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viernes, 26 de julio de 2024

LECTURAS DE VERANO: LA ELABORACIÓN DE LOS QUESOS Y LA INGOBERNABILIDAD DE FRANCIA

 


El queso es un alimento relativamente simple, pero su elaboración es compleja y los productos finales casi infinitos.

El queso se elabora con leche, enzimas (proteínas que pueden alterar y/o descomponer otras proteínas), cultivos bacterianos y sal. En su elaboración intervienen muchos procesos químicos complejos que pueden determinar si el queso resulta blando y viscoso como la mozzarella o duro y aromático como un queso manchego.

Los seres humanos llevan fabricando queso desde hace unos 10.000 años. A los soldados romanos se les daba queso como parte de sus raciones. Se trata de un alimento nutritivo que aporta proteínas, calcio y otros minerales. Su larga vida útil permite conservarlo y transportarlo a largas distancias.

Junto con el yogur, el queso es el derivado lácteo fermentado más comercializado en el mundo. A diferencia de aquel, los maestros queseros eliminan el suero (que es fundamental agua) para elaborar sus productos. La leche está compuesta por un 90% de agua, mientras que el porcentaje de agua en el queso varía dependiendo del tipo de queso y del proceso de elaboración.

En general, el queso contiene entre un 40% y un 60% de agua. Algunos quesos más suaves, como el queso fresco o el queso cottage pueden tener un porcentaje de agua más alto, mientras que los quesos más duros, como el mahonés, el gamonedo, los manchegos o el idiázabal, tienden a tener un porcentaje de agua más bajo. La cantidad de agua en el queso es importante, ya que afecta tanto la textura como el sabor del producto final. Un queso con un alto contenido de agua tiende a ser más suave y húmedo, mientras que un queso con un bajo contenido de agua tiende a ser más firme y seco.

Dado que la leche es muy perecedera y se estropea (se agria) rápidamente, su eliminación de la leche para elaborar queso da como resultado un producto más duro, firme y duradero. Antes de la invención de la refrigeración, la leche se agriaba rápidamente. La elaboración de queso era una forma de conservar los nutrientes de la leche para poder consumirla semanas o meses después.

¿Cómo se hace el queso?

Lo primero que hacen los queseros después de bombear la leche a una tina es agregar una enzima especial llamada cuajo (el cuajo encierra en sí mismo una interesante historia de la que me ocuparé en una próxima lectura veraniega). Esta enzima desestabiliza las proteínas de la leche, que luego se agregan y forman un gel. Básicamente, el quesero convierte la leche de líquido a gel.

El gráfico muestra los numerosos pasos que transcurren desde que un granjero recolecta la leche hasta que el queso llega al consumidor. Modificado a partir de una imagen del Centro de Investigación de Productos Lácteos de la Universidad de Wisconsin


Según el tipo de queso, al cabo de entre 10 minutos y una hora el quesero corta el gel generalmente en bloques cúbicos. Cortar el gel ayuda a que parte del suero, o agua, se separe de la cuajada, que está hecha de leche agregada cuyo aspecto y textura se parecen mucho a otro gel: el yogur. Cortar el gel en cubos permite que parte del agua escape de las superficies recién cortadas a través de los pequeños poros del gel.

Con este proceso, el objetivo del quesero es eliminar la mayor cantidad de suero y humedad de la cuajada que necesite para su receta específica. Para ello, puede remover o calentar la cuajada, lo que ayuda a liberar el suero y la humedad. Según el tipo de queso elaborado, el quesero drenará el suero y el agua de la tina para conservar la cuajada.

Para elaborar los quesos más duros, el quesero agrega sal directamente a la cuajada mientras todavía está en la tina. Salar la cuajada expulsa más suero y humedad. Luego, la cuajada se empaqueta en moldes o aros (los recipientes que ayudan a darle forma a la cuajada en bloques rectangulares o en secciones cilíndricas), que se someten a presión. La presión comprime la cuajada hasta formar un bloque sólido de queso.

Otros quesos como la mozzarella se salan colocándolos en un tanque de salmuera en el que el bloque o rueda de queso se deja flotar durante horas, días o incluso semanas. Durante ese tiempo, el queso absorbe parte de la sal, que le aporta sabor y lo protege contra el crecimiento de bacterias o patógenos no deseados.

El queso es un alimento fermentado.

Mientras el quesero va completando todos estos pasos, se producen varios procesos bacterianos importantes. Al principio del proceso, cuando la leche todavía es líquida, el quesero añade cultivos bacterianos que elige para producir los sabores específicos que busca. Al añadirlos mientras la leche es líquida, las bacterias tienen tiempo de fermentar la lactosa.

La lactosa, que se conoce también como azúcar de la leche, ya que aparece en la leche de las hembras de la mayoría de los mamíferos en una proporción variable entre el 4 al 6%, es un disacárido formado por la unión de dos azúcares: una molécula de glucosa y otra de galactosa.

Las bacterias fermentadoras (bacterias lácticas) descomponen ambos azúcares y los transforman en ácido láctico. Este ácido provoca la desactivación de los procesos de descomposición, por lo que la fermentación láctica ha sido tradicionalmente empleada como un método de conservación de alimentos.

Históricamente, los queseros utilizaban leche cruda y las bacterias presentes en la misma agriaban el queso, lo que era la causa de las fiebres recurrentes conocidas como “fiebres maltas”, características de la brucelosis humana. Hoy en día, los queseros utilizan la pasteurización, un tratamiento térmico suave que destruye cualquier patógeno presente en la leche cruda. Es obvio que el uso de este tratamiento significa que los queseros deben volver a agregar algunas bacterias (llamadas iniciadoras), que "desencadenan" el proceso de fermentación.

La pasteurización proporciona un proceso más controlado para el quesero, ya que puede seleccionar bacterias específicas para agregar, en lugar de las que están presentes en la leche cruda. Básicamente, estas bacterias comen (fermentan) el azúcar (lactosa) y, al hacerlo, además de producir ácido láctico, también producen otros compuestos que aromatizan y producen sabores apetecibles en los diferentes tipos de quesos.

En algunos tipos, estos cultivos bacterianos permanecen activos en el queso mucho tiempo después de que salga del tanque de fermentación. Muchos queseros añejan sus quesos durante semanas, meses o incluso años para darle al proceso de fermentación más tiempo para desarrollar los sabores deseados en los típicos quesos añejos.

En esencia, la elaboración del queso es un proceso de concentración de la leche. Los queseros quieren que su producto final tenga las proteínas, la grasa y los nutrientes de la leche, pero sin tanta agua. Por ejemplo, la principal proteína de la leche que se captura en el proceso de elaboración del queso es la caseína. La leche puede contener alrededor de un 2,5% de caseína, pero un queso terminado puede contener más de un 25%. El queso contiene muchos nutrientes, principalmente proteínas, calcio y grasa.

Infinitas posibilidades del queso

El presidente Charles De Gaulle proclamó ante la Asamblea Nacional que “un país que produce 365 variedades de queso es ingobernable”. Razones no le faltaban al estadista francés. Y es que durante los 12 años de existencia de la IV República Francesa —entre 1946 y 1958— hubo una veintena de presidentes de gobierno, casi tantos como crisis políticas. En una palabra, Francia se había vuelto ingobernable.

Y es que existen cientos de variedades distintas de queso que se elaboran en todo el mundo y todas ellas se elaboran a partir de leche de diferentes rumiantes (vacas, ovejas, cabras, o búfalas). Todas las variedades se producen modificando el proceso de elaboración del queso.

En el caso de algunos quesos, como el Limburger de origen belga, el quesero frota una sustancia (una solución que contiene varios tipos de bacterias) sobre la superficie del queso durante el proceso de maduración. En el caso de otros, como el Camembert, se coloca el queso en un entorno (por ejemplo, una cueva) que favorece el crecimiento de los típicos mohos de los quesos azules.

