y las berenjenas, y se puede encontrar en toda Europa, incluso en España, así como en el norte de África, Asia occidental y algunas partes de Norteamérica.

A pesar de ser una de las plantas más tóxicas conocidas, hasta el punto de que bastaría ingerir tan solo diez de sus bayas para acabar con la vida de un humano adulto, su nombre en realidad proviene de su uso como producto de belleza (bella donna en italiano significa mujer hermosa), porque se utilizaban como colirios para dilatar las pupilas y hacer que los ojos de las coquetas parecieran más grandes, brillantes y atractivos. Afortunadamente, la práctica está hoy en desuso debido a sus efectos adversos, que incluyen distorsiones visuales e incluso ceguera.

Como la datura, el beleño o la mandrágora, la belladona pertenece a la clásica y ensoñadora farmacopea de las "hierbas de las brujas" y como tal ha sido protagonista de muchas leyendas, supersticiones y rituales. Para muchas tradiciones europeas, la belladona ha sido -y sigue siendo- objeto de creencias, leyendas y fábulas diversas. Fue utilizada en el antiguo Egipto como narcótico; en las orgías dionisíacas griegas como afrodisíaco, en las ofrendas romanas a Atenea, diosa de la guerra, para provocar el fulgor en la mirada de los soldados, en Siria para "alejar los pensamientos tristes", y en tierras celtas y centroeuropeas para honrar a Bellona, diosa de la guerra. En la Edad Media su uso y difusión era secreto y se relaciona con Paracelso y otros autores vinculados a la alquimia, así como con las "brujas".

Tabaco (Nicotiana tabacum)

Una de las plantas más famosas y queridas (al menos entre los fumadores), además de ser adictiva tal y como comenté en esta entrada, es también una de las más tóxicas. El tabaco es la planta comercial no alimenticia más cultivada en el mundo: en 2020 fue consumida aproximadamente por el 22,3% de la población mundial. A pesar de su popularidad, todas las partes de la planta, especialmente las hojas, contienen los alcaloides tóxicos nicotina y anabasina.

El tabaco está considerado un veneno cardíaco y, si se ingiere directamente, puede incluso provocar la muerte. Indirectamente, el tabaco sigue siendo notablemente peligroso y es responsable de la muerte de ocho millones de personas al año según la OMS, principalmente como consecuencia del tabaquismo. Sin duda merece un lugar en el podio de las más letales: ninguna otra planta mata tantos seres humanos como el tabaco.

Las tabacaleras agregan no menos de 599 sustancias a los cigarrillos para hacerlos más adictivos, entre otras cosas. La suma de los aditivos más los elementos que componen el tabaco, el papel, la colilla y la tinta producen unos 7 mil compuestos químicos en su humo. Uno de ellos es el cianuro de hidrógeno, un químico potencialmente mortal que impide que el cuerpo use adecuadamente el oxígeno, lo que lleva a la muerte de las células. Lo usaron los nazis en las cámaras de gas y todavía se utiliza para fabricar veneno para ratas. 

La cantidad de cianuro de hidrógeno presente en esa compleja composición varía del 0,6 al 27 por ciento, según la marca de cigarrillos, pero también la concentración es distinta de acuerdo a la forma en la que se fuma. Además, está presente en el humo de segunda mano, por lo que afecta a los no fumadores que lo inhalen.

La concentración de cianuro de hidrógeno en el humo de los cigarrillos no basta para envenenar a una persona, pero provoca síntomas concretos, como dolor de cabeza, mareos o nauseas, que son frecuentes en los fumadores. Además, puede desarrollar debilidad, pérdida de peso y trastornos gastrointestinales. Y afecta seriamente a la fertilidad.

Por otra parte, no hay evidencia de que el cianuro de hidrógeno pueda provocar cáncer, pero se cree que puede ayudar a que otras de las 69 sustancias cancerígenas que posee el humo de cigarrillo desarrollen tumores.

Hábito y flores de Nicotiana tabacum

Manzanillo (Hippomane mancinella)

La letalidad del manzanillo, el árbol más venenoso del mundo, se manifiesta por el nombre que le dieron los descubridores españoles: “manzanilla de la muerte”. Incluso una leyenda sostiene que la ingesta de sus frutos provocó la muerte de los desesperados náufragos españoles de la expedición de 1527 que encabezó Pánfilo de Narváez en su búsqueda de la fuente de la eterna juventud.

