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domingo, 8 de junio de 2025

POR QUÉ ALGUNAS PLANTAS TIENEN DIFERENTES TIPOS DE HOJAS

 

Las moreras (Morus alba) son un ejemplo típico de heteromorfismo foliar

Heterofilia (del griego heteros, diferente, y phyllon, hoja) es el término que resume un fenómeno sorprendente, el de las hojas que, en la misma planta tienen formas diferentes. No se trata de un capricho botánico, es una verdadera estrategia adaptativa, que permite a ciertas plantas enfrentarse mejor a los condicionantes ecológicos que impone su entorno.

Es muy probable que el caso más conocido de heterofilia sea el del acebo (Ilex aquifolium), cuyas ramas son un adorno navideño en que destacan sus frutos de un rojo brillante, lo que quizás distrae la atención de sus hojas duras y lustrosas: unas, situadas en las ramas más bajas del árbol, tienen márgenes armados con púas, mientras que, en la misma planta, las espinas desaparecen de las hojas de la parte superior. En el caso de que el acebo sea joven y arbustivo, todas las hojas presentarán márgenes espinosos.

La heterofilia se observa en muchas especies, tanto terrestres como acuáticas, en las que un mismo individuo puede producir hojas muy diferentes en tamaño, forma, estructura e incluso color. Lejos de ser un simple cambio estético, esa diversidad juega un papel crucial en la supervivencia, el crecimiento y la reproducción de las plantas.

La heterofilia puede ser desencadenada por variaciones en el entorno (luz, humedad, presencia de herbívoros, viento, nieve, etc.). Esta capacidad de adaptación es el resultado de lo que se denomina plasticidad fenotípica o heterofilia extrínseca. Pero la heterofilia también puede ser intrínseca, que es el resultado de la expresión morfológica y anatómica del genotipo específico de muchas especies que producen naturalmente varios tipos de hojas sin que exista una presión ambiental detectable. Cualquiera que sea su origen, la forma de una hoja es el resultado de una serie de ajustes complejos en relación con las condiciones ambientales del entorno.

Heterofilia y defensa frente a los herbívoros

El caso del acebo es un llamativo ejemplo de heterofilia defensiva. En el mismo individuo, las hojas bajas, las que quedan al alcance de los herbívoros, tienen espinas; las que están más arriba en el tallo, fuera del alcance de los animales, son inermes. Esta variación permite a la planta optimizar sus defensas en los lugares donde el peligro de depredación es real, al tiempo que ahorra energía en las zonas menos expuestas, ya que la producción de espinas córneas es costosa.

Cuando los acebos detectan que sus hojas están siendo mordisqueadas por los herbívoros activan los genes que las hacen espinosas en los bordes cuando vuelven a crecer. Por eso, en los acebos más altos las hojas superiores como la de la izquierda que están fuera del alcance de los ramoneadores tienen márgenes lisos, mientras que las inferiores (a la derecha) son espinosas.

Algunas investigaciones han demostrado que esta distribución no es constante. En áreas muy pastoreadas, los acebos producen hojas más espinosas, incluso en las ramas altas, lo que indica una capacidad para reaccionar a la presión ejercida por los herbívoros. Por lo tanto, esta plasticidad fenotípica es inducida por la herbivoría. Pero el acebo no es un caso aislado. Otras plantas despliegan estrategias similares, a veces más discretas, que reflejan una estrategia adaptativa: modificar la textura, la forma o la estructura de las hojas para reducir la palatabilidad o la digestibilidad, y así limitar la pérdida de biomasa.

Heterofilia e iluminación

La luz juega un papel igualmente decisivo en la morfología de las hojas. En muchas especies, las hojas expuestas a la luz intensa no tienen la misma forma que las que están a la sombra. Las hojas llamadas "de sol", que se encuentran en las partes superiores de la planta o en ramas bien expuestas, suelen ser más pequeñas, gruesas y con márgenes a veces recortados. Esta forma favorece la disipación de calor, reduce la pérdida de agua y aumenta la eficiencia de la fotosíntesis en ambientes bien iluminados. Por el contrario, las hojas de sombra más grandes y delgadas están diseñadas para ampliar el área superficial para favorecer la captura de la luz en condiciones de iluminación baja. A menudo, estas hojas contienen más clorofila, lo que les confiere un color más oscuro.

Hojas de luz (izquierda) y de sombra (derecha) del álamo negro (Populus nigra)

Este contraste es particularmente notable en los robles (género Quercus), cuyas hojas superiores son gruesas y lobuladas, mientras que las inferiores son anchas, flexibles y menos lobuladas. Otras muchas plantas tanto herbáceas como arbustivas y arbóreas de entornos forestales también presentan diferencias similares, que ilustran una heterofilia adaptativa ligada a la exposición lumínica.

Heterofilia y vida anfibia

En las plantas acuáticas o anfibias, la heterofilia alcanza formas aún más espectaculares. Algunas especies viven en parte en el agua y en parte al aire libre, lo que las somete a condicionantes y limitaciones físicas muy diferentes. Es el caso del ranúnculo acuático (Ranunculus aquatilis), que produce hojas muy diferentes en función de su ubicación.

Las hojas sumergidas son delgadas, alargadas y muy dentadas, filiformes. Esta morfología reduce la resistencia a la corriente, facilita la circulación del agua alrededor de los tejidos y mejora el intercambio gaseoso en un ambiente pobre en oxígeno. Por el contrario, las hojas flotantes o emergidas son anchas, redondeadas y optimizadas para capturar la luz y absorber el dióxido de carbono del aire. Este fenómeno es reversible: si el nivel del agua cambia, la planta ajusta la forma de sus nuevas hojas.

Heterofilia en Ranunculus aquatilis, Las hojas sumergidas son filiformes, las flotantes lobuladas.

Las sagitarias acuáticas (Sagittaria spp.) también presentan una notable heterofilia, con hojas emergidas en forma de flecha, gruesas y rígidas, y hojas sumergidas frecuentemente lineales y delgadas.

Estos cambios ilustran una estrategia morfológica adaptativa, que permite a una misma planta explotar eficientemente ambientes radicalmente diferentes.

Heterofilia y cambios con la edad

La heterofilia no siempre es el resultado del entorno. En muchas especies, simplemente acompaña el desarrollo natural de la planta. A medida que la planta crece, pasa por diferentes etapas de desarrollo, durante las cuales produce hojas de diferentes formas.

