Vistas de página en total

miércoles, 25 de junio de 2014

Una colección de tontos

Fuente
«La verdad es que este país está gobernado por una colección de tontos», dijo el escritor Antonio Gala en una entrevista realizada hace un par de años. El ministro Soria parece querer convertirse en la prueba del nueve de esa aseveración.

No salimos de nuestro asombro. El serio y circunspecto señor Soria, sí, el Excelentísimo Señor Ministro de Industria, Comercio y Turismo José Manuel Soria, el intelectual canario que piensa que el meridiano de Greenwich pasa por Canarias, no sabe de lo que habla cuando habla de fracking. Le han pasado unas consignas que tiene que repetir y las repite diligentemente, y después le echa imaginación, como en unas declaraciones hechas al programa El día menos pensado, de RNE el pasado 13 de junio que puedes ver en este vídeo.

 Lo más sustancioso es que el señor ministro piensa que «...el fracking sirve para extraer el gas que está enquistado en las rocas, por eso se llama gas esquisto». Ahí queda eso.

También dice que el fracking es una tecnología vieja, de los años cuarenta del pasado siglo, tal como señala el guión propagandístico de la industria del gas, mintiendo deliberadamente porque las primeras operaciones de fractura hidráulica para extraer gas natural no convencional comenzaron en 2007. El gas de lutitas (mal llamado de pizarra o de de esquisto) se extrae con la combinación de la fractura hidráulica horizontal, junto a la utilización de gigantescos volúmenes de agua con aditivos químicos y perforaciones en plataformas de múltiples pozos: entre 6 y 20 pozos (ver las charlas del Profesor Anthony Ingraffea, que ha trabajado para la industria del gas y petroleo durante más de 30 años).  Soria debería recibir unas sesiones intensivas de esas conferencias para saber de lo que habla.

Pero lo mejor sería -se me ocurre- que  Soria deje el ministerio y pase a ocupar el cargo de Gran Preboste y Archimandrita de la Petrocracia que nos gobierna a través de la meritada colección de tontos (Gala dixit).

sábado, 21 de junio de 2014

Contra Putin, unos cañonazos de fracking

Para derrotar al malvado Putin, nada mejor que inundar el mercado europeo con gas natural estadounidense procedente del fracking. Eso es lo que la industria gasística a uno y otro lado del Atlántico nos quiere hacer creer. Aprovechando la histeria provocada por el conflicto Rusia-Ucrania que comenté en este entrada, en Estados Unidos se han presentado sendos proyectos de ley que intentan que se abran (y se aceleren) las exportaciones de gas natural, prohibidas expresamente por la Sección 3ª de la Natural Gas Act de 1938. En ambos casos, los proyectos han sido presentados por sendos representantes de Colorado, uno de los estados más proclives al fracking y también uno de los que más se ha significado por las protestas sociales en contra de la fractura hidráulica.

El 5 de marzo abrió la veda el senador demócrata Mark Udall (proyecto S.2083), al que siguió el proyecto H.R. 6, presentado el pasado 19 de junio en la ventanilla del Congreso por el republicano Cory Gardner, en una demostración palpable de que las diferencias partidistas no impiden que ambos se pongan de acuerdo en nombre de una supuesta ayuda a Europa para que dejemos de depender energéticamente de Putin (lo que, hoy por hoy, es sencillamente imposible), y para la mejora de la seguridad nacional de Estados Unidos.

Cory Gardner, congresista por Colorado
En una jeremiacas declaraciones que moverían a la comprensión (e incluso a la compasión) si uno se hubiera caído de un guindo, el congresista Gardner declaró al presentar el proyecto en la Cámara Baja que «oponerse a su proyecto de ley sería como desatender una llamada de nuestros amigos y aliados al 911». (El teléfono de emergencias en Estados Unidos es el 911). Como ha señalado la conocida periodista y escritora Naomi Klein en un artículo reciente publicado en The Guardian, tal cosa sería cierta si nuestros amigos y aliados trabajaran en la industria petrolera y la emergencia fuera que a los especuladores del fracking cada vez les cuesta más sostener sus ruinosas explotaciones.

Por lo demás, aunque las declaraciones de ambos próceres pongan énfasis en las ayudas a “nuestros amigos y aliados de Europa”, sus proyectos de ley (léanlos: apenas suman cuatro páginas) piden que se abran las exportaciones los países miembros de Organización Mundial del Comercio, de la que forman parte 159 países de los 194 oficialmente reconocidos en el mundo. Es decir, que lo que lo que realmente pretenden los honorables miembros de ambas cámaras es poner gas en el mercado internacional para que lo compre el mejor postor. La retórica es un disfraz.

Como es también es retórica falaz el discurso patriótico («Patriotismo, el último refugio de los sinvergüenzas», decía Oscar Wilde) que desde hace años la industria ha estado vendiendo: que los estadounidenses deben soportar las agresiones a su medio ambiente y a su salud que provocan las explotaciones de fracking con el patriótico fin de que su amado país alcance la “independencia energética”. Y ahora, de repente y aprovechando la coyuntura, el objetivo se ha cambiado desde la seguridad energética a vender un exceso temporal de gas en el mercado mundial.

¿Pero a qué vienen estas prisas por vender gas natural? Antes de entrar en materia, lo expondré brevemente: En estos momentos, la industria estadounidense (que está en manos de la banca de Wall Street) tiene al gas por castigo. Como ocurre en La Mancha con los precios de la uva los años de buenas cosechas, los Estados Unidos llevan varios años consecutivos de “vendimias” gasísticas desmesuradas, lo que –en virtud de la ley de la oferta y la demanda, y de la imposibilidad legal de exportar gas- ha tirado los precios domésticos por los suelos para deleite de los consumidores (que no tardarán en pagar con intereses el timo del fracking) y desesperación de los operadores, que están perdiendo dinero a espuertas, tal y como escribí en esta entrada. Y ahora apoyemos la historia con algunos datos.

La situación energética de Estados Unidos pintaba muy mal cuando transcurría la primera década del actual milenio. Según las estadísticas energéticas mundiales (BP,2012), durante las tres últimas décadas la producción de energía procedente de todas las fuentes se había incrementado en un 16% mientras que el consumo lo había hecho en un 29% (Figura 1). Como consecuencia, el 20% del consumo energético estadounidense tuvo que importarse en 2011 mientras que en 1981 se había importado solo el 11%. La producción energética global se incrementó en un 15,6% en ese período, pero el consumo subió un 29%. Más del 86% del consumo energético procedió de combustibles fósiles frente al 8,3% (nuclear), 3,3% hidroeléctrico y 2% (renovables).
Figura 1. Producción y consumo de energía 
por combustible estadounidense (1981-2011. 
Fuente: Figura 9.

Los datos de diciembre de la oficialista Agencia de Información de la Energía eran deprimentes (EIA, 2012). La mayoría de las regiones petrolíferas estadounidenses estaban de capa caída (Figura 2). Excepción hecha de Texas y Dakota del Norte, donde estaban comenzando a explotarse unos nuevos tipos de yacimientos no convencionales de los que todo el mundillo energético hablaba y no paraba, la producción disminuía sin cesar o permanecía estable. La producción en 2012 había caído 31 puntos porcentuales con respecto a 1985 y 36 puntos si la referencia eran los días de vino y rosas de los 70 cuando se alcanzó el récord histórico de la producción doméstica.