Estos árboles se encuentran en zonas tropicales de América y tienen la reputación de ser "los árboles más peligrosos del mundo" por una buena razón: cada parte del árbol, desde la corteza hasta la savia, es altamente tóxica para los humanos y posiblemente para todos los mamíferos, aunque algunos reptiles se alimentan de sus frutos y se alojan en su copa.

El contacto con la savia produce una violenta sensación de ardor, inflama los tejidos y provoca ampollas y erupciones en la epidermis. En las mucosas, la sensación es aún más agresiva, y es particularmente peligrosa en el tracto digestivo. La causticidad es tan elevada que consume con facilidad la tela de algodón y otros materiales ligeros.

Flor y fruto del manzanillo Hippomane mancinella


Pararse debajo del árbol durante la lluvia causa ampollas en la piel por el simple contacto con este líquido: incluso una pequeña gota de lluvia con la sustancia lechosa hará que la piel se ampolle. También se sabe que la savia daña la pintura de los automóviles. El contacto con su látex produce dermatitis ampollosa, queratoconjuntivitis aguda y posiblemente grandes defectos del epitelio corneal.

El humo producido por la quema de hojas y madera es igualmente irritante. Sin embargo, la madera es dura y de muy buena calidad, y muy apreciada, aunque debe someterse a un largo y complejo proceso de secado al fuego antes de poder cortarse. No acaba ahí la cosa: su polen es altamente alergénico y puede desatar severas reacciones en personas sensibles.

Lirio de los valles (Convallaria majalis)

Hermoso, de olor dulce… y venenoso. El lirio de los valles, una bonita planta con flores famosa por su delicado perfume y su simbolismo de amor y felicidad (incluso la duquesa de Cambridge la llevaba en el ramo de novia) es, de hecho, altamente tóxico. Esto se debe a una alta concentración de glucósidos cardíacos activos en el corazón, y a que sus flores y atractivos frutos rojos pueden ser fatales si se comen.

Convallaria majalis. 1, inflorescencia. 2, planta completa. 3, frutos. 4, detalle de una flora con la corola (C) de seis piezas, los seis estambres (e) y el estilo (O), que es el extremo del ovario.


Como muchas plantas tóxicas, el lirio de los valles se ha utilizado en la medicina popular durante siglos, desde en un supuesto tratamiento para la gota hasta una cura para el mutismo. Sin embargo, no existe evidencia científica de que la planta pueda tratar enfermedades humanas.

Junto con el ricino, es uno de los dos temibles venenos vegetales que usa Walter White en la popularísima serie Breaking Bad.

Adelfa (Nerium oleander)

Otra planta tóxica pero hermosa es la adelfa, una asesina dulcemente perfumada. Conocida por sus llamativas flores retratadas por pintores desde Klimt hasta Van Gogh, este bonito arbusto o arbolillo está repleto de veneno. Como el lirio de los valles, contiene glucósidos cardíacos tóxicos. Afortunadamente, tiene un sabor muy amargo, lo que significa que las intoxicaciones por adelfa son raras.

La planta tiene una larga historia de cultivo, tanta que Plinio el Viejo escribió sobre sus propiedades venenosas en su famosa obra Naturalis Historia en el año 77 d. C. Como característica de la dudosa precisión del libro, también habla de su utilidad como antídoto para las mordeduras de serpientes, cuando en realidad probablemente te mataría con más rapidez.

La elegante adelfa, cuyas flores son de color carmesí, magenta o blanco, es una de las plantas más tóxicas del mundo. La ingestión de cualquier parte de la planta, pero especialmente las hojas, provoca taquicardias, porque la planta es rica en heterósidos cardiotónicos, en especial digitoxigenina y oleandrina. Como consecuencia, se producen arritmias, es decir, la frecuencia cardíaca se vuelve irregular: al principio se acelera y luego desciende hacia una frecuencia muy inferior a la normal, hasta que el corazón deja de latir por completo y el intoxicado muere por parada cardíaca. Otros síntomas previos son náuseas, vómitos, vértigo, deposiciones diarreicas, excitación, depresión y convulsiones.