Otros quesos, se envuelven con vendas o se cubren con ceniza. Agregar una venda o ceniza a la superficie del queso ayuda a protegerlo del crecimiento excesivo de moho y reduce la cantidad de humedad que se pierde por evaporación. La consecuencia es que se forma un queso más duro con sabores más fuertes.

En España se producen y elaboran una gran variedad de quesos, desde los frescos hasta los curados, de vaca, oveja o cabra amparados por Denominaciones de Origen Protegidas (D.O.). En total hay 26 quesos con D.O. que deben ser elaborados con leche procedente de animales de razas de ganado adaptadas al medio natural de cada región, cuyas condiciones de alimentación y manejo están reguladas en el respectivo reglamento con el objetivo de obtener productos de alta calidad y vinculados al medio geográfico de que proceden.

Las posibilidades de modificar aromas, sabores y texturas son infinitas y la imaginación de los queseros no tiene límites.


jueves, 25 de julio de 2024

LECTURAS DE VERANO: ¿POR QUÉ ALGUNOS QUESOS TIENEN “OJOS”

 


El queso se obtiene por maduración de la cuajada de la leche una vez eliminado el suero. Hay miles de tipos de queso, cada uno con su propio color, forma, valor nutricional, sabor y textura. sus diferentes variedades dependen del origen de la leche empleada, de los métodos de elaboración seguidos y del grado de madurez alcanzada. Puede producirse a partir de la leche cuajada de vaca, cabra, oveja, búfala, camella y de otros mamíferos rumiantes.

En cualquier caso, la elaboración de todos los quesos depende de la actuación de algunas bacterias que se encargan de acidificar la leche y juegan un papel importante en la definición de la textura y el sabor de la mayoría de los tipos. Algunos quesos denominados “azules”, como el roquefort o el camembert, también contienen mohos tanto en la superficie exterior como en el interior.

Las bacterias crean reacciones químicas que hacen que se transforme en una combinación de “cuajada” sólida y “suero” líquido. El suero generalmente se escurre, se concentra y se seca hasta convertirse en polvo. Las variaciones en la cantidad y el tipo de bacterias influyen en el sabor y la textura del producto final. Otros aspectos influyen en el tipo de queso que se produce: el método de salazón, su temperatura y el tiempo durante el que los queseros lo añejan, es decir, el tiempo que se deja madurar y tomar forma. Algunos quesos se envejecen hasta 18 años.

Dado que el queso se elabora a partir de leche, los diferentes tipos de queso tienden a variar según la fuente láctea. Como muchos otros quesos, el queso suizo se elabora con leche de vaca y contiene bacterias que ayudan a convertir la leche en un sólido. Pero ¿por qué el queso suizo tiene agujeros? También llamados “ojos”, esas oquedades son tan esenciales para el queso suizo que cuando faltan, los queseros dicen que el lote es “ciego”.

Lo que hace que el queso suizo tenga agujeros es la presencia de una bacteria llamada Propionibacterium shermanii. En las condiciones específicas en las que se elabora el queso suizo, P. shermanii produce un gas: dióxido de carbono.



Como el queso suizo se elabora a una temperatura calentita, alrededor de 21 °C, es blando y maleable. Por eso, a medida que las bacterias crecen, los gases que emiten terminan creando orificios redondos. Piensa que estás haciendo una pompa de chicle: al exhalar aire pulmonar, la presión hace que el chicle forme una esfera. La burbuja finalmente estalla debido a la presión del aire de los pulmones o de la atmósfera.

Pero cuando se forma una burbuja dentro de un trozo de queso caliente (y luego se enfría a unos 4-5 °C), el agujero permanece en su lugar. El queso ahora tiene ojos. Los ojos tardan unas cuatro semanas en formarse a 21 °C. En total, se necesitan unas seis semanas para elaborar el queso suizo antes de dejarlo añejar dos meses más antes de comercializarlo.



