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jueves, 30 de marzo de 2017

Las setas más viejas del mundo

Los agaricomicetos, las familiares setas, son, el grupo más diversificado de hongos. Según el Sistema Integrado de Información Taxonómica, la clase Agaricomycetes incluye 17 órdenes, 100 familias, 1.147 géneros y 20.951 especies. Aunque algunos grupos, como los hongos yesqueros del orden Polyporales, pueden formar cuerpos fructíferos endurecidos como leños, en la mayoría de los agaricomicetos son blandos y efímeros, por lo que apenas dejan huella en el registro fósil. 
Sin embargo, en un artículo publicado el pasado 16 de marzo en Nature Communications, un grupo de investigación encabezado por Chenyang Cai, paleontólogo del Institute of Geology and Palaeontology de Nanjing, China, ha presentado un conjunto de organismos fosilizados en ámbar del Cretácico medio procedente de Birmania.


Figura 1. (A) Hábito general del taxón A, en vista ventral. (B) Ampliación de (A), mostrando los detalles de las láminas y la parte superior del pie. (C) Vista lateral de dos individuos del taxon B. (D) Vista ventral del taxón C, mostrando un pie insertado submarginalmente. (E) Vista lateral del taxón D. Abreviaturas: ca, píleo; St, pie. Escala de las barras: 1 mm (a, c, d); 500 µm (el resto). Fuente.
El conjunto está formado por diversos hongos Agaricales y por escarabajos micófagos  pertenecientes a la subfamilia Oxyporinae (familia Staphylinidae), cuyos miembros modernos consumen hongos de textura blanda. Los cuatro ejemplares de hongos encontrados (Figura 1) presentan un píleo (sombrerillo) prácticamente intacto, que muestra las inconfundibles láminas y está situado en el extremo de un pie. Esta morfología, indistinguible de la de un agarical moderno, sugiere la estabilidad evolutiva del grupo desde hace al menos 99 millones de años. 

Figura 2. (a-c) Escarabajos del Cretácico medio preservados en ámbar birmano; (d-f) bajo fluorescencia, (g-i) de la formación Yixian del Cretácico inferior del noreste de China. (a) Vista dorsal del taxón 1. (b) Vista lateral del taxón 2. (c) Vista dorsal del taxón 3. (d) Ampliación del élitro de a. (e) Ampliación del élitro de b. (f) Ampliación de élitro de c. (g) Oxyporus yixianus, (h) Protoxyporus grandis, (i) Cretoxyporus extraneus (j) O. maxillosus. Escala de barras: 2 mm (a, c y g-j) 1 mm (b), 500 μm (d–f). Fuente.

Por su parte, las piezas bucales de los oxyporinos, incluidas las grandes mandíbulas y los palpómeros labiales en cuyos ápices ensanchados hay órganos sensitivos especializados, son prácticamente iguales a las de los taxones modernos que se alimentan de hongos (Figura 2). En definitiva, el conjunto entomo-fúngico preservado en ámbar sugiere la existencia de una interacción trófica especializada y de una comunidad ecológica que ya existía en el Cretácico y que continúa hoy día.

Figura 3. Micoparasitismo en ámbar birmano. (A) Sombrerillo de Palaeoagaracites antiquus cubierto con micelio de Mycetophagites atrebora. (B) Segmentos laminares de P. antiquus mostrando esporas oscuras (primer plano) y esporas claras (fondo). (C) Crecimiento miceliar de M. atrebora sobre el píleo de P. antiqua. (D) Hifas (pequeñas flechas) de M. atrebora dentro del tejido laminar de P. antiquus. Grandes flechas delinean el área globular del tejido laminar (con esporas) que parece estar licuando. Escala de barras: (A) 0,5 mm, (B) 20 mm, (C) 100 mm, y (D) 20 mm. Más fotografías en este enlace.

El hallazgo de estos hongos fosilizados se suma al de otro hongo, encontrado también en ámbar birmano, que es un millón de años más antiguo y que fue publicado en la revista Mycological Research en mayo de 2007. En ese artículo se puso en evidencia otra interesantísima relación de micoparasitismo e hiperparasitismo entre tres hongos descritos por primera vez en ese artículo. Uno de ellos, Palaeoagaracites antiquus, era parasitado por el micoparásito Mycetophagites atrebora, que a su vez era víctima del hiperparásito Entropezites patricii (Figura 3).

Ambos descubrimientos demuestran que algunos modelos de predación micofágica y ciertos patrones sofisticados de parasitismo fúngico ya estaban bien desarrollados hace cien millones de años.

domingo, 26 de marzo de 2017

Bioingeniería en el corazón de Popeye

Recuerden a Popeye engullendo espinacas como un tragaldabas. Eso le mantenía a él fuerte y a Brutus sin pasarse de la raya. De lo que luego hiciera Popeye con su novia Oliva Oil, no sabemos nada. Pero ahora parece demostrarse que, ayudada por una involuntaria dosis de EPO, la potencia muscular del marinero le venía precisamente de su avidez por las espinacas enlatadas.
En un estudio, publicado el mes pasado en la revista Biomaterials, que lleva el significativo título de Cruce de Reinos: Usando plantas descelularizadas como andamios en ingeniería de tejidos vasculares, un grupo de investigación médica de diferentes organismos estadounidenses ofrece una nueva forma de hacer crecer un sistema vascular, lo que hasta el momento parecía ser un obstáculo insalvable para la ingeniería de tejidos. Si quieren ver un vídeo con el proceso, pulsen este enlace.
Los científicos ya han creado tejidos humanos a gran escala en un laboratorio utilizando métodos como la impresión 3D, pero resultaba prácticamente imposible cultivar los vasos sanguíneos pequeños y delicados de la red vascular que son vitales para la salud de los tejidos. Sin esa minúscula red irrigadora, los tejidos mueren. ¿Por qué no utilizar la red ramificada de túbulos que suministra agua y nutrientes a las células de una hoja? El trabajo de bioingeniería consistiría en modificar una hoja en el laboratorio para eliminar sus células vegetales, dejando únicamente los conductos, que están hechos de celulosa.
La celulosa es biocompatible y se utiliza en una amplia variedad de aplicaciones en medicina regenerativa de tejidos cartilaginoso y óseo, y en la cicatrización de heridas. Manos a la obra. El equipo utilizó hojas de espinaca para probar el uso del sistema conductor de las hojas (esas nerviaciones que cualquier puede observar en cualquier hoja lo suficientemente ancha) como si se tratara de un sistema vascular animal. Dicho de forma muy simplificada: si las “cañerías” de una planta son capaces de permitir la circulación de fluidos en su interior, ¿por qué no habrían de servir para que circularan fluidos sanguíneos animales?
Lo que hicieron fue eliminar las células de las hojas (“descelularizar” es la palabreja, pero no la busquen en el DRAE) para dejar solamente los tejidos conductores. Imagínense un edificio del que elimino todo lo accesorio excepto las tuberías. Obtengo un andamiaje equivalente a la nerviación de las hojas. Por esas cañerías no solo podrán circular las aguas limpias y negras, también cualquier otro líquido. Naturalmente, si queremos hacer circular algún fluido, algo tendrá que impulsarlo. En un edificio sería la fuerza gravitacional del agua ayudada por una bomba impulsora. En las plantas, la fuerza impulsora la suministra la diferencia de presión entre una y otras partes de sus órganos. En los vertebrados, sobra decirlo, es el corazón.
En el miocardio o músculo cardíaco hay unas células especializadas, los cardiomiocitos, capaces de contraerse de forma espontánea e individual mediante cambios en la concentración de calcio intracelular. A lo que, una vez descelularizadas las hojas, se enfrentaban los investigadores era a comprobar si los cardiomiocitos serían capaces de funcionar dentro del sistema vascular de la planta. Una vez que comprobaron que el nuevo andamiaje era capaz de transportar micropartículas una vez sometido a micropresiones, vino el segundo paso: implantar los cardiomiocitos que habrían de servir de “bombas” impulsoras del nuevo “corazón”.
Izquierda: Hoja descelularizada de espinaca antes de agregar el colorante para probar su capacidad de canalizar la sangre. Derecha: Hoja de espinaca después de demostrar que el colorante rojo podría ser bombeado a través de sus nerviaciones. Foto cortesía del Worcester Polytechnic Institute.
Lo primero que hicieron fue revestir el interior del andamiaje con células endoteliales animales, las mismas que revisten arterias y venas. Una vez revestidos los conductos, el exterior de fue tapizado con células madre mesenquimáticas y con cardiomiocitos derivados de células madre pluripotentes de origen humano. Al cabo de 21 días, los cardiomiocitos empezaron a funcionar: su bomba interna de calcio entró en acción y empezó la actividad contráctil. Una vez que habían transformado la hoja de espinaca en una especie de mini corazón, el equipo envió fluidos y microesferas a través de sus venas para mostrar que las células sanguíneas pueden fluir a través de este sistema. Funcionó.
Los resultados demuestran el potencial de las plantas descelularizadas como andamiaje para la bioingeniería de tejidos, lo que en última instancia podría proporcionar una tecnología "verde" rentable para regenerar tejidos vasculares a gran escala. El objetivo final es poder reemplazar el tejido dañado en pacientes que han tenido ataques cardíacos o que han sufrido otros problemas cardíacos que impiden que sus corazones se contraigan.
Elzie Crisler Segar, el hombre que dibujó por primera vez a Popeye en 1929, se sentiría feliz al comprobar que las espinacas sirven para algo más que para aporrear a Brutus …o, quizás, para mantener satisfecha a esa eterna soltera que fue la señorita Oil. ©Manuel Peinado Lorca

