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viernes, 17 de febrero de 2017

Biodiversidad: Libertad por seguridad

Glochidion ferdinandi. Foto.
Glochidion es un género de angiospermas perteneciente a la familia Phyllanthaceae. Comprende unas trescientas especies, distribuidas desde Madagascar a las islas del Pacífico. Las larvas de algunos lepidópteros de los géneros Aenetus, Endoclita y Epicephala utilizan a algunas especies como fuente de alimento. En algunos casos, la relación es sumamente estrecha y se ha transformado en un excelente ejemplo de simbiosis mutualista.
Epicephala haplodoxa. Fuente.
Para asegurar la polinización, los árboles del género Glochidion han entrado en una relación íntima con una pequeña familia de polillas. Sus flores se han vuelto tan especializadas que ningún otro insecto es capaz de polinizarlas. A cambio, las polillas hembra se aseguran un lugar seguro y una despensa para poner sus huevos en el fruto del árbol. Una especie de Glochidion ha llevado esta relación hasta el extremo de encarcelar a sus polinizadores. Para entender esta extraña relación, primero debemos examinar de cerca este interesante síndrome de polinización.
Los biólogos se refieren a este tipo de síndrome de polinización como "polinización nodriza". La polinización se logra gracias a las polillas hembra del género Epicephala. La coevolución planta-insecto es también extraordinaria: seis clados de Glochidion son polinizados exclusivamente por otros tantos clados de Epicephala. En todos los casos, las gráciles polillas localizan las flores gracias a un perfume especial adaptado específicamente para cada especie. Las hembras primero visitan las flores masculinas donde recogen un poco de polen. A continuación, visitan las flores femeninas en las que depositan el polen en una cámara especial a la que sólo pueden acceder las probóscides de las Epicephala hembra.
Corte transversal de una cápsula de Glochidion lanceolarium
mostrando una polilla adulta en su interior. Foto
Después de polinizar, la polilla hembra localiza los ovarios de la flor y, usando un ovopositor afilado como una aguja, deposita los huevos dentro de los frutos inmaduros, que son unas cápsulas provistas de tantas cámaras como carpelos. Las larvas eclosionan justo al lado de su fuente de alimento: las semillas. Las larvas no son glotonas y solamente se comen una o dos de las dos docenas de semillas que se desarrollan dentro del fruto. Aunque esto puede parecer un despilfarro por parte de la planta, tiene mucho sentido desde una perspectiva evolutiva. Básicamente reduce la probabilidad de que las polillas intenten engañar al sistema. Las larvas demasiado golosas que coman más de una o dos semillas serán penalizadas a largo plazo porque habrá menos plantas hospedantes disponibles. Ligando las habilidades reproductivas de la polilla a la producción de los frutos, el árbol asegura su polinización.
En la mayoría de los pares mutualistas establecidos por las diferentes árboles y polillas, las larvas, una vez que han terminado de devorar las semillas, salen del fruto royendo las paredes carpelares y caen al suelo para entrar en fase de pupa. Sin embargo, ese no es el caso de Glochidion lanceolarium, que ha llevado la relación un poco más allá y mantiene a las larvas cautivas durante casi un año.
Cuando se corta uno de los frutos huecos de esa especie, se encuentra una polilla completamente formada esperando pacientemente dentro de una de las cámaras hinchadas. En lugar de roer las paredes para salir, la larva de la polilla completa su desarrollo sin ver la luz, cautiva hasta que los frutos maduran y se abren. Esto sucede justo cuando comienza la nueva floración. De esa forma, el árbol controla literalmente cuando su obligado polinizador puede hacer su trabajo en el mejor momento.
Encerrada en su confortable prisión, el insecto evita los riesgos inherentes a una vida al aire libre. En definitiva, la polilla cambia libertad por seguridad, como se ven obligados a hacer muchos famosos.

Bibliografía utilizada