Incluso inhalar el humo de una adelfa quemada es una amenaza para la salud. Se dice que ha habido casos de intoxicaciones producidas por campistas que usan ramas de adelfa para asar carne o pescado. De hecho, según The Vegetable Kingdom; or The Structure, Classification, and Uses of Plants (D. Appleton & Co., 1853. p. 599) se cree que algunos de los soldados de Napoleón murieron en España cuando usaron ramas de adelfa para asar carne. La flor es tan peligrosa que incluso la miel hecha por las abejas que liban en las adelfas para obtener néctar es tóxica, lo que no es el único caso entre las plantas.

Guisante del rosario, regaliz americano u ojo de cangrejo (Abrus precatorius)

Es una liana trepadora perenne que alcanza los 5 metros de longitud. El término Abrus proviene del griego abrόs agraciado, delicado en referencia al follaje. El epíteto específico precatorius proviene del latín y significa «rezar» o «el que reza», en referencia al uso de las semillas como granos para elaborar rosarios.

Abrus precatorius. 1, rama foliada con flores (F), legumbres cerradas (Lc) y legumbres abiertas (La) que muestran las semillas rojas. 2, rama con legumbres abiertas. 3, grupo de semillas comparadas con una mariquita (4).

Es nativa de las montañas de India e Indochina, aunque también se encuentra en África, en América y en las Antillas. En las semillas y los extractos solubles en agua de la planta está presente una lectina llamada abrina, similar a la ricina y también muy tóxica: puede matar a una persona con una cantidad en circulación de menos de 3 microgramos produciendo síntomas idénticos a los de la ricina.

Las semillas son muy vistosas. Poseen un llamativo color rojo brillante, con un extremo negro, y recuerdan a una mariquita. Atraen mucho a los niños. Son muy valoradas en bisutería y se emplean para hacer adornos (collares, pulseras, etc.), pero su utilización es peligrosa dada su toxicidad. Se han registrado casos de envenenamiento y muerte a raíz del pinchazo en un dedo con las semillas de los abalorios. Tienen actividad antimicrobiana e insecticida. Varias tribus africanas utilizan semillas en polvo como anticonceptivo oral. Las semillas también se emplean para tratar hinchazones dolorosas y la tuberculosis.

Su toxicidad es tal que incluso se ha utilizado para la matanza ilegal de ganado utilizando sólo un pequeño clavo recubierto con la pasta de semillas.

Árbol de los suicidas (Cerbera odollam)

Con el espantoso nombre coloquial de "árbol de los suicidas", no es difícil suponer cómo esta planta ingresó en mi lista. Originario del sur y sudeste de Asia y de Australia, este árbol produce un fruto altamente tóxico llamado othalanga que cuando se ingiere puede paralizar el corazón y se ha utilizado tanto con fines homicidas como suicidas.

Cerbera odollam tiene bastante parecido a la adelfa Nerium oleander, otra planta altamente tóxica de la misma familia (Apocynáceas). Concentrada en el núcleo duro de los frutos y en las semillas, contiene cerberina, un glucósido cardíaco que bloquea los iones de calcio en la musculatura del corazón, lo que provoca la interrupción de los latidos y muy frecuentemente la muerte por paro cardíaco. La mayoría de los pacientes sufren también procesos de trombocitopenia

Árbol de los suicidas (Cerbera odollam). 1, planta completa con detalles de sus partes. 2, las flores de 5 pétalos y las hojas recuerdan a las de su pariente, la adelfa. 3, frutos verdes. 4, interior de los frutos con un endocarpo duro (hueso) que contiene un semilla blanca. El endocarpo y la semillas son venenosos.

Los frutos, cuando aún están verdes, parecen pequeños mangos, con una carcasa fibrosa verde que encierra un endocarpo ovoide que mide aproximadamente 2 cm × 1.5 cm, en cuyo interior hay una semilla con dos mitades carnosas blancas cruzadas. En la exposición al aire, el núcleo blanco de las semillas se vuelve violeta, luego gris oscuro y, en última instancia, marrón o negro.

Un estudio de 2004 encontró que la fruta era responsable de aproximadamente una muerte por semana en el estado de Kerala, en el sur de la India, motivado principalmente por suicidios. Su popularidad como arma homicida se debe a que es difícil de detectar en las autopsias y su sabor puede quedar enmascarado por especias fuertes.

