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viernes, 17 de enero de 2025

MÁS ALLÁ DEL SÍNDROME DE HUBRIS: LOS PEDOS DE ADOLF HITLER

Se atribuye erróneamente al ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, la frase “Cuando oigo la palabra ‘cultura’, echo mano a mi pistola”. De hecho, tal afirmación sí procede de otro autor nacionalsocialista, Hanns Johst, pero la usa en su más famosa obra de teatro, Schlageter, precisamente para ridiculizarla. Aunque nos resultaría tranquilizador pensar que los nazis eran unos brutotes que oponían las pistolas a lo cultural (pues bastaría entonces con ilustrar a la población para prevenirnos de los riesgos totalitarios), lo cierto es que distaban mucho de serlo.

No solo proliferaba entre ellos el gusto (a veces obsesivo) por la más refinada cultura, sino que se habían dado ya cuenta de la enorme importancia que tiene esta para hacer política hoy día. Como Gramsci y como Stalin.

Durante demasiado tiempo se ha presentado a los nazis como poco más que psicópatas o criminales. En un libro que acaba de publicarse en castellano —Gente de Hitler. Ed. Crítica, 2024—, Richard J. Evans —una de las autoridades más destacadas del mundo sobre el Tercer Reich— se sirve de una gran cantidad de nuevas pruebas recientemente desenterradas para quitar el barniz de mito y leyenda de los rostros del Tercer Reich y presentar una visión más realista de los perpetradores nazis como seres humanos que eran inquietantemente parecidos a nosotros.

Margaret Thatcher, John F. Kennedy, Tony Blair o Adolf Hitler son algunos de los líderes políticos que en 2008 el médico y miembro de la cámara de los Lores y excanciller británico David Owen estudió desde el punto de vista neurológico. Todos compartían varios rasgos en común que detonaban en un mismo concepto: la adicción al poder o el síndrome de Hubris, una definición que acuñó en su libro En el poder y en la enfermedad (edición en castellano de Siruela, 2011).

La etimología del nombre Hubris nos lleva hasta un concepto griego que significa “desmesura”, lo opuesto a la sobriedad y a la moderación. Las personas con este síndrome presentan un ego desmedido, arrogancia y narcicismo. De hecho, los estudios de Owen mostraron que, cuanto mayor poder tiene y ejerce esa persona, más propenso es a continuar e intensificar el síndrome.

El origen puede encontrarse en una excesiva seguridad y confianza en uno mismo, que termina pervirtiéndose en soberbia, prepotencia y en falta de humildad. Aunque este cambio de la personalidad no orgánica suele darse después de haber alcanzado un poder considerable o un éxito abrumador, las personas modestas, abiertas a la crítica o con un sentido del humor desarrollado tienden menos a desarrollar el síndrome de Hubris.


El síndrome de Hubris no es una enfermedad, sino más bien un subtipo del trastorno narcisista de la personalidad que desarrollan grandes políticos y otras personas poderosas. Son mandatarios con inclinación a la grandiosidad, con aspiraciones casi mesiánicas y con una intensa incapacidad para escuchar, que, junto con la obsesión por la autoimagen, acaba por generar una desconexión con la realidad.

Adolf Hitler no estaba loco, pero la flatulencia que padecía seguro que no le ayudó mucho a tomar decisiones correctas. Según algunos informes médicos, se autoenvenenó tomando preparados farmacológicos para combatir los gases que contenían estricnina y atropina.

El doctor Theo Morell, un dermatólogo que había cobrado una buena reputación social por tratar a famosos con enfermedades sexuales, siempre con discreción y unas maneras muy obsequiosas, no era ningún charlatán, aunque hubo rumores de lo contrario. Uno de sus pacientes —Heinrich Hoffmann, el fotógrafo personal de Hitler— se lo presentó al líder nazi y ambos congeniaron enseguida. Al poco tiempo trató a Hitler de una diversidad de dolencias y le proporcionó medicamentos de diversa índole, incluidos estimulantes y afrodisíacos (por lo general, antes de que Hitler fuera a pasar la noche con Eva Braun).

Con el paso del tiempo, ya convertido en su médico personal, Morell acabó por recetarle al dictador una serie muy larga y diversa de medicamentos. Las notas —minuciosas y del todo creíbles— del cuaderno médico que Morell redactaba para evitar que se le juzgara responsable en el caso de que Hitler falleciera, muestran que la medicación que eligió era convencional, aunque se aseguró de que la produjeran empresas en las que tenía intereses económicos directos.

El doctor Theodor Morell con Hitler. Está señalado con una flecha y situado detrás de Martin Bormann y Nicolaus von Below (Wolfsschanze, 1940). Foto

No obstante, ni Morell ni ninguno de sus otros médicos lograron detener o siquiera ralentizar los efectos de la enfermedad de Parkinson, que hacía cierto tiempo que Hitler sufría; entre ellos, un temblor perceptible en la mano izquierda, que ya había llamado la atención de algunos observadores en 1941, cuando empezó a manifestarse en su pierna derecha, junto con unos andares cada vez más arrastrados y una creciente rigidez muscular en la cara. Diversos electrocardiogramas mostraron un endurecimiento paulatino de las arterias; el pelo se le volvió cano.

