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sábado, 17 de abril de 2021

Unas magnolias calentitas

 

Magnolia tamaulipana. Foto de Ignacio Rodríguez.

Algunas flores de magnolia tienen calentadores incorporados.

Hace algún tiempo escribí dos artículos en este mismo blog (1, 2) en los que me ocupé de la estrategia desarrollada por unas plantas cuyas inflorescencias eran capaces de producir calor para atraer a moscas y lagartijas. Varios representantes de la familia aráceas han desarrollado una estrategia termorreguladora consistente en aumentar la temperatura interna de sus flores con objeto de atraer a sus polinizadores.

Aunque las campeonas indiscutibles de la termogénesis botánica sean las aráceas, no son las únicas plantas que han desarrollado la capacidad de producir calor. Para algunas no está totalmente definido por qué lo hacen, pero los medios por los cuales generan calor son absolutamente fascinantes. Ese es el caso de algunas magnolias, que desde hace días exponen sus hermosas flores en los jardines de toda España.

Hay muchas razones para que te gusten las magnolias y la termogénesis floral puede que sea desde ahora una de ellas. Aunque se necesita mucha más investigación para comprender los mecanismos involucrados en la generación de calor en estos árboles, la investigación realizada hasta ahora (1, 2, 3, 4, 5) sugiere que todo se centra en la polinización.

Las magnolias, unos árboles que prácticamente todo el mundo reconoce, son uno de los grupos de plantas ornamentales más populares y su simbolismo a lo largo de la historia de la humanidad es muy interesante. Pero me gustaría contarles algo acerca de lo especiales que son las magnolias. En un artículo anterior, escribí que las vistosas flores de las magnolias son diferentes de la mayoría de las flores que conocemos.



Unas flores tan vistosas sirven para llamar la atención de los polinizadores. Las magnolias se polinizan por insectos, es decir, son entomófilas. Todo polinizador exige una recompensa por hacer su trabajo, y esa recompensa es normalmente néctar. Pero, por grandes que sean, las flores de las magnolias carecen de nectarios, así que muy raramente verá a las abejas de la miel revoloteando cerca de esas enormes flores. Sencillamente no les interesan. Lo que sí verá son coleópteros, es decir, escarabajos, porque estos insectos acorazados no liban néctar, y no pueden hacerlo porque carecen de trompa chupadora y en su lugar poseen unas mandíbulas poderosas. Los escarabajos son palinófagos, es decir, comen polen, y para ellos una flor de magnolia es un auténtico festín.

Las magnolias, como el resto de los representantes de la familia magnoliáceas, son uno de los linajes más antiguos de las plantas con flores; las magnolias fosilizan bien, así que tenemos evidencias más que suficientes de su existencia hace 95 millones de años.

Las abejas de la miel aparecieron sobre la faz de la Tierra hace 50 y 87 millones de años respectivamente, es decir, millones de años después de que lo hicieran las magnolias y los escarabajos. La aparición de las angiospermas más antiguas fue en el Cretácico, un período durante el cual las abejas melíferas no revoloteaban por allí, sencillamente porque no existían. En cambio, los escarabajos comedores de polen ya estaban representados por un nutrido grupo de familias altamente especializadas en el aprovechamiento de las flores.

En conclusión, las magnolias evolucionaron antes de que hubiera abejas. Por eso, su estructura floral tan característica obedece a que estas plantas ancestrales no han coevolucionado con otros grupos de insectos polinizadores como las mariposas o las abejas. Las magnolias tenían ya quienes les transportaran eficazmente el polen y no necesitaron a las abejas para reproducirse.

Magnolia x soulangeana


Que los escarabajos palinófagos sean los carteros de las magnolias explica algunas cosas más. En primer lugar, la abundancia de estambres y la gran producción de polen es una estrategia cara (a las plantas les cuesta mucho fabricar granos de polen a base de proteínas y grasas) pero que les compensa porque, por voraces que sean los escarabajos, siempre se llevarán polen sobrante sobre sus armaduras. En segundo lugar, los carpelos están endurecidos para evitar los daños provocados por las mandíbulas de los coleópteros que, poco discriminatorios a la hora de zampar, no dudarían en devorar los nutritivos óvulos que encierran y con ello impedirían que se formaran las semillas.

