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sábado, 19 de febrero de 2022

El árbol más viejo de Europa está en Canarias



En este mismo blog, me ocupé hace tres meses de los árboles más viejos del mundo. Ahora me ocuparé de un hallazgo reciente que ha sacado a la luz el que probablemente sea el “Matusalén” de los árboles de la Unión Europea: una hembra de enebro canario (Juniperus cedrus) de 1.050 años que vive en el Parque Nacional del Teide, Tenerife.

Los árboles grandes no suelen ser los más longevos. Los árboles de crecimiento rápido no suelen vivir muchos años porque a partir de cierto tamaño empiezan a sufrir problemas mecánicos y tienden a desplomarse. Los árboles longevos suelen tener crecimientos muy lentos, generalmente porque han estado sometidos a condiciones limitantes que les han impedido alcanzar su crecimiento potencial. Suelos pobres, competencia con sus vecinos o limitaciones hídricas son algunos de los factores que limitan el crecimiento y los predisponen a la longevidad. Luego, hace falta que no aparezcan perturbaciones tales como los incendios y, sobre todo, que por algún motivo los humanos los hayamos respetado.

Por eso, a pesar de que en todas partes del mundo existen algunos árboles catalogados como “milenarios”, la realidad se impone y existen pocas evidencias contrastadas de árboles europeos que superen el milenio. Muchas veces esa calificación de “milenario” se apoya en estimaciones basadas en su tamaño, pero los gigantes de los bosques, los árboles monumentales, no suelen ser los más ancianos.

Tenerife, como otras islas volcánicas, ha estado habitada por seres humanos durante los últimos dos milenios. Sobrevivir allí durante siglos es un verdadero desafío para cualquier árbol, porque, además de la actividad volcánica periódica, la llegada de los humanos desencadenó la extinción de especies endémicas y la desaparición de ecosistemas enteros que sucumbieron pajo el peso del hacha, la agricultura y el ganado.

El Parque Nacional del Teide incluye varios volcanes activos, el más alto de los cuales que da nombre al parque y supera los 3.700 metros de altitud a tan solo quince kilómetros del mar. Los gestores del parque están estudiando la dinámica poblacional y la longevidad de los enebros canarios que han logrado sobrevivir en lugares impracticables desde el punto de vista agropecuario. Su objetivo es discernir si estos arbolitos de troncos retorcidos pudieron formar alguna vez una cubierta forestal en un paisaje actualmente desarbolado.

Uno de los ejemplares que llamaron su atención era un árbol aparentemente muy viejo que, oculto a la vista de los habituales caminos y senderos, crecía en un yermo rocoso al borde de un flujo de lava completamente aislado de otros enebros (Foto de cabecera de Manuel Suárez).

Como ocurre con los pinos longevos de Great Basin National Park, el árbol tiene un tronco extremadamente irregular y retorcido, con grandes porciones muertas y signos claros de podredumbre de la madera. Sin embargo, sus márgenes aún mantienen la corteza viva desde el suelo hasta su ápice, lo que permite que haya mantenido una copa verde y densa a pesar de la gran cantidad de madera podrida que domina en el tronco. Aunque debido a su aspecto venerable se conozca como el "Patriarca", en realidad es una hembra con una producción de semillas sorprendentemente abundante.

Antes de ocuparnos del ejemplar que debiera llamarse la “Matriarca”, aprendamos un poco cómo se calcula la edad de un árbol. La respuesta no siempre es sencilla y en algunas ocasiones requiere de procedimientos científicos avanzados. El método más simple y clásico es contar los anillos de crecimiento (Foto): un anillo, un año. Contando los anillos se puede saber la edad del árbol. Si el anillo de un determinado año es grueso, el clima de ese año fue cálido y lluvioso; si el anillo es estrecho, significa que el árbol había "engordado” poco, señal de que el clima había sido frío y seco. Contar los anillos es muy fácil, pero cortar un árbol para saber su edad no es lo más recomendable ¿verdad?