Una Semana Santa muy tardona

Foto de B. Perdigón
Señores profesores, señores alumnos: están ustedes protagonizando el segundo trimestre escolar más largo de la historia. En 2011 el domingo de Resurrección cayó el 24 de abril y este año será el 16 del mismo mes. Como consecuencia de aplicar el calendario litúrgico católico al escolar, la Semana Santa de 2011 fue la más tardía de las posibles y, como consecuencia, el segundo trimestre escolar fue el más largo de la historia. 

En las culturas desarrolladas en las zonas de clima tropical en las que la duración del día y de la noche es prácticamente la misma a lo largo de todo el año, no existían celebraciones a fecha fija semejantes a las que salpican los calendarios de las religiones basadas en la Biblia. Por el contrario, fuera de los trópicos, cuando los días se van acortando progresivamente desde el día más largo del año, el solsticio de verano, hasta el más corto, el solsticio de invierno, alrededor del 21 de diciembre, cuando se produce la noche más larga del año, tras la cual el Sol comienza a “vencer” a las tinieblas en progresiva retirada, las diferentes civilizaciones celebraban la mayor fiesta del año: la del nacimiento de su respectivo dios, fuera este Zeus, Amón, Mitra, Saturno o Jesús. 

Para los romanos, el equivalente a las actuales fiestas navideñas eran las Saturnalia, que empezaban el 17 de diciembre y duraban siete días, celebradas con abundante comida y bebida en honor al dios de la semilla y del vino, Saturno. Los días centrales de la semana festiva, entre el 21 y el 25 de diciembre, eran los fastos mayores, las fiestas del Dies Natalis Solis Invicti (Días de Nacimiento del Invencible Dios Sol). 

Aunque en ninguna parte de la Biblia se cita la fecha exacta del nacimiento de Jesús, la fiesta de Navidad fue decretada por el papa Liberio 354 años después del nacimiento de Cristo, cuando el emperador Constantino permitió el cristianismo en el Imperio romano, porque fijándola en las viejas Saturnalias no se distorsionaba el calendario a que estaba acostumbrada la administración imperial ni se cambiaban las fechas de los grandes fastos romanos. ¿Se imaginan ustedes qué pasaría si alguien decidiera cambiar los Sanfermines a septiembre? Pues eso.

La natividad del dios cristiano debía coincidir necesariamente con las fiestas del Sol Invicto, alrededor del solsticio de invierno. Dicho y hecho: aferrándose a una tradición judía que establecía que todos los profetas nacían y morían el mismo día, los primeros cristianos que creían a pies juntillas que Jesús murió exactamente un 25 de marzo, fijaron el 25 de diciembre, el último de los fastos paganos, como el de su nacimiento. Cristo pasó a ser el verdadero Sol Invicto. Tan prendidos estaban de la equivalencia solar, que abandonando el tradicional sabbath judío, el nuevo día de descanso para los cristianos sería el siguiente al sabath; le llamaron Dies Solis, el Día del Sol, denominación que se ha conservado en el Sunday anglosajón. 

En el concilio de Nicea se estableció la fecha de la Pascua, que en las primeras comunidades cristianas se hacía coincidir con la Pascua hebrea. Fijar bien esta fecha en el calendario romano oficial, el juliano, era una cuestión capital porque en ese punto el Nuevo Testamento era muy explícito: Jesús acudió a Jerusalén para celebrar la Pésaj o Pascua judía, y es en esas fechas cuando transcurre su pasión, muerte y resurrección. Esta última tuvo lugar el «día siguiente al sabbath de la Pésaj». Aunque la Pésaj conmemora supuestamente los siete días de la huida de Egipto, en realidad corresponde a una fiesta varias veces milenaria en la que todas las culturas mediterráneas celebraban el equinoccio de primavera (20-21 de marzo), haciéndola coincidir alrededor de la primera luna llena posterior a dicho equinoccio. Eso fue precisamente lo que se decidió en Nicea: el domingo de Resurrección sería el primer domingo posterior a la primera luna llena que siguiera al equinoccio primaveral. Para marcar diferencias con los judíos, se estableció también que los años en que el domingo de Resurrección coincidiera con la Pésaj, aquel se debía trasladar al siguiente domingo del calendario. 

Foto B. Perdigón
Usando el algoritmo Computus, desarrollado en el siglo XIX por el matemático alemán Gauss, se delimitan con relativa facilidad las fechas posibles para fijar el domingo de Resurrección, que puede caer entre dos extremos: el 22 de marzo y el 25 de abril. El más temprano de los posibles sería el 22 de marzo (en 2016 nos aproximamos mucho: fue el 27 de ese mes), y ocurriría cuando el 21 fuera sábado con plenilunio. Inversamente, si el plenilunio fuera el 20 de marzo, como el equinoccio está litúrgicamente fijado el día siguiente, habría que esperar un ciclo lunar completo y la primera luna llena de primavera sería 29 días después, el 18 de abril. Si este día fuera domingo, la fecha tendría que desplazarse una semana entera para que no coincidiera con la Pascua judía, de modo que el domingo de Resurrección sería el más tardío de los posibles: el 25 de abril. En 2011 cayó en 24, pero a efectos de las vacaciones escolares dio exactamente lo mismo: ese trimestre fue el más largo de la historia y, de seguir aferrados al calendario litúrgico, lo será también en el futuro.

