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sábado, 17 de junio de 2023

El mito de la belladona: seducción y brujería

 



La belladona (Atropa belladonna) ha sido origen de no pocas leyendas y mitos creados a su alrededor. Más allá de lo esotérico, lo que es seguro es que si visitas al oftalmólogo gozarás de sus midriáticos poderes.

Atropa deriva de Átropos, una de las tres moiras de la mitología griega (las parcas romanas) y belladonna proviene del italiano, "mujer hermosa". Ambos nombres aluden tanto a su efecto venenoso (Átropos elegía el mecanismo de la muerte y terminaba con la vida de cada mortal cortando su hálito con sus «aborrecibles tijeras») como a su uso para dilatar las pupilas para conseguir una mirada más seductora, artificio que utilizaban las damas romanas (donnas bellas) aplicando el jugo de su fruto en los ojos para provocar dilatación de las pupilas (midriasis) y preparando infusiones con sus hojas para blanquear el cutis.

La belladona es un arbusto perenne de la familia solanáceas, donde se reúnen tanto plantas comestibles como berenjenas, patatas, tomates y pimientos como otras de efectos tóxicos o alucinógenos como el tabaco, el beleño, la mandrágora, la solandra o el estramonio. Es nativa de Europa, África del Norte, y Asia Occidental y se puede encontrar en lugares normalmente sombreados y con buenos suelos ricos en limos.



Sus flores tienen forma acampanada, de color púrpura oscuro con reflejos verdosos y olor débil. Los frutos son bayas de color verde que mutan a negro brillante al madurar y aproximadamente del tamaño de una aceituna minúscula. Las bayas son dulces, contienen atropina y son consumidas por las aves, que dispersan las semillas en sus excrementos, a pesar de que contienen ingredientes tóxicos a los que los pájaros son inmunes, porque las semillas han evolucionado para pasar sin alterarse por el sistema digestivo de las aves. De hecho, los jugos gástricos ayudan a que germinen. Sin embargo, el sabor dulce de los frutos puede convertir esta planta en una verdadera asesina para otros animales, incluidos nosotros. En un adulto, tomar de cuatro a ocho bayas puede suponer la muerte.



Como beleños y mandrágoras, la belladona pertenece a la clásica farmacopea de las "hierbas de las brujas" de muchas tradiciones europeas centradas en creencias, leyendas y fábulas sin mayor fundamento que la ignorante superstición. Fue utilizada en el antiguo Egipto como narcótico; en las orgías dionisíacas griegas como afrodisíaco; en las ofrendas romanas a Atenea, diosa de la guerra, para provocar el fulgor en la mirada de los soldados; en Siria para "alejar los pensamientos tristes", y en tierras celtas y centroeuropeas para honrar a Bellona, diosa de la guerra.



En la Edad Media penetró en los turbios terrenos de lo esotérico vinculados a la alquimia y la brujería. La belladona fue un ingrediente fundamental en las pócimas de brujas y magos. El mito de las escobas voladoras tiene su origen en estos ungüentos. Encontrar la dosis adecuada de belladona con el rudimentario instrumental de aquellos tiempos era muy difícil y se corría peligro de muerte si se ingería. Por eso, se utilizaba por vía tópica. Untaban palos con la crema y se lo aplicaban en la vagina o en el ano. Cuando la droga surtía efecto, alucinaban y creían volar.

Propiedades medicinales de la belladona: la atropina

Como consecuencia del metabolismo secundario, las plantas elaboran productos (metabolitos) que emplean con diferentes fines, principalmente como mecanismos químicos de defensa frente a los herbívoros. Entre los metabolitos secundarios destacan, sobre cualquier otro tipo de fitoquímicos, los alcaloides, una gran familia de más de 15 000 compuestos orgánicos que tienen una actividad biológica que ejerce diferentes influencias sobre nuestro organismo, en especial sobre el sistema nervioso central.