El atentado con bomba de julio de 1944 también hizo mella en su salud. A principios de 1945, según información posterior de Albert Speer, «se había marchitado como un anciano. Le temblaban las articulaciones; caminaba encogido y arrastraba los pies. Incluso la voz empezó a vacilar y perdió su antigua habilidad magistral: la fuerza dio paso a una manera de hablar dubitativa y falta de energía». Aunque estaba a mediados de los cincuenta, las fotografías de la época lo muestran encorvado.

Según su biógrafo John Toland (Adolf Hitler: The Definitive Biography. Knopf Doubleday Publishing Group), por la amistad que había surgido entre Frau Morell y Eva Braun, Hitler incorporó a Morell como su médico personal y confió tanto en el que por primera vez desde sus días en el ejército, Hitler se desnudó para un examen físico completo, porque. en 1936, sus retortijones eran tan dolorosos que se ponía a gritar.

Morell diagnosticó los dolores y calambres en la región epigástrica como gastroduodenitis, para lo cual le recetó Mutaflor y Gallestol. La hinchazón y el exceso de gases también son síntomas comunes de la gastroduodenitis. Por eso, el Führer también sufría de meteorismo, pedos incontrolables, para el que Morell recetó las píldoras antigás del Dr. Köster.

Estas píldoras contenían estricnina y la atropina hacen que la gente se ponga muy nerviosa, y afectan al sueño y a la salud mental. Sin saber el poder de esos alcaloides, Morell instruyó a su paciente para que tomara de dos a cuatro en cada comida. Además, Morell complementó la dieta vegetariana de Hitler con grandes dosis de vitaminas, a menudo administrándolas por vía intravenosa junto con glucosa para obtener energía.

Entre unas cosas y otras, a principios de 1941, cuando Hitler ya había empezado la invasión de la Unión Soviética, tomaba entre 120 y 150 pastillas a la semana. Los cambios de humor de Hitler, la enfermedad de Parkinson, los síntomas gastrointestinales, los problemas de la piel y el deterioro constante hasta su suicidio en 1945 están documentados por observadores e historiadores confiables, y en los diarios de Morell.

Además de estricnina y atropina, los medicamentos extraños y poco ortodoxos que se le dieron a Hitler, a menudo por razones no reveladas, incluyen cocaína tópica, anfetaminas inyectadas, glucosa, testosterona, estradiol, corticosteroides, un preparado a base de un limpiador de armas, un extracto de vesículas seminales y numerosas vitaminas y "tónicos".

Nunca sabremos el rol que esta medicación tuvo en Hitler y sus acciones durante la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Cuando los efectos de las pastillas fueron evidentes, tan solo seis meses antes de que Hitler quedara tocado psicológicamente y se suicidara en su bunker, el doctor Morell fue despedido y salvó su vida por los pelos.

Irónicamente, según John Toland, la causa de la flatulencia de Hitler era la más evidente: su vegetarianismo.

jueves, 16 de enero de 2025

LA FLOR DE CRISTAL

Diphylleia grayi. Foto

Diphylleia grayi, la flor esqueleto, se vuelve transparente cuando se moja. La estructura esponjosa de sus células capta agua con avidez, lo que provoca que la luz no se disperse y la flor se vuelva transparente.

En el corazón sombrío de las selvas de Asia oriental y Japón, una planta singular, Diphylleia grayi, esconde una de las características que más han fascinado a los botánicos. Conocida como la “flor esqueleto”, esta planta no solo destaca por su delicada belleza, sino también por una propiedad que parece sacada de un cuento: cuando entra en contacto con el agua, sus pétalos se vuelven completamente transparentes.

Diphylleia grayi (familia Berberidaceae) es una herbácea perenne que prospera en lugares sombríos y húmedoscuyas pequeñas flores blancas con seis pétalos escotados crecen de mayo a julio en racimos debajo sus grandes hojas lobuladas. Surgiendo de la mitad de estas hojas hay un racimo o "cima" de hermosas flores blancas. Después de la polinización, la cima da paso a un racimo de bayas que gradualmente se vuelven de un tono azul intenso. Los pedicelos se vuelven de un tono rojo intenso. El conjunto crea una hermosa exhibición de frutos destinadas a atraer a las aves del bosque, los principales dispersores de semillas.

Diphylleia grayi. Yukiguni Botanical Garden. Foto

A sus típicas hojas que se disponen en pares opuestos para formar una especie de marquesina, alude su nombre genérico., que proviene del griego “di” y “phyllon”, que significa “dos-hojas". Su epíteto específico tiene un origen diferente. “Grayi” rinde homenaje a Samuel Frederick Gray, (1766-1828), un naturalista, botánico y farmacéutico británico, quien, además de hacer grandes contribuciones al estudio de las plantas, fue el padre de dos grandes naturalistas y zoólogos: John Edward Gray (1800-1875) y de George Robert Gray (1808-1872).

El enigma de la transparencia

Cuando llueve, los pétalos blancos pierden el color y se vuelven transparentes dejando visible la venación de los nervios de los pétalos. Las gotas de agua se adhieren a la estructura venosa hasta formar una especie de retícula que recuerda a una planta fantasmagórica sacada de las páginas de Alicia en el país de las maravillas.