Este proceso, llamado "heteroblastia", suele marcar la transición entre las fases juvenil y adulta. Un ejemplo clásico es la hiedra común (Hedera helix). Los tallos rastreros o trepadores tienen hojas lobuladas características de la etapa juvenil, mientras que los tallos florales, situados en altura, tienen hojas enteras y ovaladas. Este cambio es irreversible y marca la entrada de la planta en su fase reproductiva.

Morfología de Hedera helix. 1, 2, aspecto general de la planta con algunas umbelas. 3, umbela florífera. 4, un sírfido libando néctar. 5, 6, detalle de las flores. es: estambre; fc: flor cerrada; hf: hoja florífera; hn: hoja normal;  ov: ovario (en 6 cubierto de néctar viscoso oscuro); pe: pétalo.

Los mecanismos detrás de la heterofilia

Los mecanismos que permiten a una planta cambiar la forma de sus hojas son complejos y aún poco conocidos. Sabemos más sobre las formas que toman las hojas que los mecanismos que las desencadenan o las funciones que realizan.

En algunas especies, las hormonas vegetales como el etileno, el ácido abscísico (ABA), las auxinas o las giberelinas (GA) desempeñan un papel central en el desencadenamiento de las diferentes formas de las hojas. En el acebo, se cree que la diferencia entre hojas espinosas y lisas está relacionada con cambios reversibles en la estructura del ADN, sin alteración de los propios genes, desencadenados por la presión ejercida por los herbívoros.

Las plantas heteroblásticas, por otro lado, están controladas principalmente por mecanismos genéticos y moleculares. Sin embargo, la sucesión de los tipos de hojas durante el desarrollo puede acelerarse o retrasarse dependiendo de las condiciones de crecimiento, lo que refleja una estrecha interacción entre el desarrollo y el entorno.

Por lo tanto, la regulación de la heterofilia se basa en una combinación de interacciones hormonales, genéticas, epigenéticas y ambientales. Este fenómeno es también un ejemplo notable de convergencia evolutiva, ya que la heterofilia ha surgido de forma independiente en líneas de plantas muy diferentes. Esto sugiere que es una respuesta a la diversidad de condiciones presentes en el medio ambiente.

sábado, 7 de junio de 2025

EL CINEMATOGRÁFICO ÁRBOL DE LOS SUICIDAS

El árbol venenoso de la serie The White Lotus realmente existe y, si comes sus semillas, te paralizará el corazón.


Para un productor cinematográfico contar con un protagonista que no cobre debe de ser un negocio de primera. Eso es precisamente lo que ocurre en todas las temporadas de la serie estadounidense de MAX-HBO The White Lotus, en la que el árbol pong pong (Cerbera odollam) juega un papel importante rodeado de turistas pudientes alojados en hoteles de lujo.

En la tercera temporada, que tiene lugar en Tailandia, el árbol adquiere una dimensión más cercana cuando una de las melifluas trabajadoras del hotel advierte a un huésped que no coma el fruto del pong pong, porque es lo bastante venenoso como para matar a cualquiera. De hecho, en el sudeste asiático, de donde procede, esta planta es responsable de más de mil muertes al año, de donde le viene el apodo de “árbol de los suicidas”.

Pong pong o árbol de los suicidas

El pong pong es un miembro de las Apocynaceae, una familia de angiospermas (las plantas con flores y frutos) famosa por sus potentes venenos. Quizás la más conocida de todas esas plantas, al menos en occidente, es la adelfa (Nerium oleander). El árbol de los suicidas es originario del sudeste asiático, de las islas del Pacífico y del norte de Australia, aunque recientemente se haya cultivado en los jardines de todo el mundo tropical.

El ingrediente activo del veneno de la planta, la cerberina, un veneno que se absorbe en el torrente sanguíneo y puede causar un ataque cardíaco, se concentra sobre todo en las semillas, de un tamaño más o menos al de un hueso de melocotón. De características químicas similares a la digitalina de las dedaleras, una dosis muy baja puede ser mortal, aunque no faltan quienes han sobrevivido al envenenamiento porque, como sucede con cualquier veneno, todo depende de la dosis, por un lado, y de la persona, su edad, sexo, altura e historial médico.


De todas formas, para ingerirla hay que tener intenciones suicidas muy firmes, porque la cerberina, junto con otros compuestos químicos que la acompañan, hace que el fruto sea extremadamente amargo, siguiendo una estrategia evolutiva de muchas plantas con la que tratan de disuadir a los herbívoros llegado el caso de que mordieran su fruto para que no volvieran a repetir.

Los humanos han triturado secularmente las semillas para obtener un polvo destinado a su empleo en medicina tradicional, para cometer homicidios o suicidios o en juicios de brujería. Su popularidad como arma homicida se debe a que es difícil de detectar en las autopsias y a que su sabor puede quedar enmascarado por especias fuertes.

Efectos de la ingestión de las semillas

Además de tener mal sabor, la cerberina es un glucósido cardíaco, lo que significa que se dirige al corazón. Como sucede con otros venenos cardiotónicos, la cerberina se absorbe por vía sanguínea desde el estómago. Los primeros síntomas pueden aparecer a los 20 o 30 minutos, tiempo que tarda el sistema inmunitario en intentar defenderse provocando náuseas, vómitos y diarrea para evacuar el veneno.

Después de una hora, la cerberina puede ralentizar peligrosamente el ritmo cardíaco al interrumpir la bomba sodio-potasio que regula los movimientos del corazón, lo que se traduce en palpitaciones y arritmias que culminan en un paro cardíaco porque, al faltar las fases de contracción y relajación habituales para que se contraigan y se relajen, los músculos cardíacos simplemente dejan de funcionar.

¿Son comunes las muertes producidas por el pong pong?

Los pong pong son conocidos desde hace años por su capacidad letal. Un estudio publicado en 2004 cuenta que los árboles estuvieron relacionados en más de la mitad de todos los casos de envenenamiento por plantas, y con más de una décima parte de todos los envenenamientos, en la región india de Kerala entre 1989 y 1999.

El mismo estudio estimó que durante siglos casi tres mil personas han muerto cada año a causa del pong pong y de su pariente cercano, el mango de mar (Cerbera manghas), también conocido como tanguin, utilizado en Madagascar en juicios por brujería. Los sospechosos de brujería debían beber una mezcla de tanguin triturado disuelto en agua y luego comer piel de gallina. Vomitar la piel de gallina era prueba de su inocencia. Algunos reos juzgados de esta manera perecían por los efectos del veneno, mientras que los que no vomitaban, eran declarados culpables y ejecutados.