Entre otras cosas, esa actividad biológica se manifiesta en que, a concentraciones bajas, los alcaloides son fisiológicamente activos en los animales, de donde derivan sus múltiples usos en medicina, farmacología y fitoterapia, bien en estado puro, bien por quimiosíntesis como drogas vegetales. Existen innumerables plantas que contienen alcaloides como la quinina, la morfina, la codeína, la cafeína, la teína, la teobromina, la atropina, la escopolamina, la nicotina y un largo etcétera.

Algunos alcaloides pueden encontrarse en la piel de ciertos animales, como la bufotoxina (la segregan los sapos) o la batracotoxina (uno de los alcaloides más potentes conocidos) que segregan las ranas del género Phyllobates, una de las cuales, P. terribilis, produce un alcaloide con tales poderes tóxicos y concentración que un solo miligramo podría matar a diez hombres. También producen alcaloides muchos artrópodos como los ciempiés, mariquitas, hormigas, etc.

No obstante, la mayoría de los alcaloides son considerados como “vegetales”. Se calcula que un 10 % del total de las especies “vegetales” contienen algún tipo de estos compuestos. Incluso a bajas dosis, la mayoría de los alcaloides producen efectos psicoactivos en los animales, por lo que se emplean mucho para tratar problemas mentales y calmar el dolor.



El uso de la belladona como planta medicinal se remonta a hace miles de años. Contiene altas cantidades de alcaloides tropánicos. Su principio activo es la atropina que se concentra fundamentalmente en sus raíces y en sus bayas de color negro de olor fuerte y desagradable. La atropina es un polvo blanco, cristalino e inodoro, pero en medicina se aplica como sulfato de atropina que es muy soluble en agua. En el cuerpo humano, la atropina bloquea la producción de una molécula esencial para la transmisión del impulso nervioso, la acetilcolina, un neurotransmisor

Además de dilatar las pupilas, los efectos inducidos por la atropina pueden producir, en dosis leves, la reducción de la salivación, la sudoración y las flemas, por lo que se aplica en ocasiones antes de las operaciones quirúrgicas. En dosis más elevadas aumentan el pulso y el ritmo respiratorio, la acción de los músculos involuntarios decrece, la frecuencia cardíaca se acelera, la dilatación de las pupilas es muy marcada y se inhibe la acomodación ocular, es decir, el cristalino se fija para la visión lejana y los objetos cercanos se ven borrosos. En dosis muy altas la atropina puede producir alucinaciones visuales y auditivas.

En medicina popular se utilizaban las hojas desecadas, a veces mezcladas con las ramitas floridas para el tratamiento sintomático de toses, para el estreñimiento por su actividad espasmolítica, para el tratamiento de dolores inducidos por trastornos funcionales del tubo digestivo, pero el riesgo que supone su utilización desaconseja su uso.

En cosmética se ha utilizado el jugo o el agua destilada de los tallos y hojas para mantener la piel de la cara tersa y blanca; el fruto proporciona un polvillo utilizado para enrojecer las mejillas. También se ha utilizado para dilatar las pupilas. Al parecer era costumbre en la antigüedad añadir al vino los frutos de belladona, con el fin de conseguir efectos alucinógenos.

A pesar de que la belladona no provoca ninguna adicción ni física ni psicológica, se recomienda mucha prudencia en su uso, siempre restringido a prescripciones médicas controladas. Ahora bien, como es una planta que puede encontrarse en el campo, especialmente en el norte de España, existe riesgo de intoxicación.

En caso de envenenamiento accidental lo recomendable es tomar lo más pronto posible alguna sustancia que provoque el vómito, como un vaso grande de vinagre caliente o agua de mostaza, seguido de un vaciado estomacal con una dosis de magnesia o estimulantes como café cargado. De ser necesario hay que ayudar al paciente con respiración artificial.

La belladona está incluida en la Orden SCO/190/2004, de 28 de enero, por la que se establece la lista de plantas cuya venta al público queda prohibida o restringida por razón de toxicidad. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca