Vistas de página en total

martes, 2 de septiembre de 2014

Polos de plástico

Según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, en el mundo se consumen cada año entre 500 billones y un trillón de bolsas plásticas. Menos del 1% de las bolsas se recicla. Resulta más caro reciclar una bolsa de plástico que producir una nueva. Según Jared Blumenfeld, director del Departamento de Medio Ambiente de San Francisco, «procesar y reciclar una tonelada de bolsas plásticas cuesta 4.000 dólares: la misma cantidad se vende en el mercado de materias primas a 32 dólares».
Los ecologistas lanzan constantemente avisos que nos recuerdan que los océanos del mundo están siendo contaminados con basuras, que las selvas tropicales y otros hábitats están siendo destruidos o degradados, y que se están emitiendo demasiados gases de efecto invernadero. Yo mismo me ocupé en este mismo blog del continente hecho de basura plástica que flota en el Pacífico. Pero uno se pregunta si estos mensajes están realmente teniendo algún eco. Todo activista sabe que mantener la audiencia es importante. Y una manera de competir en el clamor por la ecoatención es ser más grande, más audaz y más atractivo que el resto; la iniciativa Plastiki fue una de las más grandes, más audaces y más atractivas de los últimos años. La historia la recordaba el biólogo y escritor Adrian Burton en uno de los artículos de divulgación que publica mensualmente en la prestigiosa revista científica Frontiers in Ecology and the Environment, publicada por la Sociedad Ecológica Americana.
Fuente
El Plastiki era un barco construido con unas 12.500 botellas de plástico y otros materiales reciclados o reciclables. El 20 de marzo de 2010 zarpó de San Francisco con destino a Sydney, Australia, con el objetivo de demostrar que los residuos son un “error de diseño” y que pueden ser un recurso utilizable. El objetivo era también alertar a las personas sobre los efectos del plástico en la salud de los océanos. El proyecto Plastiki, una idea original del aventurero David de Rothschild -que previamente había viajado a ambos polos para concienciar sobre temas ecológicos - fue concebido cuando leyó el informe Ecosistemas y Biodiversidad en Aguas Profundas y en Alta Mar, publicado por el Programa Ambiental 2006 de la ONU. Aunque ese informe incluía una discusión sobre el impacto de los residuos que la sociedad vierte en los océanos, su mayor preocupación era el plástico. 
El problema es grande. El informe de 2009 Basura Marina: Un Desafío Global, del PNUMA, destaca al plástico como uno de los principales contaminantes de nuestros océanos. De hecho, algunas fuentes estiman que constituye entre el 60 y el 80% de toda la contaminación marina y en algunos lugares las minúsculas partículas de plástico superan en seis veces al plancton. ¿Y quién no ha oído hablar de la Gran Mancha de Basura del Pacífico (o de su equivalente recientemente descubierto en el Atlántico), en la que los remolinos de las corrientes han dejado una parcela de residuos plásticos del tamaño de Texas? Cada año pueden morir un millón de aves y 100.000 mamíferos marinos enredándose o consumiendo nuestro plástico desechado, y quién sabe lo que está ocurriendo más abajo en la cadena alimenticia.
Fuente


En un artículo publicado el pasado 20 de mayo en la revista científica Earth Future, un equipo de investigadores norteamericanos informaba de que habían hallado concentraciones de microplásticos dos veces mayores que las encontradas en el “continente cloaca” del Pacífico cuando por casualidad estudiaban los sedimentos atrapados en los núcleos de hielo desprendidos del Ártico, por lo que el acelerado derretimiento en el Polo Norte debido al cambio climático podría liberar más de un billón de pedazos de plástico en los océanos durante la próxima década, lo que supone una grave amenaza para la vida marina. El término “microplásticos” se refiere a diminutas partículas creadas cuando los materiales plásticos se descomponen, pero que nunca se biodegradan. Llueve sobre mojado, porque en 2012 el equipo de investigación del navío TARA de bandera francesa, informó que durante su recorrido por el mar antártico habían encontrado concentraciones de hasta 50.000 fragmentos de plástico por kilómetro cuadrado.

“Las consecuencias ambientales de los fragmentos “microplásticos”, aún no se entienden completamente, pero están siendo claramente ingeridos por una amplia gama de organismos marinos, incluyendo especies de importancia comercial”, señala el informe de Earth Future.

Los investigadores dicen que el hielo del Ártico contiene concentraciones tan altas de plásticos debido a las corrientes de las aguas circundantes, porque las partículas quedan atrapadas hasta que el hielo se derrite. Además, el informe dice que se encontraron con entre 38 a 234 partículas de plástico por metro cúbico de hielo en algunas partes de las zonas árticas que estudiaron.

En la próxima década, los científicos predicen que se derretirán al menos 2.000 billones de metros cúbicos de hielo del Ártico. Si ese hielo contiene las concentraciones más bajas de microplásticos encontradas en el estudio, eso significaría la liberación de más de un billón de pedazos de plástico.


Los productos plásticos a menudo contienen aditivos potencialmente dañinos para hacerlos durar más tiempo, según el informe. Otros estudios han demostrado que los pequeños fragmentos de plástico pueden actuar un poco como los imanes, atrayendo a los contaminantes del medio ambiente lo que los hace aún más tóxicos. Otros estudios científicos recientes han demostrado que las pequeñas “microperlas” de plástico, introducidas en muchos limpiadores corporales y cremas dentales, se han encontrado en los principales lagos y otros reservorios utilizados para el agua potable. Los estudios dicen que las bolas de plástico absorben las sustancias químicas tóxicas liberadas en el medio ambiente, que luego son comidas por peces y tortugas afectando la cadena alimentaria en los océanos. 

Según Naciones Unidas, la contaminación del océano provoca la muerte de más de un millón de pájaros marinos cada año y de cien mil mamíferos acuáticos. Jeringuillas, botes de plástico, botellas, restos de aparejos, teléfonos móviles, zapatos y todo tipo de artilugios se encuentran frecuentemente en los estómagos de muchos animales muertos. Pero más peligrosa es la acumulación de los plásticos como toxinas en las cadenas alimenticias. Los plásticos no son biodegradables, pero si son fotodegradables, es decir se descomponen hasta nivel molecular por efecto de la luz sin perder su condición de polímeros tóxicos que se van incorporando a la pirámide trófica marina hasta llegar al gran consumidor final, el hombre, en forma de deliciosos pescados que llevan en su interior el testimonio de cómo nuestra soberbia y nuestra indiferencia están convirtiendo en una gigantesca cloaca y en un Armagedón plástico nuestro Planeta Azul.


El legado de Humboldt

Wilhelm von Humboldt (Fuente)
Si la obra intelectual de Wilhelm von Humboldt se contempla junto a la de su hermano menor Alexander, será difícil encontrar dos hermanos que hayan aportado tanto al conocimiento universal. Mientras que Alexander se dedicó a expandir los horizontes del conocimiento con sus estudios sobre ciencias naturales, Wilhelm estudió Derecho, Economía y Arqueología en Göttingen, donde entró en el círculo intelectual de Heine, y en Weimar, al lado de Schiller y Goethe, donde inició una labor de investigación filológica y humanística que todavía hoy merece reconocimiento y que, en el caso de sus reformas universitarias, adquiere plena vigencia cuando se debate el futuro de la universidad. 

Tras un viaje de dos años por España sobre el que dejó un interesante libro (Diario de viaje a España 1799-1800; publicado en España por Cátedra, 1998), Humboldt emprendió una carrera pública que le llevó a desempeñar importantes puestos al servicio del Estado. Como ministro de Educación, Humboldt reformó por completo el sistema educativo y creó la primera universidad moderna, la de Berlín (1818), una institución que ha servido de modelo para las mejores universidades del mundo. Que la universidad medieval fuese sustituida por un nuevo tipo precisamente en Prusia no fue casual, porque a principios del XIX se estaba fraguando el moderno Estado prusiano dentro del relativo espacio de libertades predemocráticas establecido por Federico el Grande, un monarca plenamente consciente del principio formulado por Kant: «lo que no puede imponerse a sí mismo un pueblo [la limitación de sus libertades], menos lo podrá imponer un soberano».