Racimo de bayas de D. grayi. Foto

Lejos de ser mágico y mal que nos pese, el fenómeno obedece a la organización celular de las flores. Las células de los pétalos se organizan en una especie de formación esponjosa con el objetivo de retener y almacenar la máxima cantidad de agua posible. Cuando la flor está seca, sus células contienen el agua suficiente para mantener esa estructura esponjosa y, a la vez, dejar que la luz que incide en los pétalos se disperse, dando como como resultado una apariencia blanca y opaca.

Cuando llega la lluvia y los pétalos se mojan, absorben más agua. Al hacerlo, las células se expanden y se saturan de agua de forma más uniforme. Con este cambio estructural, cuando la luz pasa a través de los pétalos, incide en su mayor parte con agua, por lo que no se dispersa tanto y puede viajar de manera más directa y con menos obstáculos a través de las flores. Como resultado, los pétalos se vuelven transparentes y la reticulación interna se hace más visible, lo que, con imaginación, recuerda a una flor de cristal.

Por otro lado, se trata de una flor con un enorme simbolismo cultural. Debido a su capacidad para volverse transparente bajo la lluvia, en muchas de esas poblaciones asiáticas se la relaciona con la pureza y la belleza efímera. Además, esa “sensación de vida eterna” que le otorga su apariencia fantasmagórica hace que se consideren símbolo de la buena suerte en algunos lugares de Asia.

Diphylleia cymosa. Senda Porters, Smokie Mountains, Tennessee. Foto

En los Apalaches americanos crece la otra especie del género: Diphylleia cymosa. Hubo una época en la que Norteamérica y Asia estaban conectadas y compartían gran parte de su flora respectiva. Desde entonces, los movimientos tectónicos han aislado a estas poblaciones, lo que ha permitido suficiente tiempo para la diferenciación que condujo a las dos únicas especies que conocemos hoy. 

miércoles, 15 de enero de 2025

CUIDADOS MATERNALES: LA ASTUCIA DEL CURICA

 

Berberomeloe majalis sobre la mata Artemisia herba-alba

Lo primero y más sencillo para el cuidado de una cría es la búsqueda de un lugar seguro y apropiado para poner los huevos en el que los descendientes puedan criarse en condiciones adecuadas. Por ejemplo, cuando una abeja minera pone sus huevos en un nido que excava cerca de una hiedra, proporciona a las larvas la posibilidad de desarrollarse.

Pero no es el hambre el único peligro que amenaza la vida de cualquier retoño. Los huevos y las crías son golosinas muy apetecidas por muchos depredadores. Por eso, siguiendo su instinto, muchos animales buscan lugares recónditos para desovar, siempre y cuando la protección pueda conjugarse con las posteriores necesidades alimenticias de la cría. En muchos casos, como el de las abejas mineras de las hiedras, la madre no se preocupa más de los jóvenes después de haber depositado la puesta en lugar seguro. Los curicas o aceiteras siguen una estrategia similar.

El curica común (Berberomeloe majalis), también conocido como aceitera, carraleja, alcucilla o frailecillo, es una especie de coleóptero polífago que alcanza gran tamaño, a veces más de siete centímetros, lo que le convierte en uno de los escarabajos europeos de mayor tamaño.

Por su extraordinario abdomen alargado y fusiforme de color negro con bandas transversales anaranjadas o de color rojo sangre y sus élitros minúsculos, es muy fácil de reconocer, sobre todo la hembra. Es un animal huidizo, pero cuando se ve amenazado segrega cantaridina, una sustancia hemolinfática muy tóxica que provoca daños en la piel (irritación, erupciones...), y vómitos, diarrea y alteraciones en el aparato urinario en el caso de que sea ingerida (cosa, por otra parte, que no creo que se le ocurra a nadie medianamente racional).

Como muchos otros coleópteros vesicantes tiene un ciclo biológico complejo (hipermetamorfosis), durante el cual las larvas se alimentan de huevos y larvas de himenópteros (abejas y abejorros). Para conseguir su alimento, las larvas de los diferentes géneros de la familia de las aceiteras (familia Meloideae) se ajustan a dos estrategias diferentes.

Las larvas triungulinas (nombre que alude a las tres uñas que rematan sus seis patas) de Berberomeloe majalis buscan activamente los nidos que predarán moviéndose por el suelo. Su ciclo de vida se ajusta al de la Figura 1A. Las hembras hacen varias puestas de unos cientos de huevos cada vez, excavando una madriguera en el suelo. Al nacer, las larvas se desplazan en busca de los nidos de abejas solitarias.

Cuando una larva triungulina encuentra uno, devora la inerme larva de la abeja y sufre la primera metamorfosis para convertirse en el siguiente tipo larvario, que se alimenta de las reservas de miel del nido. Luego se desarrollan las otras dos larvas hasta que finalmente el adulto sale del nido y comienza un nuevo ciclo.

En cambio, la mayoría de los curicas, entre los que se cuenta el endemismo ibérico Physameloe corallifer, emplean una estrategia diferente. Sus larvas son foréticas: se dejan transportar hasta el nido de la abeja por el desdichado insecto que les servirá de hospedante (Figura 1B).

Cópula de Physameloe corallifer. Foto de Luis Fernández García

Las hembras hacen la puesta excavando en el suelo. Las larvas triungulinas salen a la superficie y trepan a algunas flores para esperar la llegada de una especie determinada de abeja (y solo de esa especie) que venga a recolectar polen. Cuando su confiada víctima se posa en la flor para libar, varias triungulinas se aferran a ella (para eso tiene las garras) y se dejan transportar hasta el nido por el avión viviente. Puede ocurrir que la abeja que llegue sea un zángano, en cuyo caso deben esperar a que se aparee con una hembra para que las triangulinas viajeras “trasborden”.

