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domingo, 18 de septiembre de 2016

Ámbar gris: la caca de los cachalotes

Charlie Naysmith muestra su valioso pedrusco
Si estás caminando por la playa y te encuentras un pedrusco, lo más probable es que sea... un pedrusco. Pero ¡ojo!, míralo con atención porque existe la remota posibilidad -tan remota como que te toque el gordo de Navidad- de que te hayas topado con un tesoro: un trozo de ámbar gris, el nombre elegante con el que se conoce a cierto tipo de materia fecal de una mínima parte de los cachalotes.

Los cachalotes tienden a expulsar una secreción intestinal llamada ámbar gris y esta sustancia termina por endurecerse a medida que flota en el agua. A veces, pocas veces, aparecen en la orilla del mar y la gente las recoge, como fue el caso de Charlie Naysmith, un niño de ocho años que encontró una de esas piezas mientras paseaba con su padre por Dorset (Inglaterra). Cuando buscó que tipo de material era en Google se dio cuenta de que el valor de aquel pedrusco que le cabía en el bolsillo ascendía a 63.000 dólares americanos. El precio de esta sustancia es tan alto por su utilización en la industria del perfume, porque marcas como Chanel o Lanvin lo aplican a sus perfumes para fijar los aromas a la piel del consumidor.

Que el ámbar gris sea tan caro no es ninguna novedad. Desde hace siglos, ha sido considerado un producto de lujo. Los antiguos chinos conocían esta sustancia como lung sien hiang o aroma de baba de dragón, y la utilizaban para aromatizar el vino que consumían los poderosos. Como cuenta Philip Hoare en Leviatán o la ballena (Ático de los libros, 2010), un extraordinario libro sobre los cetáceos, era también una de las fragancias que, mezclada con jazmín, rosa, canela, almizcle y civeta, se preparaba el enigmático perfume con el que se ungía la cabeza de un soberano británico durante la parte más secretade la sagrada ceremonia de coronación.

En 1851, Herman Melville, dejó escrito en uno de los grandes clásicos de la literatura universal, Moby Dick, el valor de tan repugnante excremento: «¿A quién podría ocurrírsele, pues, que damas y caballeros exquisitos se deleiten con una esencia surgida de las tristes entrañas de una ballena enferma? Y sin embargó es así». En esta misma novela, Ismael, el protagonista, cuenta que los turcos introdujeron esta sustancia en La Meca «con el mismo propósito que el incienso fue llevado hasta San Pedro en Roma».


A pesar de ser una de las sustancias más caras del mundo (su valor es casi el del oro y en otros tiempos llegó a triplicarlo), el ámbar gris es también una de las menos conocidas del mundo. Su valor exorbitante se debe a sus propiedades como fijador de perfumes, pero también a otros factores, según explica el biólogo molecular Christopher Kemp en su libro Floating Gold: A Natural (and Unnatural) History of Ambergris [Oro flotante: una historia natural (y poco natural) del ámbar gris], inédita en español y publicada en Estados Unidos por The University of Chicago Press (2012). Según Kemp, es escaso, tiene propiedades muy raras -como la de estabilizar las fragancias- y es imposible de fabricar en laboratorio. Es cierto que se han creado versiones artificiales similares, pero distan en mucho del original. Es algo así como escuchar tocar a los U2 o a una buena banda que interpreta un tema de los U2. Suenan de alguna manera igual, pero les falta algo imposible de definir.

Aunque todavía hay quien piensa que el ámbar gris es producto del vómito de las ballenas, en realidad es una rara secreción producida solamente por los cachalotes, a quienes les encanta zampar calamares gigantes (en un día pueden llegar a ingerir hasta una tonelada), pero cuyos picos córneos son incapaces de digerir. Normalmente, lo que hacen es regurgitarlos enteros por la boca, pero en algunos casos los indigeribles picos continúan su recorrido por el sistema digestivo e irritan el estómago y el intestino delgado. Como respuesta al problema intestinal y para amortiguar el daño que provocan en el interior del animal, los desdichados cachalotes que han engullido los picos los recubren con una secreción grasa rica en colesterol que cementa el codiciado elemento. Por suerte para los cetáceos y gozo de quienes tienen la fortuna de encontrarlo, el ámbar gris lo produce sólo una mínima fracción de la población de cachalotes -cerca del 1%-, y no todos lo expulsan porque algunos mueren de indigestión.

Por tanto, se trata de un tipo de materia fecal que se genera en el mismo sitio que los excrementos y se expulsa también por el ano. Como no podía ser menos dado su origen, en principio la materia que luego pasará a formar parte de carísimos perfumes huele literalmente a mierda, pero una vez expulsado al mar flota sobre las corrientes oceánicas durante años, va transformándose poco a poco y adquiriendo un aroma particular hasta que el azar del oleaje lo deposita en alguna parte como un anodino guijarro céreo.

A manera de la legendaria piedra filosofal, el mar transforma la caca en oro.