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sábado, 2 de marzo de 2024

Nieve en el suelo, cristales en el cielo


Todo comienza en las nubes. Las nubes se forman cuando el aire cerca de la superficie de la Tierra se eleva porque la luz del sol calienta el suelo y el aire más cercano a él, que es menos denso, se eleva. A medida que el aire ligeramente más cálido asciende, se enfría y el vapor de agua de ese aire ascendente se condensa para formar agua líquida. Así nace una nube.

Cuando las temperaturas cerca del suelo están muy por debajo del punto de congelación, es decir, de la temperatura a la que el agua se solidifica, las nubes se componen principalmente de agua en forma de hielo y las moléculas de agua congelada se organizan en cristales hexagonales. A medida que estos cristales de hielo de seis lados crecen y se agrupan, se vuelven demasiado pesados para mantenerse en el aire. Gracias a la gravedad, comienzan a caer de nuevo a través de la nube y, finalmente, salen de ella.

Una vez que llegan a la tierra, el aspecto de estos cristales depende de la temperatura y la humedad de la atmósfera. A medida que aumenta la humedad (la cantidad de vapor de agua en la nube), a algunos de los cristales de hielo les crecen brazos intrincados en sus seis esquinas. Ese proceso de ramificación crea las formas características de los copos de nieve.

Caminos diferentes



No hay dos cristales de hielo que sigan el mismo camino a través de una nube. En cambio, cada cristal de hielo experimenta diferentes temperaturas y humedades a medida que viaja a través de una nube, ya sea ascendiendo o descendiendo. Las condiciones en constante cambio, combinadas con la infinita cantidad de caminos que pueden seguir los cristales, dan como resultado un crecimiento dispar y una forma cristalina únicas para todos y cada uno de los copos de nieve. Por eso, es probable que hayas escuchado eso de que «no hay dos copos de nieve exactamente iguales».

Muchas veces estas diferencias son visibles a simple vista, pero otras veces es necesario un microscopio para distinguirlas. En cualquier caso, los científicos que estudian las nubes y la nieve pueden examinar un copo de nieve y descubrir el camino que tomó a través de la nube hasta aterrizar en tu mano.

Nieve seca y nieve húmeda

Cuando cae nieve del cielo, no se ven cristales de hielo individuales, sino grupos de cristales pegados entre sí. Una de las formas en que se agregan los cristales de hielo es mediante entrelazamiento mecánico. Cuando chocan entre sí, los cristales con ramas y brazos intrincados se entrelazan y se adhieren unos a otros. Este mecanismo es el principal proceso de adherencia cuando imperan las condiciones más frías y secas, que forman la que llamamos "nieve seca" o “nieve en polvo”. El resultado es una nieve perfecta para esquiar y fácilmente recogida por el viento, pero que no se mantiene firmemente unida cuando se forma una bola de nieve.



La segunda forma de unir cristales de hielon es cuando ssu temperatura sube un poco. Cuando los cristales de hielo caen a través de una región de nubes o de la atmósfera donde la temperatura es ligeramente superior al punto de congelación, los bordes de los cristales comienzan a derretirse. Esa pequeña cantidad de agua líquida permite que los cristales de hielo que chocan entre sí se peguen casi tanto como si lo hicieran con pegamento. 

¿El resultado? Caen del cielo grandes masas de cristales de hielo a las que llamamos “nieve húmeda”, que no es tan ideal para esquiar, pero que resulta idónea para que los niños disfruten construyendo un muñeco de nieve.

La nieve formada en las nubes normalmente llega al suelo sólo en invierno. Pero casi todas las nubes, sin importar la época del año o la situación geográfica, contienen algo de hielo. Esto se cumple incluso para las nubes en las regiones tropicales cálidas, porque la atmósfera sobre nosotros es mucho más fría y puede alcanzar temperaturas bajo cero incluso en los días más cálidos. 

De hecho, los meteorólogos descubrieron hace tiempo que las nubes que contienen hielo producen más lluvia que las que no contienen ninguno.