Cuando, de una forma u otra están sobre una abeja hembra fecundada (que no siente molestia alguna por la presencia del polizonte), y esta deposita su huevo en la celdilla que previamente había construido para criar, la voraz larva del curica, que esperaba la ocasión, salta, se come el huevo que había depositado la abeja, mientras esta, que no se ha percatado de lo sucedido, tapona la celdilla desde fuera, sellándola.

Entonces, una vez cómodamente instalada, la larva muda la piel y aparece en una forma completamente diferente: sin ojos, porque ya no los necesita en la oscura celda; sin las largas patas, que ahora serían completamente inútiles, y sin la esbelta forma del cuerpo, que ya no se adapta a la nueva forma de vida.

Figura 1. Ciclos de vida de dos especies de aceiteras. Ilustraciones de Laura Pérez Zarcos. 

Allí, en la celdilla sellada, vive tan ricamente ingiriendo el depósito de miel que la mamá abeja había depositado para su propia larva. Cuando se ha cebado totalmente, la larva intrusa vuelve a mudar la piel en verano y entra en un estado de letargo, en el que sigue siendo una larva sin patas, que todavía no es la crisálida. De esta forma pasa el invierno y espera hasta la siguiente primavera, cuando aparece una cuarta larva, similar a la segunda, que al poco se convierte en crisálida y, finalmente, en curica adulto.

Todo esto parece ser fabulosamente funcional, por lo menos desde el punto de vista de los curicas. El otro lado de la moneda consiste en que las pequeñas larvas que trepan a las flores no son zoólogos y no pueden distinguir una abeja de un moscardón o de otros insectos. Si se aferran a un inadecuado visitante no tienen suerte en su desarrollo posterior y se ven condenadas a morir de hambre.

Por eso, los curicas ibéricos, aunque ponen numerosos huevos por su grueso abdomen, continúan siendo escarabajos relativamente escasos. Los caminos demasiado toruosos pasan a menudo muy cerca del objetivo sin alcanzarlo.

domingo, 12 de enero de 2025

CÓMO SE ELABORAN LOS VINOS SIN ALCOHOL

 

En 2022 decidí dejar de consumir alcohol. Hasta entonces había sido consumidor habitual de cerveza y vino, fundamentalmente en las comidas. Licores, pocos, salvo en ocasiones especiales. Me costó algo de esfuerzo, pero nada comparable a cuando en 2004dejé de fumar.

Con la cerveza no he tenido problemas. Desde el primer momento empecé a consumir cerveza sin alcohol (en realidad, 0,0 que es la auténtica cerveza sin rastro de alcohol). Hay algunas cervezas tostadas con una textura y un sabor que tienen poco que envidiar (e incluso mejor) al de las cervezas convencionales que se encuentran normalmente en los supermercados. Si me hablan de las cervezas de pubs, artesanas y similares, entonces no hay color.

El vino es otra cosa. Hasta ahora en los supermercados a los que acudo habitualmente no había vinos cero/cero. Nada raro. Por fin, ayer encontré uno que, casualmente, es de la misma firma (Torres) de los vinos que consumía habitualmente. Compré una botella y esa misma noche me puse una copa.

No está mal, pero no es vino. Un vino sin alcohol es lo que es. Tampoco es un mosto, es mucho más, es un primo hermano de un vino que se ha desalcoholizado. Es el resultado de un proceso tecnológico que mantiene (hasta cierto punto) el carácter, los aromas y las texturas de un vino tradicional, del que se ha eliminado únicamente el alcohol.

¿Cómo se elabora un vino sin alcohol?

Impulsados por la demanda, en los últimos años se ha avanzado en la elaboración de estos vinos. Existen varios métodos para elaborar una bebida “sin”; el más obvio es elaborarlos directamente sin alcohol. Parece un engendro, pero, de hecho, algunas de las bebidas sucedáneas de ginebras, rones, güisquis, etc. se elaboran mediante infusión de aromas vegetales (ahora llamados pomposamente “botánicos”) en un líquido extractor no alcohólico, como el agua, al que se le confiere textura –el alcohol tiene textura– añadiéndole algo de glucosa, más o menos un gramo por cada 100 ml.

Para hacerte una idea, en una copa de gin-tonic usarás unos 30 ml de una bebida de este tipo, es decir 0,4 gramos de azúcar. Otra cosa es la tónica que añadas. El sabor amargo de la tónica da la impresión de que no tiene azúcar, pero nada más lejos de la realidad: al beber una lata de tónica (33 cc) nos estamos metiendo en el cuerpo 27 gramos de azúcar, teniendo en cuenta que según la OMS lo recomendable es consumir el 5% de la ingesta calórica diaria, es decir unos 25 gramos diarios.

Otra forma de quitar el alcohol empleada en el caso de algunas cervezas consiste en filtrar la bebida por una membrana de agujeritos microscópicos que separará líquidos –agua y alcohol– de sólidos (restos de malta y levadura). Los restos sólidos forman algo así como una pasta de cerveza deshidratada que, vuelta a mezclar con agua, se convierte en cerveza sin alcohol.