Mango de mar. Rama florida de Cerbera lactaria:  1. Flor en sección longitudinal; 2. Estambre y corona; 3. Pistilo con estilo y estigma; 4. Sección transversal del fruto sin el pericarpio externo; 5. Brote de Cerbera odollam; 6. Flor de la misma especie en sección longitudinal; 7. Estambre y corona; 8. Fruto parcialmente separado del pericarpio externo; 9. La misma especie en sección transversal. A, 1, 4, 5, 6, 8, 9 ligeramente reducidas; 2, 3, 7 ampliadas. Lámina original del libro Plantas Medicinales de Franz Eugen Köhler. Dominio público.

La planta ha dejado muchas víctimas a su paso, en parte porque se consume en zonas rurales sin acceso a tratamiento de emergencia. Sin embargo, la distribución del polvo venenoso es internacional y muchos vendedores en línea exportan árboles y semillas a todo el mundo. Por ejemplo, un estudio de 2018 relató seis casos de envenenamiento por pong pong en los Estados Unidos, tres de ellos mortales. Una de las víctimas fue una mujer de 33 años que había comprado el veneno en Internet, donde se vendía como un remedio para bajar de peso.

Cómo tratar las intoxicaciones con pong pong

No existe un antídoto milagroso para el veneno de la fruta, incluso para los pacientes que reciben ayuda médica inmediata. Los médicos pueden administrar venenos con efectos opuestos al pong pong, como la atropina, o realizar masajes cardíacos. Sin embargo, el pronóstico depende de multitud de factores. Si una persona sensible al veneno no recibe ningún tratamiento puede morir en una hora. 

A medida que la macabra reputación de la planta se extiende y su uso como objeto decorativo exótico en todo el mundo se generaliza, el árbol de los suicidas bien podría cobrarse otras víctimas.

Como en el Paraíso, la fruta prohibida puede ser tentadora, pero hay algunas cosas que es mejor no tocar.

domingo, 1 de junio de 2025

EL CIENTÍFICO QUE SE COMIÓ EL CORAZÓN DE UN REY… ENTRE OTROS MUCHOS "MANJARES"

La historia de un científico que, según decía, quería comerse todo el reino animal e incluso cató el corazón de un rey.

Retrato de W. Buckland sosteniendo la calavera de una hiena

Los avances de la ciencia suelen relacionarse con el aburrimiento rutinario propio de oscuros gabinetes y tediosos laboratorios. Pero no siempre es así. En el libro Cazadores de dragones (Ariel Historia, 2007) José Luis Sanz cuenta relatos acerca de los paleontólogos que descubrieron y estudiaron los dinosaurios, unas historias apasionantes de la búsqueda del pasado remoto a través de los fósiles de dinosaurios y acerca de los hombres que los descubrieron y divulgaron.

Desde los pioneros que dieron los primeros pasos hasta los más recientes hallazgos de la paleontología, por las páginas de ese libro riguroso y divertido desfilan entre otros los británicos Gideon Algernon Mantell y Richard Owen, que dieron la buena nueva de la existencia de fósiles de dinosaurios; los norteamericanos Othniel Charles Marsh y Edward Drinker Cope, que se embarcaron en una guerra por dilucidar quién descubría más dinosaurios, con Bufalo Bill, los sioux y la fiebre del oro como teloneros estrella; el aventurero Roy Chapman Andrews y sus expediciones motorizadas por el Gobi; las andanzas de los paleontólogos soviéticos por Mongolia y el hallazgo de miles de huevos de dinosaurio en la Patagonia argentina.

De la mano de estos personajes asistimos a una sugestiva iniciación a la paleontología, un repaso a nuestra fascinación por los dinosaurios y un homenaje a los científicos y exploradores que, estudiando restos fósiles, descubrieron que en el pasado remoto la Tierra estuvo poblada por una fauna difícil de imaginar. Un viaje fascinante y repleto de anécdotas por el mundo de los dinosaurios y las extraordinarias vidas de sus descubridores. 

En ese retablo de las maravillas no falta, ni podía faltar, el reverendo William Buckland (1784-1856), que fue el primer profesor de Geología y Mineralogía en la Universidad de Oxford y, más tarde, decano de Westminster. Buckland es uno de los científicos más pintorescos de los que tengo noticia. Al fin y al cabo, ¿cuántas veces se habla de alguien que se dice que se comió el corazón de un rey?

Mi relación fortuita con William Buckland comenzó debido a mi directo interés por una mujer extraordinaria, Mary Anning (1799-1847), gracias al cual tropecé por casualidad con una antigua mesa que se exhibe en el museo de Lyme Regis, un pueblo aparentemente tranquilo de la costa sur de Inglaterra que guarda en sus acantilados una historia geológica fascinante entrelazada con la vida de Anning, la primera paleontóloga reconocida como tal por sus importantes hallazgos de los lechos marinos del período Jurásico en Lyme Regis, la localidad inglesa donde nació y murió.

Como su contemporánea Anning, William Buckland se enamoró desde muy joven de los fósiles. Tenía treinta y tantos años cuando investigó huesos fósiles encontrados en una cueva de Yorkshire y concluyó que eran restos de hienas prehistóricas. Creía que, a partir de sus heces fosilizadas, para las que acuñó el término "coprolitos", se podía determinar qué tipo de animales habían comido.

 Buckland intentó demostrarlo alimentando a una hiena con cobayas y examinando sus heces; como no podía ser menos, encontró que contenían fragmentos de huesos, al igual que los coprolitos que había descubierto y de los cuales estaba tan fascinado que encargó la construcción de una mesa con una serie de ellos incrustados en su superficie después de haber sido cuidadosamente cortados y pulidos por un marmolista. La "mesa de caca" de Buckland, como se la conoció posteriormente, se puede admirar en el museo de Lyme Regis.

La mesa incrustada de coprolitos de William Buckland. Lyme Regis Museum.

El descubrimiento de los coprolitos de hiena, que demostraban que Inglaterra había tenido un clima muy diferente al de la época previctoriana, fue considerado lo suficientemente importante como para que Buckland recibiera la Medalla Copley, el galardón más prestigioso de la Royal Society of Britain, otorgado «por logros sostenidos y sobresalientes en cualquier campo científico». Aún habría más logros.

Buckland escribió la primera descripción completa de un dinosaurio, incluso antes de que existiera la palabra "dinosaurio". En 1824, publicó Notice on the Megalosaurus or Great Fossil Lizard of Stonesfield, basado en una mandíbula dentada parcialmente fosilizada. El término "dinosaurio", del griego "lagarto terrible", no sería introducido hasta 1842 por el paleontólogo británico Richard Owen. Con mucha propiedad, el "gran lagarto" de Buckland se llamó Megalosaurus bucklandi, que incluso apareció representado en 2024 en un sello postal del Reino Unido.