Figura 2. Producción petrolífera estadounidense 
por regiones (1985-2012)FuenteFig. 13.

Cuando la producción estaba en su punto álgido en 1970, Estados Unidos tenía 531.000 pozos operativos que producían poco menos de unos 18 barriles diarios (bl/d) cada uno. Cuarenta años después, el país tenía aproximadamente el mismo número de pozos operativos (530.000) pero la productividad media había caído a 10,4 bl/d (EIA, 2011: Tabla 3c). Era el vivo retrato de la Ley de los Rendimientos Decrecientes: la productividad media por pozo había caído en el 44% en las últimas cuatro décadas (Figura 3).

Figura 3. Pozos operativos y 
productividad por pozo en EEUU 
(1970-2010)
FuenteFig. 14.
A pesar de que cuando apareció ese informe de 2011 se había instalado en el país el relato de la “independencia energética” del que luego me ocuparé, el 42% del consumo de petróleo en 2012 procedía de importaciones. Solamente el 34% del petróleo consumido en 2012 procedía del subsuelo estadounidense o de sus plataformas litorales.

Así estaban las cosas en 2007, con el barril de petróleo en máximos históricos (cien dólares, el récord hasta entonces) y en pleno declive de la producción petrolera, cuando la industria energética estadounidense echó las campanas al vuelo y anunció que los tiempos habían cambiado. Aún sin admitir, o admitiendo a regañadientes como ya comenzaban a hacer, que la era del petróleo líquido tenía los días contados, habían encontrado la forma de extraer hidrocarburos (sobre todo gas natural en cantidades astronómicas, pero también algo de petróleo) no ya debajo de las piedras, sino dentro de las piedras y en unas cantidades tan extraordinarias que el problema del petróleo había dejado de existir. El mensaje volvió a ser: Quemad, chicos, quemad. Carpe diem.

John Hofmeister, ex jefe de operaciones para Estados Unidos de Shell, lo vio claro cuando en septiembre de 2012 declaró al Wall Street Journal:
A menos que algo cambie en serio en los próximos cinco años, vamos a depender del gas porque no habrá suficiente petróleo para todos.
Puede que no hubiera bastante petróleo, pero gas iba a sobrar y como del gas podían obtenerse líquidos, el problema del oro negro iba a pasar a la historia. Nadie completó el relato diciendo que la producción de líquidos a partir del gas era más cara y su rendimiento energético mucho menor. Para qué preocuparse. Carpe diem.

Figura 4. Suministros estadounidenses de 
gas natural por orígenes (1998-2012).
FuenteFig. 16.
La “shale revolution”, la extracción de gas y petróleo de yacimientos inaccesibles hasta ese momento fue saludada como “el nuevo tesoro nacional”, “Eldorado en forma de gas” o “el nuevo maná” y proclamada la herramienta clave para un cambio de paradigma energético. Un lema “la independencia energética” se adueñó del país más adicto al petróleo del mundo. La disminución de la producción de gas y petróleo convencionales se compensaría con la explotación de unas rocas, las shales, mediante una tecnología innovadora, el fracking horizontal. Algo había de cierto: el gas estadounidense no daba las señales de declive que mostraba el petróleo. No sólo no lo hacía, sino que la producción crecía, lo que no evitaba que en plena retórica de la independencia energética y a pesar del incremento de la producción doméstica, el país tuviera que seguir importando en 2012 un 8,6% de sus suministros de gas natural (Figura 4).

La fotografía de la NASA muestra las luces de las aglomeraciones urbanas de ambas costas y del Medio Oeste. En Dakota del Norte, un estado despoblado, el círculo blanco rodea el campo petrolífero de lutitas Bakken, donde se quema directamente el gas natural asociado ante la falta de un gasoducto para transportarlo.
En realidad, el gas natural convencional presentaba claros síntomas de declive en la mayoría de los estados productores tradicionales como Alaska, Nuevo México, Oklahoma, Wyoming o en las plataformas marinas del Golfo de México. El crecimiento sustancial en gas natural provenía de yacimientos no convencionales de Luisiana, Texas, Pensilvania y de un puñado de otros estados. En Dakota del Norte había también una notable producción de gas natural asociado al petróleo, pero como no existían infraestructuras para transportarlo, se quemaba en unos gigantescos mecheros que han transformado el vuelo sobre la despoblada Dakota en un espectáculo de luz y color (Foto).
Al poner en el mercado una enorme cantidad de gas natural, los precios domésticos se desplomaron, a pesar de que Estados Unidos sigue importando gas. El precio del gas natural en Estados Unidos disminuyó abruptamente de los 10,4 dólares por cada millón de pies cúbicos (Mpc) en 2008 hasta un mínimo de 1,89 dólares por Mpc en abril de 2012, a causa de la saturación del suministro procedente de las operaciones con gas de lutitas (Figura 5).

Figura 5. Evolución de la producción y 
el precio de gas de lutitas en Estados Unidos, 2000-2012. 
Fuente: Heinberg (2014).
Como el umbral de rentabilidad estimado sería que un precio comercial de 8-9 dólares por Mpc, los precios anormalmente bajos hacen que el negocio del gas de lutitas basado exclusivamente en el consumo doméstico sea una ruina y la industria lo sabe. Así hablaba Rex W Tillerson, presidente de Exxon Mobil Corporation en una conferencia que pronunció el 27 de junio de 2012 en el Council on Foreign Relations:
Lo que puedo decirle es que el coste del suministro no es de 2,50$. Estamos perdiendo hasta la botas, no ganamos dinero. Está todo en números rojos.
Su colega Aubrey McClendon, de Chesapeake Energy, tampoco es que fuera muy optimista:
El sector entero no es rentable hoy en día.
Aunque de creer a sus exégetas la industria del gas de lutitas ha bajado voluntariamente los precios y está promocionando las exportaciones de gas natural como una manera altruista de mejorar la balanza comercial de Estados Unidos y de “ayudar a sus amigos y aliados”, la realidad es otra: las compañías, que están para hacer negocio, además de hacer jugosos cambalaches financieros en Wall Street, se esfuerzan en abrir los mercados y ejercen un fuerte lobby para que se les apruebe (y subvencione) la construcción de terminales marítimas para exportar el exceso de gas a los mercados de Europa y Asia Oriental, donde se pagan precios mucho más altos.

El buque metanero Golar Spirit
Por eso, a pesar del hecho de que Estados Unidos sigue siendo un importador neto de gas natural, los esfuerzos de exportación de gas están en marcha: Dominio Corporation comenzará la construcción de un proyecto de exportación de GNL en su terminal Cove Point en Maryland en 2014, con contratos para la entrega a Japón y India; Cheniere Energy convertirá su instalaciones de importación de GNL en Sabine, Luisiana, en una terminal de exportación, y United LNG ha firmado acuerdos con la India para el suministro a largo plazo de GNL a través de su plataforma litoral principal Hub Energy Pass, también en Luisiana.