Inmanuel Kant (Fuente)
Para captar los cambios que supuso la nueva universidad con respecto al modelo medieval que la había precedido, conviene reparar en un conocido ensayo de Kant, La polémica de las facultades (1798). A finales del siglo XVIII las universidades seguían teniendo las cuatro facultades medievales, con la única diferencia de que la Facultad de Filosofía incluía, además de sus contenidos clásicos, la llamada “Filosofía Natural”, es decir, todas las ciencias naturales conocidas. Kant aceptaba a regañadientes que con el argumento de que estos saberes influían directamente en el bienestar de los súbditos, el Estado impusiese los programas de las tres facultades “superiores”: Teología, Derecho y Medicina, pero –sostenía Kant- las disciplinas que se estudian en la Facultad de Filosofía no sirven para ejercer actividad profesional alguna, y sólo son útiles para aumentar el saber de la humanidad, algo que únicamente se consigue en libertad. Al reinar en ella la libertad, la Facultad de Filosofía pasó a ser el núcleo de la nueva universidad, ocupando el lugar que tuvo la de Teología en la medieval.

La universidad diseñada por Humboldt estaba compuesta de facultades “libres” en el sentido que Kant había otorgado a la de Filosofía. Las diferencias entre las facultades estarán definidas en adelante por sus respectivos ámbitos de estudio, no por su relevancia o irrelevancia para los intereses del Estado, de la sociedad o de cualquier otra instancia ajena a la ciencia misma. Con ese nuevo modelo se produce un desplazamiento básico en la función de la universidad: de preparar a los profesionales que demanda la sociedad se convierte en el semillero de los intelectuales que buscan la verdad aplicando el concepto que había impuesto la revolución científica iniciada por Descartes en el Discurso del método. «No se enseña filosofía, se enseña a filosofar». La tarea de la universidad no consiste ya en proporcionar los conocimientos específicos para ejercer una profesión, sino en capacitar a adquirir por uno mismo los conocimientos que se precisen para ejercerla dentro de una sociedad en constante progreso. 

En un memorándum redactado por Humboldt hace ahora justamente 200 años (Sobre la organización interna y externa de las instituciones científicas superiores en Berlín) se resume por primera vez la concepción de la universidad moderna, para lo que es vital –sostenía Humboldt- que se reúnan en un solo espacio las tareas docentes y las investigadoras. Esto implicaría una mejora sustantiva en ambas, pues las clases mejorarán al ser impartidas por docentes inmersos en el desarrollo de la ciencia, y la investigación se verá favorecida por el hecho de poder ser discutida en las aulas. 

El modelo humboldtiano de universidad no hubiera sido posible de no haber incluido una reforma de la educación que abarcara también la enseñanza primaria y secundaria. Aunque la enseñanza primaria obligatoria data en Prusia de fecha tan temprana como 1763 (en España habrá que esperar hasta la constitución republicana de 1931 para lograrla), Humboldt la consolida al poner el acento en la preparación de los maestros, en la dignificación de su trabajo y en la aplicación de las revolucionarias ideas de Pestalozzi, para quien –como para Rousseau- lo esencial en la enseñanza primaria es la educación moral e incitar al niño a pensar por sí mismo. Se debe también a Humboldt la consolidación del Gymnasium –precursor de los liceos franceses y de los institutos españoles- como la institución propia de la enseñanza secundaria, cuya tarea será transmitir los conocimientos filosóficos y científicos básicos para poder iniciarse en la investigación científica una vez ingresado en la Universidad. 

Escultura de W. von Humboldt en
la Universidad Humbold de Berlín 
El éxito del modelo humboldtiano de universidad dependía en buena medida del nivel científico que proporcionase la enseñanza secundaria a los futuros estudiantes universitarios. Si la educación universitaria consiste en la búsqueda de nuevos conocimientos, la secundaria consiste en adquirir y cimentar aquellos que se consideran mejor fundados y sin cuyo dominio no cabe emprender luego la aventura de descubrir los nuevos. El esplendor decimonónico de la universidad alemana se levantó sobre unas enseñanzas primaria y secundaria que habían alcanzado un elevado nivel. Desde esos sólidos cimientos, el modelo educativo alemán sirvió de referencia obligada para las reformas educativas emprendidas en el mundo desde entonces y la universidad alemana estuvo a la cabeza de todas las universidades del mundo durante más de cien años.

La conclusión es obvia: sólo cabe mejorar la enseñanza universitaria si se empieza por la primaria y la secundaria, una constatación que, en principio, fulmina cualquier atisbo de lograr éxitos a corto plazo.  Las carencias del sistema educativo español son uno de los factores que más pesan en el retraso en el cambio del modelo productivo. Las deficiencias de la formación profesional, el elevado fracaso escolar, la baja tasa de jóvenes con bachillerato, la necesidad de fortalecer la autoridad y la competencia de los profesores, o la adaptación de nuestras universidades al proceso de Bolonia requieren tiempo. 