El interés de Buckland por todo lo relacionado con el estómago, un tema que llegó a obsesionarle, probablemente surgió de sus estudios sobre coprolitos, de los cuales concluyó que estos fósiles, despreciados por muchos de sus aristocráticos colegas, podían aportar información tanto sobre el devorador y el devorado. Buckland se convirtió en un entusiasta de la zoofagia, la práctica de comer animales, generalmente exóticos, un movimiento que tuvo su auge en el siglo XIX.

Su afición le llevó a elaborar algunos experimentos culinarios extravagantes que hicieron que fuera recordado no solo como un paleontólogo de renombre, sino también como un personaje excéntrico: declaró que se comería todo el reino animal. Erizos, ranas, caimanes, ratones, trompas de elefante, moscas azules y tijeretas, entre otros muchos bichos que sería prolijo citar, pasaron por su mesa.

Se ha especulado que las extrañas decisiones alimentarias de Buckland no eran resultado de su excentricidad, sino que estaban motivadas por la difícil situación de los pobres, quienes a menudo carecían de lo suficiente para comer. Pensaba que, si se demostraba que sus raras elecciones culinarias llegaran a formar una parte aceptable de la dieta, los pobres tendrían una opción económica para saciar el apetito. Sin embargo, cabe pensar que la trompa de elefante difícilmente entraría en la categoría de alimentos económicos.

Aunque el relato sobre la cardiofagia del Rey Sol bien podría ser apócrifo, es demasiado bueno para dejarlo de lado. Empecemos con la parte de la historia que es históricamente cierta. En Francia, desde el siglo XIII, el corazón de un rey fallecido se extraía y se guardaba como reliquia para ser venerado, una veneración que, obviamente, fue anadonada tras la Revolución Francesa. El cofre de plata que albergaba el corazón del rey Luis XIV fue fundido y el órgano momificado supuestamente fue vendido a Alexander Pau, un pintor que le dio un extraño uso.

En aquella época, el "marrónmomia", también conocido como “marrón egipcio” o "caput mortuum", era un pigmento elaborado a partir de carne molida de momias mezclada con brea blanca y mirra, especialmente codiciado por su precisión en los tonos de piel. Según cuenta la historia, Pau usó solo un pequeño trozo del corazón momificado, y el resto, del tamaño aproximado de una nuez, fue adquirido por Lord Harcourt, arzobispo de York, a quien le gustaba mostrarlo a sus visitas. 

Eso fue precisamente lo que hizo en una suntuosa cena a la que Buckland acudió como invitado. Cuando le mostraron el corazón, se dice que Buckland, quien ya se había ganado la reputación de ingerir cosas atípicas, dijo: «He comido muchas cosas raras, pero nunca he comido el corazón de un rey». Pensando que este peculiar manjar sería una gran aportación a su repertorio y que zamparlo entretendría a los invitados, se cuenta que procedió a catarlo. Como he dicho, una historia demasiado buena para no contarla.

Aunque el relato es sospechoso, Buckland era conocido por ser un conferenciante entretenido. En Oxford, cuando enseñaba a los estudiantes sobre su megalosaurio, se pavoneaba imitando cómo creía que caminaba el lagarto gigante. Henry Acland —quien a los años se convertiría en un prestigioso médico— asistió a una de sus clases y contó que Buckland «caminaba de un lado al otro detrás de una larga vitrina, sosteniendo en su mano la calavera de una hiena mientras peroraba».

«De repente, bajó de prisa las escaleras, le apuntó con la calavera al primer estudiante sentado en la banca de enfrente y gritó: "¿Qué es lo que gobierna el mundo?" El joven, aterrado, no musitó ni una palabra. [Buckland] corrió hacia donde yo [Acland] estaba y, apuntando la hiena frente a mi cara, preguntó: ”¿Qué es lo que gobierna el mundo?”. ¡No tengo ni idea”, le respondí. “El estómago, señor, el estómago gobierna el mundo. Los grandes se comen a los pequeños y estos a otros aún más pequeños”, aclaró él».

Aunque Buckland podría describirse como, digamos, poco convencional, no cabe duda de que realizó importantes contribuciones a la ciencia. La dedicatoria de su busto, expuesto en la Abadía de Westminster, dice: «Dotado de un intelecto superior, aplicó los poderes de su mente al avance de la ciencia y al bienestar de la humanidad».

Nada se dice de sus aficiones gastronómicas que hubieran asombrado al mismísimo Apicius.

sábado, 31 de mayo de 2025

¡HERVIR LAS TETINAS!: BIBERONES, CHUPETES, CONDONES Y CARNES PROCESADAS

 

El Real Decreto 1184/1994 regula la cantidad de nitrosaminas que pueden ser cedidas por los chupetes y tetinas de caucho en una solución de saliva artificial. Las nitrosaminas constituyen un grupo amplio de compuestos considerados peligrosos para la salud por su carácter carcinogénico y/o mutagénico.

La preocupación por las nitrosaminas surgió por la alarma que en 1984 dio la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) a los padres que alimentaban con biberón a sus bebés o los calmaban con chupetes. Con el admonitorio "¡Hervir las tetinas!" como lema general, la FDA lanzó una campaña cuando se supo que en productos derivados del caucho se había detectado la presencia de nitrosaminas, unos compuestos que, según se acababa de conocer, causaban cáncer en animales, de donde surgió la lógica preocupación de que pudieran transmitirse a los bebés.

El consejo se retiró a los pocos meses porque resultó que hervir no era una forma eficaz de eliminar las nitrosaminas y, lo que es más importante, la industria del caucho ya había identificado el problema y había tomado medidas para reducir significativamente la formación de esos compuestos.

La vulcanización del caucho


Tendemos a asociar el caucho con la fabricación de los neumáticos porque es su aplicación principal, pero en la naturaleza el caucho no es negro y consistente sino blanco y líquido, y aunque también corre, no lo hace por las carreteras sino por la savia de cientos de especies de plantas distintas, entre las cuales el árbol Hevea brasiliensis es la más productiva y la que concentra la casi totalidad de la producción de caucho natural del mundo.

La elasticidad y resistencia del caucho se consiguen mediante la vulcanización, un proceso por medio del cual se calienta el caucho crudo en presencia de azufre con el objetivo de convertirlo en un material más duro y  resistente. Con el proceso se consigue que las largas moléculas de poliisopreno del caucho natural se entrelacen mediante átomos de azufre.