Así que los motivos reales de la industria no tienen nada que ver con la mejora de la balanza comercial de Estados Unidos ni con ayudar a los europeos. Los importadores potenciales de GNL en Japón, India, China o Europa tendrán que pagar más de 15 dólares por millón de Btu de gas natural, mientras que los estadounidenses pagan unos 4 dólares. Con ese diferencial tan amplio, la industria del gas natural lo que quiere es exportar su producto por una exclusiva razón: para obtener un mejor precio y un mayor beneficio.

Si los usuarios estadounidenses quieren el mismo gas, tendrán que pagar más. No hay otra. Las exportaciones de GNL harán subir el precio del gas natural en Estados Unidos: por poco que se sepa de economía, cuando el mercado doméstico deje de estar saturado, los precios subirán. En una política “tartufiana”, la industria del gas natural está haciendo todo lo posible para aumentar sustancialmente los precios de gas natural de Estados Unidos, aunque al mismo tiempo afirma que los bajos precios del gas son el mirífico resultado de sus prácticas. Los políticos dan cumplida respuesta a los lobbistas que pagan sus campañas electorales, pero como no pueden hablar claramente de que defienden los intereses de la industria, aprovechan cualquier coyuntura para arrimar el ascua la sardina de la mano que les da de comer.

* Las unidades de medida y la definición de los términos técnicos contenidos es esta entrada pueden descargarse aquí.

martes, 17 de junio de 2014

Las batallas del gas y la guerra del petróleo

Figura 1. Elaboración propia a partir de datos
de la Agencia Internacional de la Energía
Quienes no se escandalizan del desahucio de familias que no pueden pagar su hipotecas o a los que les parece lógico que se corte la luz o el agua a quienes no pagan sus recibos, se rasgan ahora las vestiduras porque Rusia le corta el suministro de gas a Ucrania, que acumula una deuda de 3.300 millones de euros con la compañía de bandera rusa Gazprom.  Este episodio es uno más de las llamadas “batallas del gas” surgidas desde la descomposición de la Unión Soviética. Pero sobre todo, son un anticipo de lo que puede ocurrir en el futuro: un conflicto internacional generalizado cuya causa está en el desigual reparto de los recursos energéticos y en el enorme desequilibrio existente entre los países consumidores. 

Aunque en otra ocasión me ocuparé del problema del gas natural, lo hago ahora con el petróleo, cuyos derivados proveen el 95% de la energía usada para el transporte y el 33% de los combustibles utilizados para generar energía primaria (Figura 1). 

El marco general del problema es el siguiente: En una coyuntura de profunda crisis económica, con consumos energéticos amortiguados, el consumo mundial de petróleo durante 2013 ascendió a unos 32.000 millones de barriles, es decir un promedio de 87,6 millones de barriles diarios (Mbd), lo que equivale a más de 161.000 litros por segundo. Un flujo difícil de imaginar y que, sin embargo, debería incrementarse en las próximas décadas en más de 7.500 millones de barriles al año (Mba) para satisfacer las previsiones de demanda creciente de los países emergentes. Eso significa que para satisfacer el crecimiento de la demanda y compensar un declive anual en la producción mundial de alrededor del 7%, la petroubre en la que hemos convertido el planeta tendrá que desarrollar de aquí a 2030 una nueva capacidad productiva cercana a los 64 Mbd. Un volumen que equivale a más de seis veces la producción actual de Arabia Saudí.

Figura 2. Volumen y número de los campos petrolíferos 
gigantes descubiertos en cada década desde 1850.  
El cenit de descubrimientos ocurrió en la década de los 60 
y desde entonces los descubrimientos han sido 
cada vez menores. (según Höök et al. 2009).
Ese es un incremento imposible de lograr teniendo en cuenta las tendencias actuales. En 2005, las tasas de extracción de petróleo crudo del mundo dejaron de crecer. Ese año, según los datos del oficialista World Crude Oil Production, 1995–2012, la tasa media de la producción mundial fue de 73,8 Mbd; en 2012, esa tasa sólo había aumentado hasta 75 Mbd, un incremento relativamente insignificante de menos de 1,5 Mbd en siete años, es decir, un 0,3% de tasa anual promedio de crecimiento: la décima parte de lo que habían pronosticado las agencias oficiales. Con las tasas de suministro de petróleo estancadas y con un decaimiento generalizado en lo que se refiere al descubrimiento de nuevos campos petrolíferos (Figura 2), los precios subieron desde los 35 dólares por barril (dólares ajustados a la inflación) de promedio en 2003 hasta un promedio anual de 110 dólares en 2012.

A la disminución de la producción global de petróleo se unen las desigualdades en el consumo de carburantes entre diferentes países y la lógica e imparable tendencia de los países en desarrollo a equipararse con los países desarrollados; y desarrollo, dentro de nuestros parámetros económicos, significa aumento del consumo de carburantes. La última generación ha experimentado una profunda transformación para miles de millones de ciudadanos del mundo cuyos países hacen la transición desde la agricultura a las economías industriales modernas. Esto ha significado una enorme diferencia no sólo en su nivel de vida, sino también para el mercado mundial del petróleo. El subconjunto de las economías recientemente industrializadas utilizaba sólo el 17% del petróleo del mundo en 1998, pero su crecimiento económico, esto es, su progresiva adaptación al modelo de vida de las sociedades industrializadas modernas, ha supuesto el 69% del aumento del consumo mundial de petróleo en los últimos tres lustros.

Figura 3. Consumo energético per cápita por países y regiones en 2011.
La comparación del consumo energético de Estados Unidos
con respecto a otros países aparece como múltiplos.
Fuente: Perfora, chico, perfora (Figura 5).
La Figura 3 muestra los desequilibrios existentes en 2011 entre los países desarrollados y no desarrollados en función del consumo energético per cápita. Por ejemplo, ese año un ciudadano estadounidense consumía 4,2 veces más energía que un ciudadano medio mundial y 17 veces más que uno indio. Casi el 80% del mundo vivía en un estado de pobreza energética comparado con Estados Unidos. El gran dilema energético del siglo XXI es que el mundo en desarrollo aspira a consumir energía al mismo ritmo que ha impulsado el crecimiento del Primer Mundo. Esa aspiración, que nadie puede negarles, aumentará la demanda de consumo energético haga lo que haga el Primer Mundo para reducir el consumo y, en una era de escasez de suministros energéticos, traerá consigo tensiones geopolíticas y una intensa competencia por los recursos.

Figura 4. Producción y consumos mundiales de petróleo
por región petrolífera, 1965-2011.  En ese período
la producción creció un 163% y el consumo un 189%
en este período. Fuente: Perfora, chico, perfora (Figura 4).
El consumo mundial de petróleo en 1965 era de 11.000 millones de barriles, lo que quiere decir que su consumo casi se ha triplicado desde entonces (Figura 4). En consumo acumulado desde que el primer pozo fuera perforado a finales de la década de 1850, el 90% de todo el petróleo se ha quemado a partir de 1960 y la mitad desde 1988. El consumo se ha acelerado muy rápidamente en el mundo en desarrollo, particularmente en Asia-Pacífico, Oriente Medio y África. Aunque estas dos últimas regiones son grandes exportadoras de petróleo, el rápido crecimiento de su propia demanda pondrá pronto límites a su capacidad de incrementar las exportaciones.