Como el domingo de Resurrección es la piedra angular del calendario litúrgico, las demás celebraciones lo toman como referencia: Cuarenta días antes es el miércoles de Ceniza, fecha de comienzo de la Cuaresma. Días después del domingo de Resurrección vienen la Ascensión (40 días después), Pentecostés (50 días), y Corpus Christi (jueves siguiente a Pentecostés).

Para los amigos de programar sus vacaciones, con el Computus y calendario lunar en mano, les dejo las fechas de domingos de Resurrección para el próximo quinquenio: 2018 (abril, 1), 2019 (abril, 21), 2020 (abril, 12), 2021 (abril, 4), 2022 (abril, 17). Como pueden comprobar, en 2019 se producirá el segundo trimestre más largo de la historia, y el de este año pasará al tercer cajón del podio. Que ustedes lo vean. ©Manuel Peinado Lorca

jueves, 23 de marzo de 2017

Trump, la apisonadora del medio ambiente




Firma invitada: Samuel Martín-Sosa, responsable de Internacional de Ecologistas en Acción. @SamuelMSosa

El 9 de noviembre de 2016, en su primera aparición ante las cámaras tras su victoria, Donald Trump, El Constructor, afirmó que estaba allí para reconstruir las ciudades, las autovías, los puentes, los túneles, los aeropuertos, las escuelas, los hospitales... Lo enumeró en ese orden, no sabemos si de prioridad, aunque, en cualquier caso, probablemente fruto de un despiste, se olvidó en la lista de mencionar los muros.

Trump, El Salvador, había llegado, en definitiva, para reconstruir las infraestructuras, esgrimiendo como justificación la imagen de unos EE.UU. que emulaban un holocausto nuclear. Dejó claro que, como hombre de negocios, llevaba toda su vida descubriendo y haciendo aflorar el potencial de personas y proyectos, y que ese era su plan. Su tarjeta de visita de gestor empresarial hacía presagiar un futuro de menos Estado y más extracción de recursos.

Efectivamente, más allá de la retórica Trump estaba haciendo una declaración de intenciones en toda regla. Muchos tertulianos esos días cuestionaban hasta qué punto se trataba de fanfarronadas acordes con el tono de la campaña electoral. Varios de ellos aseguraban que en realidad no era para tanto, ya que una vez se sentara al mando de la nave presidencial el contacto con la política real le haría templar el discurso. Sin embargo, no han tenido que transcurrir cien días de mandato desde que el presidente tomara posesión a finales de enero para comprobar su determinación. En el plano ambiental sus primeras decisiones no han defraudado las expectativas y se han sucedido a una velocidad de vértigo.

Trump niega el cambio climático y lo califica de cuento chino, lo que imposibilita cualquier política medioambiental

Trump es conocido por despreciar el cambio climático y relegarlo a la categoría de cuento chino, y nunca mejor dicho: en 2012 tuiteó que era un concepto creado por China para dañar la competitividad de las empresas estadounidenses. Esta idea está totalmente en línea con la trayectoria de décadas de negacionismo organizado que, perfectamente engrasado con petrodólares, ha actuado de ariete de cualquier atisbo de política climática, en ocasiones con estimable éxito. La diferencia es que si hasta hace poco las grandes empresas de combustibles fósiles como Shell, BP, Chevron o Exxon Mobil sostenían con fondos tramas negacionistas que en su nombre intentaban influir a la clase política, ahora los negacionistas han tomado literalmente la Casa Blanca y forman parte de la nueva clase dirigente estadounidense.

Entre los escogidos por Trump para formar parte de su gobierno varios son conocidos por sus declaraciones cuestionando el cambio climático o la responsabilidad antropogénica en el mismo. Caben destacar Rex Tillerson, nuevo secretario de Estado y hasta ahora director ejecutivo de Exxon Mobil, Rick Perry, exgobernador de Texas y elegido para dirigir el departamento de Energía, o Ben Carson, que estará al frente del Departamento de Vivienda. Conocidos negacionistas son también el jefe de gabinete de Trump, Reince Priebus, o Steve Bannon, el director de su campaña electoral y excelso representante de la derecha alternativa estadounidense.

Los elegidos por Trump han moderado ligeramente su discurso desde que están bajo el foco. Más o menos han pasado del negacionismo explícito e incluso militante a un burdo malabarismo del tipo creo en el cambio climático y que la acción del ser humano tiene algo que ver, pero hay debate científico sobre cuánto, pero lo que no podemos hacer es tomar medidas extremas que dañen la economía. Evidentemente se trata de retórica expiatoria apresurada que solo trata de ganar tiempo. No han dejado de ser negacionistas de la noche a la mañana.

Estados Unidos se enfrenta a una era de posverdad climática donde la ciencia es sustituida por las creencias interesadas

Y eso solo algunos, porque otros siguen erre que erre. El más preocupante de todos es Scott Pruitt, nuevo director de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) –organismo al que había demandado hasta 13 veces por diversas medidas de protección del agua y el aire o la contaminación por mercurio– que recientemente, ya en posesión de su nuevo cargo, ha declarado que no cree que el CO2 sea un contribuyente principal al cambio climático, un asunto donde no está claro, según él, el impacto humano y sobre el que asegura “hay mucho desacuerdo” entre los científicos.

Habida cuenta de que el consenso científico en relación a las causas del calentamiento no puede ser mayor y ahora que está tan de moda hablar de posverdad, parece claro que EE.UU. se enfrenta a una era de posverdad climática donde la ciencia es sustituida por las creencias interesadas. Las afirmaciones de Pruitt en relación al clima contradicen la posición oficial del organismo que preside. En la web de la EPA hoy todavía reza la siguiente afirmación: “El CO2 es el principal gas de efecto invernadero que está contribuyendo al calentamiento reciente”.

Durante la campaña Trump afirmó que se saldría del Acuerdo de París. Una vez elegido, esta idea fue corroborada por uno de sus emisarios en una visita a Europa. De momento Trump ya ha dado orden a la EPA de reescribir el Plan de Energía Limpia de Obama. Este plan, anunciado en 2015 en la antesala del mencionado acuerdo, planteaba entre otras cosas reducir las emisiones de CO2 de las centrales térmicas en un 32% para el año 2030 en relación al nivel de emisiones de 2005. Es importante recordar que Estados Unidos es, junto a China, el responsable del 45% de las emisiones mundiales.

Un mes después de su llegada a la Casa Blanca, Trump firmaba una orden levantando la moratoria al carbón

Al margen del negacionismo más o menos explícito, un porcentaje muy elevado de los nominados para el gabinete guardan fuertes vínculos con las empresas de gas y petróleo. Empezando por el vicepresidente Mike Pence, gran amigo de los hermanos Koch -dueños de un emporio petrolero-, y siguiendo por un buen puñado de sus ministros.

Las primeras medidas no han desentonado en absoluto con la composición del gabinete. La nueva web de la Casa Blanca –de la que ha desaparecido la información relativa al cambio climático– incluye seis pilares de acción política. Entre ellos, el denominado “Plan Energético América Primero” evita cualquier mención a las renovables y coloca en el centro del plan energético la determinación de abrir a tope el grifo de las reservas de gas y petróleo y resucitar la industria del carbón. Transcurrido apenas un mes desde su llegada al despacho oval, Trump firmaba una orden ejecutiva levantando la moratoria a los proyectos de carbón impuesta por Obama hace un año. La importancia de esta medida estriba en que gran parte de las reservas de carbón se encuentran en terrenos federales. Además, seguía a otra tomada unos días antes levantando la prohibición de verter residuos procedentes de las minas a cielo abierto en los cursos de agua cercanos. En el mismo sentido Trump ha iniciado un proceso para reducir la jurisdicción federal sobre los cursos de agua; el objetivo es eliminar impedimentos al desarrollo de nuevos proyectos inmobiliarios, industriales, agrícolas, y mineros. El nuevo presidente ha dejado claro que le debe mucho a los mineros y que no va a olvidar su apoyo en la campaña electoral.

Otra de las medidas estrella de Trump ha sido reactivar la construcción de dos oleoductos clave, paralizados por su predecesor. El Keystone XL, una tubería planteada en 2006 para llevar 800.000 barriles diarios de arenas bituminosas desde Canadá al golfo de México, se convirtió en el símbolo del activismo ecologista con la administración Obama, que tras sufrir durante años una intensa campaña de la sociedad civil canceló el proyecto en 2015. Por su parte el oleoducto DAPL (Dakota Access Pipeline), proyectado para transportar 500.000 barriles de petróleo de fracking desde Dakota del Norte hasta Illinois, en el que el propio Trump tenía acciones hasta hace unos meses, levantó una importante ola de solidaridad de la sociedad estadounidense en torno a las tribus Sioux, por cuyas tierras y acuíferos pasaba el trazado. Icónicas imágenes de indios a caballo junto a sus tipis enfrentados a un ejército de tanquetas amenazando desalojarlos crearon tal presión sobre el gobierno de Obama que éste canceló el permiso a finales de 2016. Trump tardó apenas días en firmar sendas órdenes ejecutivas revirtiendo estas decisiones.

Las nuevas medidas impuestas por el Ejecutivo no dejan a salvo ni los Parques Nacionales ni las reservas tribales

Otra medida emblemática de la política climática de Obama fue cancelar las prospecciones petrolíferas en el Ártico hasta 2018. El nuevo ministro del Interior, Ryan Zinke, que por añadidura tiene conexiones con una empresa relacionada con los oleoductos, ya se ha comprometido a revisar esta prohibición. Zinke está a favor de permitir operaciones de minería y de perforación de pozos de petróleo y gas en terrenos públicos al considerarlas esenciales para la economía y el empleo. Trump ha abierto en general la veda a la perforación en busca de petróleo en todos los terrenos federales, que abarcan más de 200 millones de hectáreas entre el Ártico y la frontera con México. La apuesta no deja a salvo ni Parques Nacionales ni reservas tribales. La producción de petróleo en tierras del gobierno representaba en 2010 una tercera parte del total de petróleo producido en Estados Unidos. Al final de la era Obama había caído a una quinta parte, pero es predecible que esta situación se revierta a partir de ahora. Es esperable asimismo que Trump tome algún tipo de medidas para asegurar que la Comisión Federal Reguladora de la Energía apruebe de forma más expeditiva nuevos proyectos de terminales de exportación de Gas Natural Licuado.

Durante la campaña electoral, Trump amenazó reiteradamente con desmantelar la EPA y reducirla a meros retazos. Elegir a Scott Pruitt para dirigirla es su forma de comenzar a hacerlo. La EPA es solo una pieza en su afán por adelgazar el aparato administrativo del Estado, y en este sentido no es una excepción: Trump, rodeado de los principales líderes de las mayores corporaciones del país, anunció la orden que había dado a todas las agencias federales exigiéndoles identificar todas las normativas que sean susceptibles de ser eliminadas. Pero el ensañamiento con la EPA parece especialmente incisivo. Trump ha ordenado congelar cualquier nueva investigación de la agencia y ha impuesto la obligación de llevar a cabo un escrutinio político de cualquier nuevo dato o estudio de la EPA antes de autorizar su publicación.

Mientras Trump ha anunciado un aumento del gasto militar en un 10% este año, los planes de Trump para la EPA pasan por reducir su presupuesto anual de 8.200 millones de dólares a 6.100 millones. Este recorte se traducirá en una reducción del 44% de los fondos que la Agencia destina a ayudar a los Estados a tareas fundamentales de protección. Hay 38 programas que serán eliminados completamente como el de descontaminación de lugares industriales, el control del radón o la investigación climática. El plan incluye una rebaja de la plantilla de 15.000 a 12.000 en el primer año. Se adivina una relación tensa entre el nuevo director y los trabajadores, que ya observan aterrados lo que se les viene encima. El jefe del departamento de justicia ambiental, acaba de anunciar su dimisión.

El tímido legado medioambiental de Obama implicó que EE.UU. reconocía su parte de culpa en el cambio climático

Es más que previsible que la EPA tenga a partir de ahora las manos atadas para tareas tan esenciales como el control de las emisiones y los vertidos. La EPA parece camino así de dejar de ser una Agencia de Protección Ambiental para convertirse en una Agencia en Defensa de las Corporaciones. Eso si se mantiene en pie, porque los republicanos ya han introducido una propuesta de ley en el Congreso para eliminar la agencia totalmente en 2018.

No cabe duda de que Trump no ha tardado ni cinco minutos en desmontar el ya de por si magro legado ambiental y climático de Obama. Las tímidas iniciativas emprendidas por el anterior presidente para regular el fracking, limitar el carbón o fomentar las renovables eran vistas por algunos como el comienzo de una nueva era; un punto de inflexión en el panorama energético que además implicaba finalmente un reconocimiento de su responsabilidad en el cambio climático, un asunto en el que hasta entonces EE.UU. se había puesto de perfil. Lejos de volver a ponerse de perfil, Trump va de frente sacando pecho de su negacionismo. En lo tocante a protección ambiental, más que la nave presidencial parece pilotar una apisonadora.