Ricino (Ricinus communis)

El ricino es una herbácea cosmopolita de gran tamaño que puede crecer varios metros en las tierras cálidas o en lugares muy abrigados de nuestras costas, sobre todo en Andalucía y Levante; las bajas temperaturas limitan su crecimiento, las heladas le son fatales y la planta muere todos los años en las tierras frías del interior de nuestro país.



Las semillas son muy tóxicas por la presencia de una proteína, la albúmina llamada ricina, que también se encuentra en las hojas, aunque en concentraciones mucho más bajas. Basta la ingestión de unas pocas, masticadas o tragadas, para que se produzca un cuadro de intensa gastroenteritis con deshidratación; puede dañar gravemente el hígado y el riñón e incluso producir la muerte. Es una de las toxinas biológicas más potentes que se conocen.

También pueden aparecer alteraciones oftalmológicas como irritación, conjuntivitis, miosis y midriasis. Pueden desarrollarse proteinuria, hematuria e insuficiencia renal y los niveles de creatinina en suero pueden verse incrementados. En casos graves puede dar lugar a la hemolisis de glóbulos rojos con insuficiencia renal aguda posterior. Se han dado casos de muerte debido a insuficiencia multiorgánica. La agonía puede durar hasta diez días, aunque lo normal es que si el paciente no ha muerto en tres o cinco días se recupere.

Al tratarse de una albúmina semejante a la producida normalmente por el hígado que al metabolizarse se descompone en aminoácidos, la ricina no deja rastro en los análisis bioquímicos de las víctimas y pasa desapercibida en los análisis forenses habituales, lo que la convierte en un veneno indetectable. Como dice Walter White en Breaking Bad, no hay ninguna prueba eficaz para confirmar el envenenamiento y por eso fue elegida para algunos intentos de asesinato.

Acónito, matlobos, etc. (género Aconitum)

El género Aconitum está compuesto por más de 200 especies de herbáceas perennes que por lo general crecen en zonas nemorales (sombreadas y húmedas) de todo el hemisferio Norte. Además del extendido “acónito”, los nombres comunes que reciben la mayoría de las especies aluden a sus capacidades venenosas.

El nombre genérico (Aconitum) probablemente alude a una planta venenosa cuyo hábitat era común entre las rocas de algunas zonas de Grecia. Hay dos raíces que se atribuyen a su nombre: akone ("piedra"), en referencia a su hábitat; y koné ("matar"), obviamente haciendo referencia a su toxicidad.

Uno de los nombres comunes que se refieren a su terrible toxicidad es “matalobos”, en alusión a que las flechas sumergidas en una pócima con Aconitum se usaban para cazar lobos. En otros sitios el nombre común es “capuchón de monje”, ya que se parece a las capuchas que usaban los monjes en la Edad Media. Hoy también se conoce como “casco del diablo”, para sugerir que parece un sombrero y que es diabólico. Esa capacidad “diabólica” se debe al veneno aconitina.

Aconitum napellus. Izquierda: detalles de la flor despiezada. Centro: porte general. Derecha: esquema de una sección de la flor de la que se han eliminado los pétalos laterales para mosstar el ovario y los estambres.


Cuando se ingiere cualquier parte de la planta, desde las flores hasta las raíces, la aconitina se absorbe a través del intestino y comienza a funcionar. Se une a los receptores de las membranas celulares que ayudan a regular los canales de iones de sodio de las células musculares y cardíacas. Mantener esos canales abiertos hace que el sodio fluya libremente hacia el interior de la célula. Incapaces de repolarizarse, las células quedan sujetas en un estado de "apertura" y se paralizan. Usando una analogía mecánica, si las válvulas del motor de un automóvil se abren, pero luego no se cierran, el coche se ahoga, justo lo que les ocurre a las desdichadas víctimas de la aconitina.

La aconitina se ha utilizado como veneno para flechas en la caza de cabras montesas y osos, por ejemplo. También se ha utilizado en espantosos ensayos "médicos" históricos en humanos. Se dice que en 1524 el papa Clemente VII administró intencionalmente acónito a dos prisioneros condenados para probar la eficacia de un posible antídoto. El prisionero que recibió el antídoto sobrevivió y fue recompensado con cadena perpetua en lugar de muerte; el prisionero que no lo recibió murió entre estertores agónicos.

