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jueves, 28 de mayo de 2020

Los abejorros reinas provocan la floración para alimentar a sus crías

Una reina de Bombus terrestris  polinizando una flor de tilo (Tilia cordata). Fuente

Los abejorros dependen en gran medida de los recursos de polen para obtener nutrientes esenciales a medida que construyen sus colonias de verano. Por lo tanto, cabría esperar que estos insectos toleraran las diferencias estacionales en la disponibilidad de estos recursos, pero unas investigaciones publicadas esta misma semana en Science, sugieren que los abejorros pueden tener estrategias para hacer frente a la floración estacional irregular.
Cuando se enfrentan a una escasez de polen porque las plantas aún no han florecido, los abejorros dañan las hojas de las plantas de una manera característica. Como consecuencia de las lesiones, la floración puede llegar a adelantarse hasta 30 días. Los investigadores intentaron infligir daños similares en las plantas sin obtener ningún resultado, lo que sugiere que existe un método propio que utilizan las abejas para estimular la floración temprana.
El abejorro común (Bombus terrestris) es uno de los abejorros más comunes de Europa. Tiene el cuerpo negro con bandas amarillas. Se diferencia de otras especies de abejorros por el color blanquecino del extremo del abdomen. Es un abejorro relativamente grande, la reina tiene de 2 a 2,7 cm de longitud y las obreras entre 1,5 y 2 cm.
Las reinas son las únicas que sobreviven el invierno y que emergen en la primavera. En cuanto la reina encuentra néctar para reabastecer sus energías empieza a buscar un lugar para anidar, que suele ser un nido subterráneo abandonado por un roedor.
La reina pone un número pequeño de huevos al principio y los cuida ella sola. De los huevos surgirán más tarde las obreras de la primera camada, que se encargan de todas las tareas de alimentación, cuidado de las crías, construcción de una especie de ánforas en el interior del nido para almacenar néctar y polen, etc. Las obreras de esa primera camada son pequeñas, las de camadas posteriores suelen ser algo más grandes, pero nunca tanto como las reinas. Una colonia de Bombus terrestris puede llegar a tener cuatrocientas obreras. La alimentación de las crías consiste en polen y néctar.
Hacia el fin del verano la reina pone algunos huevos no fertilizados (haploides) que dan lugar a machos y otros huevos que reciben más alimentos que las obreras y que serán hembras fértiles, es decir, las futuras reinas. Después de que los machos y hembras se aparean, las nuevas reinas buscan un lugar donde hibernar y todos los demás miembros de la colonia mueren.
(A) Imágenes secuenciales de un abejorro obrero perforando una hoja con su trompa. (B) Un obrero corta una hoja con sus mandíbulas. (C) Daño característico infligido por abejorros. Fuente.
La primavera puede ser muy impredecible. Si los abejorros reinan emergen de su sueño demasiado temprano o demasiado tarde, pueden perder el período de floración de las plantas de las que dependen para alimentarse. Igualmente, las propias plantas pierden importantes servicios de polinización. Los desajustes de ese tipo se están volviendo más comunes a medida que el cambio climático continúa acelerándose.
Sin embargo, parece que no todos los abejorros se resignan si emergen en un territorio desprovisto de flores. Resulta que, con un poco de mordisqueo, algunos pueden “convencer” a ciertas plantas para que florezcan.
En una serie de experimentos, los científicos han podido demostrar que al menos tres especies de abejorros (Bombus terrestris, B. lapidarius y B. lucorum) son capaces de inducir la floración temprana en tomates (Solanum lycopersicum) y mostazas (Brassica nigra) a base de mordisquear sus hojas. Las reinas aterrizan en la hoja y hacen una serie de pequeños agujeros con sus mandíbulas antes de volar hasta otra hoja. Los insectos no parecían estar comiéndose la hoja ni extrayendo la savia, ni se llevaban trozos de hoja cuando volaban. Sorprendentemente, en cada experimento realizado el mordisqueo de las hojas dio como resultado tiempos de floración más tempranos en ambas especies de plantas.
Los resultados eran más que notables. Las plantas mordisqueadas por los abejorros florecieron una media de 30 días antes que las plantas ilesas. Sorprendentemente, cuando los científicos intentaron simular mordiscos con pinzas y cuchillos, solo lograron provocar la floración un promedio de 8 días antes que las plantas no dañadas. Lo que esto significa es que hay algo en los mordiscos de un abejorro que envía una señal a la planta para que comience a florecer. Quizás haya una señal química en la saliva del insecto, pero eso está todavía por demostrar.
A través de una serie compleja de ensayos experimentales, los científicos también pudieron demostrar que este comportamiento era el resultado de la escasez de polen más que de néctar. A medida que la disponibilidad de polen aumentó tanto artificialmente (al agregar plantas ya florecidas) como de forma natural (a medida que pasó el tiempo, más plantas florecieron), el comportamiento de morder las hojas disminuyó. Ese no era el caso cuando había néctar disponible. El polen es una fuente de alimento rico en proteínas para los insectos y es especialmente importante para el desarrollo de sus larvas. Al inducir a las plantas a florecer temprano, los abejorros se aseguran de que habrá un suministro de polen cuando más lo necesiten.
Considerando el papel que juegan las abejas en la polinización de plantas como tomates y mostazas, es probable que esta interacción beneficie a ambos en alguna medida; los abejorros pueden obtener recursos florales mucho antes de lo que normalmente estarían disponibles, mientras las plantas florecen cuando hay polinizadores activos en el territorio.
Estos resultados abren otra ventana a la multitud de formas en que las plantas y sus polinizadores interactúan. Dado que se sabe que las plantas cambian los sistemas de castas en las colmenas de abejas, no debería sorprendernos saber que otras abejas y abejorros también tengan algunas habilidades ocultas. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.