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sábado, 6 de abril de 2024

Las pastillas para bajar de peso no sustituyen a una dieta y a un estilo de vida saludables

 


Tu cuerpo ya tiene un sistema de pérdida de peso incorporado que funciona como Wegovy, Ozempic y Mounjaro: los alimentos y el microbioma intestinal.

Wegovy, Ozempic y Mounjaro son medicamentos para la diabetes y para bajar de peso que están causado un gran revuelo en los medios. Se dirigen a las vías reguladoras implicadas tanto en la obesidad como en la diabetes y no cabe duda de que son dos importantes avances en la pérdida de peso y el control del azúcar en sangre.

Echemos ahora un vistazo general al papel que juegan nuestras hormonas intestinales y los alimentos saludables en el metabolismo y en la pérdida de peso.

Una tripa estropeada por los alimentos procesados

Nuestro intestino produce versiones naturales de estos medicamentos: las hormonas incretinas. Los nutrientes de los alimentos ayudan a regular estas hormonas y los billones de microbios de nuestro microbioma intestinal son clave para orquestar ese proceso.

Las bacterias especializadas en la parte inferior del intestino (colon incluido) recogen los componentes indigeribles de los alimentos como la fibra y los polifenoles (componentes vegetales que se eliminan en muchos alimentos procesados) y los transforman en moléculas que estimulan las hormonas para controlar el apetito y el metabolismo. Entre estas moléculas está el glucagón tipo 1 (GLP-1), un péptido que es la versión natural de Wegovy y Ozempic.

El GLP-1 y otras hormonas como el péptido YY (PYY) ayudan a regular el azúcar en sangre a través del páncreas. También le indican a nuestro cerebro que has comido lo suficiente y ordenan a tu estómago y a tus intestinos que reduzcan su motilidad, es decir, que ralenticen el movimiento de los alimentos a lo largo del tracto digestivo para permitir la digestión. Este sistema es el llamado freno de colon o freno ileal.

Diagrama que muestra los efectos del GLP-1 en varios órganos del cuerpo. Modificado a partir de Lthoms11/Wikimedia Commons, CC BY-SA.

Antes de que se comercializaran a mansalva los alimentos procesados modernos, las vías reguladoras metabólicas estaban bajo la dirección de un microbioma intestinal que utilizaba estas hormonas para regular naturalmente el metabolismo y el apetito. El problema sobrevenido a causa de nuestros hábitos de consumo es que el procesamiento de los alimentos destinado a mejorar la estabilidad durante el almacenaje y a mejorar el sabor, elimina las moléculas bioactivas como la fibra y los polifenoles que ayudan a regular el sistema hormonal natural.

La eliminación de estos componentes clave de los alimentos y la consiguiente disminución de la diversidad del microbioma intestinal es un factor importante que contribuye al aumento de la obesidad y la diabetes.

Un breve camino hacia la salud metabólica

Como son unas moléculas similares al GLP-1, el Wegovy y el Ozempic revitalizan tanto el freno colónico como el microbioma intestinal regulador. El Mounjaro ha ido un paso más allá y ha combinado el GLP-1 con un segundo análogo hormonal derivado de la parte superior del intestino, el polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP), que combinada con los agonistas del GLP-1, ofrece unos resultados que son más eficaces para favorecer la pérdida de peso que las que solo contienen GLP-1 como el Wegovy y el Ozempic.

Al evitar la digestión en segmentos del tracto gastrointestinal y empapar los microbios intestinales en alimentos menos digeridos, estos fármacos estimulan a las células intestinales para que produzcan GLP-1 y PYY, regulando así eficazmente el apetito y el metabolismo.

Muchos pacientes que los han consumido no sólo han visto mejoras significativas en su peso y en la concentración de glucosa en sangre, sino también en resultados cardiovasculares importantes como ictus cerebrovasculares y ataques cardíacos, lo que hace que los tres nuevos medicamentos basados en las incretinas sean recomendables para controlar las condiciones metabólicas interrelacionadas de la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares.

Teniendo en cuenta los efectos que tienen los medicamentos a base de incretinas en el cerebro y el apetito incontrolado, los investigadores también están evaluando su potencial para tratar afecciones no metabólicas como el alcoholismo, la drogadicción y la depresión.

Una bala casi mágica... para las personas adecuadas



A pesar del éxito y las perspectivas de que estos medicamentos ayuden a las personas que más pueden beneficiarse de ellos, las prácticas prescriptivas actuales han planteado un par de preguntas:

¿Deberían utilizar estos medicamentos las personas que tienen sólo un ligero sobrepeso? ¿Cuáles son los riesgos de recetar estos medicamentos a niños y adolescentes para controlar su peso de por vida?

Aunque las terapias basadas en incretinas parecen ser soluciones mágicas, no están exentas de efectos secundarios gastrointestinales como náuseas, vómitos, diarrea y estreñimiento. Estos síntomas están relacionados con la forma en que actúan los medicamentos para ralentizar el tracto gastrointestinal. Otros efectos secundarios más graves, pero poco frecuentes, incluyen la inflamación del páncreas (pancreatitis) y la parálisis del estómago (gastroparesia irreversible).

Además de la pérdida de grasa, estos medicamentos también pueden provocar una pérdida de masa muscular, especialmente cuando no se hace ejercicio. El aumento significativo de peso que aparece después de suspender la medicación plantea más interrogantes sobre los efectos a largo plazo y si es posible volver a utilizar únicamente modificaciones de hábitos de vida para controlar el peso sin estar obligados a unamedicación de por vida cuyos efectos secundarios y colaterales se desconocen.

Todos los caminos conducen a modificar el estilo de vida

A pesar de las grandes (y lógicas) aspiraciones para encontrar soluciones rápidas a los problemas de obesidad, es muy posible que un estilo de vida saludable siga siendo la forma más eficaz de controlar las enfermedades metabólicas y la salud en general. Eso incluye ejercicio regular, manejo del estrés, dormir, salir al aire libre y una dieta equilibrada.

Para la mayoría de la población que aún no tiene obesidad o diabetes, reiniciar el control natural del metabolismo que aguarda en el intestino mediante la ingesta de alimentos integrales y de frutas y verduras frescas que reaviven el microbioma intestinal puede ser la manera más eficaz de favorecer un metabolismo saludable.

Recuperar en la dieta alimentos mínimamente procesados y, en especial, los ricos en fibra y polifenoles como flavonoides y carotenoides, puede desempeñar un papel importante y complementario para ayudar a enfrentarse a la epidemia de obesidad y a las enfermedades metabólicas abordándolas en una de sus raíces más profundas.