Estramonio (género Datura)

Otro género mortal y peligroso es el que agrupa a los estramonios, también conocidos como trompetas del diablo y campanas del infierno. Como expliqué en esta entrada, todas las especies de este género son extremadamente tóxicas y potencialmente psicoactivas.

Datura stramonium. 1, flor. 2, fruto cerrado. 3, fruto abierto mostrando las semillas negras dentro de un ovario dividico en cuatro cámaras por sendos tabiques.

Sus propiedades alucinógenas han llevado a que los grupos indígenas de América las utilicen para provocar visiones y realizar "viajes" espirituales. Sin embargo, esta puede ser una práctica muy peligrosa ya que la diferencia entre una dosis recreativa y una letal es muy pequeña. Sólo un conocimiento muy completo de sus propiedades puede convertirla en una experiencia remotamente segura.

Las plantas también se han asociado con la brujería occidental y se dice que las brujas las utilizaban en sus "ungüentos voladores" alucinógenos. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.

viernes, 3 de noviembre de 2023

Nuez de la India por adelfa amarilla: un peligroso caso de vender gato por liebre

Flor  de Thevetia peruviana

Pongo en el navegador “nuez de la India” y obtengo 7.380.000 resultados. Según acaban de advertir las autoridades sanitarias de Estados Unidos, además de ser un fraude como adelgazantes, algunos productos etiquetados como 'nuez de la India' pueden contener adelfa amarilla, una planta muy venenosa.

Poco antes de leer la noticia que ocupará este artículo termino de ver El negocio del dolor, una película de Netflix dirigida por David Yates con el gancho de que sus protagonistas son Emily Blunt y Chris Evans. La manifiestamente mejorable cinta gira alrededor de una investigación real sobre el negocio de los opioides que, por el incremento de víctimas mortales y de adictos, preocupa, y mucho, en Estados Unidos.

Es el mismo tema que sirvió como argumento para las miniseries Dopesick: Historia de una adicción y Medicina letal, con la ventaja de que ofrece un enfoque más concreto y directo fruto de tener menos tiempo para abordar la complejidad de un tema que afecta de lleno a la clínica farmacéutica y a la parafarmacia.

Probióticos, complejos vitamínicos, dietoterápicos, remedios chinos, antioxidantes, medicinas ayurvédicas y naturoterapias, el mundo esotérico de la paramedicina y el enorme negocio que genera la parafarmacia han traído como inevitable consecuencia una corte de los milagros en la que legiones de buscavidas campan por sus respetos vendiendo unas pócimas tan milagrosas como el quijotesco bálsamo de Fierabrás.

Las últimas (por ahora) en acampar en este patio de Monipodio donde toda falacia encuentra cómodo asiento han sido las “nueces de la India”, procedentes del árbol indomalayo  Aleurites moluccanus, utilizado en algunas medicinas tradicionales asiáticas, cuyos frutos algunas empresas avispadas se empeñan (con notable éxito) en venderlos como un remedio natural para adelgazar. No hay evidencia alguna que respalde las afirmaciones de pérdida de peso, pero eso sí, comerlas crudas puede tener poderosos efectos laxantes y vomitivos.

Inflorescencia y hojas de Aleurites moluccanus

Conocida desde muy antiguo por su capacidad laxante y por haber utilizado su aceite como barniz, la nuez de India se popularizó hace algunos años gracias a su poder curativo frente a trastornos como jaquecas, náuseas, vómitos y síntomas del embarazo y, sobre todo, a sus supuestos beneficios para perder peso. Sin embargo, el verdadero efecto que produce su ingesta es la deshidratación del cuerpo y la eliminación excesiva de minerales, por lo que la pérdida de peso se debe a una deshidratación transitoria por vía urinaria en el mejor de los casos y a fuertes diarreas en otros, que no se sostiene en el tiempo.