Para los vinos se usan otras soluciones basadas en provocar cambios de presión del jugo procedente de la fermentación alcohólica. Las bebidas alcohólicas están compuestas en un porcentaje muy alto de agua, que hierve y se evapora a 100 ºC, y por un porcentaje de alcohol (etanol), que también hierve y se evapora alrededor de los 75 ºC (el punto de ebullición exacto del alcohol etílico es de aproximadamente 78,37 °C). Esto significa que, a esta temperatura, las moléculas de alcohol adquieren suficiente energía para pasar al estado gaseoso.

Por lo tanto, calentando el jugo fermentado a 75 ºC quedaría libre de alcohol. El inconveniente es que a esta temperatura también se pierden muchas cualidades organolépticas, es decir, todas aquellas características físicas que pueden percibir los sentidos sin la ayuda de instrumentos de medición, como por ejemplo sabor, textura, olor o color.

El truco para evitarlo es que, como los líquidos disminuyen su punto de ebullición a medida que baja la presión, calentando un líquido a menor presión se evapora el alcohol y se respetan sus cualidades organolépticas.

Otra técnica, la más sofisticada, consiste en hacer pasar dos veces la bebida alcohólica por un alambique de columna sometido a baja presión. Primero se separan los aromas, que se almacenan en un depósito. Después se evaporará el alcohol –que se desechará o se comercializará para otros fines– del agua, y esta se mezclará de nuevo con los aromas.

Así se desalcoholizan los mejores vinos sin alcohol. Hablemos ahora de las propiedades nutricionales. En cuanto a kilocalorías (kc) no hay color. Una copa de vino normal contiene 75 kc/100 ml. Una de vino sin alcohol contiene 20 kc, es decir casi cuatro veces más. En cambio, este vino desalcoholizado tiene diez veces más carbohidratos: 3,8 g/100 ml que otro convencional 0,3 g.

Recordemos que el cuerpo descompone los carbohidratos en glucosa, lo que provoca un aumento de los niveles de azúcar en sangre. Pero pongamos las cosas en su justo contexto: una sola rebanada de pan blanco contiene una media de 13 gramos y otra de pan de trigo integral alrededor de 15 gramos., estos es, casi cuatro veces más que una copita de vino sin alcohol.

La mujer media necesita ingerir unas 2.000 calorías al día para mantener su peso y 1.500 calorías al día para perder medio kilo a la semana. Por su parte, el hombre medio necesita 2.500 calorías para mantenerse y 2.000 para perder medio kilo a la semana. 

Después de esta disertación cero/cero, no digo que desde ahora consuma vino sin alcohol todos los días, pero tiene su punto y es una alternativa más que aceptable. Quizá algún día brindemos todos con un vino desalcoholizado. Ahora bien, no es un producto comparable al vino con alcohol. O sea, que, si un invitado espera un vino, no le pongas uno desalcoholizado. Guárdalo para los “convencidos”.

LOS VIENTOS DE SANTA ANA Y LOS INCENDIOS DEL SUR DE CALIFORNIA

 

Los vientos de Santa Ana empujan el humo de los incendios de California hacia el Pacífico. Imagen de la NOAA de los incendios Thomas de 2017. En los de 2025 los focos son practicamente los mismos.

La primera vez que realicé trabajos de campo en Baja California, hace ya treinta y cinco años, escuché a mis compañeros, todos ellos botánicos expertos, hablar sobre la peligrosidad de los vientos de Santa Ana, principales responsables de los incendios que, después del caluroso verano californiano, con la tierra recalentada, asolaban el sur de California y el norte de Baja California, unos territorios de clima mediterráneo cubiertos por una vegetación arbustiva de chaparral, un combustible natural extraordinariamente inflamable.

A partir del 7 de enero de 2025, esos vientos, a veces casi huracanados, golpearon con fuerza las montañas de las afueras de Los Ángeles y provocaron incendios forestales en varios barrios rodeados de una vegetación de chaparral con encinos y pinos. Un día después habían ardido más de mil edificios, en su mayoría viviendas, y al menos cinco personas habían muerto.

Mientras escribía este artículo, la tarde del 11 de enero, el número de fallecidos había ascendido a once y los incendios seguían fuera de control, porque con vientos tan fuertes los bomberos poco podían hacer para controlar las llamas. Las autoridades han instado a unas 200.000 residentes a evacuar.

Estado de los incendios en el sur de California a las 9:30 am del 11 de enero de 2025. Las zonas marcadas en amarillo son las que ardían en ese momento. Fuente. En ese enlace puede seguirse interactivamente la evolución de los incendios.

¿Cuál es la causa los vientos de Santa Ana?

Cada temporada, entre septiembre de un año y enero del siguiente, los potentes vientos secos de Santa Ana soplan desde las montañas costeras hacia el litoral del sur de California. Se producen una media de diez vientos al año y cuando el clima otoñal ha sido seco, como ha ocurrido en 2024, con el chaparral convertido en yesca potencial, estos vientos se convierten en un grave peligro de incendio.

Los vientos de Santa Ana se producen cuando hay altas presiones al este, en los desiertos y semidesiertos del interior (Gran Cuenca y Mohave), y un sistema de bajas presiones frente a la costa. Las masas de aire se mueven de alta a baja presión, y cuanto más extrema es la diferencia de presión, más rápidos y potentes soplan los vientos.

