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jueves, 8 de septiembre de 2016

Ríos medicados

En un artículo publicado ayer miércoles como adelanto en la revista Science Advances, investigadores de la Universidad de Florida dirigidos por el investigador español Ismael Rodea, becado por la Fundación Ramón Areces, arroja luz sobre cómo mezclas a muy bajas dosis de contaminantes farmacéuticos están afectando a las comunidades microbianas de agua dulce. Los investigadores han analizado el impacto real que tienen los residuos de medicamentos para la vida acuática y han comprobado que algunos contaminantes químicos alteran los procesos metabólicos de los microorganismos fluviales.

Además, también han comprobado que algunos métodos de control utilizados podrían pasar por alto un número importante de estos compuestos. Cuando los productos farmacéuticos y de higiene personal (en conjunto conocidos como PPCP) son eliminados por el cuerpo encuentran su camino hacia ríos y mares, donde se mezclan en concentraciones bajas. A pesar de su ubicuidad, los efectos de estos residuos farmacéuticos sobre el medio ambiente no se conocen bien, en parte debido a la falta de enfoques experimentales para identificar los efectos de estos contaminantes en condiciones reales.

Para hacer frente a las limitaciones actuales en la identificación de los efectos ocultos sobre la vida acuática de las mezclas en dosis bajas de PPCPs, Rodea y su equipo desarrollaron una nueva herramienta que acopla dos tecnologías existentes: el análisis de sensibilidad global y el análisis biológico cuantitativo de alto rendimiento (GSA-QHTS, por sus siglas en inglés). Para probar su método, los autores seleccionaron un conjunto de PPCPs que incluye contaminantes farmacéuticos que se encuentran habitualmente en las aguas dulces españolas, tales como antibióticos, estimulantes como la cafeína, analgésicos, medicamentos psiquiátricos.

Los autores utilizaron GSA-QHTS para entender los efectos directos y las interacciones de las diversas combinaciones de estos productos químicos sobre una población de cianobacterias de agua dulce expuesta a una gran variedad de mezclas de dichos PPCPs, a diferentes a dosis ambientales realistas en un ecosistema de agua dulce creado en el laboratorio. Las cianobacterias fueron diseñadas para producir bioluminiscencia, de forma que los cambios en la señal de bioluminiscencia se utilizaron para medir la cantidad de toxicidad metabólica en las bacterias.

Los investigadores encontraron que, mientras que las bacterias expuestas a bajas dosis de los diferentes PPCPs no presentaban evidencias a nivel individual de afectación negativa, las bacterias expuestas a mezclas de 16 PPCPs producían menos bioluminiscencia, un indicador clave de presencia de toxicidad metabólica. Además, el método permitió identificar un grupo específico de unos ocho PPCPs entre los que había antibióticos, medicamentos para la hipertensión y algunos medicamentos psiquiátricos, que alteraban los procesos metabólicos de las comunidades microbianas y aumentaban síntomas comunes de estrés.


Estos efectos, identificados gracias al nuevo método, no fueron detectados por los métodos de control actuales y pasan desapercibidos para la regulación ambiental. Los resultados confirman que las mezclas a muy bajas dosis de contaminantes farmacéuticos pueden producir efectos deletéreos en los sistemas acuáticos. Según los autores, la tecnología GSA-QHTS demostrada en el artículo abre una ventana para la detección de efectos de la baja dosis de PPCP en otros organismos y en ecosistemas de agua dulce, al tiempo que también ofrece oportunidades interesantes a otras áreas de conocimiento como la medicina, la farmacología o la biología celular.