Pero como en el río revuelto de las medicinas alternativas pesca todo el mundo, incluidos los desalmados protagonistas de El negocio del dolor, a veces los productos anunciados como nuez de la India pueden no serlo en absoluto. Según una investigación de la Agencia Estadounidense de Fármacos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) algunos de los productos comercializados con la atractiva nuez de India pueden contener una planta altamente venenosa nativa de Suramérica, la adelfa amarilla Thevetia peruviana.

«La ingestión de adelfa amarilla puede provocar efectos adversos neurológicos, gastrointestinales y cardiovasculares que pueden ser graves o incluso mortales. Los síntomas pueden incluir náuseas, vómitos, mareos, diarrea, dolor abdominal, alteraciones cardíacas (arritmias) y otros», ha advertido en un comunicado la FDA.

Todas las partes de la planta de esta adelfa, un arbusto tropical con flores amarillas que, a pesar de la toxicidad que comparten y del hecho de que ambas pertenecen a las Apocináceas —una familia bien conocida por su arsenal de productos venenosos— nada tiene que ver con las adelfas mediterráneas (Nerium oleander), son venenosas si se ingieren.

La toxicidad se debe a que contiene glucósidos cardíacos, unos compuestos naturales que aumentan la potencia con la que el corazón bombea la sangre y al mismo tiempo reducen la frecuencia cardíaca. Esas moléculas también pueden afectar al estómago, los intestinos y al sistema nervioso, provocando síntomas como náuseas, dolor de estómago, alucinaciones, visión borrosa y debilidad.

Los glucósidos cardíacos también se encuentran en la dedalera (Digitalis purpurea) y en el medicamento Digoxina, que se deriva de la dedalera y a veces se usa para tratar la insuficiencia cardíaca y los latidos irregulares. Sin embargo, el medicamento no es un tratamiento de primera elección porque se acumula fácilmente en el cuerpo, lo que aumenta el riesgo de efectos secundarios peligrosos y sobredosis.

El reciente análisis de la FDA encontró dos marcas, Nut Diet Max y Todorganic Natural Products, cuyos productos etiquetados como “nuez de la India” en realidad contenían adelfa amarilla. Los fabricantes, ambos con sede en Florida, han iniciado la retirada voluntaria de sus productos. Si por estar en Florida creen que están a salvo, los productos se distribuyeron en línea a través de Amazon. Según mi búsqueda, ambas marcas han desaparecido del distribuidor al menos en España.



La FDA ha instado a los consumidores a dejar de utilizar los productos retirados del mercado; para otros productos con etiquetas similares, la «FDA insta a los clientes a tener cuidado debido a la apariencia física similar entre las semillas de nuez de vela (que no son tóxicas) y las semillas de adelfa amarilla altamente tóxicas». Además de llevar la etiqueta “nuez de la India”, estos productos suelen comercializarse como "alimento botánico", "nueces de la India para bajar de peso", "semillas adelgazantes", "semillas de la India para bajar de peso" o "semillas dietéticas", advierte la agencia.

Además de las nueces de la India, se ha descubierto que otros supuestos suplementos para bajar de peso contienen adelfa amarilla. Recientemente, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos informaron de un caso de un niño hospitalizado después de ingerir un suplemento mal etiquetado comprado por su madre. El producto estaba etiquetado como raíz de tejocote (Crataegus mexicana), pero en realidad era 100% T. peruviana. El niño se recuperó tras ser tratado con un antídoto. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.

 

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Breve historia del viejo dilema “truco o trato”

 


Cada año, el 31 de octubre, y durante dos noches, miles de niños disfrazados, con los brazos extendidos y una bolsa abierta para guardar chuches, llaman a la puerta de sus vecinos. 

Pedir dulces se ha convertido en una tradición casi sagrada de Halloween en Estados Unidos que se extiende por todo el mundo, pero una ancestral fiesta celta es muy anterior a la costumbre de los niños disfrazados que plantean “truco o trato”, una frase que se remonta a la década de 1920, cuando las bromas de Halloween se salieron de madre. 

Mas o menos, lo que sigue intenta explicar cómo evolucionó el truco o trato.

Una fiesta milenaria

Los milenarios orígenes de Halloween se remontan a la festividad celta de Samhain, que señalaba el año nuevo. Los antiguos irlandeses y escoceses creían que el misterioso velo que separaba los mundos de los muertos y los vivos se esfumaba cada año el 1 de noviembre, lo que permitía que, como ocurría en los legendarios tiempos que se perdían en la noche de los tiempos en cada pueblo y en cada aldea, los espíritus volvieran a vagar por la tierra.