Algunos reactivos como los sulfuros de tiuram aceleran el proceso, pero estas resinas también se descomponen para liberar dimetilnitrosamina, un potente carcinógeno que, de hecho, se utiliza para inducir cáncer en ratas de laboratorio. Tras descubrirse esto, la industria encontró rápidamente otros aceleradores más seguros. Los padres se tranquilizaron, lo que también debió suceder con los usuarios de condones, quienes también se habían mostrado preocupados por el mismo asunto.

Nitrosaminas y cervezas

A principios de la década de 1980, los fabricantes de caucho no fueron los únicos afectados por el problema de las nitrosaminas. La industria cervecera también se vio conmocionada por el hallazgo de dimetilnitrosamina en algunas cervezas alemanas, lo que causó una preocupación en todo el mundo salvo en los abstemios. En este caso, el problema se atribuyó al secado de la malta.

La cerveza se elabora mediante el "malteado", un proceso que comienza con la maceración de los granos de cebada en agua para permitir su germinación, seguido del secado de los granos germinados o "maltas" en un horno para obtener el sabor y el color deseados. A continuación, se tritura la malta, se añade lúpulo y se introduce levadura para fermentar los azúcares producidos a partir del almidón durante la germinación y convertirlos en alcohol. En el caso de las cervezas, el problema con la contaminación por nitrosaminas residía en el proceso de secado.

Tradicionalmente, la malta se secaba con aire caliente procedente de la combustión de madera, carbón o coque. Pero el calor de la combustión permite que el nitrógeno y el oxígeno, componentes naturales del aire, se combinen para formar óxidos de nitrógeno que luego pueden reaccionar con la hordenina, un producto natural formado durante la germinación, para producir dimetilnitrosamina. 

Tras descubrirse tal reacción, la industria adoptó el método de secado indirecto, mediante el cual los productos de la combustión no pasan directamente a través de la malta, sino por un intercambiador de calor que calienta el aire ambiente limpio que la atraviesa. ¡Problema resuelto! Los bebedores estaban de enhorabuena: no tenían que preocuparse por las nitrosaminas en la cerveza ni en el güisqui, que también se maltea, generalmente a partir de centeno, trigo o maíz.

Nitrosaminas y carnes procesadas

Pero si se acompaña la cerveza con una salchicha u otro tipo de carne procesada, la maldición de las nitrosaminas reaparece. El nitrito de sodio es uno de los aditivos alimentarios más apreciados por la industria cárnica. Produce el color rosado y el sabor único de las carnes curadas, actúa como antioxidante, impidiendo que las grasas reaccionen con el oxígeno y produzcan sabores desagradables, y, lo más importante, tiene un efecto antibacteriano que previene la formación de la peligrosa toxina botulínica.

Desgraciadamente, los nitritos también encierran una amenaza oculta. Pueden reaccionar con aminas presentes en los amnoácidos de la carne para producir nitrosaminas, especialmente al calentarse, como sucede al freír tocino o panceta. Generalmente se añade eritorbato de sodio o ascorbato de sodio para frenar este proceso, pero el Centro Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha incluido las carnes procesadas en su "Grupo 1", reservado para sustancias como el humo del tabaco y el asbesto, que se sabe que causan cáncer en humanos.

Sin duda, los nitritos no son los únicos carcinógenos potenciales en las carnes procesadas. Calentar cualquier carne, en particular cuando se producen llamas vivas y humo, produce sustancias aromáticas policíclicas y aminas heterocíclicas, ambas carcinógenas. Por eso, el IARC clasifica las carnes rojas como "probablemente carcinógenas para los humanos".

También existe un problema añadido con el hierro que forma parte de la molécula de hemoglobina de la carne. No solo puede catalizar la formación de compuestos nitrosos, sino que también puede inducir la reacción de las grasas con el oxígeno, lo que resulta en la formación de radicales libres que dañan el ADN.

El potencial carcinógeno de la carne procesada no es solo una teoría. La evidencia epidemiológica ha vinculado el cáncer colorrectal con el consumo de carne procesada, aunque el riesgo no sea enorme. Si cien personas consumen 50 gramos de carne procesada todos los días a lo largo de su vida, tan solo una desarrollará cáncer. Aun así, en una población grande esto no es insignificante, especialmente considerando que hay un aumento preocupante del cáncer colorrectal entre los jóvenes que va en paralelo a un aumento en el consumo de alimentos ultraprocesados.

La exposición a los nitritos no se limita a las carnes procesadas. Los nitratos se encuentran de forma natural en las verduras y, al mezclarse con las enzimas de la saliva, se convierten en nitritos. Estos pueden reaccionar con aminas para producir nitrosaminas, pero el riesgo es mínimo porque no se calientan y, a diferencia de la carne, las verduras no contienen aminas en cantidades significativas.

Además, las verduras contienen vitamina C y varios polifenoles que interfieren con la formación de nitrosaminas. Por eso, no solo no existe preocupación alguna por los nitratos presentes en las plantas, sino que existen múltiples evidencias de sus beneficios, ya que los nitratos pueden convertirse en óxido nítrico en el organismo, un compuesto benemérito que dilata los vasos sanguíneos, reduce la presión arterial y mejora la actividad de las células inmunitarias. Las verduras de hoja verde, con la rúcula a la cabeza por ser la que más los contiene, son la mejor fuente de nitratos.

Aunque los nitritos no son la única preocupación en la carne procesada, la industria está trabajando para reducir su uso. Es difícil porque no existe una alternativa que pueda cumplir todas sus funciones . El extracto de apio es rico en nitratos que pueden ser reducidos a nitritos por microorganismos presentes de forma natural en la carne, y algunos productores utilizan este ingrediente para evitar que el nitrito aparezca como aditivo en la etiqueta.

Sin embargo, el nitrito es nitrito independientemente de su procedencia. Otra alternativa que no implica nitritos utiliza ácidos como el acético, el láctico o el benzoico, junto con alta presión hidrostática (APH). Hacerlo implica colocar la carne y el ácido o su sal en un recipiente donde se sumerge en agua a la que se aplica alta presión. La APH destruye la estructura celular de las bacterias, por lo que sirve para conservar la carne procesada, pero no ofrece los demás beneficios de los nitritos. El pavo procesado con ácido acético (vinagre) y APH se ha popularizado porque puede afirmar que no contiene nitrito, pero también cabe mencionar que, para complicar aún más su ingesta, todas las carnes procesadas tienen un alto contenido en sal.

Después de seguir el tema de los nitritos y nitratos, hace ya años que dejé de consumir carnes rojas y procesadas y me he aficionado tanto a la ensalada de rúcula como de niño hacía con los helados.