El mapa muestra cómo soplan los vientos de Santa Ana, que soplan desde las montañas hacia la costa, secándose y calentándose a medida que descienden. Modificado a partir de un croquis del USGS.

A medida que los vientos descienden desde la cima de las montañas de San Bernardino y San Gabriel, se recalientan y se secan por efecto föehn. Cuando los vientos llegan al punto en el que se declaró el incendio de Eaton en Altadena el 7 de enero, el viento tenía menos de un 5% de humedad relativa, es decir, prácticamente la misma que emite un secador de pelo.

Los angostos barrancos típicos de las abruptas montañas costeras californianas actúan como chimeneas canalizadoras de los vientos. Por eso, resulta sorprendente que algunas zonas (las situadas en las desembocaduras de barrancos y cañones), estallarán en llamas mientras que las aledañas apenas sufrieran daños, Cuando acabe el incendio, la topografía la escala local denunciará lo que estoy escribiendo. Cuando trabajaba en las montañas costeras, la distribución de las diferentes comunidades de chaparral (prostradas en las zonas venteadas y erectas con algunos encinos en las zonas protegidas) permitía dibujar con precisión los mapas de vegetación.

La imagen muestra los fuertes vientos que soplan en alta mar a lo largo de la costa del sur de California. Los vientos más rápidos se indican en rojo, con los colores naranja, azul, negro y gris que representan velocidades de viento progresivamente más lentas. Fuente.

¿Por qué el riesgo de incendio era tan elevado?

Un estudio realizado hace unos años por ecólogos de la Universidad de San Diego demostró que la humedad otoñal reduce el riesgo de incendios provocados por los vientos de Santa Ana. Normalmente, en estas fechas el sur de California ya ha llovido lo suficiente como para que la vegetación esté húmeda y no arda con facilidad.

Este año, sin embargo, el sur de California presenta condiciones muy secas, con muy poca humedad en los meses de otoño. Con estos vientos extremos, los incendios indomables estaban servidos. Los bomberos de la zona lo saben: si con un tiempo como este hay un incendio fuerte provocado por Santa Anas, evacuarán a la gente antes del frente hay muy pocas posibilidades de detenerlo hasta que amaine.

¿Han cambiado los vientos de Santa Ana?

Los vientos de Santa Ana no son nuevos, pero en los últimos años se repiten con mayor frecuencia más a menudo en esta temporada. En un estudio en el que se comparan 71 años de vientos de Santa Ana a partir de 1948, se ha comprobado que la actividad global de los vientos es prácticamente la misma, pero que el calendario está cambiando, pasando de menos fenómenos en septiembre a más en diciembre y enero.

Aunque esta vez la conexión de este incremento con el cambio climático parece fácil, por el momento no hay pruebas sustanciales de ello, aunque como ha ocurrido con la DANA valenciana el urbanismo desordenado y desaforado multiplica los riesgos producidos por eventos naturales.

California está experimentando crecimiento de la población, la red eléctrica se ha ampliado y cada vez hay más gente viviendo en zonas semisilvestres rodeadas de naturaleza, lo que aumenta las oportunidades para que se produzcan incendios. En condiciones meteorológicas extremas, los tendidos eléctricos corren un mayor riesgo de desplomarse o de ser golpeados por las ramas de los árboles, lo que acaba por producir las chispas provocadoras de incendios.

La superficie quemada a causa de incendios relacionados con tendidos eléctricos se ha ampliado enormemente: hoy en día es la principal fuente de ignición de los incendios destructivos en el sur de California.

El incendio de Eaton, en Altadena/Pasadena, al noreste Los Ángeles, que ha calcinado muchas viviendas, se encuentra en las faldas de las montañas de San Gabriel. Hace 50 años, vivía allí menos gente y algunas zonas del piedemonte estaban rodeadas de huertos de cítricos, por lo que los incendios de las montañas se extinguían en los huertos antes de llegar a las casas. Hoy en día, no hay ninguna barrera entre las casas y la naturaleza. El foco de ignición del incendio de Eaton parece haber estado cerca o dentro de uno de esos barrios.

Por lo demás, las casas en Eaton, en Palisades y en mucas áreas residenciales californianas (y en todo Estados Unidos) están hechas de maderas importadas de Canadá y de materiales secos de altísima inflamabilidad. Cuando la atmósfera está reseca, arden como teas, lo que permite que el fuego se propague rápidamente por los barrios con un gran riesgo de incendios destructivos.

sábado, 11 de enero de 2025

DESCUBIERTA EN BORNEO LA PLANTA CARNÍVORA MÁS GRANDE DEL MUNDO

 

En Borneo acaba de descubrirse una nueva especie de planta carnívora cubierta de un extraño pelo largo, oscuro y rojizo que recuerda al pelaje de un orangután.

Las rocas ultramáficas contienen cantidades elevadas de magnesio cromo, níquel y otros metales pesados, sobre las cuales se desarrollan suelos tan pobres en nutrientes quE resultan tóxicos para la mayoría de las plantas. En estos suelos se desarrollan tipos muy originales de vegetación que incluyen especies endémicas adaptadas a esos suelos pobres en calcio, fósforo y potasio y ricos en metales pesados que pocas plantas pueden tolerar. Algunos ejemplos mundialmente conocidos son los bosques ultramáficos de las montañas malayas Kinabalu y Sabah.