Como los escarabajos se sienten atraídos por el polen y solamente por el polen, las flores maduran de una manera que asegure la polinización cruzada evitando así la peligrosa endogamia. En las magnolias las piezas masculinas –los estambres- maduran primero y ofrecen generosamente el polen. Las partes femeninas de la flor –los carpelos- maduran después. No producen ninguna recompensa para los escarabajos, pero se aprovechan del insaciable apetito de los insectos haciendo que sus carpelos imiten a las partes masculinas, asegurándose de que los escarabajos se despisten algún tiempo explorando las flores y dejando sobre los carpelos los granos adheridos en sus exoesqueletos.

Magnolia sprengeri. Kew Botanical Gardens


Debido a que no hay recompensas por visitar una flor de magnolia durante su fase femenina, la evolución ha proporcionado a algunas especies un truco interesante. Aquí es donde entra en juego el calor. Aunque varía de una especie a otra, las magnolias termogénicas producen combinaciones de aceites perfumados que varias especies de escarabajos encuentran irresistibles y que son capaces de distinguir entre todos los aromas tentadores que ofrece un bosque.

Al observar el desarrollo floral en especies como Magnolia sprengeri, los investigadores han descubierto que a medida que las flores se calientan, los aceites perfumados producidos por la flor comienzan a volatilizarse. Al hacerlo, el aroma se dispersa en un área mucho mayor de lo que estaría sin calor.

La producción de calor en las flores de magnolia no parece ser constante. Las flores experimentan ráfagas periódicas de calor que pueden hacer que alcancen temperaturas de hasta 5 °C más cálidas que la temperatura ambiente. Estos picos en la producción de calor coinciden con la receptividad de los órganos masculinos y femeninos. Además, solo la mitad del proceso se considera una "señal honesta" para los escarabajos.

Durante la fase masculina, los escarabajos encontrarán mucho polen para comer. Sin embargo, durante la fase femenina, el olor hace que se acerquen a pesar de que no encontrarán recompensa alguna. Esto ha llevado a la conclusión de que la fase femenina no recompensadora (o deshonesta, al menos desde el punto de vista de un escarabajo) de la flor está esencialmente imitando la fase masculina recompensadora para garantizar cierta polinización cruzada sin desperdiciar energía en recompensas adicionales.

El momento de la producción de calor también cambia según la especie de escarabajo y sus hábitos de alimentación. Para especies como M. sprengeri, que es polinizada por escarabajos que están activos durante el día, la producción de calor y olor solo ocurre cuando sale el sol. En cambio, en especies como M. tamaulipana, cuyos escarabajos polinizadores son nocturnos, la producción de calor y olor solo ocurre por la noche.

Los investigadores piensan que el clima estacional también juega un papel, lo que sugiere que el calor en sí mismo puede ser su propia forma de recompensa de los polinizadores en algunas especies. Muchas de las magnolias termogénicas florecen a principios de la primavera cuando las temperaturas son relativamente bajas. Es probable que, además del polen, los escarabajos también estén buscando un lugar calentito para descansar.

Personalmente, me ha sorprendido saber cuántas especies diferentes de magnolias son capaces de producir calor en sus flores. Todavía tenemos mucho que aprender sobre este proceso, pero los avances en la investigación de la biología floral y de la ecología de la polinización demuestran que incluso los géneros que nos resultan más familiares pueden deparar muchas sorpresas para aquellos lo suficientemente curiosos como para buscarlos.

martes, 13 de abril de 2021

El cerebro es uno, no trino

 


En el modelo de “cerebro trino” de Paul MacLean, las emociones primitivas anulaban los pensamientos conscientes. El concepto, hoy científicamente desacreditado, constituyó una pieza central de Los dragones del Edén, un superventas galardonado con el Premio Pulitzer en 1978, el libro que lanzó a Carl Sagan a la fama como divulgador científico y la única fuente sobre evolución cerebral que uno encuentra en los textos de psiquiatría y psicología, por no mencionar la adicción que crea entre los amigos de lo esotérico y lo paranormal.

La piedra angular del libro de Sagan es la hipótesis del “cerebro trino” del médico norteamericano Paul McLean (1913-2007). Las investigaciones en las décadas de 1940 y 1950 de este pionero de la neurociencia proporcionaron contribuciones muy significativas y con plena vigencia sobre el papel funcional de ciertas regiones cerebrales e introdujo el concepto de sistema límbico para reconocer la interrelación de esas regiones cerebrales con el hipocampo

Pero las cosas se le fueron de las manos cuando, siguiendo el esquema de la mente tripartita de Sigmund Freud, planteó un esquema integral de la función cerebral para explicar muchos aspectos importantes del comportamiento humano. 