Comienza la guerra contra los plásticos en los mares


En tres entradas anteriores [1, 2, 3, 4], me he ocupado del deterioro de la calidad de las aguas de océanos y mares, convertidos en inmundas cloacas a las que arrojamos todos nuestros desperdicios. Algo parece estar mejorando, al menos en nuestras costas. Un informe de la Universidad de Deusto revela que el menor consumo de bolsas de plástico ha tenido un impacto directo en la reducción de bolsas desechadas en playas y riberas.
Cerca del 90 por ciento de toda la basura que flota en los océanos es plástico. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calcula que más de 8 millones de toneladas de plásticos terminan en el mar cada año, esto es, el equivalente a tirar un camión entero de plásticos cada minuto. En la próxima década nuestros océanos tendrán alrededor de 1 kilo de plástico por cada 3 kilogramos de pescado. A ese ritmo, en 2050 los océanos contendrán más plásticos que peces, y aproximadamente el 99 % de las aves marinas habrá ingerido plástico, según algunas estimaciones. Una realidad que supone una gran crisis silenciosa, aún desconocida, que amenaza gravemente las costas, la fauna y flora, y nuestra salud, porque está fuera de toda duda que parte de ese plástico termina en nuestra cadena alimenticia.
El PNUMA acaba de lanzar una campaña mundial para eliminar en 2022 las principales fuentes de basura en los océanos, entre las que predomina el plástico. La campaña #MaresLimpios (#CleanSeas), presentada en Bali el 23 de febrero durante la Cumbre Mundial del Océano, que usa el lema «¡Cambia la marea del plástico!», exhorta a los gobiernos a comprometerse con políticas para la reducción del plástico, pide a la industria minimizar los envases elaborados con este material y rediseñar sus productos y apela a los consumidores a que abandonen el hábito de usar y tirar productos plásticos «antes de que perjudique irreversiblemente a nuestros océanos».
Para poder alcanzar la meta marcada por el PNUMA, es vital conocer qué tipo de residuos y en qué cantidades se encuentran en nuestras playas y ríos, desde donde pasan al mar, y qué factores influyen su disminución o aumento. Por eso resulta muy interesante un informe de la Universidad de Deusto que revela que el menor consumo de bolsas de plástico ha tenido un impacto directo en la reducción de bolsas desechadas en playas y riberas. El informe contribuye a responder a algunas preguntas sobre cómo ha evolucionado la presencia de basuras en las playas y riberas españolas, y por qué.

El informe está basado en los datos sobre cerca de 50.000 kilogramos de basuras recogidas entre 2010 y 2015 por miles de voluntarios/as de la Asociación Ambiente Europeo (AAE) en cerca de 250 limpiezas, como parte del proyecto International Coastal Cleanup de Ocean Conservancy.
El estudio demuestra que existe una relación entre la caída del consumo de bolsas de plástico y la reducción de este residuo en las playas. «Estamos hablando de una reducción superior al 80% en el número de bolsas de plástico encontradas entre el año 2010 y el 2015 por metro lineal» dice Ricardo León, uno de los autores del estudio. Entre las conclusiones más relevantes cabe destacar que el cobro de las bolsas de plástico en muchos supermercados ha tenido un impacto directo positivo en la reducción de un 80% de este tipo de bolsas en las zonas playeras y ribereñas en las que hubo limpiezas. En cambio, el número de residuos relacionados con la agricultura intensiva y tuberías PVC está en aumento.
El informe da una de cal, para el País Vasco, y otra de arena, para la Región de Murcia. Teniendo en cuenta todas las basuras encontradas por cada metro lineal limpiado en cada lugar durante los cinco años, el Parque Regional Puntas de Calnegre-Cabo Cope, en Murcia, resulta el área de España con más basuras marinas encontradas: 22 residuos de todo tipo por metro lineal. En comparación, en las playas vascas se recogieron 0,53 residuos por metro lineal. ©Manuel Peinado Lorca

Clavelitos

Flor de Dianthus caryophyllus. Fuente.
Lo confieso: no me gustan nada los claveles reventones, esas flores estériles producidas por la mano del hombre que se venden por docenas en las floristerías de todo el mundo. Pero bueno, las plantas no tienen la culpa de lo que hacemos con ellas, y lo que yo quiero hacer ahora es un pequeño homenaje a los claveles silvestres de los que se han originado una legión de mutantes en mi opinión poco agraciados. 

Cuando hablamos de claveles nos referimos a cultivares del género Dianthus, un género de plantas perteneciente la familia Caryophyllaceae, nativo de Europa y Asia, con unas pocas especies que se encuentran en el norte de África, y una especie (D. repens) en la franja ártica de Norteamérica. Coloquialmente se conocen como claveles y clavelinas. El nombre Dianthus procede de las palabras griegas deos («dios») y anthos («flor»), la «flor de los dioses», como la llamó Teofrasto.

Los cultivares más vistosos que vemos hoy se originaron a partir de D. caryophyllus. Es difícil señalar el origen nativo de esta especie, porque se ha cultivado en toda Europa y Asia durante casi dos mil años. Sin embargo, se piensa que el clavel silvestre es nativo de una franja de la región Mediterránea que abarca Grecia e Italia. D. caryophyllus es una más de las 330 especies de claveles que se han descrito, cada una de ellas con su propia ecología y distribución. Algunas son herbáceas de pequeño tamaño y otras pequeñas matas que nunca alcanzan un gran tamaño.

Los claveles salvajes son más elegantes que sus congéneres cultivados. Son plantas de tamaño modesto que producen flores con cinco pétalos de márgenes serrados o finamente divididos que cuyo color oscila entre el blanco y el rosa. Las flores son proterándricas, lo que significa que las partes masculinas (los estambres) maduran y liberan el polen antes de que lo hagan las partes femeninas. Eso ayuda a reducir la endogamia. Los nectarios se localizan en la base de la flor, por lo que solamente algunos himenópteros y lepidópteros dotados de largas probóscides pueden actuar como polinizadores.

Cápsulas erectas de Dianthus, mostrando la apertura
apical por la que escaparán las semillas. Fuente.
Después de la polinización, los pétalos comienzan a producir etileno, lo que provoca el colapso casi completo de las flores en las siguientes 24 horas. Es un proceso de ahorro energético: ¿Para qué desperdiciar energía en costosas piezas florales cuando ahora los esfuerzos energéticos deben ser dirigidos a la producción de semillas? Al madurar, el fruto, que es una cápsula seca se rompe en la parte superior y abre una puerta a las semillas. Como está situado en el extremo del tallo, que es extremadamente flexible, hay una combinación entre la dispersión balística y la diseminación de las semillas por el viento. A medida que la cápsula se balancea de un lado a otro con la brisa, las diminutas semillas son lanzadas desde la cápsula como la metralla desde una catapulta.

Los mutantes de pétalos múltiples que se han seleccionado artificialmente apenas funcionan como plantas reproductoras. En la naturaleza, los claveles son perennes y producen de una a seis flores por temporada y cientos de semillas. Como lo que se busca en floristería es la apariencia y la renovación constante, los claveles cultivados son plantas de una sola temporada. Además, la duplicación de pétalos impide que los insectos puedan llegar al interior para obtener el polen o el néctar. Como consecuencia, las flores se quedan sin polinizar. ©Manuel Peinado Lorca

Quienes deseen profundizar en el conocimiento del género Dianthus, pueden pinchar en este enlace.

Gracias a los patos

Macho de ánade real, Anas platyrhynchos. Fuente
Investigaciones recientes sugieren que ciertas especies de patos son cruciales para mantener la fitodiversidad de los humedales en paisajes altamente fragmentados. Año tras año, los humedales se están quedando cada vez más aislados. A medida que se transforman más tierras para uso agrícola, la capacidad de dispersión de las plantas se complica un poco más. Afortunadamente, muchas plantas utilizan a los animales para que les hagan el trabajo de llevar las semillas de uno a otro lado, un proceso conocido como zoocoria. Las semillas pueden fijarse a las pieles o a las plumas y otras muchas son capaces de atravesar indemnes el tracto digestivo de los animales que las ingieren para luego depositarlas con los excrementos, que son un abono excelente para las semillas en germinación.  Las ventajas aumentan cuando se tienen en cuenta que los animales pueden recorrer grandes distancias. Para las plantas de los humedales, los movimientos diarios de los patos parecen ser primordiales para su supervivencia.

