A veces me pregunto si vivimos en
un mundo que avanza o que se precipita hacia el abismo. Al otro lado del Rin,
un señor de bigote recortado ha tomado las riendas de Alemania con una
determinación que inquieta a cualquiera que aún conserve memoria de 1914. Aquí,
en Francia, la política parece un campo de batalla en miniatura, con nuestras
propias divisiones y tensiones, huelgas y voces que claman por cambios
radicales. La economía, maltrecha tras la crisis del 29, apenas comienza a
levantar la cabeza.
Y, sin embargo, ayer estuve en el
número 117 del Quai de Javel, y vi algo que me recordó que, incluso en los
tiempos más turbulentos, la audacia técnica sigue siendo posible. Allí, en la
sede de Citroën, presentaron su nuevo automóvil: el Traction Avant.
André Citroën —que, para ser sincero, parece más un general que un empresario— no ha escatimado en entusiasmo y se ha rodeado de sendos equipos dirigidos por el ingeniero André Lefèbvre y el diseñador Flaminio Bertoni. Entre los tres han conseguido que el Traction Avant no seasimplemente “otro coche nuevo”: es un salto al vacío que podría marcar una nueva era para la industria automovilística. Y digo “al vacío” porque su fabricación implica inversiones gigantescas en maquinaria y técnicas que nadie ha probado en Francia a esta escala.
Lo primero que salta a la vista
es su tracción delantera, una rareza en estos tiempos. Nada de ejes rígidos
traseros empujando el coche: aquí son las ruedas delanteras las que tiran. El
resultado, según sus ingenieros, es una estabilidad y una adherencia al asfalto
que dejan en ridículo a los modelos convencionales.
La otra revolución está en su carrocería monocasco de acero autoportante de diseño aerodinámico con un centro de gravedad muy bajo. Olvídese de los pesados chasis con carrocerías atornilladas encima;en el Traction Avant todo está integrado en una única estructura que le da una rigidez adicional.
Esto significa menos peso, más solidez y, para mi sorpresa cuando probé uno de los vehículos, una sensación de seguridad que uno no espera en un coche convencional. También significa que las carrocerías artesanales, esas joyas que nuestros talleres han fabricado durante décadas, tendrán que adaptarse… o desaparecer.
El motor está dispuesto longitudinalmente bajo el capó acoplado directamente a la caja de cambios colocada delante del motor flotante, sin cardán intermedio, lo que mantiene las molestas vibraciones alejadas de la cabina. Toda la mecánica está delante, liberando el piso del habitáculo y bajando el centro de gravedad. En otras palabras: no solo es más rápido y estable, también es más cómodo para viajar.
Para poder llevar el motor a temperaturas de funcionamiento más rápido durante el invierno, los automóviles están equipados con persianas que se pueden colgar frente a la parrilla del radiador. En verano, sin embargo, el conductor puede abrir un poco las dos partes del parabrisas en la parte inferior y así canalizar un poco de aire exterior hacia el automóvil.
Riesgo y esperanza
Como industrial, no puedo evitar pensar en lo que significa para nuestra economía. La inversión que Citroën ha hecho para rediseñar su planta de Javel es colosal; dicen que ha endeudado la empresa hasta niveles preocupantes. En otros tiempos, yo diría que es una locura. Pero en 1934, con el paro extendiéndose y la producción nacional amenazada por importaciones extranjeras, cada apuesta por la modernidad es un pequeño acto de patriotismo.
También me preocupa que, si las
tensiones en Europa escalan, cualquier avance técnico pueda acabar sirviendo
fines militares. La tracción delantera y la carrocería rígida son perfectas
para un vehículo rápido y maniobrable… y no solo para uso civil. Pero ese es
otro debate, uno que quizá se imponga demasiado pronto.
Un mensaje para Francia
Quiero pensar que el Traction
Avant es más que un coche: es una declaración de que Francia no ha perdido
su capacidad de innovar, incluso en medio de la tormenta. Si este modelo
triunfa, no solo dará trabajo a miles de obreros y técnicos, también demostrará
que podemos liderar en el terreno industrial.
Sí, los riesgos son enormes,
incluidos los derivados de una Alemania amenazante. Pero hoy, me inclino por la
audacia. Que este coche salga adelante es una pequeña victoria para nuestra
industria y un símbolo de resiliencia.
No sé qué nos depararán los
próximos años. Pero sí sé que, mientras existan hombres dispuestos a arriesgar
como André Citroën, habrá razones para creer que nuestra industria —y nuestro
país— pueden mantenerse en pie.
François Durand. París, primavera de 1934
Epílogo
Además de sus innovaciones
técnicas, el diseño aerodinámico, bajo y elegante del Traction Avant rompió
con la estética “alta y cuadrada” de los años 30, marcando el camino para la
forma de los autos modernos. Por eso fue un favorito de gánsteres, policías y
hasta de Charles de Gaulle.
Este artículo está escrito desde el punto de vista un personaje de mi invención, François Durand, industrial francés.