Otros países también son conocidos por sus quesos similares al queso suizo. Además de muchos quesos españoles, Francia tiene el gruyere, mientras que Italia tiene el fontina. El queso gouda, que se originó en los Países Bajos, a veces se elabora intencionalmente con cultivos que producen un poco de gas y ojos diminutos.

Pero en la mayoría de los casos, los queseros intentan evitar la formación de gases. Especialmente en los quesos más duros, los gases no dan lugar a ojos bonitos y redondos, sino que forman grietas, fisuras y hendiduras antiestéticas.

En defensa del Mar Menor

 


El negacionismo sobre las causas de degradación del Mar Menor se expande por políticas activas de desinformación que provienen de colectivos muy concretos del sector agrícola y se cuelan en medios de comunicación.

Las entidades que difunden el negacionismo hostigan y acosan a profesionales de la información, entidades e investigadores que desmontan su discurso usando la evidencia científica.

La intervención de las entidades profesionales del periodismo y de la información resulta necesaria para garantizar la libertad de prensa y la veracidad de la información.

La Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) remitió sendos escritos a la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), a la Asociación de Medios de Información y al Colegio Oficial de Periodistas de la Región de Murcia pidiendo la intervención de estas entidades para evitar la expansión del negacionismo en torno al Mar Menor en los medios de comunicación y garantizar la protección adecuada a los profesionales del periodismo y entidades que lo desenmascaran difundiendo las evidencias científicas.

En las cartas enviadas se recuerda que «El origen principal de esta eutrofia se encuentra en la agricultura intensiva que se desarrolló en la cuenca vertiente al Mar Menor tras la llegada del Trasvase Tajo-Segura, tal y como indican las publicaciones científicas revisadas por pares de distintas universidades, como la Universidad de Murcia, la Universidad Politécnica de Cartagena o la Universidad de Alicante; los informes de seguimiento y monitorización del estado ecológico del Mar Menor elaborados por investigadores de la Universidad de Murcia y que publica la Comunidad Autónoma; así como los del grupo interdisciplinar para el seguimiento oceanográfico y ecológico del Mar Menor del centro nacional de referencia para esta temática, que es el Instituto Español de Oceanografía dependiente del CSIC».

En la carta se indica que «un buen número de empresas agrícolas (varias de ellas implicadas en los procesos penales) se agruparon bajo la Fundación Ingenio para actuar junto con la entidad Agroingenieros por el Mar Menor como lobby negacionista de las causas de la crisis ecológica del Mar Menor.

Estas entidades intentan construir un relato alternativo a la evidencia científica que culpase a los vertidos de las depuradoras de la eutrofia del Mar Menor (aunque también niegan que esté eutrófico), en un intento de quedar eximidos de toda responsabilidad por los daños ambientales generados». Este relato se ha construido sobre la base de informes ad hoc, contenidos patrocinados en medios de información y desinformación en redes sociales y notas de prensa, lo que ha supuesto una inversión de ingentes cantidades de dinero.

En las cartas se traslada a las entidades la preocupación por una reciente encuesta del CEMOP donde un número significativo de ciudadanos de la Región daban crédito a las tesis negacionistas frente a las evidencias científicas certificadas por el centro científico nacional de referencia, lo que supone un precedente muy preocupante.

Además, la Asociación señala la política activa de hostigamiento constante a periodistas, medios de información y entidades sociales que combaten el relato negacionista de esas entidades. Este acoso es realizado por perfiles falsos o incluso perfiles de claro carácter difamador que buscan amedrentar y acallar a todo aquel que señale la falsedad de los hechos que pretenden divulgar entre la población. Estos hechos erosionan de forma intolerable la libertad de prensa y de información.

Por todo lo anterior, consideramos que las organizaciones profesionales de periodistas y medios de comunicación deberían intervenir en defensa de los profesionales y de la veracidad de la información que se difunde a la población.

