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jueves, 2 de febrero de 2017

Ratoncillos y lirios: amores a la luz de la luna

El Karoo está muy lejos, pero si alguna vez visita el Real Jardín Botánico de Kew, no deje de acercarse al espectacular elegante y vítreo pabellón Davies Alpine House. Si es invierno, allí podrá ver florecer una extraña planta cuya polinización era un secreto hasta que tres botánicos surafricanos, Steven D. Johnson, Anton Pauw y Jeremy Midgley, desarrollaron un minucioso trabajo de investigación que desveló el secreto de unos amores a la luz de la luna.
La liliácea Massonia depressa, llamada lirio del desierto, vive en las regiones áridas del Karoo de Sudáfrica. Como la mayoría de las plantas de esas zonas, está extraordinariamente adaptada a un medioambiente semidesértico. Pero además, su aspecto recio y bello oculta algo peculiar: un sorprendente síndrome de polinización por unos pequeños roedores del desierto parecidos a ratones, los gérbidos.
Massonia depressa en su ambiente natural
en Sutherland, Karoo, norte del Cabo. Foto.
Para empezar, un poco de enredo taxonómico. Hay alguna confusión alrededor del género Massonia, en el que se incluyen trece especies. A pesar de su nombre común en inglés (hedgehog lily o lirio erizo), no es un lirio. Aunque originalmente fue situado en la familia de los lirios y los jacintos (Hyacinthaceae), los especialistas coinciden ahora en que es más apropiado situarlo entre los espárragos y afines (familia Asparagaceae), dentro de una subfamilia (Scilloideae) en la que militan un millar de especies.
Durante los meses calurosos del verano las plantas del género Massonia entran en letargo subterráneo mediante un bulbo. En invierno, cuando llueve algo (el Karoo es un desierto mediterráneo), se producen dos hojas largas (± 25 cm) y anchas (± 15 cm), peludas o pustuladas, manchadas de franjas púrpuras, que se adhieren directa y firmemente al suelo (pueden ver la planta cultivada en este enlace). Pegadas al suelo como lapas, las hojas limitan la herbivoría. También ayudan a reducir la pérdida de agua tanto de la parte inferior de las hojas como del suelo que rodea sus raíces. Finalmente, también puede jugar un papel en la regulación de la temperatura. De hecho, muchas familias diferentes del Karoo parecen haber convergido en una estrategia similar. El porqué de que estas formas vitales aparezcan en el Karoo y no en otras regiones desérticas o semidesérticas es un misterio.
Acuarela de M. depressa (como M. latifolia)
 realizada por Sydenham Edwards
para el Curtis’s Botanical Magazine (1805).
Ahora fijémonos en las flores. Como no podía ser de otra manera, el invierno es también la temporada de floración. Una impresionante inflorescencia aparece sobre las hojas. Las flores de color crema quedan al ras con el suelo y son bastante rígidas; los enhiestos estambres emergen de las flores a las que confieren un aspecto de cepillo. En doce de las especies, las flores perfumadas son polinizadas por abejas o mariposas, pero en el caso de M. depressa las cosas suceden de otra manera. En todas las especies, las semillas, que crecen dentro de una cápsula inflada, son aladas y dispersadas por el viento.
Lo más curioso de las inflorescencias de M. depressa es que durante las noches emiten un penetrante olor a fermentación que sirve para atraer a los polinizadores, los gerbos noctámbulos. En un conocido documental de David Attenborough puede verse que el fenómeno se presenta también en algunas proteáceas surafricanas. Las inflorescencias doradas que refulgen a la luz de la luna de las proteáceas y de M. depressa parecen ser otro de los atributos que resultan irresistibles para los roedores
Polinización de M. depressa.
En 4 aparece una flor aislada de la inflorescencia.
Fuente American Journal of Botany.
El estudio de los tres botánicos surafricanos, publicado en la revista American Journal of Botany, descubrió que al menos cuatro especies diferentes de roedores noctívagos visitaban las flores. Dos de ellos eran gerbillos. Cuando, rodeándolas con unas jaulas especiales, se impidió que los roedores alcanzaran las flores, se redujo drásticamente la producción de semillas. Junto a su penetrante olor a levadura fermentada, que según parece resulta irresistible para los roedores y los orienta en la oscuridad de la noche, otra adaptación para la polinización por los pequeños mamíferos es el néctar extremadamente viscoso de M. depressa, que, a pesar de tener una relativamente baja concentración de azúcares (± 20%), es 400 veces más viscoso que otras soluciones de néctar con un contenido similar de azúcar.
La viscosidad permite a los roedores recoger más eficazmente el néctar, lo que los induce a visitar las flores con más frecuencia, y, por otro lado, hace que los insectos, que se quedan pegados al néctar, no compitan con los gerbos por la apetitosa recompensa azucarada. Los investigadores también descubrieron que los roedores capturados tenían los hocicos cubiertos de polen de M. depressa durante la temporada de floración. Además, el análisis microscópico de las heces mostró cantidades considerables de polen y no porque los gerbos lo devoraran directamente, sino como consecuencia de su habitual autocepillado higiénico de la piel. 
Los gerbos se alimentan y las plantas se reproducen: un fecundo amor a la luz de la luna.