En política, el tiempo para las reformas sólo se logra con la concertación, con discusión y acercamiento de posturas y no con una simple afirmación de las ideas propias frente a las ajenas. Ya es hora de cambiar este escenario. Ya es hora de establecer un pacto de Estado para una reforma no partidista de la educación que tenga presente algunas de las ideas básicas que estaban ya planteadas hace doscientos años. 

El nuevo maná: Plantar marihuana en España nos llevaría a la independencia energética

La diferencia fitoquímica entre el cáñamo industrial (Cannabis sativa sativa) y la marihuana (Cannabis sativa indica) es el porcentaje que contiene de THC (tetrahidrocannabinol), la sustancia alucinógena. En el caso de la marihuana este porcentaje oscila entre 12% y 15%, mientras que en el caso del cáñamo industrial su contenido máximo es de 0,5%.

Joachim Vallenas, que trabaja actualmente como experto en la Dirección de Desarrollo Empresarial de la Cámara de Industrias de Uruguay, elaboró, conjuntamente con Fabrizio Giamberini de la empresa The Latin America Hemp Trading, un estudio donde se explican las virtudes de la planta y exponen la necesidad de legalizar el cultivo del cáñamo industrial, como ya se ha hecho recientemente con la marihuana. En nuestro ámbito, el cultivo está subvencionado por la Unión Europea y se planta en Alemania, Francia e Inglaterra. Australia, China, y Canadá son otros países que permiten y fomentan el cultivo de cáñamo industrial.

Entre muchos aspectos, en el documento elaborado por Vallenas y Giamberini se destacan dos: el cáñamo como una fuente de bioenergía y también como una solución para las agroindustrias. Incluyendo al cáñamo en el ciclo de rotación de la mitad de cultivos de secano ya existentes en Uruguay −aproximadamente 1.800.000 hectáreas− rotando cada tres años, se podrían sembrar unas 300.000 hectáreas de esta planta.

En una hectárea se puede producir el equivalente a 3,5 toneladas de gasoil en biomasa de cáñamo. Además, la planta puede producir en el uso combinado de fibras y semillas aproximadamente una tonelada de granos por hectárea de los que se obtendrían unos 300 litros de aceite. En esas 300.000 hectáreas esto equivale a más de un millón de litros de aceite transformables en biodiésel, lo que equivale al consumo anual de diésel en Uruguay.

El informe señala que plantando cáñamo industrial en la escala mencionada, Uruguay podría prescindir de importar 2,2 millones de toneladas de petróleo por un valor de 1.400 millones de dólares (estimando el precio del barril a 100 dólares) y dejar de lado la dependencia del petróleo para la generación de energía. 

En el aspecto agrícola con la inclusión del cáñamo industrial en la rotación de cultivos mejora la calidad de los suelos al oxigenarlos. Y posteriormente, cuando se cosechan granos como soja, maíz o sorgo se obtiene un rendimiento 15% mayor. “Si después de cosechar el cáñamo siembro maíz no necesito herbicidas, porque el campo estará limpio, ya que la planta lucha por sí sola contra las malezas”, dice Vallenas.

Fuente
El otro autor del estudio, Fabrizio Giamberini señaló que el aceite de cáñamo tiene un alto porcentaje de ácidos grasos esenciales Omega 3 y Omega 6, en una relación ideal para incluirlo como componente de alimentos para consumo humano. “Lo más importante es que se pueden enriquecer muchos productos existentes a partir de este insumo”, dijo el especialista. Giamberini agregó que el cáñamo tiene mucho potencial para la producción de bioplásticos y para la industria cosmética y alimenticia. ¡Jauja!

Pues nada, hombre, sigamos el ejemplo uruguayo, pero plantando marihuana: independencia energética y todo el día de fiesta. Así, de camino, podríamos tragarnos eso de que España va bien (Rajoy dixit).

La burbuja del fracking en la revista Ecologista

La revista Ecologista, órgano de expresión de Ecologistas en Acción, publicará en su próximo número un artículo sobre los aspectos económico-financieros del fracking que traté con mayor profundidad en mi libro El fracking ¡Vaya timo!

Os dejo el enlace para que podáis bajarlo libremente.