Un equipo internacional de botánicos acaba de describir una nueva especie de planta carnívora de un tamaño desusado que vive en una pequeña zona de las montañas Sabah de Borneo. Por el largo pelo rojo que cubre la mayor parte de la planta, la nueva especie ha recibido el nombre científico de Nepenthes pongoides, en alusión al orangután Pongo pygmaeus, un simio que, como la nueva planta, es endémico de la isla de Borneo.

Nepenthes ventricosa x alata en un invernaderoFoto.

Las plantas carnívoras, llamadas más apropiadamente insectívoras, obtienen parte o la mayoría de sus necesidades nutricionales (pero no de energía, puesto que siguen siendo fotosintéticas) mediante la captura y el consumo de animales, normalmente insectos (además de otros artrópodos), contando a veces con la colaboración de arañas cazadoras

Estas plantas crecen generalmente en lugares donde el suelo es pobre, en especial en nitrógeno, como las tierras ácidas pantanosas y los roquedos ultramáficos. Charles Darwin empleó mucho tiempo investigando sobre estas plantas fascinantes, cuya biología dejó plasmada en un tratado, Insectivorous plants, que no ha perdido vigencia casi dos siglos después de su publicación en 1875.

Como bien saben quiénes se toman la molestia de leer mis artículos, las plantas carnívoras son uno de los temas sobre biodiversidad que más llaman mi atención (1, 2, 3, 4, 5).. Entre las plantas carnívoras destacan las especies del género Nepenthes, cuyas maravillosas relaciones con los murciélagos fueron objeto de un artículo que se cuenta entre los más visitados en mi blog (¡gracias lectores!).

La mayoría de las “plantas jarra” del género Nepenthes parecen bastante aficionadas a la captura de presas. Su hábito carnívoro evolucionó como un medio para complementar sus necesidades nutricionales, especialmente de nitrógeno, que obtienen gracias a las proteínas de origen animal.

Normalmente, las Nepenthes tienen un sistema radicular superficial y un tallo trepador o postrado de varios metros de longitud (15 o más) con un grosor que varía entre unos milímetros hasta 1 cm. De este tallo surgen hojas alternas, en forma de espada de color verde de unos 30 cm de longitud y con márgenes enteros. Una extensión en la punta de la hoja forma el zarcillo, que ayuda a que la planta trepe, y en cuyo extremo, coronada por una tapa, se forma la trampa jarra que contiene un fluido acuoso almibarado producido por la propia planta. Los insectos, atraídos por el olor que producen las glándulas de néctar que rodean la boca y la tapa de la jarra, caen en el interior y acaban por ser digeridos por los jugos descomponedores que contiene el fluido.

Según la descripción, la planta recién descubierta es la especie de Nepenthes más grande conocida hasta ahora. Las jarras de la planta son enormes, con una distintiva forma de campana en cuya parte superior hay unas tapas estrechas y verticales. Estas jarras capturan la lluvia y con ella varios animales que sustentan y nutren a la planta en un entorno rocoso ultramáfico muy seco. 

Jarras y hábito de Nepenthes pongoides. (a, b) Jarras colgantes de una planta trepadora. (c) Jarra que crece directamente en el suelo. (d) Roseta madura que emerge de una fisura llena de humus entre rocas ultramáficas. (e) Individuo de hábito trepador. Fotografías de la publicación original.

Dentro de las jarras de la planta los investigadores encontraron una gran variedad de presas animales, desde escarabajos y ciempiés hasta milpiés gigantes e incluso cangrejos de agua dulce, unos invertebrados que el tamaño más pequeño de la mayoría de las otras plantas carnívoras que viven en el entorno no pueden atrapar.

Lo más raro es que las hojas y los zarcillos de esta planta carnívora están cubiertas de un pelaje espeso de color óxido, una característica distintiva y única que no se encuentra en ninguna otra especie de Nepenthes conocida hasta ahora y cuyo color es casi el mismo que el del pelaje del orangután Pongo pygmaeus, con el que la nueva especie comparte territorio y hábitat.


Nepenthes pongoides. (A) Roseta de hojas. La flecha roja señala la punta de la bota de un adulto que permite hcerse una idea del tamaño de las hojas. (B) La flecha roja señala una jarra colgante desde la roseta superpuesta.

Es sorprendente que una planta tan llamativa y de tamaño tan grande haya pasado relativamente desapercibida hasta hoy. Eso puede deberse a que estas plantas viven ocultas entre rocas en una zona montañosa relativamente inaccesible y poco conocida.

Debido al pequeño tamaño de la población (39 ejemplares) y a su extrema vulnerabilidad por la recolección ilegal de las plantas jarra, la nueva planta carnívora ha sido inmediatamente catalogada como “En Peligro Crítico” en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.

De hecho, la caza furtiva para satisfacer el alto valor comercial de estas plantas ornamentales es la amenaza más importante para la mayoría de las poblaciones silvestres de Nepenthes. Hasta el momento se conocen más de 160 especies de Nepenthes, pero ya hay dos especies extintas en estado salvaje debido a la recolección furtiva.

miércoles, 8 de enero de 2025

¡WHISKY EN ABUNDANCIA!: UNA HISTORIA DE NAUFRAGIOS Y LICORES

 

Whisky Galore! (Whisky en abundancia), la versión cinematográfica de 1949 (hay una versión menos recomendable de 2016) de la novela homónima de Compton MacKenzie, es una comedia británica basada en la historia de un grupo de isleños escoceses que soportaron con paciencia el racionamiento durante II Guerra Mundial hasta que se agotó su asignación de whisky, todo un desastre para unos isleños aburridos acostumbrados a empinar el codo y para quienes la bebida es una parte esencial de sus vidas.