Colocar un alfiler en los límites entre anillo y anillo es una forma cómoda de calcular la edad de un árbol.

Para contar y medir los anillos no es necesario talarel árbol. Los expertos llevan consigo una barrena sueca, una especie de berbiquí con una aguja hueca del diámetro de una pajita, que permite extraer un delgado cilindro de madera gracias al cual, usando una lente apropiada, se pueden examinar los anillos en la tranquilidad del laboratorio. Contando los anillos, se obtiene una idea muy aproximada de su edad (Foto).

Sin embargo, en muchas ocasiones el árbol está tan retorcido o presenta partes tan podridas que no se pueden extraer muestras completas (también hay algunas especies que no forman anillos de crecimiento claramente distinguibles). En esos casos los dendrocronólogos (los científicos que calculan la edad de los árboles) recurren a los isótopos radiactivos.

El uso de la barrena sueca permite contar los anillos sin dañar al árbol.

En el caso del enebro canario, los investigadores tomaron una pequeña porción de madera de la parte más vieja del árbol, la más próxima al centro de la base, para analizar la concentración de un isótopo muy particular, el carbono-14 (C-14). Este isótopo se forma en la atmósfera por el bombardeo de los rayos cósmicos y todos los organismos vivos lo van acumulando durante su vida, vía fotosíntesis en el caso de las plantas o indirectamente a través de la cadena trófica en el caso de los animales.

Cuando un organismo (o las células de la madera en el caso de los árboles) muere, deja de acumular ese isótopo. Al ser radiactivo, el C-14 se descompone de modo que cada 5.730 años se reduce a la mitad. Dado que sabemos con cierta precisión la concentración de C-14 en la atmósfera a lo largo de la historia, conociendo la cantidad de este isótopo en cualquier tejido podemos saber la edad de muestras orgánicas de menos de cincuenta milenios.

Los anillos de los árboles reflejan tanto la edad del árbol como las condiciones en las que creció. Esta secuoya gigante tiene más de mil anillos de crecimiento, un anillo por cada año que estuvo vivo desde el 909 d.C. Foto.


En el caso del Patriarca, los investigadores contaron 329 anillos de crecimiento en el núcleo (12,5 centímetros de grosor), pero la datación con C-14 indicó que el árbol era mucho más viejo, de hasta 1.050 ± 30 años. Eso significa que el árbol probablemente germinó en la segunda mitad del siglo 10, cuando el pueblo aborigen guanche ya llevaba viviendo en la isla durante un milenio.

Durante la primera mitad de su vida, el árbol tuvo que sobrevivir al ganado de las tribus aborígenes de Tenerife, que compartían la parte más alta de la isla para aprovechar los pastos de verano. Los aborígenes también utilizaban esos árboles como leña e introdujeron el uso del manejo del fuego prescrito, reduciendo extremadamente el área forestal de las Islas Canarias.

Más tarde, y junto con los recurrentes terremotos y erupciones de volcanes cercanos, el Patriarca fue testigo de la colonización europea a finales del siglo XV y de los posteriores cambios en el uso de la tierra y las transformaciones del paisaje vinculadas a la introducción de la agricultura, que aumentaron la presión humana sobre los ecosistemas naturales, incluyendo la explotación de los enebros debido a su madera de alta calidad. Con toda probabilidad, los enebros canarios alguna vez fueron abundantes en los terrenos del actual Parque Nacional, pero la especie fue erradicada de las llanuras debido a la actividad humana y quedó confinada a lugares fuera del alcance de humanos y ganado.

Algunos de los enebros canarios estudiados sobrepasan holgadamente los mil años de vida, mientras que el Patriarca, el más antiguo, alcanza los 1.481 años (con un error de 30 años). Este último es actualmente el árbol vivo más viejo de la Unión Europea datado con un método científico contrastado. Por qué y cómo el "Patriarca" sobrevivió al proceso de deforestación sigue siendo un enigma. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.