BALSA: EL ÁRBOL QUE VOLÓ Y AYUDÓ A GANAR UNA GUERRA

 

Los seres vivos más grandes que existen y han existido jamás son plantas como las secuoyas gigantes de California y los eucaliptos regnans australianos. Las plantas, ya sean enormes, como esos gigantes arbóreos, ya sean minúsculas como las lentejas de agua o microscópicas como las que forman el fitoplancton, son la base de toda la vida.

Estoy en Chiapas, en el corazón de una selva tropical, el entorno más rico y dinámico de la Tierra. Las selvas tropicales cubren solo una pequeña proporción de la superficie terrestre, pero albergan más de la mitad de todas las especies conocidas de animales y plantas. Ahí arriba, el dosel del bosque está bañado por la luz solar, que significa vida. Las ramas de los grandes árboles albergan exuberantes y florecientes jardines celestiales, hogar de innumerables tipos de hermosas plantas.

Cada especie ha desarrollado su propia y exquisita solución a los desafíos de la supervivencia. Este mundo forestal puede parecer pacífico, atemporal e inmutable, pero eso dista mucho de la realidad. Es un campo de batalla. En todo el bosque, las plantas compiten ferozmente entre sí por la luz.

La batalla es más encarnizada en el suelo del bosque, donde solo se filtra el 2% de la luz solar. Ahí abajo, las plantas deben esperar el momento oportuno. Su oportunidad llega cuando un árbol viejo muere. Cuando eso sucede, la luz solar inunda el suelo del bosque quizás por primera vez en decenas de años. La espera de las plántulas del sotobosque ha terminado. Ahora deben trepar hacia el cielo y reclamar un lugar entre los gigantes del dosel.

Pero una plántula, sea la que sea, no está sola. Hay rivales por todas partes, cada uno con su propia estrategia de supervivencia. Algunas plantas, como las costillas de Adán (las monsteras), extienden sus grandes hojas divididas para captar toda la luz que puedan. Esta trepadora tantea a ciegas con sus zarcillos. Intenta alcanzar la luz aventurándose. Sus zarcillos son muy sensibles al tacto. Cuando un soporte adecuado está a su alcance, el zarcillo se aferra con fuerza, la enredadera aprieta y comienza a trepar.

Flor de la balsa, Ochroma pyramidale

Ha sido rápida, pero no lo suficiente. La ha superado el árbol de más rápido crecimiento del bosque: una balsa (Ochroma pyramidale) joven. Sus hojas gigantes tienen 40 cm de diámetro y se encargan de robar la luz a los rivales que han quedado abajo. La balsa está defendida por un escudo de pelos resbaladizos que la protegen del abrazo de los zarcillos y los ganchos con forma de garra de las enredaderas competidoras. Si tan solo un gancho lograse agarrarla, la enredadera podría asfixiarla. Pero los ganchos de la enredadera no pueden sujetarse. La balsa deja de lado a sus competidores  y continúa trepando hacia el cielo dejando a los perdedores a su sombra para que luchen entre ellos. La balsa ha ganado su batalla por la luz. Y lo ha hecho en poco más de un año.

Durante ese periodo, la mayoría de los árboles habrían crecido aproximadamente tres centímetros, pero la balsa ya mediría diez metros de altura. Las balsas deben su éxito a la característica especial de su madera. Si una sección del tronco de cualquier tamaño fuera de un árbol de madera dura sería muy pesada. Pero la de la balsa es muy ligera y eso se debe a su estructura interna.

Izquierda, árbol maduro en un jardín botánico. Derecha, corte macroscópico (10x) de una sección transversal de su madera, en la que son visibles grandes poros vacíos.

En el microscopio, la madera de balsa parece un panal. Contiene más aire que leño duro, por lo que no solo puede crecer muy rápido, sino que alcanza la máxima altura con el mínimo peso.

Ochroma pyramidale es un árbol peculiar, si hubiera que resumirlo en un epigrama para colocarlo como epitafio podríamos decir que “Creció rápido, murió joven y dejo una madera ligera como una pluma”. Es a los árboles lo que la piedra pómez a las rocas.

En la naturaleza es capaz de alcanzar treinta metros en siete años, dar flores y frutos que alimentan a numerosos monos o murciégalos y crear un tronco que parece antinatural, porque es tan recto que parece imposible: es fácil confundirlo con un poste de teléfono.

Las células de su madera están rodeadas de mucha agua y su corteza se vuelve esponjosa; al talarse y dejarla secar, esa agua desaparece y la madera resulta asombrosamente ligera. Los nativos de Centroamérica la empleaban para fabricar balsas, porque pesaban tan poco que entre dos personas podían manipularlas perfectamente.

Por eso, el nombre con el que empezó a conocerse ese árbol fue madera de balsa o guaguaripo, una madera a la que recurrió el etnógrafo noruego Thor Heyerdahl cuando quiso demostrar que la población americana provenía en su mayoría de migraciones llegadas desde Asia a través del Pacífico navegando en embarcaciones ligeras y sencillas.

Heyerdahl navegó tres meses en un viaje épico entre Perú y Tahití, 8.000 km navegados sobre unos troncos de madera de balsa. Eso los hizo famosos a ambos, a Thor y a la madera de balsa, pero antes de eso el árbol fue protagonista de un hecho bélico poco conocido.

De Havilland DH.98 Mosquito, cuyo fuselaje estaba construido con maderas ligeras de balsa y abedul.

Segunda Guerra mundial, Alemania va ganando la batalla aérea a Inglaterra; los ingleses tienen problemas para obtener aluminio, sin el cual los aviones no se pueden fabricar. A grandes males, grandes remedios. Optan por sustituir el aluminio por madera para fabricar el famoso De Havilland DH.98 Mosquito, un avión que volaba a 640 km/h, uno de los más rápidos del mundo en su época. 

En su fuselaje se encontraban dos tipos de madera de balsa y abedul. Cuando preguntaron a su impulsor, Havilland, dijo que él de pequeño siempre había hecho maquetas con esa madera, por lo que al fin y al cabo solo se trataba de hacer una maqueta de mayor tamaño.

viernes, 30 de mayo de 2025

ESTAMOS RODEADOS DE MOLÉCULAS Y NO SABEMOS QUÉ DEMONIOS SON

Aunque las moléculas no se pueden ver, comprender qué son puede ser útil para desmentir algunas de las sandeces que se dicen sobre ellas.