Su suerte cambió por completo cuando un barco, el SS Politician, encalló en su isla natal. El carguero fue botado en 1921 con el nombre de SS London Merchant. Vendido en 1935, fue rebautizado y su tripulación lo llamaba cariñosamente Polly. Luego, durante la Segunda Guerra Mundial, participó en los convoyes del Atlántico que transportaban mercancías entre Gran Bretaña y los Estados Unidos.

En la mañana del 5 de febrero de 1941 zarpó de Liverpool con destino a Nueva York, transportando miles de botellas de güisqui escocés en un cargamento mixto que incluía importantes cantidades de moneda jamaicana acuñada en Londres. El Politician encalló en unas rocas semisumergidas a lo largo de la costa oriental de Eriskay junto a Calvay, en las Hébridas escocesas. El casco se rompió y se enviaron mensajes de socorro desde el barco.

Una vez que la tripulación llegó a sana y salva a tierra, los habitantes de las Hébridas se pusieron rápidamente manos a la obra para intentar "rescatar" el cargamento de miles de botellas de whisky que se almacenan en las bodegas del carguero. Tuvieron éxito: rescataron unas 24.000 botellas.  [Hago un inciso por si alguien no lo sabe: el whisky es un licor, de color ámbar producido por la destilación del jugo obtenido por la fermentación alcohólica que algunos hongos realizan a partir de granos de cereales como la cebada o el centeno que, una vez destilados, se añeja en barriles de roble].

James Morrison, un isleño de Smerclate, con una de las botellas de güsqui del SS Politician, que se hundió frente a la costa de Eriskay en 1941 (Cortesía de The Scotsman Publications Ltd,)

Liberar un producto ya elaborado de un pecio es una cosa, pero ahora se está planeando un proyecto más ambicioso de fermentación del güisqui basado en un naufragio más antiguo.

El 12 de noviembre de 1878, el James R. Bentley navegaba por el lago Huron cuando se desató una fuerte tormenta. Las grandes olas y los fuertes vientos tumbaron a la goleta de madera de tres mástiles, que se hundió hasta el fondo del lago cerca de la punta norte de Michigan. Un barco próximo rescató a la tripulación, pero el cargamento (36.000 fanegas de centeno) se perdió.

En 2014, después de pasar los últimos 146 años sumergido en las frías aguas del lago Huron, parte de ese centeno empezó una segunda vida. Un equipo de científicos, destiladores y buceadores de Michigan comenzaron los trabajos encaminados a resucitar los granos sumergidos con la esperanza de poder convertirlos algún día en güisqui a partir de lo que se creía que era una variedad del cereal perdida hace mucho tiempo.

A mediados de septiembre, un equipo navegó a través del lago Huron, se sumergió hasta el pecio y llenó varios tubos grandes con semillas de centeno del siglo XIX. El objetivo no era utilizar el material liberado del barco, sino cultivarlo a partir de esas semillas para luego cosechar el grano que producía y multiplicarlo en sucesivas cosechas.

Una vez que los buzos volvieron a superficie, se colocaron las semillas en hielo y las llevaron a un laboratorio de la Universidad Estatal de Michigan. Muchas de las semillas eran negras, blandas y malolientes, pero algunas parecían estar sanas. En el laboratorio, Eric Olson, un botánico especializado en el cultivo y la genética del trigo, comenzó a experimentar para ver si podía lograr que las semillas germinaran. Puso algunas en almacenamiento en frío, sumergió otras en una solución de hormonas e hizo otros ensayos.

Desgraciadamente, ninguna de las semillas germinó, lo que frustró el proyecto original de producción de güisqui. Sin embargo, Olson no se dejó intimidar. No abandonó su proyecto y puso en marcha una idea alternativa: utilizar métodos de edición genética del siglo XXI para extraer ADN del viejo grano procedente del naufragio del siglo XIX e incorporarlo al genoma de una variedad moderna de centeno.

De esa manera, se espera producir un güisqui a partir del grano modificado genéticamente. Si bien cualquier bebida alcohólica producida con este método no será de la variedad original de centeno que se hundió con el barco, será diferente a una bebida hecha con una variedad moderna y puede tener características interesantes y alcanzar precios desorbitantes en un mercado sediento de novedades.

Por lo demás, como nadie da puntada sin hilo, Chad Munger, el fundador de Mammoth Distilling en Michigan, que organizó el rescate y financia el proyecto, espera que su iniciativa conduzca a un resurgimiento de la agricultura del centeno en Michigan, que históricamente fue un importante estado productor del cereal. También quiere ayudar a desarrollar una Ruta del Centeno de Michigan, una iniciativa turística que conectaría granjas y destilerías de todo el estado, similar a la Ruta del Bourbon de Kentucky.

Ese es el espíritu que impulsa la creación de una resucitada bebida espirituosa. Bueno, todavía no hay nada que beber, pero compartir la historia es una excusa para levantar una copa y desearle a todos los lectores del blog un Feliz Año Nuevo. ¡Slàinte mhath!