El cerebro trino

Original publicado en El Obrero, 13 de abril de 2021. Sigue leyendo

sábado, 10 de abril de 2021

Cambio climático: bases militares secretas y cajas de galletas danesas

Tundra ártica en Qnnannq, Groenlandia. Foto de Helen Brochmann.

Unas hojas conservadas bajo kilómetro y medio de hielo de Groenlandia y perdidas dentro de cajas de galletas en un congelador durante años, traen nuevas lecciones sobre el cambio climático.

En la década de los 50 del siglo pasado, en plena Guerra Fría, el ejército de Estados Unidos puso en marcha un proyecto denominado Iceworm (Gusano de Hielo). Hasta el noreste de Groenlandia llegaron cientos de militares, equipos pesados e incluso un reactor nuclear. Los ingenieros militares construyeron una base subterránea de túneles. La llamaron Camp Century. No duró mucho. La nieve y el hielo comenzaron a aplastar lentamente los edificios sobre los túneles situados debajo, lo que obligó a los militares a abandonarlo en 1966.

La base formaba parte de un plan secreto para ocultar armas nucleares a los soviéticos. Oficialmente, se anunció como un laboratorio de investigación del Ártico. De hecho, alguna investigación hubo. Durante su corta vida, los científicos pudieron atravesar el núcleo de hielo y comenzar a analizar la historia climática de Groenlandia. 

Para conseguirlo, perforaron en el hielo con una sonda tubular. Poco a poco, fragmento a fragmento, extrajeron un núcleo de hielo de diez centímetros de ancho y de más de kilómetro y medio de largo. En el fondo del gigantesco cilindro, sepultado bajo 1,4 kilómetros de hielo, había algo más: casi cuatro metros de suelo congelado.

Los científicos estaban interesados en el hielo. El hielo puede contar parte de la historia climática de la Tierra. A medida que se acumula año tras año, captura capas de ceniza volcánica y atrapa burbujas de aire que revelan la composición de la atmósfera. No les interesaba el suelo congelado, pero fueron cuidadosos. En lugar de deshacerse de él, lo examinaron un poco, los guardaron en latas de galletas y luego se dedicaron a escudriñar en el hielo. 

Construcción de un túnel bajo el hielo en Camp Century. Foto


Uno de los científicos de Camp Century, el glaciólogo Chester Langway, había mantenido congeladas las muestras del suelo en la Universidad de Buffalo durante años, y luego las envió a Dinamarca en la década de 1990, donde el suelo pronto cayó en el olvido. Años después, unos científicos daneses redescubrieron ese suelo congelado dentro una caja de tarros de vidrio para galletas que llevaban etiquetas descoloridas: "Camp Century Sub-Ice".

En julio de 2019, las muestras de suelo en estado sólido congelado llegaron a un laboratorio de la Universidad de Vermont. Allí, empezó a revelar sus secretos. Utilizando técnicas de laboratorio inimaginables en cuando se perforó el núcleo, un equipo internacional de científicos ha podido demostrar que la enorme capa de hielo de Groenlandia se había derretido en el último millón de años. La datación por radiocarbono mostró que habría ocurrido hace más de 50.000 años. Lo más probable es que sucediera en momentos en que el clima era cálido y el nivel del mar alto, posiblemente hace unos 400.000 años.

Y había más. Mientras exploraban el suelo al microscopio, se sorprendieron al descubrir los restos de un ecosistema de tundra: ramitas, hojas y musgos. No era solo tierra. Era un ecosistema antiguo perfectamente conservado en la congelación profunda natural de Groenlandia. Los investigadores tenían bajo sus ojos las plantas del norte de Groenlandia tal como existía la última vez que la región estuvo libre de hielo. 

Un resumen de esta historia puedes verla en este vídeo.

Sin una capa de hielo, la luz solar había calentado el suelo lo suficiente como para que la vegetación de la tundra cubriera el paisaje. Los océanos de todo el mundo habrían sido unos 2,5 metros más altos, quizás incluso cinco metros. La mayoría de las grandes ciudades costeras de hoy habría estado bajo las olas del océano.

