| Izquierda: la mariposa vespertina Macroglossum stellaratum poliniza Centranthus rubens var. albus. Derecha: la mariposa diurna Vanessa cardui poliniza Knautia arvensis. Fotos de Toni Málaga. |
Las comunidades de plantas
nativas que colonizan los espacios vacíos de un jardín no deben considerarse
agrupaciones de “malas hierbas” o de “plantas invasoras” como piensan algunos.
Su presencia tampoco quiere decir que el jardín está descuidado. No es así, son
“islas de biodiversidad” que sostienen poblaciones de insectos de todo tipo
que, además de jugar un papel esencial en la polinización de las plantas,
sostienen poblaciones de animales insectívoros, desde pequeñas arañas que pasan
desapercibidas hasta los hermosos pájaros cantores que vemos cada día
merodeando por el jardín.
Las plantas silvestres son
regalos de vida que consiguen mucho más que embellecer un espacio. Proporcionan
alimento, refugio y un lugar para la reproducción de innumerables organismos
que permiten que los ecosistemas funcionen. Son auténticos refugios de la
biodiversidad, islas de vida en las que se mantienen cientos de plantas
expulsadas de su ambiente natural por las malas prácticas de la agricultura
extensiva, cuyos venenos químicos en forma de pesticidas y herbicidas son
verdaderos océanos de muerte y destrucción que están acabando con la vida
silvestre.
Ocultas entre el hormigón y el
asfalto de nuestras ciudades, diminutas joyas revolotean de flor en flor,
manteniendo silenciosamente el delicado equilibrio de la naturaleza urbana. Las
mariposas no solo son criaturas hermosas; también son indicadores de la salud
ambiental y desempeñan un papel esencial en la polinización, ayudando a muchas
plantas a reproducirse.
Aunque no son tan eficientes como
las abejas, algunas especies de mariposas pueden ser polinizadores
sorprendentemente eficaces. Su comportamiento al visitar flores revela una
increíble variedad de adaptaciones: algunas prefieren ciertos colores, otras buscan
tipos específicos de néctar y cada especie tiene su propio gusto por las
flores. Algunas son especialistas y visitan solo unos pocos tipos de plantas,
mientras que otras son generalistas y se desplazan entre muchas especies.
En las ciudades, esta dinámica se vuelve aún más compleja.
Los entornos urbanos alteran los ecosistemas de muchas maneras: la
contaminación, la fragmentación del hábitat, el calor, la escasez de agua y los
cambios en las comunidades vegetales influyen en la disponibilidad de flores y
en cómo las mariposas las utilizan.
Aunque los estudios sobre
biodiversidad urbana suelen centrarse en jardines ornamentales, que son más
fáciles de monitorear y se conocen como abundantes fuentes de néctar, los solares
abandonados, los baldíos y la vegetación espontánea también pueden proporcionar
recursos valiosos para las mariposas y otros polinizadores.
Se sabe poco sobre las flores que
visitan las mariposas más allá de los jardines y los parques, pero comprender las
interacciones fuera de esos ámbitos es muy importante, ya que la disponibilidad
de néctar afecta directamente la supervivencia, la longevidad y la reproducción
de las mariposas, lo que, en última instancia, influye en sus poblaciones y en
la biodiversidad urbana en general.
Para explorar esto más a fondo, dos
biólogos polacos, Sylwia Pietrzak y Krzysztof Pabis, se propusieron descubrir
qué flores en terrenos urbanos abandonados pueden sostener comunidades de
mariposas y cómo estos espacios olvidados pueden contribuir a la conservación
de la naturaleza en las ciudades. Para investigarlo, registraron todas las
especies de mariposas que se posaron en flores, junto con las principales
características de las flores visitadas, en cinco grandes terrenos baldíos
ubicados a los suburbios de Łódź, Polonia.
Los investigadores encontraron 39
especies de mariposas que visitaron 81 especies de plantas en esos baldíos. La
mayoría de las plantas visitadas eran herbáceas y pertenecían a familias ubiquistas
como las asteráceas, las fabáceas y las lamiácea, ricas en néctar, de fácil
acceso para las mariposas y comunes en los paisajes urbanos.
Además, descubrieron que, aunque
las mariposas pueden visitar muchas flores, algunas plantas son especialmente visitadas.
Plantas como Centaurea stoebe, Jasione montana, Trifolium pratense y Origanum
vulgare atrajeron hasta 23 especies diferentes de mariposas, mientras que
las flores ornamentales de los jardines no siempre fueron las favoritas.
Especies vegetales muy visitadas por las mariposas en parcelas abandonadas de Łódź. A) Centaurea stoebe; B) Jasione montana; C) Trifolium pratense; D) Origanum vulgare.
Las mariposas tampoco parecieron preocuparse mucho por el color ni la profundidad de las corolas florales. Se observóaron alimentándose de flores rosas, amarillas, blancas y violetas, principalmente de profundidad media a baja. Solo unas pocas especies mostraron preferencias más específicas, pero para la mayoría de las mariposas lo que realmente importa es la disponibilidad y la calidad del néctar.
Finalmente, no todas las
mariposas se comportan de la misma manera. Algunas especies comunes se
concentran en unas pocas flores ricas en néctar, mientras que otras recorren
largas distancias para encontrar alimento. Esto sugiere que la movilidad, la
disponibilidad de plantas hospedantes para las orugas y el suministro de néctar
son más importantes que el color o el tipo de flor por sí solos.
Estos hallazgos cambian nuestra percepción
sobre la conservación urbana. Proteger la biodiversidad en las ciudades no se
limita a jardines planificados o flores ornamentales. El estudio demuestra que
los terrenos abandonados y la vegetación espontánea, a menudo percibidos como
vacíos o sin valor, tienen un gran valor ecológico.
Estas zonas actúan como vibrantes
"banquetes de flores" para mariposas y otros polinizadores,
complementando la disponibilidad de néctar y polen de los parques y jardines
tradicionales. Si aprendemos a valorar las plantas nativas comunes, nuestras
ciudades pueden volverse más bellas, sostenibles y un lugar donde las mariposas
y las personas compartan el mismo espacio en armonía y cada rincón olvidado
pueda servir como un refugio oculto para la naturaleza.





