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domingo, 17 de diciembre de 2017

15.000 científicos frente al cambio climático


En un artículo publicado el 13 de noviembre de 2017 en la revista BioScience, un grupo de 15.000 científicos de 184 países alertó, por segunda vez en 25 años, de las tendencias ambientales negativas que amenazan seriamente el bienestar humano y causan daños sustanciales" e "irreversibles a la Tierra. A su juicio, casi todos los problemas que acucian al planeta son ahora mucho peores que en su primer aviso, fechado en 1992. La que sigue es mi traducción de ese artículo.

TRADUCCIÓN

Hace 25 años, en 1992, la asociación norteamericana Union of Concerned Scientists y más de 1.500 científicos independientes, incluyendo la mayoría de los Premios Nobel en Ciencias que vivían entonces, escribieron el manifiesto Advertencia de los Científicos del Mundo a la Humanidad. Preocupados, reclamaron a la Humanidad que frenase la destrucción ambiental y avisaron de que “sería necesario un gran cambio en nuestra forma de cuidar la Tierra y la vida sobre ella, si se quería evitar una enorme ruina...”. En el manifiesto, decían que los seres humanos estaban en camino de colisionar con el mundo natural. Expresaron su preocupación por los daños reales, inminentes y potenciales sobre la Tierra motivados por la destrucción de la capa de ozono; la disponibilidad de agua dulce; el colapso de la pesca marina, el incremento de zonas muertas en los océanos; la pérdida de masa forestal; la destrucción de biodiversidad; el cambio climático; y el crecimiento continuado de la población. Para evitar las consecuencias que podría acarrear el rumbo seguido hasta entonces, proclamaron que había que emprender cambios fundamentales, necesarios y urgentes.

Los autores de la declaración de 1992 temían que la Humanidad estaba empujando a los ecosistemas de la Tierra más allá de su capacidad de soportar la vida. Describieron cuán rápido nos estábamos aproximando a muchos de los límites de lo que el planeta puede tolerar sin daños serios e irreversibles. Los científicos alegaron que deberíamos estabilizar la población, describiendo cómo la enorme cifra da seres humanos (que ha crecido en 2.000 millones desde ese año: un incremento del 35%) ejerce una presión sobre la Tierra que puede dar al traste con otros esfuerzos para conseguir un futuro sostenible (Crist et al. 2017). Pedían que se disminuyeran las emisiones de gases efecto invernadero (GEI), que eliminásemos los combustibles fósiles que redujéramos la deforestación, y que revirtiéramos la tendencia a la extinción de la biodiversidad.

En el vigésimo quinto aniversario de su llamada de atención, echamos la vista atrás y, mediante el análisis de la evolución en el tiempo de los indicadores disponibles, evaluamos la respuesta humana. Desde 1992, con la excepción de que se ha estabilizado la capa de ozono, hemos fracasado en hacer los progresos suficientes como para resolver los retos ambientales previstos entonces y, de manera muy alarmante, en la mayoría de ellos estamos mucho peor que entonces (Figura). Especialmente preocupante es la trayectoria actual del catastrófico cambio climático de origen humano debido a las crecientes emisiones de GEI procedentes de la quema de combustibles fósiles (Hansen et al. 2013), a la deforestación (Keenan et al. 2015) y a la producción agrícola, principalmente debida a la ganadería de rumiantes y al consumo de carne (Ripple et al. 2014). Además, hemos desatado un proceso de extinción masiva de especies, la sexta en unos 540 millones de años, mediante la cual muchos de las actuales formas de vida podrían ser aniquiladas o, como poco, amenazadas de extinción hacia el final de este siglo.

