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viernes, 24 de agosto de 2018

Drosophyllum lusitanicum: una curiosa atrapamoscas


Foto 1. Extremo de una hoja de D. lusitanicum. Foto.

Una de las especies más llamativas y singulares de la flora Ibérica es la planta carnívora Drosophyllum lusitanicum, conocida como atrapamoscas o pino-rocío, a la que ya Charles Darwin dedicó su atención en el libro Insectivorous Plants (1875).
Hace unos cinco millones de años, durante el Mioceno, el Mediterráneo era un mar cerrado, porque, como consecuencia de la tectónica de placas, el actual estrecho de Gibraltar estaba cerrado. Debido a ello, muchas plantas que actualmente viven en el norte de África vivían también en los actuales territorios de la Península Ibérica. Cuando el estrecho se separó, un relativamente amplio conjunto de plantas acabó por vivir a uno y otro lado de Gibraltar, Son los llamados endemismos iberomauritanos. Uno de los más curiosos es el pino-rocío, la carnívora D. lusitanicum.
D. lusitanicum vive en el norte de África y en nuestra península habita en la mitad suroccidental, tanto en España como en Portugal. Sus poblaciones más septentrionales están en Sierra Madrona (Ciudad Real), de donde proceden las flores que ilustran este artículo, excepto las fotos 1, 2 y 3. Como puede comprobarse en esas mismas fotos, el pino-rocío no es un pino en absoluto, y a lo que se llama “rocío” no es otra cosa que el efecto del relente matinal sobre el conjunto de las glándulas cuya función explicaré más adelante.
Foto 2. Ejemplar de D. lusitanicum en un tiesto. Foto
D. lusitanicum es una planta insectívora con flores amarillas de cinco pétalos que aparecen en primavera rematando un tallo de aproximadamente 40 cm, en cuya base, formando una roseta, se acumulan las hojas estrechas de unos 20 cm de largo, cuyos extremos en crecimiento aparecen enrollados como un báculo (Foto 3). Las hojas son pegajosas por estar recubiertas de pelos glandulares de cabeza roja (Foto 1). Cada hoja de pino-rocío está tapizada por dos tipos de glándulas: glándulas situadas en el extremo de pelitos que desprenden gotitas de una secreción viscosa y aromática por la que los insectos se sienten fuertemente atraídos, y a la que quedan pegados cada vez más cuanto más forcejean por liberarse, una lucha inútil que solo consigue que sean retenidos por un número cada vez mayor de hojas a modo de tentáculos.
Foto 3. Extremo circinado de una hoja. Foto.
Una vez que un insecto está atrapado, no tiene mucha esperanza de sobrevivir. Viviendo en un ambiente tan extremo, el pino-rocío es muy eficaz. En sus hojas hay también glándulas sésiles (situadas directamente sobre la epidermis foliar) que secretan enzimas digestivas y absorben nutrientes. El insecto que queda atrapado por los pelos glandulares muere pronto y las glándulas sésiles comienzan a descomponerlo mediante la secreción de enzimas digestivas. Más tarde, las sustancias asimilables del animalito son captadas por las glándulas absorbentes. Al final del festín gastronómico, las partes blandas desaparecen y del insecto solo queda el esqueleto externo.
Uno de los aspectos más extraños de la ecología del pino-rocío es su preferencia de hábitat. Por lo general, las plantas insectívoras viven en suelos con dos características: por un lado, suelen ser medios encharcados y, por otro, son pobres en nutrientes. Mientras que la mayoría de las plantas carnívoras crecen en suelos saturados o incluso flotando en el agua, los hábitats de brezal preferidos del pino-rocío se secan por completo durante una gran parte del año (Foto 4). Además, vive en suelos relativamente ricos en nutrientes, pero pobres en materia orgánica llamados “herrizas” [1]. Realiza la fotosíntesis, pero debe completar su nutrición mediante la digestión de insectos, que le proporcionan el nitrógeno del que carece el medio en el que vive.
Población de D. lusitanicum en Sierra Madrona (22/05/2012).
Su habilidad para prosperar en tales condiciones de sequedad edáfica es un enigma. Las plantas se mantienen verdes todo el año y producen grandes cantidades de mucílago pegajoso como medio para atrapar presas. Durante los meses de verano, las temperaturas del aire y del suelo pueden dispararse a más de 37 °C. A pesar de que poseen un sistema radicular bastante robusto, los pinos-rocío no parecen producir muchas raíces delgadas. Por eso, cualquier cantidad de agua que esté situada a poca profundidad en el suelo queda fuera de su alcance.
Si esto es así, ¿cómo pueden soobrevivir a lo largo de los meses más secos del año? En los meses más calurosos, el único suministro regular de agua viene en forma de rocío. Durante toda la noche y hasta la madrugada, las temperaturas son lo suficientemente bajas como para que el agua se condense. El rocío cubre todo lo que tenga suficiente superficie para promover la condensación. Gracias a todas esas glándulas adhesivas de sus hojas, el pino-rocío posee mucha superficie para que se acumule el relente. Se piensa que, junto con la cutícula más bien porosa de la superficie de sus hojas, D. lusitanicm puede obtener agua y reducir la evapotranspiración lo bastante como para mantenerse en funcionamiento durante el estío.
Foto 5. Porte de D. lusitanicum. Sierra Madrona. Foto.
Por lo demás, el aspecto ecológico más relevante de esta especie es su estrecha asociación con el fuego. Investigaciones de biólogos de la Universidad de Cádiz [2], han demostrado que estas atrapamoscas iberomauritanas son pirófilas, es decir, les convienen los incendios del monte, porque eliminan la competencia y producen cenizas ricas en nutrientes. La planta restringe su presencia a situaciones de vegetación escasa, en comunidades de brezales enanos, principalmente durante los primeros cuatro o cinco años después de un incendio. Tras ese periodo, las plantas del pino-rocío desaparecen, permaneciendo sólo sus semillas en el suelo del brezal maduro a la espera de que este arda de nuevo.
La afinidad taxonómica del pino-rocío también ha sido objeto de debate. Debido a su similitud obvia con otras atrapamoscas, D. lusitanicum se ha considerado durante mucho tiempo como un miembro de la familia Droseraceae. Sin embargo, aunque los trabajos genéticos recientes sugieren una relación distante con Droseraceae y Nepenthaceae, los expertos creen que el pino-rocío es lo bastante original como para formar su propia familia. Por tanto, ahora es la única especie de la familia Drosophyllaceae.
Lamentablemente, la planta está perdiendo terreno rápidamente. Desde la industrialización intensiva de la ganadería y extensiva de la agricultura hasta la extinción de incendios, los pinos-rocío se están quedando sin hábitat. Es extraño pensar en una planta capaz de vivir en condiciones tan extremas sea demasiado sensible, pero ese es el enigma al que se enfrentan más plantas amenazadas. Sin niveles regulares de perturbaciones intermedias que despejen el paisaje de vegetación, las plantas como el pino-rocío rápidamente se ven desplazadas por especies más agresivas. El hecho de que pueda vivir en entornos tan hostiles es lo que ha mantenido a sus poblaciones vivas y saludables.
Los cambios en las prácticas de uso de la tierra, los incendios prescritos, la conservación de tierras silvestres y los incentivos para que los ganaderos adopten prácticas de pastoreo errante más tradicionales en lugar de las intensivo-industriales, pueden cambiar la situación de extinción de D. lusitanicum. Además, durante la última década, la planta se ha convertido en una especie cotizada en jardinería. Los cultivadores dedicados a perfeccionar las técnicas de germinación y cultivo pueden ayudar a mantener las existencias de material genético ex situ © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.