Mediante el seguimiento de los movimientos diarios de los ánades reales, un equipo de investigadores de la Universidad de Utretch ha sido capaz de cuantificar la importancia de los ánades reales (Anas platyrhynchos) en la dispersión de las semillas de muchos hidrófitos. Lo que han descubierto es sorprendente. En otoño e invierno, en la dieta de los ánades reales abundan las semillas. Muchas de las semillas ingeridas no son digeridas, y recorren sin ningún problema el aparato digestivo de los patos. Además, los ánades reales son capaces de recorrer grandes distancias cada día para buscar alimento. Al caer la tarde, emprenden el vuelo de regreso a sus lugares de origen. 

El equipo de investigación ha demostrado que los movimientos de las anátidas cubren distancias aún mayores en paisajes muy fragmentados. Son esas migraciones diarias las que están desempeñando un papel importante en el mantenimiento de la diversidad de plantas entre humedales muy alejados. El proceso es especialmente importante para los humedales que funcionan como lugares de reposo. Mientras que los patos silvestres distribuyen alrededor del 7% de las semillas que ingieren en los sitios de forrajeo, ese número sube al 34% en los lugares de reposo. 

Es probable que, sin los ánades reales y otras aves acuáticas, los humedales serían mucho menos diversos debido a su cada vez más acusado aislamiento. Sin embargo, no todas las semillas se dispersan por igual. Las semillas pequeñas son mucho más propensas a pasar a través del intestino de un pato, lo que significa que sólo una parte de las especies de plantas que crecen en estos hábitats están recibiendo ayuda. Sin embargo, la importancia de estas aves no puede pasarse por alto. La próxima vez que vea un ánade real, dele las gracias por mantener la diversidad de las plantas de los humedales. ©Manuel Peinado Lorca 

miércoles, 22 de marzo de 2017

Suprimir el impuesto de sucesiones es de tontos (salvo que seas millonario, claro)

Firmas contra el impuesto de sucesiones y donaciones
recopiladas por el PP andaluz. Fuente.
Empeñado en desgastar a Susana Díaz a cualquier precio, el Partido Popular de Andalucía está embarcado en una campaña demagógica que aboga por la supresión del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones (ISD) con el brillante argumento de que «Susana es una ladrona que se queda con el dinero de los andaluces». Resulta difícil pasear por Granada (y supongo que por otras ciudades andaluzas) sin que te asalte una señora o un joven con toda la pinta de haberse gastado la paga en un tubo de gomina solicitando que firmes contra la “ladrona”. 

En las mesas de recogida de firmas lucen carteles entre los que puedo leer "abuelo, que no te quiten tu herencia" [el pronombre debería ser "me", dicho sea de paso] o que Andalucía es el único territorio en donde se utiliza "para robar" a la gente. Algo sorprendente si se tiene en cuenta que este impuesto es centenario, que existe desde hace muchos años en los países más avanzados del mundo y que siempre se ha considerado como uno de los instrumentos más efectivos de la historia para luchar contra los privilegios de cuna y para hacer que las sociedades sean más equitativas y las economías más eficientes. De hecho, el propio PP ha realizado varias reformas fiscales con mayoría absoluta y, a pesar de que podría haberlo eliminado o modificado, lo ha mantenido siempre.

Ante semejantes argumentos decidí que era mejor buscar una cuña de la misma madera (de la Agencia Tributaria, no del PP) y acudí a beber en la fuente que mana de los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), quienes han sacado una nota de prensa confirmando lo que cualquiera que no sea lelo intuye: que las gallinas que entran las compensan las que salen, que diría José Mota. O, lo que es lo mismo, que los principales beneficiarios de la supresión del ISD sería el 0,7% de los contribuyentes con mayor renta, y que los principales perjudicados seríamos usted y yo, esto es, el 72,4% de los contribuyentes que ingresamos entre 6.000 y 60.000 euros al año, que tendríamos que compensar la pérdida de recaudación. 

Como el Estado recauda cada año 2.736 millones de euros con el ISD, lo que representa el 0,3% del PIB, su supresión implicaría un aumento de la escala autonómica del IRPF y del Impuesto sobre el Patrimonio para compensar a las comunidades autónomas. 

¿Quiénes serán los grandes beneficiarios? Los futuros herederos de las 181.778 mayores fortunas del país, que recibirán una herencia de 559.788 millones de euros netos, sin deudas. Lo que representa un caudal hereditario medio de algo más de 3 millones. Estos herederos ingresan una media de 103.626 euros anuales y entre ellos destaca un exclusivo grupo de potentados formado por 5.394 personas que obtienen ingresos superiores a 600.000 euros.

Para Gestha, como para cualquiera que tenga dos dedos de frente, sustituir el iISD por el IRPF y el IBI «sería tanto como aceptar que buena parte de las ventajas fiscales de los herederos de las grandes fortunas las paguen las personas de clase media que sean propietarias de uno o dos inmuebles, como el 77,7% de los españoles que poseen una vivienda o una vivienda y un garaje».

Quienes tengan alguna duda, que lean este excelente artículo del catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, Juan Torres. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Huitlacoche: el horroroso manjar de los dioses