Si se considera al petróleo desde el punto de vista del consumo per cápita a escala mundial, las desigualdades aparecen más acusadas que cuando se contempla el consumo en su conjunto (Figura 3). Con la excepción de Arabia Saudita, el consumo de petróleo por cabeza es mucho mayor en los países desarrollados que en los países en desarrollo. Los estadounidenses consumen 22 barriles por persona y año, que es cinco veces más que lo que consume la media mundial y nueve veces más que China. China, empero, encabeza ahora las compras mundiales de coches y se ha convertido en el tercer mayor importador de petróleo. Hace muy poco, en 1992, China era exportadora neta de petróleo. Desde entonces, su consumo se ha multiplicado por cuatro y en 2011 tuvo que importar el 60% del petróleo que consumió. Ese año, China importó seis Mbd, un 7,2 de la producción mundial total y entró y en competencia con Estados Unidos, Japón o la UE. El consumo chino de petróleo ha igualado sus tasas de crecimiento anual: 5-10%.

Figura 5. Exportaciones netas de petróleo de los 45 mayores 
exportadores entre 2002 y 2012. Las exportaciones netas
 han decaído un 5% desde 2005. Según Heinberg (2013)*
Desde 2005, la producción mundial de petróleo crudo se ha mantenido prácticamente plana, mientras que, como puede verse en la Figura 5, la cantidad de petróleo exportada ha disminuido en un 5%. La competencia por las exportaciones disponibles, convenientemente espoleada por los especuladores de los mercados de futuros, ha incrementado los precios del petróleo. Debido a que naciones industrializadas como China son capaces de pagar un precio más alto, superan en los mercados la oferta de los países industrializados más antiguos, como Estados Unidos y los países europeos: China importa cada vez más, mientras que las importaciones estadounidenses disminuyen.

Si esta tendencia hacia la disminución de las exportaciones de petróleo continúa, y no hay ninguna razón convincente para que eso no ocurra, la cantidad de petróleo disponible en el mercado mundial de exportaciones se reducirá rápidamente en la próxima década. El geólogo del petróleo Jeffrey Brown calcula que si las tendencias actuales persisten, Estados Unidos y la UE podrían quedar excluidos del mercado de exportación mundial de petróleo en 2025.

Figura 6. Exportaciones e importaciones
totales y netas por regiones en 2011.
Fuente: Perfora, chico, perfora (Figura 7).
La dependencia de los países industrializados del petróleo proveniente de regiones desestabilizadas aparece en la Figura 6. Las importaciones petrolíferas de las economías industrializadas de Europa, Estados Unidos, Japón y Australia/Nueva Zelanda, junto con las economías en desarrollo como China, India y las emergentes asiáticas, son altamente dependientes de Oriente Medio, la antigua Unión Soviética y África Occidental, tres regiones altamente inestables. Los conflictos geopolíticos y las recesiones económicas globales que podrían producirse con las expectativas del incremento del consumo y del descenso de los recursos resultan obvios y no serían ninguna novedad en la historia de la civilización, como nos ha recordado Robert D. Kaplan (2013)*. Según Hamilton (2011)*, diez de las once recesiones experimentadas desde la Segunda Guerra Mundial están relacionadas con la acusada volatilitad de los precios del petróleo, los cuales responden actualmente no tanto a las leyes de oferta y demanda del mercado tradicional, sino a la especulación financiera de los mercados de futuros.

Además de la energía, hay muchos otros factores que inciden en la estabilidad geopolítica. El acceso al agua, a los alimentos, a los minerales y a una variedad de otros recursos, así como los efectos del cambio climático, supondrán afrontar enormes desafíos. El escenario de un consumo de energía creciente e incesante en un mundo con tasas de suministros limitadas, no sólo es muy difícil o imposible de alcanzar a largo plazo, sino que agravará muchos otros factores de riesgo geopolítico. Quienes deseen aprender más al respecto de cómo el petróleo y otros recursos condicionan la geopolítica es más que aconsejable la lectura de La venganza de la geografía (Kaplan, 2013).

* Referencias:
Hamilton, J. (2009): Understanding Crude Oil Prices. Energy Journal, 30: 179-206.
Heinberg, R. (2013). Fracking. El bálsamo milagroso. Ed. Icaria.
Kaplan, R. (2013). La venganza de la Geografía. RBA.

lunes, 16 de junio de 2014

Llegan más buques con chapapote

La definición de los términos técnicos que aparecen marcados con un asterisco (*) puede encontrarse en este enlace.

Fuente
Mientras que el desastre del Prestige se ha saldado con un palmo de narices para la Xunta en su intento de conseguir una indemnización de casi 2.500 millones de euros, el Gobierno Rajoy continúa con su imparable política energética de connivencia con los intereses de la industria petrolera y en especial con Repsol: La autorización para perforar en las costas de Canarias y Baleares, los permisos de exploración concedidos para el fracking* en territorio peninsular y el retorno de buques que, como lo estaba el Prestige, llegan hasta nuestros puertos cargados de chapapote son una muestra de una política gubernamental que castiga a las renovables en beneficio del lobby petrolero español.

El pasado 29 de mayo atracó en el puerto de Bilbao el buque ruso Aleksey Kosigin. Externamente se parece a cualquier otro petrolero, pero el crudo que transporta lo hace especialmente alarmante: 600.000 barriles de crudo de petróleo que no ha sido extraído de manera convencional, sino mediante un complejo y contaminante proceso que se inicia en una explotación minera a cielo abierto en Alberta, Canadá. Se trata de las llamadas arenas asfálticas y el de mañana será el primer gran cargamento en acceder a Europa para ser tratado en una refinería de Muskiz, Vizcaya. Las arenas asfálticas son el paradigma de cómo obtener un crudo de bajísima calidad, extraordinariamente costoso y energéticamente poco rentable mediante la contaminación de los suelos y la devastación paisajística. 

El crudo obtenido de arenas asfálticas
es un auténtico chapapote (Fuente)
Conocidas también como arenas bituminosas, arenas de petróleo, arenas petrolíferas, arenas de alquitrán y en Venezuela como crudo extrapesado o chapapote, las tierras asfálticas son una combinación de arcilla, arena, agua, y bitumen*. El bitumen, también llamado “betún” o “brea”*, una materia orgánica soluble en solventes orgánicos, es un derivado degradado térmicamente del querógeno*, que está constituido por una mezcla de líquidos orgánicos altamente viscosa, negra y pegajosa, que exige un costoso proceso de refinado que solo se puede acometer en refinerías especializadas. 

Una vez que se limpian las tierras asfálticas de arenas, arcillas y otras impurezas, para lo que requieren tratamientos altamente consumidores de agua y energía, porque en promedio se necesitan dos toneladas de tierras y entre dos a cuatro barriles de agua para obtener un solo barril de crudo, se extrae un bitumen que para poder ser utilizado en la industria petrolífera necesita ser mejorado desde el momento mismo de su bombeo, dado que es demasiado viscoso como para fluir. Para que lo haga, el bitumen necesita ser diluido con un 30% de gas condensado o con un 50% de crudo sintético* de petróleo para crear un bitumen diluido o "dilbi"* que se puede mover a través de un oleoducto.

