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martes, 5 de septiembre de 2017

Plantas transexuales: Un día dama y al otro caballero

Cuando hablé del sexo de los cocodrilos en una entrada anterior, me ocupé de la determinación sexual (genética o ambiental) en el caso de los animales. El caso de las plantas es algo más complicado. Simplificando bastante, hay que distinguir tres tipos de plantas con flores: 1) Unisexuales dioicas: Cuando producen un único tipo de sexo. Por tanto, una especie dioica es aquella que tiene ejemplares separados: unos serán hembras que sólo forman flores femeninas y otros, los machos, que solo las producen masculinas. 2) Unisexuales monoicas: Son aquellas que en la misma planta se dan flores masculinas y femeninas. Dicho de otra forma, son monoicas las especies cuyos ejemplares tienen ambos sexos, pero en flores separadas. 3) Si los sexos coinciden en la misma flor, entonces se denominan hermafroditas.

Cuando las plantas son hermafroditas o unisexuales monoicas, aparece un problema importante, el de la endogamia degenerativa, que las plantas tratan de evitar aplicando diferentes mecanismos. Uno de los más curiosos es la dicogamia o diacronismo, que describe la condición en la que existe una separación temporal en la maduración de los sexos dentro de la misma flor o de la misma planta. Hay dos formas de dicogamia: 1) la protandria o proterandria, en la que la maduración del androceo (las partes masculinas de la flor, es decir, los estambres) precede a la maduración de las femeninas que constituyen el gineceo; eso favorece la fecundación cruzada y es la condición más frecuente en especies con dicogamia intrafloral. 2) la protoginia o proteroginia, en la que, por el contrario, el gineceo madura antes que el androceo; está asociada con la autofecundación, por lo que este proceso es un recurso evolutivo para asegurar la producción de frutos y semillas. 

Figura 1. Caracteres generales de Persea gratissima

El aguacate, Persea gratissima o Persea americana, es un árbol frutal de la familia de las Lauráceas domesticado por los pueblos indígenas centroamericanos hace unos 7.000 años. En condiciones óptimas de cultivo el árbol puede superar los 20 metros de altura, aunque se conoce algún ejemplar silvestre que alcanza los treinta. Los ejemplares injertados son mucho más bajos, lo cual facilita la recolección de los frutos. El tronco posee una corteza gris-verdosa con fisuras longitudinales. Las hojas (1A), alternas, con peciolo de 2–5 cm y limbo generalmente glauco por el envés, estrechamente elípticas, ovadas u obovadas, de 8–20 x 5–12 cm, coriáceas, de color verde y escasamente pubescentes en el haz, pero muy densamente por el envés que es de color marrón amarillento y donde resalta el nervio central.

Las inflorescencias (1B) son panículas de 8–4 cm de largo con flores poco llamativas. Carecen de pétalos. Tienen un perianto densamente pubescente, de tubo muy corto y seis tépalos oblongos de medio centímetro, los 3 exteriores más cortos (1C). Hay nueve estambres fértiles de unos 4 mm, con filamentos pubescentes, organizados en círculos concéntricos que maduran en filas concéntricas. Otros seis estambres estériles son estaminodios nectaríferos. Con su néctar las abejas producen una miel oscura con un sabor muy peculiar.

Figura 2. El ovario monocarpelar y uniovulado del aguacate produce una baya.
El ovario, monocarpelar y uniovulado, es ovoide, de unos 1,5 mm, densamente pubescente, con estilo también pubescente de 2,5 mm terminado por un estigma discoidal algo dilatado. El fruto presenta un epicarpo de color verde a púrpura oscuro. El mesocarpo y el endocarpo, indistinguibles, forman la pulpa firme, aceitosa, de color amarillo a verdoso. Contiene una semilla grande (5-7 cm), dura y pesada, redonda o con punta, de color marfil pero con dos envolturas papiráceas muy delgadas de color café, que a menudo quedan adheridas a la pulpa. La semilla (1D) no tiene endosperma pero sí dos grandes cotiledones. Germinan con facilidad poniéndolas cerca de un recipiente con agua (1E).

Figura 3. Flores proteroginas 
Las flores hermafroditas del aguacate evitan la autofecundación de una manera muy original. Son diacrónicas. Se abren en dos fases separadas temporalmente. En la primera fase todas las flores de un mismo árbol se abren como femeninas con el pistilo únicamente receptivo al polen de otros árboles, pero con los estambres sin desarrollar para que su polen no pueda fecundar al propio pistilo.

Las flores que aparecen en la Figura 3 están en fase femenina y en ellas se aprecia el ovario engrosado de color blanco del que sale el pistilo que acaba en el estigma receptor del polen. Rodeando el ovario están los tres nectarios de un vivo color anaranjado, rodeados por los seis estambres en cuyo extremo se encuentran las anteras repletas de polen aún inmaduras.

Figura 4. Flor de aguacate en fase masculina. Los sépalos se han inclinado hacia abajo para dejar bien expuestos los estambres y facilitar así la impregnación con polen de los insectos. En esta segunda fase los tres nectarios siguen produciendo abundante néctar para atraer a los polinizadores hacia las flores.

De alguna manera misteriosa que todavía no ha podido ser explicada, todos los individuos de un mismo cultivar se ponen de acuerdo para florecer en la misma fase a días alternos. En las grandes plantaciones de aguacates se suelen sembrar cultivares distintos entremezclados, pues si se sembrasen todos del mismo cultivar florecerían todos en la misma fase y no darían ningún fruto. Para conseguir que fructifiquen en las plantaciones de un mismo cultivar, se recurre a la siembra aleatoria de algunos ejemplares híbridos sin raza, cada uno de los cuales florece en una fase distinta, de manera que se asegura una buena polinización cruzada, ya que sea cual sea la fase de la floración siempre habrá varios aguacates floreciendo en una fase distinta. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.