Los hongos del huitlacoche son parásitos del maíz que invaden la mazorca y la deforman,
mientras más crezca el hongo, menos crece la mazorca.
México es el único país del mundo con cocina precolombina y un paraíso en todos los productos que más se valoran en el mundo occidental. Poco a poco, un hongo parásito, el huitlacoche, ha dejado de ser considerado una plaga para convertirse en el ingrediente clave de algunos sofisticados restaurantes en Estados Unidos, donde quienes pueden pagarlo lo comparan con las codiciadas trufas negras.
Aunque los humanos estamos hechos de alrededor de 250.000 proteínas distintas, esas proteínas están compuestas por solo veinte aminoácidos, a los que podemos comparar metafóricamente con “bloques de construcción" del cuerpo. Las sustancias proteicas construidas gracias a estos aminoácidos forman los músculos, tendones, órganos, glándulas, las uñas y el pelo, a lo que debe unirse que realizan un sinfín de funciones metabólicas que sería prolijo enumerar, pero de las que dependen el crecimiento, la reparación y el mantenimiento de todas las células. Después del agua, las proteínas constituyen la mayor parte del peso de nuestro cuerpo.
Existen dos tipos principales de aminoácidos según su procedencia y características: aminoácidos esenciales y aminoácidos no esenciales. Los primeros, nueve en total, se obtienen de los alimentos, mientras que los once restantes los fabrica nuestro organismo a partir de otras fuentes. Eso significa que nuestra dieta tiene que incorporar nueve aminoácidos mediante la ingestión de alimentos ricos en proteínas que los contengan. Nuestro organismo descompone las proteínas de huevos, pescado y carne para obtener los aminoácidos esenciales y formar con ellos nuevas proteínas.
Como es bien sabido, las grandes civilizaciones se han basado en el consumo de algún tipo de cereal, bien sea trigo, cebada o centeno, fuentes de alimento de las civilizaciones indoeuropeas, el arroz, base de las culturas asiática, y el maíz, que sustentó a las grandes civilizaciones suramericanas.
El maíz es oro puro. Durante milenios ha sido el alimento básico de casi toda Latinoamérica a la que suministra carbohidratos, vitaminas y fibras. Pero como nadie es perfecto, al maíz le faltan dos elementos cruciales para la nutrición: los aminoácidos esenciales lisina y triptófano, una carencia que no es moco de pavo. La lisina garantiza la absorción adecuada de calcio y mantiene un equilibrio adecuado de nitrógeno. Además, ayuda a formar el colágeno que constituye los cartílagos y el tejido conectivo. Por si eso fuera poco, la lisina también ayuda a la producción de anticuerpos que tienen la capacidad de luchar contra el herpes labial y los brotes de herpes, y de reducir los niveles elevados de triglicéridos en el suero sanguíneo.
Por su parte, el triptófano es un relajante natural, ayuda a aliviar el insomnio induciendo el sueño normal, reduce la ansiedad y la depresión y estabiliza el estado de ánimo, aumenta la liberación de hormonas de crecimiento, controla la hiperactividad en los niños, ayuda en el tratamiento de la migraña y a que el sistema inmunológico funcione correctamente. Si su dieta no incluye triptófano, prepárese a engordar porque ayuda en el control de peso mediante la reducción del apetito.
Para sobrevivir, aún sin estar conscientes de lo que estábamos haciendo, los seres humanos hemos ido mezclando cuidadosamente lo que comemos para compensar carencias que, tarde o temprano, se manifiestan en enfermedades sistémicas. En México, los aztecas encontraron una ingeniosa manera de hacerlo deleitándose con un extraño manjar, cuya vista –si usted no es nativo o no está en el ajo- resulta repelente.
Es maíz enfermo, al que llaman huitlacoche o cuitlacoche, que, aunque haya sido descrito como "la comida de los dioses", parece algo repugnante inventado para una película de horror. Cuando pelas las hinchadas mazorcas de maíz infestado por un hongo patógeno, Ustilago maydis, que afecta a las plantas de maíz en todo el mundo, te encuentras con unas deformidades tumorales francamente repulsivas.
En español se le llama “carbón del maíz”, en francés “charbon du maïs”, en Estados Unidos “Devil’s corn” y en Inglaterra “corn smuthace”; pero hablen el idioma que hablen, su aparición en cualquier cultivo ha provocado tradicionalmente el terror de los agricultores que desenfundan sus armas químicas y la emprenden a gorrazos contra el temible invasor que puede destruir las cosechas. Como hacen casi todos los hongos, el carbón del maíz se propaga por una espora microscópica que viaja con el viento y que es tan modesta como eficaz: una sola puede infectar todo un cultivo. Cuando germina, llega a la mazorca y afecta a cada grano, a los que transforma en tumores inflamados.
Tan agresivo y temible resulta que en muchos sitios optan por incendiar la plantación antes de que sea demasiado tarde.  En todos sitios… salvo en México, el único lugar del mundo en el que los campesinos se ponen locos de contento cuando se encuentran las mazorcas atacadas por la tumoración a la que llaman huitlacoche. ¿Por qué? Porque el huitlacoche, que solía ser un alimento de méndigos y rancheros pobres, es una exquisitez que se sirve en los mejores restaurantes y que cuesta en el mercado muchísimo más que el sano.
Cuando lo vi por primera vez en un mercado de Oaxaca, seguí el consejo del vendedor. Cerré los ojos y olfateé fuertemente la mazorca enferma: Un aroma maravilloso a tierra mojada después de una tormenta inundó mis sentidos. Luego, en un restaurante, lo comí acompañado con tortillas de maíz y disfruté de un sabor exquisito a producto fresco y natural, superior al de las mejores trufas (otro hongo con aspecto de tumor). El sabor es una mezcla entre trufas negras con setas shiitakes y boletos, pero con un sabor ahumado más intenso.
Y ahora volvamos al principio. Ni el maíz sano ni el enfermo nos dan por sí solos los nueve aminoácidos esenciales. Pero, juntos, las tortillas de maíz y el huitlacoche son el matrimonio perfecto: recibimos todo lo que necesitamos en un sólo plato. La tradición mexicana de comerse el maíz que otros desprecian junto con el que todos consumen es, nutricionalmente, una idea brillante digna del perfecto nutricionista.
El huitlacoche también está muy rico
en las tradicionales quesadillas. Fuente.
Pero los mexicanos no son los únicos en haber encontrado combinaciones que proveen los nueve aminoácidos esenciales. Los británicos lo hacen con las tradicionales alubias con tostada; los indios, con su arroz con dal (legumbres peladas); los españoles combinando un poco de todo en potajes, cocidos y paellas, y los italianos con su “pasta e fagioli”. En todos los casos, esas mezclas significan comer harinas con legumbres para reunir en una sola ración los nueve aminoácidos esenciales.
Como el que no quiere la cosa, en todo el planeta hemos inventado combinaciones de legumbres y cereales para que nos suministren todos los aminoácidos que necesitamos desesperadamente. Instintivamente, nos hemos convertido en expertos nutricionistas y sin dar tanto la vara como gastrónomos y cocineros, pretenciosos fogoneros que intentan elevar la ciencia infusa al divino arte de la música.