Por eso, la producción de petróleo desde arenas asfálticas obliga a Canadá a importar cantidades mastodónticas de diluyentes, de donde se desprende la paradoja de que los canadienses importan derivados refinados del petróleo para producir petróleo bruto. Canadá tendrá que importar 700.000 barriles de diluyentes al día para el año 2030 si quiere cumplir con la previsión de crecimiento de su producción de arenas asfálticas. 

Los recursos de bitumen extraíbles a cielo abierto son mucho más escasos que los profundos. Por ejemplo, en Canadá el 80% de los recursos petrolíferos proceden de las arenas asfálticas, la mayor parte de las cuales están tan profundas que no son extraíbles por medio de la minería en superficie. De ahí que se hayan desarrollado o se estén desarrollando sofisticados métodos de extracción in situ a cual más complicado que implican la inyección de vapor de agua y solventes a través de pozos para separar el bitumen y extraerlo hasta la superficie. En cualquier caso, sea por minería en superficie sea por procedimientos in situ, lo que se obtiene es bitumen que ha de ser mejorado para poder ser utilizado comercialmente. 

El bitumen extraíble en superficie requiere menos energía entrante para recuperarlo y constituye el 64% de los 8.100 millones de barriles recuperados hasta el momento en Canadá. De los restantes yacimientos que se están explotando, el 88% se explotan a cielo abierto. De lo que queda como “reservas comprobadas” sin desarrollo activo, sólo el 8% son minerables en superficie por lo que el 92% restante deberían recuperarse con métodos in situ que requieren consumos energéticos más intensivos cuyos resultados prácticos desde el punto de vista comercial están por verse. 

La explotación a cielo abierto de las arenas asfálticas
deja enormes huellas en el paisaje (Fuente)
Por todo ello, la producción de bitumen a partir de las arenas asfálticas es altamente costosa, superior a la mayoría de las estimaciones para el petróleo procedente de cualquier otra fuente, incluido el ya de por sí caro petróleo extraído mediante fracking. Los costes de rentabilidad mínima para la minería con transformación a crudo sintético son de más de 100 dólares por barril, lo que supone que prácticamente no hay margen comercial a los precios actuales. 

Además, las arenas asfálticas vienen acompañadas de impactos ambientales más altos que las explotaciones convencionales tanto en emisiones aéreas en la explotación, emisiones totales de CO2 en el ciclo completo de producción, como en la contaminación de aguas subterráneas y otras contaminaciones. Considerando su ciclo completo, las emisiones de gases de efecto invernadero producidas en la extracción de las arenas asfálticas son tres o cuatro veces superiores a las que se producen en la extracción del petróleo convencional. Si se tiene en cuenta el ciclo de emisiones desde que se produce hasta que se consume en las gasolineras, las arenas asfálticas emiten del orden del 23% más gases de efecto invernadero.

Finalmente, aunque por ley todas las operaciones de extracción de arenas asfálticas deben ser restauradas, la proporción de las restauradas después de más de cuarenta años de operaciones es minúscula y su impacto sobre el paisaje es desolador, porque el movimiento de tierras necesario para re
Fuente
mover y extraer las arenas deja huellas de miles de hectáreas de rocas desnudas.

La Unión Europea (UE) se encuentra frente un grave dilema: cumplir los objetivos de reducción de gases de efecto invernadero (GEI) para luchar contra el cambio climático o bien dar entrada a petróleos extra pesados y supercontaminantes respondiendo a las presiones de la industria energética y los países productores. La llegada del cargamento de arenas asfálticas parece indicar que gana la segunda opción.

Canadá cuenta con enormes yacimientos de estas arenas en la provincia de Alberta. Sin embargo, unas grandes reservas requieren de un gran mercado, y aquí surge el problema. Su mercado natural, Estados Unidos, está impidiendo la exportación para favorecer el consumo de sus propios hidrocarburos no convencionales obtenidos mediante fracking y, además, en Estados Unidos hay una gran contestación social y ecologista a la construcción de oleoductos para transportar las arenas desde los yacimientos a la costa. Por eso, Canadá se concentra ahora en acceder al mercado europeo.

Manifestación contra la construcción del oleoducto
para chapapote canadiense ante la Casa Blanca (Fuente)
La presión para conseguir vía libre a las arenas bituminosas en Europa es enorme. Este asunto está en el centro de las negociaciones del acuerdo comercial y de inversiones (CETA, por sus siglas en inglés) que negocian en estos momentos el país norteamericano y la UE. Y esa presión ya ha conseguido un primer resultado: bloquear la Directiva europea de Calidad de Combustibles y su objetivo de reducir en 2020 las emisiones de GEI del transporte un 6% con respecto a las de 2010. Un objetivo es a todas luces inviable si se empiezan a utilizar combustibles tan contaminantes como los de arenas bituminosas.

Una mala señal para los compromisos ambientales de la UE, y una buena señal para los intereses petroleros que se entrecruzan en las arenas bituminosas de Canadá. Y entre estos últimos no solo se encuentran compañías norteamericanas, sino también la petrolera Repsol. Principalmente porque dos de las cinco refinerías que actualmente hay en Europa con capacidad para tratar con este tipo de petróleos pertenecen a Repsol. Este primer cargamento servirá de prueba para comprobar si sus refinerías 

domingo, 15 de junio de 2014

Petróleo en Canarias o de cómo el ministro Soria nos vende la moto

La línea representa el meridiano de Greenwich
En Alemania y en Austria los ministros dimiten por haber plagiado una tesis doctoral. En España, algunos ministros parecen no haber aprovechado el bachillerato. El ministro José Manuel Soria  demostró sus conocimientos geográficos cuando, reprobando la ignorancia del presidente canario Paulino Rivero, declaró en rueda de prensa: «Le pediría (a Rivero) que no dijera disparates. Alguien le tiene que explicar lo que es el meridiano de Greenwich, que alguien le diga que pasa por una serie de países, entre ellos España, y que pasa también por Canarias». Se podría pensar que eran unas declaraciones apresuradas en una rueda de prensa, pero no es así. En el video que puede verse en este enlace, se reafirma en su convicción de que, efectivamente, el meridiano próximo a Londres pasa por el archipiélago natal del señor ministro. 

Fuente
En estos días, el ministro Soria se muestra un convencido defensor del proyecto de Repsol de perforar las aguas de Canarias a la búsqueda de petróleo, porque España «no puede permitirse renunciar a la exploración de estos recursos», unos yacimientos donde habría «mucho petróleo y de buena calidad». Las autoridades canarias están radicalmente en contra del proyecto, porque aseguran que pone en peligro la riqueza medioambiental de la isla y su principal sector económico, el turismo. Paulino Rivero ha dicho que el ministro «parece más un accionista de Repsol que un canario», lo que según el refranero podría traducirse en aquello de que «cuánto más se agacha uno [Soria] más se le ve el culo». Soria apoya las investigaciones sobre hidrocarburos porque asegura que, de dar resultados, «contribuirían a reducir la dependencia energética de España. Las estimaciones hablan de una bolsa de mil millones de barriles, lo que supondría contar con una fuente de hidrocarburos para los próximos 25 o 30 años». 

Bien, estas son las cifras que maneja el señor ministro: 1.000 millones de barriles para garantizarnos el suministro de 25-30 años. Vamos a analizarlas. No se preocupen, no hace falta tener la preclara inteligencia del señor Soria ni contar con la cohorte de asesores que le aconsejan. Basta con un abaco y unos datos muy sencillos.