Ahora damos un Segundo Aviso a la Humanidad, ilustrado por la alarmante tendencia de variables mostradas en la Figura. Estamos poniendo en peligro nuestro futuro por nuestro desproporcionado consumo material y por ser conscientes de que el desaforado crecimiento de la población mundial es el principal impulsor de la mayoría de amenazas ecológicas e, incluso, sociales (Crist et al. 2017). Con su fracaso en limitar adecuadamente el crecimiento de la población, en reevaluar el papel de una economía enraizada en el crecimiento permanente, en reducir la emisión de GEI, en incentivar la energía renovable, en proteger los hábitats, en restaurar los ecosistemas, en parar la extinción de fauna y en frenar las especies invasoras, la Humanidad no ha emprendido los pasos urgentes que se necesitan para salvaguardar nuestra muy amenazada biosfera.

Figura. Tendencia a lo largo del tiempo de las variables ambientales identificadas en el Manifiesto de 1992. Los años anteriores a 1992 se muestran mediante una línea gris y los posteriores mediante una línea negra. (a) Emisiones globales de gases halógenos que destruyen la capa de ozono estratosférica, suponiendo que los niveles naturales de emisión son constantes a razón de 0,11 millones de toneladas anuales (Mtm/a) de equivalentes CFC-11. En (c) se muestra cómo las capturas globales de pesca marina han ido descendiendo desde mediados los 1990s mientras que, al mismo tiempo, los esfuerzos pesqueros han aumentado de manera constante. El indicador de abundancia de vertebrados mostrado en (f), aunque ha sido ajustado por sesgos de tipo geográfico y taxonómico, incorpora relativamente pocos datos de los países en desarrollo, donde hay menos estudios; entre 1970 y 2012, el número de especies de vertebrados se redujo un 58%, con poblaciones que se redujeron en el 81% las especies de agua dulce, 36% las especies marinas y 35% las especies terrestres. En (h) se muestran los cambios en la temperatura superficial, tomando medias de 5 años. En (i) se muestra la evolución de la población humana en miles de millones y de ganado rumiante, que incluye vacas, ovejas, cabras y búfalos. Nótese que los ejes Y de las gráficas no empiezan en cero y que hay que analizar los rangos de datos para interpretar cada gráfica. Los cambios en porcentaje, desde 1992, para las variables de cada panel, incluyen (a) -68.1%, (b) -26.1%, (c) -6.4%, (d) +75.3%, (e) -2.8%, (f) -28.9%, (g) +62.1%, (h) +167.6%, (i) humanos: +35.5%; ganado rumiante: +20.5%. 

Puesto que la mayoría de líderes políticos responde a la presión, los científicos, los medios de comunicación y los ciudadanos deben insistir en que sus gobiernos pasen a la acción inmediata, como un imperativo moral hacia las actuales y futuras generaciones tanto humanas como de otras formas de vida. Mediante una ola de esfuerzos realizados desde organizaciones surgidas del pueblo, puede superarse la obstinada oposición a tomar medidas y forzar a que los líderes políticos se vean obligados a hacer lo correcto. Es también el momento de re-examinar y modificar nuestros comportamientos individuales, incluyendo nuestra propia reproducción (idealmente, al nivel de reemplazo, dos hijos por mujer, como máximo) y reducir drásticamente nuestro nivel de consumo per-cápita de combustibles fósiles, carne y otros recursos.

La rápida reducción mundial de las sustancias que destruían la capa de ozono demuestra que podemos hacer cambios positivos cuando actuamos de manera decidida. También hemos hecho avances importantes para reducir la pobreza extrema y el hambre (www.worldbank.org). Otros progresos notables (no incluidos en la Figura 1) incluyen: la rápida reducción de las tasas de fertilidad en muchas regiones mediante políticas educativas entre mujeres y jóvenes (www.un.org/esa/population); la prometedora reducción de la tasa de deforestación en algunas regiones y el rápido despliegue de energías renovables. Hemos aprendido mucho desde 1992, pero el progreso de los cambios necesarios y urgentes en políticas ambientales, en el comportamiento humano y en la reducción de las desigualdades globales está, todavía, lejos de ser suficiente.