Los científicos examinan una pieza de la sonda. Foto.
 

Todo esto sucedió antes de que los humanos comenzaran a calentar el clima de la Tierra. La atmósfera en ese momento contenía mucho menos dióxido de carbono que en la actualidad y su concentración no aumentaba tan rápido como lo hace ahora. El núcleo de hielo y el suelo son algo así como la piedra Rosetta para comprender cuán duradera ha sido la capa de hielo de Groenlandia durante los períodos cálidos interglaciares, y cómo de rápido podría derretirse de nuevo a medida que el clima se calienta.

A, tallo de un arbusto no identificado. B, tallo del arbusto Empetrum nigrum. C, corte de un tallito (caulidio) de musgo. D, ápice foliar del musgo Polytrichum juniperinum. E, caulidios y hojitas (filidios) de P. juniperinum. F, G, filidios del musgo Tomentypnum nitens. H, esclerocio del hongo Cenococcum geophyllum. I, filidio de un musgo no identificado. Fuente

Durante el último millón de años, el clima de la Tierra estuvo marcado por períodos cálidos relativamente cortos, que generalmente duraron alrededor de 10.000 años, llamados interglaciares, durante los cuales había menos hielo en los polos y el nivel del mar era más alto. La capa de hielo de Groenlandia sobrevivió a lo largo de toda la historia de la humanidad durante el Holoceno, el actual período interglaciar de los últimos 12.000 años, y la mayoría de los interglaciares en el último millón de años.

Pero la nueva investigación muestra que al menos uno de estos períodos interglaciares fue lo suficientemente cálido durante un período de tiempo lo bastante prolongado como para derretir grandes porciones de la capa de hielo de Groenlandia, lo que permitió que emergiera un ecosistema de tundra en el noroeste de Groenlandia. Un trabajo anterior realizado en otro núcleo de hielo, GISP2, extraído del centro de Groenlandia en la década de 1990, mostró que el hielo también había estado ausente allí en el último millón de años, quizás hace unos 400.000 años.

Lo que vamos conociendo gracias a esta historia de la Tierra escrita en el hielo, son lecciones para un mundo que enfrenta un rápido cambio climático. Perder la capa de hielo de Groenlandia sería catastrófico para la humanidad de hoy. El hielo derretido elevaría el nivel del mar varios metros. Eso rediseñaría las costas de todo el mundo.

Aproximadamente el 40% de la población mundial vive a menos de cien kilómetros de la costa y 600 millones de personas viven a menos de diez metros por encima del nivel del mar. Si el calentamiento continúa, el hielo derretido de Groenlandia y la Antártida verterá más agua en los océanos. Las poblaciones humanas se verán obligadas a mudarse, los refugiados climáticos serán más comunes y abandonaremos las costosas infraestructuras que hemos construido durante décadas. La actual y progresiva elevación del nivel del mar ya ha aumentado las inundaciones producidas por las tormentas costeras y ha causado cientos de miles de millones de euros en daños cada año.

La historia de Camp Century abarca dos momentos críticos de la historia contemporánea. Una base militar ártica construida en respuesta a la amenaza de una guerra nuclear nos ha llevado a descubrir en el hielo otra amenaza más grave: la del aumento del nivel del mar debido al cambio climático causado por los humanos. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.


La corrupta tetera del presidente Harding

 

Constitución del Constitución en 1921 del primer Gabinete del 29º presidente de Estados Unidos W. G. Harding, quien preside la mesa. A su derecha Charles E. Hughes, secretario de Estado. A su izquierda, Andrew W. Mellon, secretario del Tesoro. El cuarto por la derecha es Albert Fall, secretario de Interior, el primer miembro de un Gobierno estadounidense en entrar en prisión.


Este mes se han cumplido cien años de la toma de posesión del que es considerado uno de los peores presidentes de Estados Unidos. Su lema electoral fue «América primero». ¿Les suena? ¿Estados Unidos en 2020? ¿Estamos hablando de Donald Trump? No, son los Estados Unidos en 1921. No, no es Trump; es Warren Gamaliel Harding, el vigésimo noveno ocupante de la Casa Blanca y el sexto en morir durante su mandato.