Además de hacer ofrendas y encender hogueras para los espíritus y para espantar a los demonios errantes, los celtas se disfrazaban de muertos con la esperanza de mezclarse con los verdaderos espíritus resucitados evitando la confrontación con ellos y el ataque de los demonios liberados.

Pero ¿cómo evolucionaron esas tradiciones celtas hasta convertirse en una costumbre en la que los niños pedían dulces disfrazados para divertirse y no para protegerse de los espíritus?

Roma se apropia de la festividad

Avancemos hasta el siglo VII, cuando la Iglesia Católica se dedicó a convertir las festividades paganas en festividades temerosas de su dios. Durante el papado de Gregorio III (731-741 d. de C.), la ancestral fiesta de disfraces diabólicos de los celtas se convirtió en la celebración de los santos celestiales de la iglesia, el “Día de Todos los Santos", al que, además, trasladaron al 1 de noviembre a fecha fija.

La festividad de la iglesia primitiva se llamaba "Allhallows" o, abreviadamente, "Hallowmas", un antiguo término inglés para el Día de Todos los Santos en el que “hallow” significa “santo”. El nombre Hallowmas apareció por primera vez en el inglés medieval tardío entre 1375 y 1425, aplicado específicamente a la fiesta del 1 de noviembre en honor a los santos. Con el tiempo, se convirtió en sinónimo de Allhallows y comenzó a referirse al día después de Halloween y no solo a la fiesta.

A principios del siglo XI la Iglesia Católica ya había designado el 2 de noviembre como el Día de los Fieles Difuntos, una celebración destinada a honrar a los muertos que esperaban en el Purgatorio antes de ser enviados al Cielo. Ese día se impuso la costumbre de “almorzar” de puerta en puerta: los pobres visitaban las casas de los ricos y se ofrecían a rezar por los seres queridos fallecidos a cambio de “dulces para el alma”, una práctica que pronto fue adoptada por los niños, que pedían dinero, dulces o comida. En esa época era popular regalar a los niños pasteles con cruces encima llamados “pasteles del alma” a cambio de que rezaran por el donante.

En Escocia e Irlanda los niños hacían algo similar, pero disfrazados. Visitaban las casas ajenas prometiendo no oraciones por los muertos, sino entretenimiento. Los niños se disfrazaban e iban de puerta en puerta llevando con ellos a alguno más talentoso capaz de cantar o de recitar poesía, una habilidad ofrecida a cambio de golosinas.

El “truco o trato” moderno tiene elementos similares a las celebraciones anuales de la Noche de Guy Fawkes. En esa noche, que conmemora el fracaso del complot de la pólvora en 1605, los niños británicos llevaban máscaras y portaban muñecos de paja mientras pedían monedas de un centavo. El 5 de noviembre de 1606, Fawkes fue ejecutado por su papel en la conspiración liderada por los católicos para volar el edificio del parlamento de Inglaterra y destituir al protestante rey James I.

En el Día de Guy Fawkes original, celebrado inmediatamente después de la ejecución del famoso conspirador, se encendían hogueras comunitarias o “fuegos de huesos” para quemar efigies y los “huesos” simbólicos del Papa católico. A principios del siglo XIX, se sabe que la noche del 5 de noviembre niños con efigies de Fawkes deambulaban por las calles pidiendo “un centavo para Guy”.

Un grupo de niños en Caernarfon, noviembre 1962, junto con su muñeco de Guy Fawkes. El cartel dice "Penny for the Guy" en galés ("un penique para Guy"). Foto


El salto al otro lado del Atlántico

Esta práctica migró junto con los europeos a los Estados Unidos. Una costumbre navideña popular de los siglos XVIII y XIX llamada belsnickling practicada en Estados Unidos y Canadá era similar al truco o trato: gentes disfrazadas iban de casa en casa para realizar pequeños trucos a cambio de comida y bebida. Algunos belsnicklers incluso asustaban a los niños pequeños antes de preguntarles si habían sido lo suficientemente buenos como para ganarse un premio. Otras descripciones antiguas dicen que quienes recibían las visitas tenían que adivinar las identidades de los juerguistas disfrazados y dar comida a cualquiera que no pudieran identificar.