Una molécula es un conjunto de átomos unidos por enlaces químicos

A pesar de que todo en el mundo físico depende de la actividad molecular, las encuestas revelan que solo cuatro de cada diez personas comprenden que los electrones son más pequeños que los átomos y solamente una de cada diez sabe qué es una molécula.

Las moléculas son los componentes fundamentales de la materia. Están formadas por átomos, que a su vez están compuestos por partículas aún más pequeñas: protones, neutrones y electrones. Las moléculas son partículas inconcebiblemente pequeñas: aproximadamente 100.000 moléculas de agua podrían caber en el grosor de uno de tus cabellos.

Nadie había visto una molécula hasta 2009, cuando, mediante un microscopio de fuerza atómica ultrasofisticado, científicos de IBM lograron fotografiar el pentaceno y el mundo pudo ver claramente una molécula compuesta por cinco anillos de benceno fusionados.

Estructura interna de una molécula de pentaceno, de 1,4 nanómetros de longitud. Abajo, modelo de la misma (los átomos grises son de carbono y los blancos de hidrógeno). Fuente: IBM

Si nadie las había visto, ¿cómo sabían los científicos que el mundo estaba hecho de moléculas invisibles? El concepto tardó muchísimos años en evolucionar. Ya en el siglo V a. e. c., el filósofo griego Leucipo y su alumno Demócrito sugirieron que, si la materia se cortaba en pedazos cada vez más pequeños, alguna vez se llegaría a una partícula que no podría dividirse más. Para designarla, acuñaron el término "átomo", del griego "indivisible". Imaginaron diferentes formas de materia compuestas de átomos diferentes en forma y tamaño.

Esta idea permaneció latente durante dos mil años hasta que, en 1661, en su obra clásica El químico escéptico, Robert Boyle escribió que la materia estaba compuesta de varios "corpúsculos" de diferentes tipos y tamaños que podían reorganizarse para formar nuevas sustancias. 

Al llevar a cabo una serie de nuevos análisis de laboratorio que pondrían orden en el caos de conocimiento generado a lo largo de siglos de filosofía griega y alquimia medieval, Antoine-Laurent Lavoisier cambió para siempre la química, tanto teórica como práctica. El trabajo de Antoine-Laurent Lavoisier por conceptualizar los principios de la química moderna hizo que las generaciones futuras lo consideren el fundador de esta ciencia.

En su libro de 1789 Tratado elemental de química, Lavoisier reconoció los corpúsculos de Boyle como "elementos" de los que está hecha toda la materia, y describió cómo, durante una reacción química, la masa total de los reactivos es igual a la masa total de los productos. John Dalton racionalizó esta observación cuando afirmó que, en una reacción química, los átomos no se pierden ni se ganan, sino que simplemente se reorganizan y se unen para formar nuevas entidades, para la cuales Amadeo Avogadro acuñó el término "molécula", del latín "moles", que significa "una masa pequeña".

Realizando unas meticulosas observaciones de las reacciones químicas, el alemán Augusto Kekule concluyó que los átomos tienen un número característico de "ganchos" que pueden usar para unirse, y que el átomo de carbono tiene cuatro de estos ganchos que pasaron a llamarse "enlaces". Más tarde, en 1874, August von Hofmann construyó el primer modelo de una molécula utilizando bolas para representar átomos y barras para enlaces. Su modelo de metano era una estructura plana con un átomo de carbono unido a cuatro átomos de hidrógeno. Este modelo fue refinado por Jacobus Henricus van't Hoff, quien concluyó que las moléculas son tridimensionales y que el carbono en el metano está en el centro de un tetraedro con los hidrógenos en los cuatro vértices.

Sorprendentemente, todas estas conclusiones se dedujeron por inferencias basadas en lo que debía estar sucediendo a nivel atómico para explicar las reacciones que se podían observar en el laboratorio. Hoy en día existen varios métodos instrumentales como la cristalografía de rayos X y la espectroscopia de resonancia magnética nuclear que pueden identificar estructuras moleculares incluso tan complejas como el ADN.

En el lenguaje cotidiano es frecuente encontrarse con disparates moleculares. En la radio oigo decir a un meteorólogo que la niebla es aire saturado y que, a medida que el aire se enfría, las moléculas de agua se hacen cada vez más grandes hasta hacerse visibles. No hombre, no: las moléculas no cambian de tamaño. Pueden agruparse y formar un líquido o separarse para formar vapor. La niebla a la que se refería el meteorólogo no está formada por enormes moléculas de agua, sino por moléculas que se han agrupado para formar gotitas líquidas.

Además de aconsejarnos no salir jamás de “nuestra zona de confort”, no pocos “influencers” y gurús del bienestar y la salud repiten sin ningún pudor que "la margarina es una molécula que apenas difiere del plástico". Los plásticos están compuestos de polímeros, mientras que la margarina es una mezcla de grasas y agua. No existe ningún parecido químico entre ambos. Decir, cuando dicen que la margarina está a "una molécula de distancia de ser un plástico", simplemente desbarran.

Las sustancias están hechas de moléculas, que a su vez están compuestas de átomos unidos según un patrón específico. Alguno podría decir que el peróxido de hidrógeno, H₂O₂, está a un átomo del agua, H₂O, pero eso carece de sentido. Ese átomo de oxígeno adicional cambia drásticamente las propiedades de la sustancia. Meter un dedo en un frasco de peróxido de hidrógeno puro revela rápidamente el efecto de ese oxígeno adicional.

No menos disparatado es lo que escucho en los anuncios de los "discos o bolas para lavadoras”, unos productos que supuestamente permiten lavar la ropa sin usar detergente. Los fabricantes de esta piedra filosofal afirman sin empacho que contienen «una cerámica activada que reduce el tamaño de las moléculas de agua y mejora su capacidad de penetración en la tela»

Los discos suecos "Magicball" para lavadoras son un ejemplo de producto seudocientífico.

Ni las cosas no son así, ni las pelotas para lavadoras funcionan así. ¿Te has preguntado alguna vez adónde va el azúcar cuando se disuelve en un vaso de agua? Las moléculas de agua no cambian de tamaño, pero permiten que otras moléculas se compriman entre ellas. Por eso el agua es un disolvente extraordinario para un sinfín de moléculas.

Otra interesante demostración molecular implica un fenómeno observado por primera vez por los antiguos griegos. Si combinamos cantidades iguales de agua y alcohol, obtenemos un volumen menor que la suma de ambos. ¿Por qué? La única respuesta posible es que las moléculas de alcohol se han colocado en los espacios entre las moléculas de agua.

