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sábado, 28 de diciembre de 2019

Pílulas: unos helechos muy peculiares

Pilularia globulifera. Foto

En comparación con el resto de los helechos, las pílulas resultan bastante extrañas. Pertenecientes al género Pilularia (del latín pilula: pelotita), hay entre tres y seis especies dependiendo de a qué especialista se pregunte. Para encontrarlas, debe poner mucha atención y escudriñar en el tipo de hábitat adecuado. Las pílulas no crecen en cualquier sitio: son semiacuáticas y hay que buscarlas en charcas estacionales, en remansos de cauces, márgenes de acequias y en arrozales, como en el sur de la Península Ibérica.
Las Pilularia se apartan mucho de la noción común de cómo debería ser un helecho. En lugar de frondes plumosas, producen hojas estrechas parecidas a briznas de hierba. Mire atentamente en la base y verá que esas hojas se despliegan en forma circinada (como la voluta del extremo del mástil de un violín) desde un estolón subterráneo alargado. En la base de las hojas hay pequeñas cápsulas peludas, los esporocarpos, que albergan las esporas producidas por meiosis. Cuando aparecen condiciones de crecimiento favorables, estos helechos pueden formar grandes alfombras que parecen céspedes capilares.
P. globulifera. Imagen
No importa dónde las encuentre, las pílulas requieren los mismos tipos de hábitats para prosperar. Estos pequeños helechos son unos especialistas en fondos de lodo de charcas estacionales porque no pueden competir con una vegetación más agresiva. Para que prosperen, las condiciones de encharcamiento deben mantenerse en un estado sucesional pionero. El medio ideal para ellas es el que se colmata de agua durante el invierno para secarse hasta formar un lodo húmedo en verano. Tales fluctuaciones en los niveles de agua mantienen a raya a la vegetación competidora. Las plantas acuáticas se secan rápidamente en verano, mientras que muchas especies terrestres se ahogan en invierno. En lugares como Europa, donde Pilularia globulifera es autóctona, el pastoreo del ganado de grandes herbívoros también juega un papel importante. A medida que el ganado se come y pisotea la vegetación alrededor de las charcas estacionales crea un terreno desnudo donde las píldoras pueden prosperar.
Una de las mayores amenazas para las pílulas es la contaminación. A medida que la escorrentía de las granjas y de las zonas urbanas arroja grandes cantidades de nitrógeno y fósforo al agua, las malas hierbas más agresivas comienzan a afianzarse. Cuando eso sucede, las pílulas no pueden competir. La degradación y la pérdida de las charcas estacionales está causando graves disminuciones en las poblaciones europeas. Aunque en la Lista Roja de especies amenazadas Pilularia globulifera todavía figura como una especie de menor preocupación, la tasa a la que se está perdiendo de su distribución original es suficiente para situarla en la lista de vigilancia de muchas organizaciones conservacionistas. Lo que se puede decir con certeza es que, para protegerlas, debemos proteger su hábitat.
Pilularia minuta. Foto
En la Península Ibérica el género Pilularia está representado por dos especies. P. globulifera tiene hojas largas (hasta 15 cm) y esporocarpos de unos 3 cm de diámetro, con cuatro valvas externas, que se corresponden internamente con otras tantas cámaras esporógenas. La minúscula  P. minuta presenta hojas mucho más cortas (hasta 4 cm) y los esporocarpos poseen solamente dos valvas. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.