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viernes, 4 de mayo de 2018

Media docena de razones que prueban que la Tierra es redonda



Estas son seis sencillas razones que prueban que la Tierra es una esfera.
1.- Cuando un barco navega hacia el horizonte, se hace cada vez más pequeño hasta que deja de verse. En cambio, el casco parece hundirse primero bajo del horizonte, antes de que lo haga el mástil. Cuando los barcos regresan a puerto, la secuencia se invierte: primero el mástil y luego el casco, parecen elevarse sobre el horizonte.
2.- Miremos a las estrellas. El filósofo griego Aristóteles lo descubrió hace 2.368 años y nada ha cambiado. A latitudes diferentes se observan distintas constelaciones. Probablemente los dos ejemplos más llamativos sean la Osa Mayor y la Cruz del Sur. Las siete estrellas que constituyen el “carro” de la Osa Mayor solo se pueden ver en latitudes de 41º N o más elevadas. Por debajo de los 25º S, dejan de verse totalmente. En el norte de Australia, justo al norte de esa latitud, la Osa Mayor apenas brilla sobre el horizonte. Mientras tanto, en el hemisferio Sur, aparece la Cruz del Sur, un brillante conjunto de cuatro estrellas. En el hemisferio Norte, esa constelación no es visible hasta más o menos los 25º N, la latitud aproximada del sur de Florida, del sur del Sáhara o de Taiwan. Esos diferentes puntos de vista estelares solamente tienen sentido si se imagina a la Tierra como un globo, de modo que mirar "hacia arriba" significa realmente contemplar una franja espacial diferente según el hemisferio de que se trate.
El carro de la Osa Mayor. Imagen.

3.- Los eclipses. Aristóteles, que estaba a todo, también reforzó su idea de la esfericidad de la Tierra observando que, durante los eclipses lunares, la sombra de la Tierra sobre la superficie lunar es curva. Como la Tierra no para de girar, que se sepa, y la sombra curva aparece durante todos los eclipses lunares, Aristóteles dedujo correctamente que la Tierra está rodeada de curvas, es decir, es una esfera.

4.- Sube a la terraza. Hacerlo muestra una de esas cosas evidentes: puedes ver más lejos si subes más alto. Si la Tierra fuera plana, podrías ver a la misma distancia sin importar la altura a la que estés. Piénsalo: tu ojo puede detectar un objeto brillante, como la galaxia de Andrómeda, situada a 2,6 millones de años-luz de distancia. Ver las luces de, por ejemplo, Barcelona, desde Madrid en una noche clara, debería de estar chupado. Pero no lo está. Eso es debido a que la curvatura de la Tierra limita nuestra vista a aproximadamente cinco kilómetros... a no ser que te subas a una terraza, a un árbol, a una montaña y obtengas una perspectiva desde más arriba. Si te subes a una aeronave, pasa al siguiente punto.

5.- Si eres astronauta, no sigas leyendo. Si no, vuela alrededor del mundo. Si se dispone de un montón de euros, cualquiera puede circunnavegar el globo hoy en día. Si tienes la suerte de obtener una vista despejada del horizonte a la altitud alcanzada en los vuelos transoceánicos, podrás ser capaz de distinguir la curvatura de la Tierra a simple vista. La curva de la Tierra se vuelve visible a una altitud de alrededor de 10.600 m, siempre y cuando el observador tenga al menos un campo de visión de 60 grados, lo que puede ser difícil desde una ventana de un avión de pasajeros salvo que seas el piloto. La curvatura se hace más fácilmente aparente por encima de los quince km, como bien saben los afortunados que volaron en el Concorde, una de cuyas atracciones era ver la perfecta curvatura terrestre cuando el avión alcanzaba los 18 km.
En el solsticio de verano los rayos solares inciden perpendicularmente sobre Siena (Asuán). En Alejandría, más al norte, midiendo la altura de un edificio y la longitud de la sombra que proyecta, se puede determinar el ángulo formado con el plano de la eclíptica, en el que se encuentran el Sol y la ciudad de Siena, ángulo que es precisamente la diferencia de latitud entre ambas ciudades. Conocida esta, basta medir el arco de circunferencia y extrapolar el resultado a la circunferencia completa (360º). Imagen.

6.- Compara sombras. El primero en estimar la circunferencia de la Tierra fue el matemático griego Eratóstenes, que nació hace unos 2.300 años. Como Eratóstenes no podía volar, aguzó el ingenio. Lo hizo comparando las sombras el día del solsticio de verano en Siena (hoy Asuán), Egipto, con Alejandría, una ciudad más al norte. A mediodía, cuando el Sol estaba directamente sobre su cabeza en Aswan, no había sombras. En Alejandría, un palo colocado en el suelo proyectaba una sombra. Eratóstenes se dio cuenta de que si conocía el ángulo de la sombra y la distancia entre las ciudades, podría calcular la circunferencia del globo. Si la Tierra fuera plana, no habría habido diferencia alguna entre la longitud de las sombras. La posición del Sol en relación con el suelo sería la misma. Solo un planeta en forma de globo explica por qué la posición del Sol es diferente en dos ciudades situadas a unos cientos de kilómetros de distancia. 
© Manuel Peinado Lorca.@mpeinadolorca.