Las transiciones hacia la sostenibilidad se pueden producir de diferentes maneras, pero todas requieren presión de la sociedad civil y argumentos basados en evidencias, liderazgo político, políticas adecuadas, mercados y otras consideraciones. Los ejemplos de acciones diferentes y efectivas que la Humanidad puede tomar para la transición hacia la sostenibilidad incluyen (sin orden de importancia o urgencia), las siguientes:

·  Priorizar la declaración de una proporción significativa de grandes reservas protegidas de hábitats terrestres, marinos, de agua dulce y aéreos de todo el mundo;
Mantener los servicios ecosistémicos de la naturaleza parando la conversión de selvas, bosques, pastizales y otros hábitats naturales;
Restaurar con plantas autóctonas a gran escala, principalmente, bosques;
Devolver a la naturaleza salvaje zonas con especies nativas, especialmente con depredadores del vértice de la pirámide trófica, para recuperar procesos y dinámicas ecológicos;
Implementar políticas adecuadas para remediar la extinción de especies animales, la caza furtiva y la explotación y el comercio de especies amenazadas;
Reducir el desperdicio de alimentos mediante educación y mejores infraestructuras;
Promover un cambio hacia dietas más vegetales y menos animales;
Promover la reducción adicional de los índices de fertilidad procurando que mujeres y hombres tengan acceso a la educación reproductiva y a los servicios voluntarios de planificación familiar, especialmente, en lugares donde falten tales recursos;
Aumentar la educación ambiental para niños y fomentar un mayor aprecio por la naturaleza por parte de la sociedad;
Desinvertir en inversiones monetarias e invertir en iniciativas que promuevan cambio ambiental;
Idear y promover tecnologías no contaminantes y adoptar masivamente energías renovables y, simultáneamente, eliminar subvenciones a la producción de energía con combustibles fósiles;
Revisar nuestra economía para reducir desigualdades y asegurarse que precios, impuestos y sistemas de incentivos tengan en cuenta los costes reales que nuestro patrón de consumo impone en medio ambiente; y
Evaluar de manera científica el tamaño de población humana sostenible a largo plazo y pedir a las naciones y a sus líderes que apoyen ese objetivo vital.

Para prevenir pérdidas catastróficas de biodiversidad y un deterioro generalizado de sus condiciones de vida, la Humanidad debe poner en práctica una forma de vida más sostenible ambientalmente que el actual business as usual. Esta receta ya fue bien articulada hace 25 años por los científicos del mundo, pero en la mayoría de los temas no hemos escuchado su llamada de atención. Nos estamos quedando sin tiempo: pronto será demasiado tarde para cambiar el rumbo de una trayectoria que nos lleva al fracaso. Debemos reconocer, en nuestras vidas diarias y en nuestras instituciones de gobierno, que la Tierra y toda la biosfera es nuestro único hogar.

Referencias citadas
Crist E, Mora C, Engelman R. 2017. The interaction of human population, food production, and biodiversity protection (La interacción de la población humana, la producción de alimentos y la protección de la biodiversidad). Science 356: 260–264.
Hansen J, et al. 2013. Assessing “dangerous climate change”: Required reduction of carbon emissions to protect young people, future generations and nature. (Evaluación del “cambio climático peligroso”: Necesitamos reducir las emisiones de carbono para proteger a los jóvenes, a las generaciones futuras y a la naturaleza). PLOS ONE 8: e81648.
Keenan, RJ, Reams GA, Achard F, de Freitas JV, Grainger A, Lindquist E. 2015. Dynamics of global forest area: results from the FAO Global Forest Resources Assessment 2015 (Dinámica del área forestal global: resultados de la Valoración 2015 de los Recursos Forestales Globales de la FAO). Forest Ecology and Management, 352: 9–20.
Ripple WJ, Smith P, Haberl H, Montzka SA, McAlpine C, Boucher DH. 2014. Ruminants, climate change and climate policy (Rumiantes, cambio climático y política climática). Nature Climate Change 4: 2–5. doi:10.1038/nclimate2081.