 

LECTURAS DE VERANO: BREVÍSIMA Y DIVERTIDA HISTORIA DEL “SPAM”



En los anaqueles de todos los supermercados estadounidenses que he visitado, nunca falta un producto que, aunque puede encontrarse con etiquetas de otros fabricantes, generalmente argentinos o brasileños, suele presentarse con la marca autóctona Spam.

Aunque ahora lo relacionemos con el correo electrónico no deseado, el término se usó por primera vez en 1957 en Estados Unidos como abreviatura de “spice ham” (jamón con especias). La empresa Hormel Foods lanzó al mercado una lata de carne que, unos años antes, durante la Segunda Guerra Mundial, habían consumido los soldados aliados porque era fácil de conservar.

Se trata de una bomba calórica elaborada a base de mezclar carne de cerdo (lo de “carne” es un eufemismo) con azúcar, sal y patata, bastante similar al chóped. Se hizo muy popular porque costaba poco y combinaba con todo; en un bocadillo, en un plato combinado, en ensaladas de verduras o pasta, en un estofado o solo.



El grupo humorista británico Monty Python se burló de este alimento en una escena cómica en la tele emitida por primera vez en 1970 con un guion de Terry Jones y Michael Palin: una pareja que cae del cielo pide el menú en un bar y la camarera les lee una carta enorme que solo tiene platos con spam […]: 

«huevos y spam; huevos, beicon y spam; huevos, beicon, salchichas y spam; spam, beicon, salchichas y spam; spam, huevos, spam, spam, beicon y spam; spam, spam, spam, beicon y spam; spam, spam, spam, spam, spam, spam, judías y spam».

Mientras la camarera recita el menú repleto de spam, un grupo de clientes vikingos ahoga todas las conversaciones con una canción, repitiendo:

«Spam, Spam, Spam, Spam… ¡Spam encantador! ¡Maravilloso spam!».

A partir de ahí, se empezó a asociar la palabra con algo muy abundante que nadie quiere, como la "basura" que llega al correo electrónico.

Como una más de la generosa oferta de comida basura americana, la “carne” enlatada de la marca Spam se sigue vendiendo en el mercado de Estados Unidos. La empresa registró récord de ventas en 2021 por séptimo año consecutivo. Una lata de 340 gramos cuesta cerca de tres euros y medio, pero es difícil encontrarlo en España a no ser que lo pidas por internet.



miércoles, 24 de julio de 2024

EL DÍA MÁS CALUROSO DE LA HISTORIA

 



En un momento de efervescencia informativa máxima en cuanto a crónica política —elecciones USA, crisis palestina, Francia, UE, renuncia a la reelección de Joe Biden, lawfare en España—, llama la atención que el día en el que escribo este artículo, 24 de julio, las principales cabeceras mediáticas globales resalten en sus portadas mañaneras la radiografía térmica del planeta.

La razón es que según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus, el pasado lunes 22 de julio fue el día más caluroso jamás registrado en la Tierra.



Hace algo más de un año, concretamente el pasado 3 de julio de 2023, la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos confirmaba que la temperatura media del planeta había superado por primera vez la barrera de los 17 grados centígrados (ºC). Por norma general, la temperatura media del aire en el mundo fluctúa entre los 12 y los 16 ºC. Sin embargo, durante estos últimos años ha comenzado a coquetear con los 17 ºC de media hasta el punto de superarlos en varias ocasiones a lo largo de estos últimos doce meses como consecuencia tanto del cambio climático como de fenómenos como 'El Niño'.

Desde que se superara por primera vez esta barrera, aquel 3 de julio en el que se registraron 17,01 ºC de media en todo el mundo, no han parado de aparecer récords. El último de ellos se produjo el pasado domingo 21 de julio, cuando nuestro planeta alcanzó una temperatura media de 17,09 ºC. El lunes 22, el récord fue batido de nuevo cuando la media alcanzó 17,15 ºC.