sábado, 18 de marzo de 2017

Viajando a toda leche o a qué velocidad se mueve la Tierra

En una entrada anterior comparé a la Tierra con un vehículo que se mueve a toda velocidad por una pista repleta de peatones insensatos que la cruzan por cualquier sitio. Vehículo a toda velocidad ¿pero a qué velocidad?
Antes de empezar, hagamos un pequeño homenaje a Albert Einstein y a su teoría de la relatividad. Las respuestas a las preguntas sobre a qué velocidad se mueve cualquier cosa -la Tierra es una “cosa” grande, pero no deja de ser una cosa- son inútiles a menos que se añada en relación con qué. Sin un sistema de referencia, no se puede responder con precisión.
Empecemos con el movimiento de rotación, esto es, el que realiza la superficie de la Tierra respecto del centro del planeta. La Tierra da una vuelta compIeta sobre si misma cada 23 horas, 56 minutos y 4,0905 5 segundos, y tiene una circunferencia de 40.075 kilómetros. Por tanto, la superficie de la Tierra en el ecuador se mueve a una velocidad de 460 metros por segundo, unos 1700 kilómetros por hora, más del doble de la velocidad de crucero de un avión de pasajeros.
En la infancia aprendimos que la Tierra gira alrededor del Sol en una órbita casi circular. Lo que no quedaba tan claro es la velocidad con la que se movía, que es unas 65 veces más rápida que la de rotación: la Tierra cubre ese recorrido a una velocidad de casi 30 kilómetros por segundo, más de 100.000 kilómetros por hora. Además, el sistema solar (incluida la Tierra y todo lo que contiene) orbita alrededor del centro de la Vía Láctea a unos 220 kilómetros por segundo (800.000 kilómetros por hora). A medida que se consideran escalas espaciales mayores, las velocidades –como la Ciencia- avanzan que es una barbaridad.
Las galaxias de nuestros alrededores también se precipitan a una velocidad de casi 1000 kilómetros por segundo hacia una estructura llamada el Gran Atractor, una anomalía gravitatoria, del espacio intergaláctico, en el centro del supercúmulo de Virgo, que arrastra las galaxias a lo largo de una región de millones de años luz. No puede decirse que el Gran Atractor esté precisamente a la vuelta de la esquina: dista de nosotros unos 150 millones de años-luz (un año-luz equivale a 10 billones de kilómetros). Este Gran Atractor, con una masa de 100.000 millones de veces la del Sol y una extensión de 500 millones de años-luz, está compuesto tanto por materia visible que se puede observar como por la denominada materia oscura, que no se ve.
Cada uno de los movimientos que acabo de citar están en relación con alguna estructura. Nuestro movimiento de traslación está en relación con el Sol, mientras que el desplazamiento de las galaxias se da en relación con el Gran Atractor. Y este, ¿con respecto a quién lo hace? ¿Existe algún marco de referencia que permita definir en relación con él el movimiento de todas las cosas?
En este caso, como la respuesta no está en el viento (sideral), hubo que buscarla con el método habitual: enviando un satélite a ver qué encontraba. En 1989 la NASA (como no podía ser menos) puso en órbita el satélite COBE (Cosmic Background Explorer) o Explorador del Fondo Cósmico.
Fuente
En 1989 se situó el satélite COBE en órbita alrededor de la Tierra (que sería la referencia) para medir el debilitadísimo eco de radiación que dejó el nacimiento del universo. Esta radiación, la que queda de aquella bola de fuego primordial con una temperatura y densidad inmensas que fue el Big Bang, se conoce como radiación cósmica de fondo de microondas (RCF). Uno de los descubrimientos del COBE fue que la Tierra se mueve con respecto a esta RCF a una velocidad y en una dirección bien definidas. Como la RCF impregna todo el espacio, al fin podemos responder por completo la pregunta inicial si se toma como referencia este fondo de radiación.
La Tierra se mueve con respecto a la RCF a una velocidad de 390 kilómetros por segundo. ¿Y qué? Es más interesante alzar la mirada al firmamento nocturno y buscar la constelación de Leo. La Tierra se desplaza hacia Leo a la vertiginosa velocidad de 390 kilómetros por segundo. Pero no se preocupen, la estrella de Leo más cercana, Denébola, está a 36 millones de años luz. ¡Afortunadamente no chocaremos contra nada durante el intervalo temporal de nuestras vidas! ©Manuel Peinado Lorca

Apriétense el cinturón

Esquema del cinturón de asteroides. Fuente.
En mi entrada anterior comenté la bajísima probabilidad de que un meteorito impactara con un avión comercial haciéndolo estallar. Ahora mire la figura adjunta y observe ese anillo que se sitúa entre las órbitas de Marte y Júpiter. Es el cinturón de asteroides. Alberga multitud de objetos de formas irregulares, denominados asteroides, y al planeta enano Ceres. Denso, ¿verdad? Ese sí parece un lugar peligroso para atravesarlo con una nave espacial. Trataré de explicar por qué navegar en ese lugar del espacio es tan seguro como volar una cometa en una apacible tarde de primavera.
En otra entrada comenté que el primer día de 1801 el astrónomo napolitano Giuseppe Piazzi descubrió el primer asteroide conocido, al que bautizó con el nombre de Ceres. Ceres es uno de los cinco objetos de mayor masa del cinturón de asteroides. Completan el quinteto Palas, Vesta, Higia y Juno. Ceres, el más masivo de todos, tiene un diámetro de 950 km y una masa del doble que Palas y Vesta juntos. Pero la mayoría de cuerpos que componen el cinturón son mucho más pequeños, del tamaño de pelotas y guijarros. Pero a primera vista asustan, entre otras cosas porque un simple pedrusco le bastó al pequeño David para abatir al gigante Goliat. Así que, ¿es seguro o no cruzar el cinturón?
La primera vez que se programó que una sonda espacial lo cruzara, algunos científicos estaban seriamente preocupados ante la posibilidad de que la nave tuviera que surcar un espacio poblado por tal densidad de objetos. El primer paso a través del cinturón de asteroides se produjo a comienzos de la década de 1970, cuando las naves Pioneer 10 y Pioneer 11 viajaron más allá de Júpiter. El número de objetos en el cinturón aumenta mucho a medida que decrece el tamaño, pero, aun así, las Pioneer sólo recibieron contados impactos de cuerpos micrométricos durante su paso, muchos menos que los mosquitos que impactan en el parabrisas de su coche durante cualquier viaje.
Giuseppe Piazzi, descubridor de Ceres,
el objeto más grande y masivo del cinturón de asteroides
. Fuente.
El peligro no estriba en chocar contra un objeto de grandes dimensiones. De hecho, se trata de un riesgo minúsculo porque entre Marte y Júpiter media una cantidad inmensa de espacio y porque, en relación, los objetos que pululan por él son minúsculos. Aunque hubiera un millón no ya de asteroides pequeños sino de planetoides con diámetros superiores a un kilómetro, la probabilidad de que una nave se topara con uno en el cinturón de asteroides seguiría siendo insignificante.
A comienzos de la década de 1990 la NASA quería que la nave Galileo se encontrara con un asteroide cuando atravesara el cinturón en su viaje hacia Júpiter. No resultó fácil localizar algún objeto que se pusiera a tiro de la ruta de la Galileo. Para alcanzar ese cuerpo hubo que modificar expresamente la trayectoria de la sonda espacial, pero gracias a ello se consiguieron las primeras imágenes cercanas de un asteroide, el bautizado como Gaspra.
Puede decirse que el cinturón de asteroides está en realidad más vacío de lo que nos gustaría. Si el cinturón albergara 100.000 planetoides, y la cantidad real se estima en unas diez veces menos, la separación media entre ellos rondaría los cinco millones de kilómetros, casi doce veces la distancia que separa a la Tierra de la Luna. Si, como el Principito en la Luna, nos encontráramos en uno de esos planetoides y miráramos hacia arriba, no veríamos un cielo repleto de rocas, sino que nuestros vecinos se revelarían tan pequeños que haría falta mucha suerte para ver siquiera uno, y no digamos ya cientos.
Esquema de la Pioneer X. Fuente
Sin embargo, esto no significa que un planeta grande como la Tierra no cuente con una probabilidad apreciable de recibir un impacto a lo largo de un periodo dilatado de tiempo. El riesgo procede de los fragmentos que dejan las colisiones entre miembros del propio cinturón; tras fragmentarse, algunos de los pedazos adoptan trayectorias dirigidas hacia la Tierra debido al influjo gravitatorio de Júpiter. La probabilidad de que la Tierra choque con un objeto de un tamaño aproximado de un kilómetro es de una entre 5.000 en el transcurso de una vida humana.
Hace 65 millones de años, un asteroide de unos doce kilómetros de diámetro chocó contra la Tierra y exterminó a cerca del 90% de los animales, entre ellos los dinosaurios. Esos impactos catastróficos constituyen acontecimientos muy raros, pero la probabilidad aumenta con objetos menores. Un objeto de un kilómetro de anchura es lo bastante grande como para causar una catástrofe mundial debido a la enorme cantidad de energía que liberaría en el impacto: al menos un millón de veces la potencia de la bomba arrojada sobre Hiroshima en 1945. ©Manuel Peinado Lorca