Al exministro de Medio Ambiente,
Arias Cañete también le gustaba Repsol (Fuente)
En la página web del ministerio de Industria, Energía y Turismo que dirige nuestro amigo canario, pueden obtenerse los datos de consumo de petróleo en España. No parece que los técnicos del ministerio hayan hecho mucho esfuerzo en actualizarlos, porque son de 2011. Como los datos para 2014 no variarán mucho, utilicémoslos para nuestras cuentas: según esa web, en 2011 se consumieron en España 58,3 millones de toneladas, lo que significa que los españoles consumimos ese año 1.573.000 barriles diarios. Para los amigos de las cifras, como cada barril son 159 litros, en España se consumen cada día 250 millones de litros (el equivalente a 100 piscinas olímpicas llenas hasta los bordes), 10,4 millones de litros a la hora o 2.895 litros por segundo. 

Consumo mundial de energía primaria por regiones
y tipos de combustibles entre 1965 y 2011.
Fuente: Perfora, chico, perfora (Figura 2)
Estamos en la media mundial. La magnitud del consumo energético y la dependencia de los hidrocarburos resultan asombrosas: en equivalentes energéticos, los hidrocarburos representaron el 87% de los suministros energéticos en 2011 (Véase la figura adjunta). En una coyuntura de profunda crisis económica, con consumos energéticos amortiguados, el consumo mundial de petróleo durante 2013 ascendió a aproximadamente 32.000 millones de barriles, es decir un promedio de 87,6 millones de barriles diarios, lo que equivale a más de 161.000 litros por segundo.

Volvamos a nuestras cifras. Según los datos que maneja el señor ministro, en las aguas próximas a Canarias puede haber 1.000 millones de barriles. En una entrada anterior, ya establecí la diferencia entre recursos (volúmenes calculados a ojo de buen cubero) y reservas probadas. Como de costumbre, el ministro sigue fielmente a Repsol y ofrece los datos de los recursos, que desde que se inició la industria del petróleo, suelen ser muy superiores a las reservas reales, por lo general en un orden de magnitud entre 1,5 y dos veces mayores. Pero no seamos cicateros y concedamos al señor Soria sus mil millones (159.000 millones de litros) como si fueran reservas probadas.

Como en España se consumieron en 2011 1.573.000 barriles diarios, el consumo anual español ascendió a algo más 574 millones de barriles, de donde se deduce que las reservas canarias, aún calculadas hiperbólicamente, darían como mucho para 20 meses de consumo y no para los 20-30 años que calcula Repsol y repite el señor ministro. 

Pero una cosa es que alguien no razone y otra bien distinta que nos tome a los demás por tontos. Soria, la industria y los medios afines repiten incansablemente que encontrar petróleo en el suelo patrio contribuirá a “reducir la factura energética española”. Así sería si se nacionalizase la industria petrolífera española, nos declaráramos en “autarquía energética” y rompiéramos las reglas internacionales de comercio de crudo. Y es que usted no puede andar de aquí para allá vendiendo sus barriles. Los barriles se negocian en el mercado internacional al precio vigente, que en estos momentos está a unos 110 dólares por barril Brent. No importa si lo extrae y lo comercializa Repsol o el sursuncorda. Los españoles tendremos que comprarlo a ese precio salvo, claro está, que Repsol se transforme en ONG y le regale la producción a don José Manuel Soria.

Petróleo en Canarias o de cómo el ministro Soria nos vende la moto

La línea representa el meridiano de Greenwich
En Alemania y en Austria los ministros dimiten por haber plagiado una tesis doctoral. En España, algunos ministros parecen no haber aprovechado el bachillerato. El ministro José Manuel Soria  demostró sus conocimientos geográficos cuando, reprobando la ignorancia del presidente canario Paulino Rivero, declaró en rueda de prensa: «Le pediría (a Rivero) que no dijera disparates. Alguien le tiene que explicar lo que es el meridiano de Greenwich, que alguien le diga que pasa por una serie de países, entre ellos España, y que pasa también por Canarias». Se podría pensar que eran unas declaraciones apresuradas en una rueda de prensa, pero no es así. En el video que puede verse en este enlace, se reafirma en su convicción de que, efectivamente, el meridiano próximo a Londres pasa por el archipiélago natal del señor ministro. 

Fuente
En estos días, el ministro Soria se muestra un convencido defensor del proyecto de Repsol de perforar las aguas de Canarias a la búsqueda de petróleo, porque España «no puede permitirse renunciar a la exploración de estos recursos», unos yacimientos donde habría «mucho petróleo y de buena calidad». Las autoridades canarias están radicalmente en contra del proyecto, porque aseguran que pone en peligro la riqueza medioambiental de la isla y su principal sector económico, el turismo. Paulino Rivero ha dicho que el ministro «parece más un accionista de Repsol que un canario», lo que según el refranero podría traducirse en aquello de que «cuánto más se agacha uno [Soria] más se le ve el culo». Soria apoya las investigaciones sobre hidrocarburos porque asegura que, de dar resultados, «contribuirían a reducir la dependencia energética de España. Las estimaciones hablan de una bolsa de mil millones de barriles, lo que supondría contar con una fuente de hidrocarburos para los próximos 25 o 30 años». 

Bien, estas son las cifras que maneja el señor ministro: 1.000 millones de barriles para garantizarnos el suministro de 25-30 años. Vamos a analizarlas. No se preocupen, no hace falta tener la preclara inteligencia del señor Soria ni contar con la cohorte de asesores que le aconsejan. Basta con un abaco y unos datos muy sencillos.

Al exministro de Medio Ambiente,
Arias Cañete también le gustaba Repsol (Fuente)
En la página web del ministerio de Industria, Energía y Turismo que dirige nuestro amigo canario, pueden obtenerse los datos de consumo de petróleo en España. No parece que los técnicos del ministerio hayan hecho mucho esfuerzo en actualizarlos, porque son de 2011. Como los datos para 2014 no variarán mucho, utilicémoslos para nuestras cuentas: según esa web, en 2011 se consumieron en España 58,3 millones de toneladas, lo que significa que los españoles consumimos ese año 1.573.000 barriles diarios. Para los amigos de las cifras, como cada barril son 159 litros, en España se consumen cada día 250 millones de litros (el equivalente a 100 piscinas olímpicas llenas hasta los bordes), 10,4 millones de litros a la hora o 2.895 litros por segundo. 

Consumo mundial de energía primaria por regiones
y tipos de combustibles entre 1965 y 2011.
Fuente: Perfora, chico, perfora (Figura 2)
Estamos en la media mundial. La magnitud del consumo energético y la dependencia de los hidrocarburos resultan asombrosas: en equivalentes energéticos, los hidrocarburos representaron el 87% de los suministros energéticos en 2011 (Véase la figura adjunta). En una coyuntura de profunda crisis económica, con consumos energéticos amortiguados, el consumo mundial de petróleo durante 2013 ascendió a aproximadamente 32.000 millones de barriles, es decir un promedio de 87,6 millones de barriles diarios, lo que equivale a más de 161.000 litros por segundo.

