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domingo, 29 de abril de 2018

La frontera salvaje


El pasado 26 de abril se presentó el libro La frontera salvaje, de Washington Irving, que he traducido para la editorial Errata Naturae.
Publicado en 1834, e inédito hasta la fecha en castellano, este libro vendió 80.000 ejemplares en su primera edición y se convirtió de inmediato en un clásico de la literatura norteamericana.
Tras casi dos décadas viviendo fuera de Estados Unidos, en 1832 Irving decidió regresar a casa, convertido ya en una auténtica celebridad literaria. Pero su carácter no era precisamente sedentario: de inmediato volvió a embarcarse en un gran viaje, esta vez por los territorios más remotos de su país. En pleno recrudecimiento de las guerras indias, se incorporó a una expedición de los rangers más allá de la frontera jamás pisada por el hombre blanco, en los territorios de caza de los temidos guerreros pawnis. A medio camino entre la novela de aventuras, la crónica de viaje y el dietario del naturalista, Irving relata con un tempo narrativo ágil y vivo las peripecias y riesgos de su periplo, al tiempo que da cuenta de la belleza primigenia y aún intacta de los grandes paisajes norteamericanos. Muy pocos escritores habían descrito aquellas sublimes inmensidades salvajes, pobladas todavía por auténticas miríadas de osos, lobos, coyotes, bisontes o pumas, y por los pocos hombres que habitaban la frontera: pioneros y colonos, cazadores y cazarrecompensas, tramperos y rangers, que Irving retrata con maestría excepcional. Pero esa frontera no sería tal sin los nativos norteamericanos, sus verdaderos moradores, a los que el hombre blanco afrenta con su política de conquista. Irving, sin embargo, denuncia la actitud injusta, despótica y prepotente de los suyos, los recién llegados, y defiende el modelo de «vida salvaje» de los nativos, en perfecta armonía con una naturaleza igualmente indómita y en clara oposición al empuje imperialista que llegaba del gobierno. Igualmente, el viaje se convierte para el escritor en una progresiva toma de conciencia del modo en que los hombres devastan a su paso la naturaleza: finalmente Irving no puede sino hundirse en la tristeza al dar caza y desposeer de la vida a su primer y único bisonte.
En este enlace podéis leer las primeras páginas del libro.