Entre Casper y Buffalo, Wyoming, con las montañas Bighorn levantándose como una muralla en el horizonte, la interestatal 25 surca la pradera como un tajo de asfalto negro y recto, sin más curvas que las que rodean algunas colinas cubiertas de hierba alta en las que medran, temerosos, pequeños grupos de antílopes. Al rebasar Antílope Hills surge a la derecha la carretera local 259. Hoy, esta estrecha vía cumple la condición que, según Robert M. Pirsig, deben cumplir las buenas carreteras: comunicar ningún sitio con ningún lugar.

Hasta que fueron abandonados en la segunda mitad del siglo pasado, la 259 daba servicio a los pozos de petróleo del Teapot Oil Field. La geología del antiguo yacimiento petrolífero es muy diferente de la pradera que cubre las llanuras: campos de rocas que parecen montones de escoria en los que a duras penas prosperan pinos ponderosas y sabinas, componen un paisaje marciano en el que destaca un promontorio entre ceniciento y blanquecino que, a lo lejos y a la luz del amanecer, recuerda vagamente la forma de una tetera (Teapot).

La roca que dio nombre al Teapot Dome. El tubo y el asa han desaparecido por la erosión, pero son visibles en fotografías históricas. Foto de Stephanie Joyce.


La trama urdida en torno al campo petrolífero Teapot ha sido históricamente considerada como uno de los puntos culminantes de la corrupción de un gabinete presidencial y el peor de los escándalos, que fueron muchos, de los apenas dos años de la presidencia de Harding.

En el 1625 de K Street, Washington DC, se abría el portal de una casa de aire victoriano, la “Casita Verde”, en la que el presidente Harding y sus secuaces de la “Pandilla de Ohio” se reunían para urdir las mangancias, triles y trapisondas que marcaron su presidencia. El escándalo del Teapot Dome se preparó en esa casita de la que hoy no queda ni rastro, ni siquiera una placa histórica a la que tan aficionados son los americanos, empeñados en mandar al olvido la que el Chicago Tribune describió como uno de «los símbolos de la desgracia de una nación».

La casita verde del 1625 de K Street

En las elecciones presidenciales de 1920 la camarilla republicana decidió presentar a un candidato marioneta al que pudieran manejar a su antojo. No encontraron nadie mejor que al senador por Ohio Warren Gamaliel Harding, cuya candidatura no tuvo problemas para arrasar a la demócrata encabezada por James M. Cox, quien se presentó acompañado por un joven que daría mucho que hablar: Franklin Delano Roosevelt.

Harding ganó las elecciones con un programa muy simple, pero tremendamente efectivo a los ojos de los estadounidenses, que se centraba en el sentimiento aislacionista y nacionalista que sacudía al país después de su participación en la Primera Guerra Mundial. Sin otro bagaje que haber sido editor de un periódico local de la América profunda que utilizó para obtener un escaño en el Senado, Harding tenía muchas limitaciones, algo que demostró muy pronto cuando comprobó que cualquier tema complejo le desbordaba. En una famosa anécdota que contó su biógrafo Charles L. Mee, una vez se dirigió a un asesor de la Casa Blanca y admitió: «No soy apto para este trabajo y nunca debería haber estado aquí».

Para la trastienda de su Administración, Harding reservó los puestos claves a sus compinches de la Pandilla de Ohio, que compartían su misma afición por el póker, el güisqui, el lujo y los burdeles. Sus constantes tropelías condujeron al Gobierno estadounidense a una de sus mayores crisis de identidad y de transparencia, y dañaron seriamente la imagen de toda la clase política del país a medida que los atónitos ojos de los ciudadanos fueron descubriendo todas las corruptelas y desmanes de los políticos de Ohio instalados en Washington.

El escándalo más sensacional fue el Teapot Dome. Después de la Primera Guerra Mundial, el departamento de Marina impulsó un programa de transformación de los motores de sus naves desde el carbón al fueloil., que la convertiría en el mayor consumidor de petróleo del país. Una canonjía irresistible para Harding y sus compinches.

Para asegurarse de que la Marina dispusiera siempre de suficiente combustible, la Administración de William Howard Taft había designado varios campos petrolíferos como reservas navales. Harding se dispuso a buscar compañías petroleras que explotaran las reservas, lo que representaba un suculento negocio. Procedía, claro está, una subasta para adjudicar los contratos al mejor postor. Pero una cosa es el procedimiento legal y otra la oportunidad de llenarse los bolsillos. Como siempre, el plan se urdió en la Casita Verde.