Volvamos a nuestras cifras. Según los datos que maneja el señor ministro, en las aguas próximas a Canarias puede haber 1.000 millones de barriles. En una entrada anterior, ya establecí la diferencia entre recursos (volúmenes calculados a ojo de buen cubero) y reservas probadas. Como de costumbre, el ministro sigue fielmente a Repsol y ofrece los datos de los recursos, que desde que se inició la industria del petróleo, suelen ser muy superiores a las reservas reales, por lo general en un orden de magnitud entre 1,5 y dos veces mayores. Pero no seamos cicateros y concedamos al señor Soria sus mil millones (159.000 millones de litros) como si fueran reservas probadas.

Como en España se consumieron en 2011 1.573.000 barriles diarios, el consumo anual español ascendió a algo más 574 millones de barriles, de donde se deduce que las reservas canarias, aún calculadas hiperbólicamente, darían como mucho para 20 meses de consumo y no para los 20-30 años que calcula Repsol y repite el señor ministro. 

Pero una cosa es que alguien no razone y otra bien distinta que nos tome a los demás por tontos. Soria, la industria y los medios afines repiten incansablemente que encontrar petróleo en el suelo patrio contribuirá a “reducir la factura energética española”. Así sería si se nacionalizase la industria petrolífera española, nos declaráramos en “autarquía energética” y rompiéramos las reglas internacionales de comercio de crudo. Y es que usted no puede andar de aquí para allá vendiendo sus barriles. Los barriles se negocian en el mercado internacional al precio vigente, que en estos momentos está a unos 110 dólares por barril Brent. No importa si lo extrae y lo comercializa Repsol o el sursuncorda. Los españoles tendremos que comprarlo a ese precio salvo, claro está, que Repsol se transforme en ONG y le regale la producción a don José Manuel Soria.

sábado, 14 de junio de 2014

Cómo se inflan los precios de la gasolina (y 4)

Esta entrada procede de la anterior. [La definición de todos los términos técnicos puede encontrarse en este enlace].

El informe El papel de la especulación del mercado en el aumento de los precios de petróleo y gas, elaborado por el Subcomité Permanente del Senado de los Estados Unidos y publicado en junio de 2006, lo dejaba perfectamente claro: la desregulación del comercio internacional de futuros de derivados del petróleo en la última década abrió de par en par la puerta para la actual burbuja especulativa de los precios, un guiñol cuyos hilos se escaparon de la OPEP y hoy se controlan desde los mercados desregulados de Wall Street y de la City londinense. El informe comenzaba diciendo (p. 3):
 [...] hay pruebas que apoyan la conclusión de que la gran especulación desatada en el mercado [energético] actual ha incrementado significativamente los precios. 
Lo que documentaban los senadores en el informe era un enorme vacío jurídico en la regulación del comercio de derivados del petróleo tan grande que escapaba del control gubernamental. Ese vacío era el que había provocado el aumento gradual de los precios del petróleo hasta ponerlo por las nubes en los últimos meses de aquel año y lo elevaría por encima de los 140 dólares por barril dos años después de la redacción del informe. Siglo y medio después de las primeras producciones industriales del petróleo, el barril estadounidense había multiplicado su precio setenta veces. El informe del Senado fue ignorado en los medios de comunicación y en el Congreso. Los lobbies se encargaron de silenciarlo.

El informe señalaba que la Commodity Futures Trading Commission (CFTC), la agencia federal independiente que se encarga de la regulación de las bolsas de comercio y del mercado de futuros de materias primas, había sido creada en 1975 por el Congreso para garantizar que los precios en el mercado de futuros reflejaran las leyes de la oferta y la demanda y se evitaran las prácticas manipuladoras y las maniobras especulativas excesivas. La Ley de Mercado de Materias Primas de Estados Unidos (CEA: US Commodity Exchange Act) proclama que:
[...] la especulación excesiva en cualquier producto dentro del mercado de futuros [...] provoca fluctuaciones repentinas irracionales y cambios injustificados en el precio de dicho producto, que representan una carga excesiva e innecesaria para el comercio interestatal de las mercancías. 
Además, la CEA ordenaba a la CFTC que estableciera los límites de negociación
[...] que la Comisión considere necesarios para reducir, eliminar o prevenir esa carga [especulativa]. 

El asunto estaba en saber dónde estaba la CFTC cuando los precios empezaron dispararse en 2006. Todo parecía indicar que había estado deliberadamente alejada de sus responsabilidades de supervisión en el producto más importante comercializado del mundo, el petróleo. El informe del Senado continuaba esclareciendo el asunto (las negritas son mías):
Hasta hace poco, los futuros energéticos estadounidenses se negociaban exclusivamente en intercambios regulados dentro de los Estados Unidos, como el NYMEX, que estaban sujetos a una amplia supervisión de la CFTC, incluyendo el seguimiento continuo para detectar e impedir la manipulación de precios o el fraude. En los últimos años, sin embargo, ha habido un enorme crecimiento en la negociación de los contratos estructurados como contratos de futuros que se negocian en mercados electrónicos OTC no regulados. Debido a su similitud con los contratos de futuros regulados a menudo se llaman “pseudofuturos”.
La única diferencia práctica entre los pseudofuturos y los verdaderos contratos de futuros es que los primeros se negocian en mercados no regulados, mientras que los segundos se negocian en mercados regulados. El comercio de productos energéticos de las grandes empresas en los intercambios electrónicos OTC quedó exento de la supervisión de la CFTC por una disposición introducida a instancias de Enron y otros grandes operadores energéticos en la Ley de Modernización de Futuros de Materias Primas de 2000 en las últimas horas del 106º Congreso [Los republicanos tenían la mayoría de la Cámara y preparaban la llegada a su primera Presidencia de George W. Bush, vástago de una familia petrolera texana]. 
El impacto de la falta de supervisión del mercado fue sustancial. Los comerciantes tradicionales del NYMEX, por ejemplo, están obligados a llevar un registro de todas las operaciones e informar de sus grandes operaciones a la CFTC. Estos informes sobre grandes operaciones, los llamados Large Trade Reports, junto con los datos de las operaciones comerciales diarias, proporcionaban a la CFTC la información sobre los precios y el volumen de las transacciones, lo que los convertía en esenciales para que el organismo regulador gubernamental pudiese calibrar el alcance de la especulación en los mercados y para detectar, prevenir y perseguir la manipulación de precios. El Presidente de la CFTC Reuben Jeffrey decía en 2008 que: “el sistema de información Large Trader de la Comisión es uno de los pilares de nuestro programa de vigilancia y permite la detección de posiciones concentradas y coordinadas que podrían ser utilizados por uno o más operadores para intentar la manipulación”.
A diferencia de las operaciones llevadas a cabo en el NYMEX, los operadores electrónicos no regulados de tipo OTC no están obligados a llevar un registro o archivo de informes Large Trader por lo que sus operaciones están exentas de la rutina de supervisión de la CFTC. A diferencia de las operaciones realizadas en las bolsas de futuros regulados, no hay límite en el número de contratos que un especulador consiga vía electrónica en un OTC, ningún seguimiento de las negociaciones de intercambio y ninguna noticia de la cantidad de contratos vigentes al final de cada día.
Fuente
Después, para asegurarse que el camino de la desregulación y de la consiguiente manipulación especulativa quedase más expedito, en enero de 2006, la CFTC de la Administración de George W. Bush permitió que la Intercontinental Exchange (ICE), el operador líder de los intercambios electrónicos de energía, utilizara sus terminales comerciales en Estados Unidos para que el comercio de futuros de crudo estadounidense entrase en el mercado ICE Futures de Londres.

