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sábado, 24 de mayo de 2025

POR QUÉ LOS ÁRBOLES GENERAN AGALLAS PARA CUIDAR DE LAS AVISPAS

 
Agallas de una avispa Andricus quercus ramuli sobre Quercus faginea en el Jardín Botánico de la universidad de Alcalá. Foto de J.M. Sanz Anquela

Las agallas son unas estructuras morfológicas anormales que las plantas generan inducidas por un agente externo, en este caso por las avispas.

Las avispas de las agallas y los árboles son los protagonistas de una de las interacciones más íntimas y complejas que se conocen entre plantas y animales. Desde hace millones de años, las avispas y las plantas mantienen una relación de comensalismo, un término que proviene del latín cum mensa, que significa ‘compartiendo la mesa’ que se usa para describir una interacción biológica en la que uno de los intervinientes obtiene un beneficio, mientras que el otro no se perjudica ni se beneficia.​

Se conocen alrededor de 30.000 especies de artrópodos que producen agallas, de las cuales unas 1.500 son avispas de las agallas que producen las estructuras más complejas. En las relaciones avispa y árboles las primeras obtienen un beneficio, que es la protección para sus larvas, mientras que las plantas no sacan nada.

Las avispas de las agallas, unos insectos de la familia de los cinípidos, son capaces de provocar que la planta genere una proliferación anormal de sus tejidos hasta formar unas masas cerradas donde se cobijan las larvas; esas masas tumorales actúan como una especie de vivero comestible. Las delicadas larvas no solo obtienen protección física, sino que también consumen los tejidos hipertrofiados de las plantas.

Las agallas han sido objeto de mucha atención en la literatura botánica, pero muy pocos estudios habían abordado el mecanismo que inducía a esa relación biológica desequilibrada. Hasta ahora no se conocía el mecanismo de inducción, pero había diversas teorías que apuntaban a controles químicos a través de hormonas o la inyección de virus simbióticos para explicar por qué los animales eran capaces de hacer que los árboles generaran las agallas.

En un estudio realizado por investigadores del CSIC se ha comprobado que el mecanismo es, en realidad, un proceso genético: las avispas de las agallas actúan como ingenieras genéticas de la naturaleza. La especie que utilizaron como modelo para ese estudio, la avispilla Biorhiza pallida produce las agallas vulgarmente conocidas como “manzanas de roble” en su árbol hospedador el roble Quercus robur.

Biorhiza pallida

La avispa tiene un ciclo biológico que combina dos generaciones distintas, una sexual y otra asexual. En invierno, una hembra asexual emerge de las raíces y pone sus huevos en las yemas de las partes aéreas; en primavera se desarrolla la típica agalla manzana de roble de la que en verano emergen machos y hembras que completan el ciclo sexual.

Los investigadores secuenciaron el genoma y el transcriptoma (los genes que dan instrucciones a cada célula), de la avispa Biorhiza pallida y de su árbol hospedador. Lo que descubrieron es que En un primero paso hay unos genes específicos de los cinípidos que codifican enzimas hasta degradar las paredes celulares de las plantas rompiéndolas. Después, mediante otras interacciones con los genes de la planta se forma el estado embrionario de la agalla.

Etapas en el desarrollo de las agallas de la generación sexual de Biorhiza pallida y de las yemas de Quercus robur. A: Secciones esquemáticas de las agallas en las etapas temprana, de crecimiento y madura, y su fenología de desarrollo en relación con las etapas reconocidas en el desarrollo de las yemas normales. El desarrollo completo de la agalla tarda entre 3 y 6 semanas. El recuadro muestra los tamaños relativos de las cámaras larvarias, las larvas y los tejidos nutritivos en cada etapa, con los tejidos nutritivos sombreados en amarillo, el espacio lleno de líquido en negro y el espacio vacío en blanco. El desarrollo normal de las yemas en Quercus robur se muestra en seis etapas de desarrollo: S0: las yemas parecen sin actividad de brotación; S1: las yemas tienen la primera hinchazón visible de brotación; S2: las yemas han comenzado a crecer como lo indica el aumento de su longitud y el diámetro; S3: idem, mostradas en hojas distintas; S4: comienzo del desarrollo de hojas y tallos; en S5 las hojas ya están maduras y el tallo ha comenzado a alargarse. Las barras de escala en los paneles S0-S5 son de 5 mm. B-G: Agallas enteras (B,C,D,F) y secciones (E,G) de agallas de cada etapa. B, C: Las agallas en las primeras etapas miden menos de 5 mm de diámetro y suelen estar parcialmente ocultas por las escamas de las yemas (BS; eliminadas en B, parcialmente eliminadas en C). La agalla contiene múltiples cámaras larvarias, cada una de las cuales contiene una sola larva de avispa. En esta etapa, las larvas de avispa de las agallas miden aproximadamente 0,25 mm de largo. D, E: Las agallas en etapa de crecimiento miden de 20 a 40 mm de diámetro, con tejidos claramente diferenciados en sección. La epidermis roja es característica de estas agallas cuando se exponen a la luz solar. La agalla seccionada (E) muestra el parénquima esponjoso de la vesícula (GP) que se desarrolla alrededor de las cámaras larvarias, cuatro de las cuales han sido delineadas en negro. Cada cámara larvaria en esta etapa contiene tejidos nutritivos (NT) que rodean a una larva de 0,25 a 1,0 mm de largo (una muestra está delineada en negro y etiquetado con L). Los tejidos vasculares (TV) se pueden ver irradiando a través de la agalla desde el punto central de conexión con el brote de roble. F, G: Las agallas en etapa madura tienen una epidermis marrón y parecida al papel. La agalla seccionada (G) muestra grandes larvas alimentándose dentro de sus cámaras completamente desarrolladas, con una lignificación pronunciada de los tejidos circundantes. En la cámara delineada superior se han consumido todos los tejidos nutritivos y se ve la cápsula de la cabeza de la larva madura. Imagen del trabajo de investigación que se cita en el texto.  

Además de describir el mecanismo genético inductor, los investigadores comprobaron que los genes descubiertos también están presentes en los principales linajes de cinípidos. Sin embargo, esos mismos genes no están presentes en un grupo de parásitos muy próximos a los cinípidos, los figítidos. Eso demuestra que la capacidad genética de las avispas de las agallas es un rasgo evolutivo propio del grupo y una muestra extraordinaria de lo complejas que son las formas de reproducción y las relaciones que se producen entre las especies que nos rodean.

Agallas Andricus quercus ramuli sobre Quercus faginea en el carrascal de la Font Roja (Alicante)