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jueves, 13 de octubre de 2016

Fracking: ascenso y caída de la fractura hidráulica en Europa


Después de años de bombo y platillo «anunciando ganancias y más ganancias y ante la negativa de muchos países de permitir el fracking, las empresas dedicadas a la extracción de gas de esquisto parecen haber perdido la esperanza de una revolución energética en la mayoría de países de Europa».

Cuando el comisario de Comercio de la UE se reunió con los representantes de Exxon a puertas cerradas hacer varios años, su mensaje a los petroleros era inequívoco: la revolución del gas de esquisto de Estados Unidos era la antesala de una idéntica en la UE.

El fracking fue visto como la gran salvación del viejo continente y un proceso mediante el cual aumentarían las esperanzas de independencia energética, gracias a un combustible fósil relativamente barato y con un impacto climático reducido. En 2011, el entonces presidente de Polonia, Donald Tusk, ya se había comprometido a iniciar la fractura hidráulica comercial en 2014, después de los estudios geológicos estimasen que el país podría tener hasta 768 billones de metros cúbicos de reservas de gas de esquisto.

P
ero las cosas cambiaron ya que las tensiones fueron creciendo en Ucrania y en Europa. La seguridad energética y la competitividad fueron las nuevas prioridades políticas y hubo un aumento en la presión por parte de los activistas que denostaban el fracking y predecían sus nefastas consecuencias. En 2013, un ejecutivo de BP no identificado advirtió a Günther Oettinger, comisario de Energía de la UE, que los bajos precios del gas de Estados Unidos habían dañado la competitividad del mercado y advertía que en Europa podía darse un caso similar.

Tres años más tarde, las cosas han cambiado radicalmente. Francia, Alemania y Escocia han prohibido toda la fractura hidráulica. El grupo de los gigantes petroleros encabezados por Exxon, Chevron y Marathon que pretendían llevar a cabo una revolución económica en Polonia y en Dinamarca se ha marchado con las manos vacías.

En Rumania, los intentos de Hillary Clinton para reactivar un mercado de gas de esquisto para las empresas estadounidenses terminaron en protestas masivas y en la salida de Chevron. En Bulgaria, la misión comercial de Estados Unidos terminó en una prohibición de la fractura hidráulica. Recientemente en el Reino Unido, el partido Laborista anunció planes para prohibir la fractura hidráulica en todo el territorio si es elegido. Aunque muy criticada por unos y aplaudida por otros, esta iniciativa marca un nuevo cambio en la actitud del país, frente al fracking.

En el continente europeo hay quienes defienden el fracking y hablan de fuentes de trabajo y de recursos muy accesibles, pero los ecologistas y ambientalistas son los mayores detractores de este sistema, dado que es altamente contaminante y tienen grandes riesgos de producir movimientos sismológicos artificiales.

Para Amigos de la Tierra, el desplome del desarrollo del fracking en Europa se debe principalmente a que industria de los combustibles fósiles norteamericana se ha encontrado un contexto muy diferente en Europa, cuya densa población no está acostumbrada a vivir en las proximidades de campos de producción de gas y que posee y aplica, normas ambientales más estrictas.

Tal y como están las cosas, el Reino Unido, siempre y cuando no ganen los laboristas podría ser el único sitio en el que aún se permitiría el fracking en Europa, pero el país se va quedando solo ante la deserción en masa de sus ex vecinos.

En España, el coro de palmeros del ex ministro Soria que se vanagloriaba en España de todo lo que crecería el país gracias al fracking, después de varios y duros golpes como las prospecciones de Canarias, los problemas con los terremotos del almacén Castor y las nuevas medidas medioambientales, ahora se los ve cabizbajos y muy calladitos. Y es que el fracking se ha demostrado que tiene unos efectos realmente catastróficos a nivel ambiental, pero como en España somos como somos, hasta que no sentimos en carne propia la devastación, no nos convencemos de que lo que advierten los que saben, suele tener una base científica.

Y claro, cuando llegaron los gigantes petroleros, nuestros políticos se “subieron al carro”, les dijeron a todo que sí y aportaron su parafernalia mediática, para bajarse en la primera parada, mareados de tanto sismo y con un manifiesto malestar ante la evidencia de que no era oro todo lo que relucía.

Y en realidad no es que nada haya cambiado bajo el sol de España, sino que seguir con el paripé de que todo está genial y el fracking es estupendo era insostenible, así que les han dicho a los señores norteamericanos, que “gudbay” y muchas “fenkius” y aquí no ha pasado nada.
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