Hasta ese momento, el mercado ICE de Londres había negociado únicamente en materias primas energéticas europeas, el crudo Brent y el mercado de gas natural británico. En 1999, la Bolsa de Londres había obtenido el permiso de la CFTC para instalar terminales de ordenador en los Estados Unidos con objeto de que los agentes bursátiles de Nueva York y otras ciudades de Estados Unidos tuvieran acceso a los productos energéticos europeos negociados a través del ICE.

Así las cosas, los operadores que desean negociar dentro de Estados Unidos los productos energéticos estadounidenses –crudo, gasolina y gasóleos- pueden eludir todos los requisitos de supervisión y presentación de informes a la CFTC de Estados Unidos haciendo sus operaciones a través de la Bolsa de Futuros ICE de Londres en vez de hacerlo a través del NYMEX de Nueva York, eludiendo los controles públicos que obligan a los participantes en el parqué neoyorquino. 

Una maniobra política en favor de los interese petroleros que lo habían llevado hasta la Casa Blanca. El regulador gubernamental del mercado de futuros energéticos estadounidense, la CFTC, abrió el camino al actual, desregulado y opaco mercado de la especulación de futuros. Téngase en cuenta, además, que ICE Futures, a pesar de estar en Londres, es propiedad y está controlada por una empresa de Estados Unidos con sede en Atlanta, Georgia.

Evolución de los precios del petróleo WTI (1972-2009).
Los precios reales están calculados ajustando los nominales
con el IPC (2009 = 100). Fuente.
Un vistazo al precio del Brent y el precio de los futuros del WTI desde enero de 2006 muestra la notable correlación que hay entre la subida de los precios del petróleo y el comercio no regulado de futuros del ICE en los mercados estadounidenses (véase la figura adjunta). En enero de 2006, cuando la CFTC permitió que el mercado ICE se abriera, los precios del petróleo se negociaban a 59-60 dólares por barril. Luego subieron como la espuma. En 2008 a los especuladores se les fue la mano y el barril superó los 140 dólares. Hoy, años después, los precios rondan los 110 dólares y la tendencia es al alza. No es una cuestión provocada por la OPEP, es un problema de negligencia culpable del regulador gubernamental norteamericano. De libro: es exactamente el mismo fallo en la regulación o de abandono de las responsabilidades in vigilando de los reguladores que provocaron la caída de Lehman Brothers y todo el desastre económico que vino después.

Como la CFTC no exige al ICE que presente informes diarios de las grandes operaciones de los productos energéticos, no es capaz de detectar e impedir la manipulación de precios. Como señalaba el informe del Senado: 
La capacidad de la CFTC para detectar e impedir la manipulación de los precios de la energía tiene graves vacíos de información, porque los operadores en los intercambios electrónicos OTC y el mercado ICE de Londres están actualmente exentos de los requisitos de presentación de informes al CFTC.
Las grandes instituciones financieras, los fondos de inversión, los fondos de pensiones y otros grandes inversores manejan miles de millones de dólares en los mercados de materias primas energéticas para intentar aprovecharse de los cambios de precios o para protegerse contra ellos. La mayor parte de la inversión en el mercado energético no proviene de los productores o consumidores de los productos, sino de especuladores que tratan de tomar ventaja de los cambios en los precios. 

De hecho, las grandes compras de contratos de futuros del petróleo crudo de los especuladores han creado una demanda adicional ficticia de petróleo –los llamados “barriles de papel”- que ha elevado su precio para entregas futuras de la misma manera que el aumento en la demanda de los contratos para la entrega de un barril físico hoy hace subir el precio del petróleo en el mercado. En lo que al mercado se refiere, la demanda de un barril de petróleo que resulta de la compra de un contrato de futuros por un especulador es tan real como la demanda resultante del mismo barril cuando la compra de un contrato de futuros lo hace una refinería, una compañía aérea u otro usuario real del petróleo.

Goldman Sachs y Morgan Stanley, dos gigantes financieros, son actualmente las dos principales empresas de comercialización de energía en los Estados Unidos. Citigroup y JP Morgan Chase, además de muchos otros fondos de cobertura, son también grandes jugadores en el tapete verde del mercado energético convertido en un casino financiero.

En junio de 2006, el petróleo cotizaba en los mercados de futuros a 60 dólares el barril; la investigación del Senado estimaba que unos 25 dólares se debían a la especulación financiera pura. Un analista estimó en  2008 que teniendo en cuenta los niveles de producción de petróleo de Estados Unidos los precios del crudo WTI deberían estar alrededor de los 25 dólares el barril, y no a 60. A los precios de hoy, eso significa que en las actuales condiciones de equilibrio entre la oferta y la demanda de crudo, al menos 60 o 70 dólares de los más de 105 dólares por barril actuales se deben a los fondos de cobertura y a la especulación pura de las instituciones financieras. Nadie lo sabe oficialmente salvo el puñado de bancos que comercian con la energía en Nueva York y Londres y desde luego ellos no van a decir nada al respecto.

Comprando un gran número de contratos de futuros y, por tanto, alzando los precios futuros a niveles más altos que los precios actuales, los especuladores han proporcionado un incentivo financiero para que las compañías refineras, los mayoristas intermediarios o las empresas aeronáuticas llenen sus almacenes. Una refinería comprará petróleo extra hoy, incluso si cuesta 110 dólares por barril, si piensa que su precio futuro será aún mayor. Como consecuencia de la demanda especulativa ficticia creada, durante los últimos años los inventarios del crudo almacenado en Estados Unidos son más altos que en cualquier otro momento de la última década. Resultado final: nos encontramos en una extraña situación en la que hay grandes reservas de crudo y altos precios del mismo.

Las evidencias también sugieren que las tantas veces cacareada geopolítica, los factores económicos y los factores naturales no explican el aumento de los precios de la energía que se observan en las cifras reales de la oferta y demanda de crudo: aunque la demanda ha aumentado considerablemente en los últimos años, también lo han hecho los suministros. En los últimos años la producción mundial de crudo ha aumentado junto con la demanda; de hecho, durante este periodo los suministros mundiales han superado a la demanda, según el Departamento de Energía de Estados Unidos. 

Para los grandes fondos de pensiones y los bancos europeos y estadounidenses ansiosos de conseguir beneficios tras el desplome iniciado en 2007 con la caída de Lehman Brothers y las crisis inmobiliarias que le han seguido, el petróleo se ha convertido en una de las mejores vías para conseguir grandes ganancias especulativas. El telón de fondo que sustenta la actual burbuja de los precios del petróleo continúa siendo la agitación en Oriente Medio, en Sudán, en Venezuela, en Pakistán, en la demanda petrolera de China o India y en la mayor parte del mundo en desarrollo. Los especuladores comercian con rumores, no con hechos

 ... y se llenan los bolsillos cada vez que usted o yo vamos a la gasolinera.