Finalizada la explosión de vida
de primavera y verano, cuando la mayoría de los insectos comienzan sus ocultas etapas
de letargo o de metamorfosis invernal, surge la oportunidad para quienes hacen
del otoño la estación ideal para aprovechar unos recursos que, aunque más
escasos, no deben compartirse con otros competidores.
El otoño es la época de aparición de Colletes hederae,
una especie de abeja excavadora solitaria que se puede encontrar en toda
Europa, desde Irlanda hasta Eslovenia, incluida la península ibérica. Esta pequeña
abeja descubierta en 1993, a la que en adelante me referiré como “abeja hiedra”,
tiene una apariencia y un comportamiento muy característicos.
Al observarla de cerca uno no
puede evitar quedar cautivado por sus características únicas. La combinación de
colores que adornan su cuerpo es realmente hermosa. La esbelta estructura corporal
(mide entre 10 y 12 milímetros de longitud) decorada con tonos anaranjados, pardos
y negros permiten distinguirla de otras abejas mineras, aunque lo que verdaderamente
distingue a la abeja hiedra es su rostro cubierto de pelo plateado, una
característica llamativa que la distingue fácilmente de otras especies de
abejas.
Descripción general
A diferencia de las abejas
sociales, la abeja hiedra es solitaria, lo que significa que cada hembra excava
y mantiene su propio nido sin la ayuda de otras abejas (incluidos los machos de
su propia especie). Sus nidos, unas minas meticulosamente excavadas en el
suelo, proporcionan un refugio seguro para la hembra y su descendencia.
Los nidos se encuentran por lo general muy cerca de las hiedras trepadoras (Hedera helix), una elección que no es arbitraria, sino una decisión estratégica tomada por la hembra para asegurar una fuente de alimento fácilmente disponible para sus crías.
Macho de Colletes hederae emergiendo del nido. Foto de Charles J. Sharp |
Mientras que las hembras están siempre
ocupadas construyendo sus nidos y buscando alimento para sus larvas, los machos
están dedicados a tiempo completo a buscar parejas potenciales. Sus incansables
esfuerzos y su persistente búsqueda de una pareja receptiva son cruciales para
la supervivencia y continuidad de la especie.
Además de su llamativa apariencia, la abeja hiedra posee algunas características únicas. Una de ellas es su momento de aparición. A diferencia de muchas otras especies de abejas que están activas durante los meses de primavera y verano, la abeja hiedra emerge a finales del verano y principios del otoño, normalmente entre agosto y noviembre.
Esta aparición otoñal está
directamente relacionada con la floración de las hiedras, ya que la abeja
hiedra está especializada en recolectar exclusivamente el néctar de esta
planta. La sincronización de su ciclo de vida con el período de floración de la
hiedra es una adaptación fascinante que distingue a la abeja hiedra de otras
abejas: ha evolucionado para aprovechar al máximo el abundante néctar que
aportan las flores de la hiedra durante esa época del año.
La dependencia exclusiva de la
hiedra como su principal fuente de alimento tiene implicaciones ecológicas
significativas, porque al desempeñar un papel vital en la polinización de las hiedras,
asegura su reproducción y supervivencia. Sin los diligentes esfuerzos de las
abejas hiedra, el delicado equilibrio del ecosistema se vería alterado, porque afectaría
no sólo a las plantas sino también a muchas otras especies que dependen de las
hiedras.
Ciclo de vida de la abeja
hiedra
La vida de una abeja hiedra
comienza cuando una hembra construye su nido en el suelo. Usando sus poderosas
mandíbulas, cava una madriguera, generalmente cerca de las hiedras que le
proporcionarán néctar y polen. Dentro de cada madriguera crean varias celdas de
cría, cada una de las cuales contiene un huevo. Luego, la hembra dejará en cada
celda una mezcla de néctar y polen, la reserva de alimento para las larvas en
desarrollo.
Macho de Colletes hederae polinizando uas flor de hiedra. |
Las larvas nacen de los huevos y
se alimentan de las provisiones almacenadas hasta que alcanzan la madurez. Esta
etapa puede durar varias semanas, dependiendo de las condiciones ambientales y de
los recursos disponibles. Una vez que han crecido completamente, las larvas entran
en fase de pupa dentro de sus celdas desde donde emergerán como abejas adultas.
Al llegar a la edad adulta, el
objetivo principal de la abeja hiedra es la reproducción. Los machos salen de
su nido un poco antes que las hembras y su trabajo consiste en esperar
ansiosamente que emerjan sus parejas potenciales mientras patrullan incansablemente
revoloteando alrededor de los sitios de anidación.
Cuando una hembra asoma por la bocamina, los machos se agolpan en montonera a su alrededor. Una vez que se
completa el apareamiento, las hembras almacenan el esperma para usarlo más
adelante, ya que hibernarán bajo tierra durante los meses más fríos y
retrasarán la puesta de huevos hasta el año siguiente.
Cuando una hembra asoma por la bocamina, los machos se agolpan en montonera a su alrededor. Una vez que se completa el apareamiento, las hembras almacenan el esperma para usarlo más adelante, ya que hibernarán bajo tierra durante los meses más fríos y retrasarán la puesta de huevos hasta el año siguiente. Imagen. |
Vida útil de la abeja hiedra
La vida útil de la abeja hiedra
es relativamente corta, porque las abejas adultas suelen vivir sólo unas pocas
semanas. Esta vida efímera subraya la importancia de la sincronía temporal de
la especie. Al emerger a finales del verano y principios del otoño, la abeja maximiza
la disponibilidad de flores de la hiedra, asegurando así el éxito de su ciclo
de vida antes de que llegue el invierno.
Los cambios estacionales juegan
un papel importante en la vida de la abeja hiedra. A medida que cambian las
estaciones y fluctúa la disponibilidad de las flores de las hiedras, la abeja debe
adaptar su comportamiento. Hiberna como larva bajo tierra durante los meses más
fríos, conservando energía y esperando la próxima temporada de floración para
reanudar sus actividades.
La polinización y la abeja
hiedra
Las hiedras dependen en gran
medida de las abejas hiedra para la polinización. A medida que la abeja recolecta
néctar de las flores, transfiere polen de los órganos reproductores masculinos
(estambres) a los órganos reproductores femeninos (estigmas) de las flores.
Este proceso de polinización es esencial para que las hiedras produzcan frutos
y semillas, asegurando su supervivencia y contribuyendo a la salud general del
ecosistema.
La estrecha asociación entre la
abeja y las hiedras no se limita a la recolección de néctar y polen. La hiedra
también sirve como hábitat de anidación para las abejas. El denso follaje y la
estructura de la hiedra proporcionan condiciones adecuadas para la construcción
de madrigueras, protegiendo los nidos de elementos externos y posibles
depredadores.
La abeja hiedra se enfrenta a varias
amenazas y desafíos que impactan a su población. Los depredadores, como ciertas
especies de aves y otros insectos, pueden alimentarse de las abejas adultas o
destruir sus nidos. El escarabajo meloide Stenoria analis es un parásito
de la abeja que pone sus huevos cerca de las madrigueras; las larvas triungulinas
del escarabajo se desplazan aferradas en las abejas adultas hasta que,
finalmente, abandonan a sus transportistas en el interior de las celdas y
consumen la reserva de néctar y polen que la abeja hembra había preparado para
su larva.
Las relaciones entre las abejas hiedra y los escarabajos ladrones son tan fascinantes que merecen un artículo aparte que escribiré otro día.