[1] Las herrizas son las cumbres de los cerros, suelos pedregosos, poco profundos y pobres en materia orgánica donde sólo pueden desarrollarse plantas de pequeño porte (brezos, brecinas, lavandas, jaras…) y poco exigentes. Su nombre alude al color rojizo de la tierra por la acumulación de sales de hierro. También son ricos en aluminio, un metal tóxico para muchas plantas.
[2] Paniw, M. et al. 2015. Local-scale disturbances can benefit an endangered, fire-adapted plant species in Western Mediterranean heathlands in the absence of fire. Biological Conservation, 187: 74-81.
[3] Garrido et al. 2003. Regional differences in land use affect population performance of the threatened insectivorous plant Drosophyllum lusitanicum (Droseraceae). Diversity and Distributions, 9 (5): 335-413. doi.org/10.1046/j.1472-4642.2003.00029.x.
Bibliografía adicional
Adlassnig, W. et al. 2006. Ecophysiological observations on Drosophyllum lusitanicum. Ecological Research, 21: 255. doi.org/10.1007/s11284-005-0116-z.
Correia, E. y FREITAS, H. 2002. Drosophyllum lusitanicum, an endangered West Mediterranean endemic carnivorous plant: threats and its ability to control available resources, Botanical Journal of the Linnean Society, V140 (4): 383–390. doi.org/10.1046/j.1095-8339.2002.00108.x.
Ortega Olivencia, A. et al. 1995. Floral and reproductive biology of Drosophyllum lusitanicum (L.) Link (Droseraceae). Botanical Journal of the Linnean Society, 118 (4): 331–351, doi.org/10.1111/j.1095-8339.1995.tb00475.x.