¿Y qué se puede hacer con esa mezcla de agua y alcohol? ¡Brindar!

sábado, 24 de mayo de 2025

POR QUÉ LOS ÁRBOLES GENERAN AGALLAS PARA CUIDAR DE LAS AVISPAS

 
Agallas de una avispa Andricus quercus ramuli sobre Quercus faginea en el Jardín Botánico de la universidad de Alcalá. Foto de J.M. Sanz Anquela

Las agallas son unas estructuras morfológicas anormales que las plantas generan inducidas por un agente externo, en este caso por las avispas.

Las avispas de las agallas y los árboles son los protagonistas de una de las interacciones más íntimas y complejas que se conocen entre plantas y animales. Desde hace millones de años, las avispas y las plantas mantienen una relación de comensalismo, un término que proviene del latín cum mensa, que significa ‘compartiendo la mesa’ que se usa para describir una interacción biológica en la que uno de los intervinientes obtiene un beneficio, mientras que el otro no se perjudica ni se beneficia.​

Se conocen alrededor de 30.000 especies de artrópodos que producen agallas, de las cuales unas 1.500 son avispas de las agallas que producen las estructuras más complejas. En las relaciones avispa y árboles las primeras obtienen un beneficio, que es la protección para sus larvas, mientras que las plantas no sacan nada.

Las avispas de las agallas, unos insectos de la familia de los cinípidos, son capaces de provocar que la planta genere una proliferación anormal de sus tejidos hasta formar unas masas cerradas donde se cobijan las larvas; esas masas tumorales actúan como una especie de vivero comestible. Las delicadas larvas no solo obtienen protección física, sino que también consumen los tejidos hipertrofiados de las plantas.

Las agallas han sido objeto de mucha atención en la literatura botánica, pero muy pocos estudios habían abordado el mecanismo que inducía a esa relación biológica desequilibrada. Hasta ahora no se conocía el mecanismo de inducción, pero había diversas teorías que apuntaban a controles químicos a través de hormonas o la inyección de virus simbióticos para explicar por qué los animales eran capaces de hacer que los árboles generaran las agallas.

En un estudio realizado por investigadores del CSIC se ha comprobado que el mecanismo es, en realidad, un proceso genético: las avispas de las agallas actúan como ingenieras genéticas de la naturaleza. La especie que utilizaron como modelo para ese estudio, la avispilla Biorhiza pallida produce las agallas vulgarmente conocidas como “manzanas de roble” en su árbol hospedador el roble Quercus robur.

Biorhiza pallida

La avispa tiene un ciclo biológico que combina dos generaciones distintas, una sexual y otra asexual. En invierno, una hembra asexual emerge de las raíces y pone sus huevos en las yemas de las partes aéreas; en primavera se desarrolla la típica agalla manzana de roble de la que en verano emergen machos y hembras que completan el ciclo sexual.

Los investigadores secuenciaron el genoma y el transcriptoma (los genes que dan instrucciones a cada célula) de la avispa Biorhiza pallida y de su árbol hospedador. Lo que descubrieron es que en un primer paso hay unos genes específicos de los cinípidos que codifican enzimas responsables de degradar hasta romper las paredes celulares de las plantas hospedantes. Después, mediante otras interacciones con los genes de la planta, se forma el estado embrionario de la agalla.

Etapas en el desarrollo de las agallas de la generación sexual de Biorhiza pallida y de las yemas de Quercus robur. A: Secciones esquemáticas de las agallas en las etapas temprana, de crecimiento y madura, y su fenología de desarrollo en relación con las etapas reconocidas en el desarrollo de las yemas normales. El desarrollo completo de la agalla tarda entre 3 y 6 semanas. El recuadro muestra los tamaños relativos de las cámaras larvarias, las larvas y los tejidos nutritivos en cada etapa, con los tejidos nutritivos sombreados en amarillo, el espacio lleno de líquido en negro y el espacio vacío en blanco. El desarrollo normal de las yemas en Quercus robur se muestra en seis etapas de desarrollo: S0: las yemas parecen sin actividad de brotación; S1: las yemas tienen la primera hinchazón visible de brotación; S2: las yemas han comenzado a crecer como lo indica el aumento de su longitud y el diámetro; S3: idem, mostradas en hojas distintas; S4: comienzo del desarrollo de hojas y tallos; en S5 las hojas ya están maduras y el tallo ha comenzado a alargarse. Las barras de escala en los paneles S0-S5 son de 5 mm. B-G: Agallas enteras (B,C,D,F) y secciones (E,G) de agallas de cada etapa. B, C: Las agallas en las primeras etapas miden menos de 5 mm de diámetro y suelen estar parcialmente ocultas por las escamas de las yemas (BS; eliminadas en B, parcialmente eliminadas en C). La agalla contiene múltiples cámaras larvarias, cada una de las cuales contiene una sola larva de avispa. En esta etapa, las larvas de avispa de las agallas miden aproximadamente 0,25 mm de largo. D, E: Las agallas en etapa de crecimiento miden de 20 a 40 mm de diámetro, con tejidos claramente diferenciados en sección. La epidermis roja es característica de estas agallas cuando se exponen a la luz solar. La agalla seccionada (E) muestra el parénquima esponjoso de la vesícula (GP) que se desarrolla alrededor de las cámaras larvarias, cuatro de las cuales han sido delineadas en negro. Cada cámara larvaria en esta etapa contiene tejidos nutritivos (NT) que rodean a una larva de 0,25 a 1,0 mm de largo (una muestra está delineada en negro y etiquetado con L). Los tejidos vasculares (TV) se pueden ver irradiando a través de la agalla desde el punto central de conexión con el brote de roble. F, G: Las agallas en etapa madura tienen una epidermis marrón y parecida al papel. La agalla seccionada (G) muestra grandes larvas alimentándose dentro de sus cámaras completamente desarrolladas, con una lignificación pronunciada de los tejidos circundantes. En la cámara delineada superior se han consumido todos los tejidos nutritivos y se ve la cápsula de la cabeza de la larva madura. Imagen del trabajo de investigación que se cita en el texto.  

Además de describir el mecanismo genético inductor, los investigadores comprobaron que los genes descubiertos también están presentes en los principales linajes de cinípidos. Sin embargo, esos mismos genes faltan en un grupo de parásitos muy próximos a los cinípidos, los figítidos. Eso demuestra que la capacidad genética de las avispas de las agallas es un rasgo evolutivo propio del grupo y una muestra extraordinaria de lo complejas que son las formas de reproducción y las relaciones que se producen entre las especies que nos rodean.

Agallas Andricus quercus ramuli sobre Quercus faginea en el carrascal de la Font Roja (Alicante)