Aunque se practicaba en las comunidades de inmigrantes irlandeses y escoceses de principios del siglo XX, el truco o trato no se extendió realmente hasta las décadas de 1920 y 1930, cuando las bromas hacían estragos, porque en la década de 1920 se habían convertido en la actividad preferida para los gamberros.

Una investigación realizada por el etimólogo Barry Popik sugiere que el término "truco o trato" apareció por primera vez a principios de la década de 1920. En Estados Unidos, el ejemplo más antiguo registrado de la frase data de 1928. En noviembre de ese año, el Bay City Times de Michigan decía que los residentes temían la noche de Halloween, cuando se topaban en la puerta de sus casas con el «… ultimátum fatal: “¡Truco o trato!”, dicho en tono amenazador por un pequeño que apretaba en un puño sucio un pequeño trozo de jabón capaz de eliminar la transparencia de todas las ventanas a su alcance».

La Gran Depresión exacerbó el problema del gamberrismo, porque con frecuencia las travesuras de Halloween derivaban en vandalismo, agresiones físicas y actos de violencia. Una teoría sugiere que las bromas excesivas de Halloween impulsaron en la década de 1930 la adopción generalizada de la antigua tradición comunitaria de pedir dulces.

Sin embargo, esa tendencia se vio cortada de raíz con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando el racionamiento del azúcar hizo que hubiera pocas golosinas para repartir. En el apogeo del baby boom de la posguerra, pedir dulces recuperó su puesto entre otras costumbres de Halloween. Rápidamente se convirtió en una práctica habitual en los crecientes y prósperos suburbios recién construidos en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, que permitían a millones de niños caminar de forma segura de puerta en puerta pidiendo dulces a sus vecinos.

Una antigua fotografía muestra a una mujer joven y cinco niños disfrazados de Halloween en Lexington, Oklahoma, alrededor de 1890. Foto de L. Cranson.

La fiesta se comercializa

Sin estar limitadas por el racionamiento de azúcar, las compañías de dulces capitalizaron el lucrativo ritual, lanzando campañas publicitarias nacionales específicamente dirigidas a Halloween que se veían favorecidas por los nuevos envoltorios individuales de caramelos y golosinas.

Fue todo un éxito comercial: hoy en día, los estadounidenses gastan en Halloween unos 3.100 millones de dólares en dulces, según la Federación Nacional de Minoristas y el día se ha convertido en el segundo festivo comercial más grande del país, después de Acción de Gracias. Una buena parte del dinero se gasta en Reese's Peanut Butter Cups, que según el distribuidor nacional Candy Store es la chuche de Halloween más apreciada en Estados Unidos.



Las ventas de dulces cayeron en 2020 cuando las restricciones de la COVID-19 obligaron a los niños a quedarse en casa. Pero ahora, dos años después, los pequeños estadounidenses han vuelto a salir a las calles para pedir dulces a sus vecinos, de manera muy similar a los celtas y los belsnicklers que los precedieron.

El cine ha hecho mucho por Halloween, ayudando a que se convirtiese en una fiesta tan popular en Europa. El cine nos enseñó aquello de truco o trato y disparó las ventas de las calabazas, pero sobre todo nos dejó grandes clásicos del terror y de eso que después llamamos slasher, un género que se basa en un enmascarado matando a un montón de gente con gran despliegue de hemoglobina. Si hablamos de asesinos enmascarados, la película que se nos viene a la cabeza es, claro, Halloween, obra maestra del susto dirigida por John Carpenter en 1978 en la que, dicho sea de paso, debutó una veinteañera guapísima llamada Jamie Lee Curtis.



A mediados del siglo XX, los antiguos trucos de Halloween prácticamente habían desaparecido. Los niños sólo querían dulces y los dueños de las casas que dejaban las luces encendidas se los daban. Quienes preferían evitarlo mantenían las luces apagadas. Hoy en día, pocos niños tienen intenciones de hacer una gamberrada si no les ofrecen dulces. Y si alguien no desea participar en el juego, simplemente puede simular que no hay nadie en casa, como los antiguos celtas que se hacían los muertos para evitar enfrentarse a los resucitados. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.