The Washington Post describe en su primera de esta mañana que «esta es otra señal preocupante más de cómo el cambio climático causado por los humanos está empujando al planeta hacia un nuevo y peligroso territorio, después de 13 meses consecutivos de temperaturas sin precedentes y del año más caluroso jamás registrado por los científicos». Además, destaca que de estas temperaturas abrasadoras que golpean a todos los continentes, nadie se salva.

Por su parte, The Guardian se detiene en subrayar las consecuencias destructivas para la salud de las personas y el medioambiente del calentamiento del planeta: «Estamos observando cómo en muchas partes del mundo las personas se están literalmente achicharrando bajo un calor abrasador. El calentamiento del clima alimenta los incendios forestales, que queman casas hasta dejarlas carbonizadas y desencadena oleadas silenciosas de mortalidad masiva, que se extienden por las salas de los hospitales y las residencias de ancianos».

El aumento de las temperaturas se refleja en el calentamiento imparable de los océanos. Financial Times coloca en su portada un especial dedicado a describir lo que en su titular expresa de la siguiente manera: «Los peligrosos efectos del aumento de la temperatura del mar. Los científicos avisan de que los océanos están llegando al límite de su capacidad para absorber calor».

lunes, 22 de julio de 2024

LECTURAS DE VERANO: ¿A dónde va la caca de los aviones?

 

Mi compañero de asiento en el vuelo transatlántico que me trae desde Dallas está convencido de que cada vez que un pasajero visita el excusado y aprieta el pulsador de evacuación del inodoro, el contenido de este es expulsado al exterior mediante una especie de dispersión presurizada. Por eso, para evitar ser succionado por la presión exterior, sostiene que hay que tener la precaución de cerrar la tapa antes apretar el botón de “push”.

El avión en el que volamos es un Airbus 330 con capacidad para 293 pasajeros. Si sumamos la tripulación, pongamos que en total sumamos unos 300 viajeros. Según las estadísticas de la IATA, la media de visitas al aseo de cada pasajero de un vuelo transatlántico de unas diez horas de duración es de 2,5.

Si descartamos las aguas “mayores” y tenemos en cuenta que en una vejiga humana normal caben entre 300 y 400 ml de orina, eso significa que cada pasajero elimina unos tres cuartos de litro en cada vuelo, un total aproximado de 250 litros de orina que, según mi vecino de asiento, son arrojados alegremente al espacio junto con los demás productos intestinales sólidos que mi natural pudor me impide cuantificar.

Eso es mucho material no deseado que requiere cierta ingeniería para manejarlo. Hoy en día, los inodoros de las aeronaves no funcionan con el clásico sifón y agua de los inodoros domésticos. Desde principios de los 80, los aviones comenzaron a instalar un nuevo modelo de inodoro con una taza antiadherente que usa una sustancia azul fabricada por la empresa Skykem para reemplazar el agua y una potente succión al vacío que deja poco o nada en la taza.

El producto azul de Skykem ayuda a eliminar los olores y desinfectar el recipiente. Además, los inodoros de vacío usan mucha menos agua que los inodoros de sifón y son mucho más livianos y se pueden instalar en varias posiciones, lo que los hace más eficientes en cuanto a espacio, algo de suma importancia a tener en cuenta en los aviones.

Cuando se oprime el botón de descarga (el equivalente a tirar de la cadena en un inodoro convencional), se abre una trampilla en la base y el líquido desodorante de Skykem llena la taza. El fuerte estruendo que escuchas cuando aprietas el pulsador no es el ruido causado por una trampilla que se abre hacia el exterior, como mi compañero de viaje piensa. Es solo el sonido de la succión del vacío, como el de una gran aspiradora.