En 1921, el presidente Harding emitió una orden ejecutiva que transfirió el control de los campos Teapot Dome, Wyoming, y Elk Hills, California, desde el departamento de Marina, controlado por los militares, al del Interior, convertido en el patio de Monipodio, cuyo responsable era un destacado miembro del clan de Ohio, Albert Fall. En 1922 se transfirió el control. Fall tardó meses en hacer una de las suyas.

El secretario de Interior, Albert Fall, en 1923

En abril de 1922, un empresario petrolero de Wyoming denunció que, mediante un acuerdo secreto, Interior había entregado los derechos de producción en Teapot Dome a la poderosa Sinclair Oil Corporation. El 15 de abril, el Senado abrió una investigación, que sería presidida por el senador Robert M. La Follette. Pronto se descubrió que Albert Fall también había entregado a dedo la explotación de la reserva Elk Hills a Pan American Petroleum. Al principio, La Follette, republicano como Harding, creía que su correligionario Fall era inocente. Sin embargo, sus sospechas se desataron después de que, en el mejor estilo precursor del Watergate, su despacho del Senado fue saqueado para hurtarle los expedientes.

En 1923 se supo que de la noche a la mañana Albert Fall, cuyo sueldo era de 12.000 dólares anuales, había empezado a vivir fastuosamente en su rancho de Nuevo México. La investigación demostró que los términos de los contratos habían sido extraordinariamente favorables para los petroleros, quienes, agradecidos, habían convertido a Fall en un potentado. Como anticipo, en noviembre de 1921 ya había cobrado un soborno de 100.000 dólares (unos 1,4 millones de hoy). Luego, cuando los contratos se adjudicaron definitivamente, recibió un total de 400.000 dólares (unos 5,67 millones al cambio actual).

El demócrata Thomas J. Walsh, el senador más joven de la minoría demócrata, lideró una prolija investigación. Durante dos años, Walsh avanzaba mientras que Fall retrocedía, intentando cubrir sus huellas a medida que la investigación avanzaba. Los documentos relacionados con la concesión desaparecían misteriosamente. Fall había logrado que los contratos parecieran legales porque, por razones estratégicas, la Ley de Concesiones Mineras de 1920 permitía que el Gobierno hiciera concesiones directas.

En 1927, el Tribunal Supremo, después de sentenciar que los arrendamientos petroleros se habían concedido de manera corrupta, los invalidó. Ambas reservas fueron devueltas a la Marina y Albert B. Fall tuvo el dudoso honor de convertirse en el primer miembro de un Gobierno estadounidense condenado a prisión.

En el verano de 1923, cuando el escándalo estaba en su apogeo, Harding estaba sometido a un tremendo estrés. Él y su esposa se embarcaron en una gira por el oeste para alejarse de los escándalos de su Administración. Después de una gira por Alaska, el matrimonio regresaba en barco a California cuando el presidente enfermó. Se instaló en una habitación de un hotel de San Francisco, en la que murió repentinamente el 2 de agosto, muy probablemente de un derrame cerebral.

El cortejo fúnebre de Harding sale de la Casa Blanca

Una muerte a tiempo es una victoria. El cuerpo de Harding regresó a Washington en loor de multitudes. Así se escribe la historia.


Originalmente publicada en El Obrero, 28 de marzo de 2021.


viernes, 2 de abril de 2021

Los cerezos de Japón han florecido este año más temprano que nunca

 



Este año, el máximo de floración de los cerezos japoneses ha sucedido más temprano que desde 812, el primer año del que existen registros.

En Kioto, los registros del calendario de las celebraciones de los festivales de los cerezos en flor que se remontan al siglo IX reconstruyen el clima del pasado y demuestran el aumento local de la temperatura asociado con el calentamiento global y la urbanización, según un artículo publicado en la revista científica Biological Conservation.

La temporada de los cerezos en flor, el signo tradicional de la primavera japonesa, ha alcanzado este año su punto máximo el 26 de marzo, la fecha más temprana desde que comenzaron los registros hace doce siglos, según muestran los datos recopilados por la Universidad de Osaka. El récord anterior estaba en 1409, cuando la temporada alcanzó su punto máximo el 27 de marzo. En Hiroshima la temporada de floración de este año comenzó el 11 de marzo, ocho días antes que el récord anterior, establecido en 2004, según los registros de Japan Forward.


