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jueves, 31 de agosto de 2017

La garra del diablo: Proboscidea louisianica

Figura 1. Foto.
Cuando salgo de desayunar en un Denny’s de Kearney (Nebraska), un intenso olor me lleva hasta un descampado donde crece Proboscidea louisianica, a la que por aquí llaman Devil’s Claw (Garra del Diablo). El nombre común proviene de sus frutos, una cápsulas dehiscentes que cuando se desecan forman dos cuernos rígidos y dentados con aspecto de cepos que evolucionaron en respuesta a los grandes mamíferos que una vez vagaron por el Nuevo Continente.
La planta (Fig. 1) es una hierba anual con tallos que miden más o menos un metro de largo. Las hojas, opuestas, miden más o menos un palmo (25 cm) de ancho. Toda la planta está cubierta de pelos glandulares que contienen pequeñas gotas de aceite, que hacen que la planta se sienta viscosa al tacto y le otorgan un aroma fuerte. El aceite esencial se evapora y provoca que en todos los lugares donde crece la planta aparezca un característico olor acre y desagradable (para mi). La corolas siempre lobuladas (Fig. 2) presentan colores muy distintos: lavanda, púrpura-crema, amarillenta con manchas púrpuras o de color blanco opaco a algo rosado, pero siempre con guías de néctar amarillentas y con o sin manchas purpúreas. Una sola planta puede producir hasta 80 frutos. El fruto es una cápsula dehiscente de unos diez centímetros de largo con un pico largo, estrecho y curvado. Cuando el fruto se seca y la parte carnosa se desprende, el pico duro se divide en dos cuernos, que triplican el tamaño de la cápsula.
Figura 2. Diferentes coloraciones de las corolas de Proboscidea louisianica. En todas ellas son visibles las rayas amarillas de las guías del néctar. Fotos.
Debido a las semejanzas superficiales en la flor y a la morfología de la semilla, cuando yo estudiaba Botánica en Tercero de Biológicas, el género Proboscidea se situaba en la familia Pedaliaceae, pero las clasificaciones filogenéticas más recientes y aceptadas lo sitúan en la familia Martyniaceae, una de cuyas especies, Martynia annua, la  única de su género, tiene una cápsula también bicorne pero de dimensiones más modestas y de ahí que sea conocida como “uñas de gato”. Toda la familia Martyniaceae es exclusiva del Nuevo Mundo. 
P. lousianica es una planta nitrófila que crece en zonas alteradas por el hombre y los animales en la porción meridional del sur de Norteamérica. Hay algunos caracteres que hacen que esta especie sea muy interesante para los botánicos. Entre otras cosas, sus enormes cápsulas son un mecanismo perfecto para adherirse a la piel. Ese método de dispersión de las semillas gracias a los animales, la zoocoria, es relativamente común en la naturaleza, pero lo que sorprende de esta planta es el enorme tamaño de las cápsulas, que parecen perfectamente adaptadas para ser transportadas ancladas al pelaje de grandes mamíferos. Hoy son transportadas por el ganado y antes lo hicieron los bisontes, pero antes de la aparición relativamente reciente de los bisontes en el continente americano, la planta debió servirse de animales grandes desaparecidos al final de la última era glacial. Se cree que esta planta puede ser un anacronismo de esa era.
Figura 3. Cápsula inmadura
La flora con la que estamos familiarizados hoy en día pasó milenios evolucionando con mamuts y perezosos gigantes, típicos representantes de la megafauna de la edad glacial norteamericana. Se piensa que muchas de las interrelaciones entre animales y plantas probablemente se desarrollaron durante este tiempo y aún no se han perdido debido a la cantidad relativamente limitada de tiempo transcurrida desde la extinción de estos grandes mamíferos. En alguna parte leí que hay quien piensa que las cápsulas están "diseñadas" para atrapar a pequeños mamíferos como los ratones, cuya muerte y descomposición in situ proporcionaría a las semillas un cadáver en descomposición rico en el que germinar ventajosamente. Nunca he podido encontrar alguna otra referencia en apoyo de esa hipótesis.
Otra característica anatómica intrigante de esta especie son las innumerables glándulas pegajosas que cubren toda la planta. Esas glándulas atrapan fácilmente a los insectos que aterrizan o tratan de trepar por la planta. Los análisis químicos de los fluidos secretados por las glándulas demuestran que contienen enzimas digestivas, pero todavía no hay ninguna evidencia de que P. louisanica sea carnívora.
Es más probable que estas glándulas sean una forma de defensa contra los insectos herbívoros y de hecho funcionan bastante bien. Un breve roce con la planta te deja los dedos pegajosos y viscosos. Hay una hipótesis que sugiere la posibilidad de que al atrapar insectos herbívoros, la planta pueda atraer insectos carnívoros que coman a los herbívoros y luego "paguen" a la garra del diablo con heces ricas en nutrientes. Otra hipótesis apunta es que las glándulas hacen que la planta se cubra de granos de arena con el paso del tiempo. Tal armadura arenosa sería disuasoria para herbívoros hambrientos. Otro mecanismo defensivo, supongo, es el olor desagradable a ropa sudada que emite, pero ya se sabe que sobre gustos no hay nada escrito. A quienes no parece desagradar es a los muchos abejorros (Bombus fervidus) que pululan alrededor de las flores, junto a otras abejas nativas y otros insectos que no logro identificar, en cuyo interior buscan el dulce y abundante néctar. Está claro: P. louisanica es entomófila y zoócora. Todo su ciclo de vida depende de los animales.
Figura 4. Cápsula seca.
Esa tarde, en el centro de visitantes de Chimney Rock, aprendo el uso que le dieron a la planta los nativos americanos. Los frutos verdes son comestibles y eran consumidos por amerindios. Al igual que los de otras especies de Proboscidea, los frutos secos fueron muy utilizados en la cestería nativa, entre otros por los hopi y  los apaches. Los cuernos secos se podrían incorporar en las cestas para formar patrones o ser utilizados como instrumentos de costura. Proporcionaban un colorante negro, especialmente cuando se mezclaban con ceniza. Los Tohono O'odham, un pueblo del desierto de Sonora, domesticaron la especie y utilizaron la fruta seca oscura para teñir de negro sus diseños de cestería. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.