El tanque es vaciado por camiones cisterna especiales una vez que el avión está en tierra. Los camiones conectan una manguera al avión y aspiran los desechos. Una vez vaciado el depósito de la aeronave, se limpia con un desinfectante enérgico.

jueves, 20 de junio de 2024

Esta noche comienza el verano astronómico



La llegada del buen tiempo es quizás uno de los momentos más esperados del año. El solsticio de junio marca el momento en que los habitantes del hemisferio norte pasamos a una nueva estación del año: el verano. A nivel astronómico, lo que está ocurriendo en el espacio es que el Sol llega a su máxima declinación Norte: es decir, la inclinación del eje de la Tierra respecto a la posición de su astro hace que el hemisferio norte reciba una mayor cantidad de luz solar.

Este año, el solsticio de verano ocurrirá hoy, jueves 20 de junio, concretamente a las 20:51 UTC, horario que corresponde a las 22:51 hora peninsular española. Así lo ha calculado el Observatorio Astronómico Nacional, la institución encargada del estudio astronómico en este país.

Desde este momento clave, el verano durará aproximadamente 93 días y 16 horas, terminando el 22 de septiembre para dar paso al próximo período astronómico, que en el hemisferio norte se corresponderá al otoño.

Este cálculo de la fecha de inicio y la duración del verano tiene que ver directamente con las secuencias de años según nuestro calendario y el proceso de órbita de la Tierra alrededor del Sol, que encajarán en una fecha concreta. Por ejemplo, durante el siglo XXI, el verano siempre se iniciará el día 20 o el 21 de junio, aunque este rango de fechas podría cambiar en el futuro.

¿POR QUÉ TENEMOS DISTINTAS ESTACIONES?

La órbita de la Tierra alrededor del Sol tiene una duración definida de un año. En este periodo, debido a que el eje rotacional de nuestro planeta tiene una leve inclinación, habrá momentos en que uno de los polos queda inevitablemente más lejos del Sol que el otro.

Estos momentos son el solsticio de verano y el solsticio de invierno, que tienen lugar durante los meses de junio y diciembre, respectivamente, según el hemisferio donde habitemos. En España, por ejemplo, por ser parte del hemisferio norte, el solsticio de verano será en junio.

Este fenómeno marca dos estaciones muy diferenciadas durante el año. Sin embargo, aquellos países que se encuentran más alejados del ecuador terrestre (la línea que divide horizontalmente la Tierra en los dos hemisferios) sufrirán más esta inclinación del eje que los países más cercanos al ecuador, que tendrán un clima más estable durante el año. Por eso es que algunos países como España tienen más de cuatro estaciones diferenciadas.

EVENTOS ASTRONÓMICOS DESTACADOS ESTE VERANO DE 2024

Más allá de las elevadas temperaturas que puedan esperarse para este verano, el cielo nos brindará algunos espectáculos astronómicos que vale la pena marcar en nuestro calendario.



Poco después del cambio de estación, concretamente el 22 de junio, podremos observar el primer plenilunio del verano, la llamada "luna de la fresa", un nombre que obtiene por ser la temporada de cosecha de la fresa silvestre. Pero no será ni mucho menos la única del verano. El 21 de julio veremos la "luna del ciervo", un recordatorio de los ciclos naturales de la vida, y el 19 de agosto la "luna de esturión" brillará en el cielo nocturno. Todavía tendremos una última luna llena este verano, que tendrá lugar a pocos días del nuevo cambio de estación: el 18 de septiembre observaremos la "luna de cosecha".

Si, por otra parte, eres más dado a dejarte impresionar por las lluvias de meteoros, el periodo adecuado para observar el cielo con atención será entre mediados de julio y finales de agosto. Entre el 12 de julio y el 23 de agosto, con un punto máximo de actividad el día 31 de julio, las Delta Acuáridas pasearán por el cielo estrellado. Prácticamente a la vez, entre el 17 de julio y el 24 de agosto, con una actividad máxima el 12 de agosto, será el turno de las Perseidas, unas de las que prometen ser más brillantes.

Por último, y en un año en que los eclipses han estado en boca de todos, este verano solamente nos ofrecerá un eclipse parcial de luna durante la noche del 17 al 18 de septiembre.