Las flores, "sakura" en japonés, duran solo unos días, pero su aparición es muy importante tanto económica como socioculturalmente. Los amigos y la familia se reúnen e Instagram está repleto de imágenes. Los datos de la floración de estos cerezos (Prunus jamasakura) han sido históricamente recopilados a partir de muchos diarios y crónicas escritas por emperadores, aristócratas, gobernadores y monjes en Kioto a lo largo de más de 1.200 años.

Kioto, la ciudad de la que proviene la serie histórica de datos, ha experimentado una primavera extrañamente cálida este año. Por eso, según los expertos, es muy probable que las floraciones cada vez más tempranas que se vienen registrando en las últimas décadas sean el resultado del cambio climático.

Desde aproximadamente 1800, los datos sugieren que la fecha pico en Kioto ha ido retrocediendo gradualmente desde mediados de abril hacia principios de ese mes. El progreso de la temporada de los cerezos en flor se vigila muy de cerca, y la Agencia Meteorológica Japonesa publica pronósticos de las primeras floraciones y el pico máximo de la temporada.

Los datos recopilados por la Agencia Meteorológica se centran en la variedad de cereza Somei Yoshino, la flor blanca con un tono rosa pálido, famosa por su aspecto de nieve cuando los pétalos ondean con el viento. En Tokio, el índice del cerezo Yoshino se registra en el Santuario Yasukuni, que este año floreció 12 días antes de la fecha 'normal' del 25 de marzo. Como este es el noveno año consecutivo en que el cerezo florece en Tokio de lo previsto, es probable que las fechas medias de floración se ajustarán para mantener la tendencia de floración cada más temprana. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinado Lorca

jueves, 1 de abril de 2021

Semana Santa, la estación de los jacintos

Jacinto silvestre, Hyacinthus orientalis


Dicen que nuestro sentido del olfato está muy ligado a la elaboración de los recuerdos. Hay aromas muy ligados a esta época del año, Semana Santa. Con el paso de las procesiones las calles de España se impregnan del penetrante olor de las flores de los exornos. Mis preferidas son las de los jacintos.

De niño fui monaguillo en una de las iglesias más conocidas de Granada, la parroquia de San Cecilio, sede de dos de los pasos más humildes y queridos de la ciudad: la “Greñúa”, y el Cristo de los Favores. Por eso sé algo del primor con el que los cofrades preparan los pasos y quizá también por eso, llegado este tiempo, inmediatamente me transporto a la infancia y el intenso aroma de los jacintos en flor siempre ocupará un lugar especial en mi mente y en mi corazón.

Los cofrades pasan muchas horas hasta que cientos de flores, enlazadas en rejillas y clavadas en esponjas, cubren de color cada milímetro del paso. Son claveles, lirios, gladiolos, narcisos, orquídeas, rosas o jacintos. Los colores van desde el blanco hasta el rojo, pasando por el púrpura, pero sin olvidar el verde.

Existe todo un lenguaje basado la belleza de las flores que constituye un código que llena a los pasos de calidez, solemnidad y armonía para enaltecer la belleza de las imágenes.



Pureza, sufrimiento, penitencia y sacrificio son los sentimientos que afloran en los rostros de las tallas. Cada uno de ellos se simboliza en las flores que exornan los tronos. El rojo es el color del sacrificio, de la sangre derramada en la redención. Lo derrochan los centenares de claveles que conforman los mantos florales sobre los que reposan los cristos vivos y cautivos. El morado, en cambio, es reflejo del sufrimiento del penitente y se escribe en el lenguaje floral con lirios y jacintos. La pureza virginal se transmite a través de los pétalos blancos de las rosas, claveles, orquídeas o gladiolos. El verde es el encargado de romper esta gama con las tonalidades propias de las hojas de laurel y de camelia o las ramas de pino, ciprés y hiedra.

Ahora quiero contar un poco de los jacintos, mis flores preferidas en Semana Santa ¿De dónde vienen y cómo viven en la naturaleza? Aunque ahora los veamos atrapados en viveros y jardines, se originaron en campo abierto, a la sombra de los bosques o en los prados subalpinos.

Para empezar, aunque a muchas plantas bulbosas se les conozca genéricamente como jacintos, solamente hay tres verdaderos jacintos en el mundo, que constituyen otras tantas especies del género Hyacinthus: H. litwinovii, H. transcaspicus y la más famosa de todas, H. orientalis. Todos los demás "jacintos" son jacintos solo de nombre común. Cuando los estudié en las clases de Botánica hace demasiados años, los verdaderos jacintos eran considerados miembros de la familia de las hermosas azucenas (Liliaceae), pero las investigaciones genéticas más recientes los sitúan en la familia de los prosaicos espárragos (Asparagaceae).


Las tres especies de jacintos son nativas de la región del Mediterráneo oriental, desde Oriente Medio al suroeste de Asia. Como puede imaginarse, hayuna gran cantidad de diversidad geográfica entre las poblaciones de estas plantas. Por ejemplo, H. orientalis está dividido en muchas subespecies y variedades. Además, su larga historia de cultivo los ha introducido y naturalizado en todo el mundo. Pero, por lo general en la naturaleza los jacintos tienden a preferir hábitats frescos, de media y alta montaña, y sobre suelos sueltos y bien drenados.

Como es bien sabido, los jacintos son plantas bulbosas de cuya estrategia vital me he ocupado en este mismo blog. Durante la mayor parte del año, permanecen enterrados y aletargados esperando que el cálido clima primaveral los despierte indicándoles que es tiempo de crecer. ¡Y cómo crecen! Debido a que sus hojas y sus yemas florales ya están desarrolladas dentro del bulbo, emergen y florecen rápidamente una vez que la nieve se derrite y satura el suelo de agua.

Las flores de los jacintos silvestres son generalmente más pequeñas y menos numerosas que las cultivadas y pueden variar en color desde casi blanco o azul claro hasta casi púrpura. Su maravilloso aroma floral tampoco es una característica surgida de la selección humana, aunque lo hayamos capitalizado en el comercio de la floricultura. En la naturaleza, los compuestos aromáticos que emanan sus flores llaman a los polinizadores que son recompensados ​​con pequeñas cantidades de néctar. Las abejas son las principales polinizadoras de los jacintos tanto en sus hábitats originales como en los introducidos.

Por supuesto, toda la belleza floral se dirige a la polinización, a la reproducción sexual y a la producción de semillas. Las flores crecen en el extremo de tallos alargados agrupadas en racimos. La estrategia es simple; la planta eleva las flores para que emitan su penetrante fragancia sobre la hojarasca. Una vez que ha conseguido la polinización, los tallos comienzan a doblarse para situar los frutos cerca de la tierra y facilitar así la salida de las semillas. Al madurar, cada fruto (una cápsula seca) se abre y deja ver decenas de semillas, cada una con un accesorio carnoso llamado eleosoma.

Los eleosomas son reservas de sustancias nutritivas (generalmente aceites, de ahí el nombre, del griego oleos, aceite, y soma, cuerpo) que las hormigas buscan ávidamente para alimentarse. Se trata de un mecanismo de dispersión de las semillas por animales (zoocoria) que, cuando lo ejecutan las hormigas, recibe el nombre de mirmecoria.

Las hormigas se llevan las semillas a los hormigueros, consumen el eleosoma y dejan los restos intactos de la semilla en un lugar idóneo para germinar porque están a oscuras, protegidas de los depredadores y rodeadas de un compost orgánico suministrado por las propias hormigas y, como algunas investigaciones parecen sugerir, protegidas de los ataques de los hongos dañinos. Que esta estrategia mutualista conviene a sus pares parece clara: alrededor de un 10 por ciento de las plantas con flores son mirmécoras.

Una vez que terminan de crecer y de reproducirse, los jacintos vuelven a enterrarse en forma de bulbo. Estas plantas tienen una adaptación especial para asegurarse de que los bulbos estén seguros escondidos bajo tierra, libres de las heladas temperaturas invernales. A lo largo de la temporada de crecimiento, los jacintos producen raíces especializadas que pueden contraerse. A medida que se contraen, tiran literalmente de la base de la planta introduciéndola en el suelo. Por eso, para los jacintos es muy ventajoso crecer en suelos sueltos. Una vez bajo tierra y libres de las heladas y la nieve, los jacintos hacen los que las marmotas: permanecen inactivos hasta que regresa la primavera.

Espero saber cómo plantas de jardín tan comunes como los jacintos se buscan la vida en la naturaleza, os sirva para apreciarlos más y os ayude a observarlos desde una perspectiva completamente nueva. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.