El pasado 2 de
septiembre, al comprobar que Mariano Rajoy había dado su primera entrevista en
prensa a ABC y no a El Mundo, como solían hacer Zapatero y Aznar, el director
de este último diario, Pedro J. Ramírez, abrió el curso político con un duro
artículo dominical en el que recordaba lo señalado por un antiguo hombre de
confianza del presidente del Gobierno, Gabriel Elorriaga, en un artículo
titulado Así no es posible, publicado
en ese mismo periódico. Con ese inesperado renacer del olvidado Elorriaga, Pedrojota
– que ni aprende ni se corrige en sus filias y sus fobias- desempolvaba
fantasmas 'peperos' y ponía a parir a Rajoy, al que ya dio por muerto
políticamente en 2008 cuando gastó chorros de tinta y se desgañitó desde la radio
episcopal -donde mandaba Federico Jiménez Losantos- para que el PP echase al
“inútil” Rajoy para colocar a otro en su lugar.
En su nueva homilia
dominical que transcribo íntegra en este enlace, el director empieza fuerte. Tras
preguntarse retóricamente "¿Y si Gabriel Elorriaga tenía razón?", Ramírez
habla de la "profunda decepción" que está causando Rajoy a la vista
de las encuestas después de una cómoda victoria electoral en la que "Como
González en el 82, Rajoy ocupó una ciudad abandonada por sus defensores".
Cuando todavía no ha pasado un año de la toma de posesión del inquilino de La
Moncloa, Pedrojota subraya: “Camino ya del primer aniversario de la gran
victoria popular, España está peor que entonces, con más paro, más deuda, menos
consumo y en recesión, hasta el punto de que acabaremos pidiendo un rescate que
supondrá todo lo que la mayoría absoluta otorgada a Rajoy pretendía
evitar".
"Nunca
nadie, ni siquiera Calvo-Sotelo, había sido capaz de concitar menos empatía e
ilusión desde la cima del poder ejecutivo", continúa la homilia, en la que
acusa al presidente de hacer gala de "fatalismo y resignación" y de
una "tendencia innata a la componenda y al enjuague". Entre las
críticas de Ramírez se encuentra la "clamorosa ausencia de un
vicepresidente económico o el del nombramiento como ministro del Interior de un
amigo personal nada idóneo para el cargo" [...] "Rajoy no habla con
los empresarios. Tampoco hay intelectuales o periodistas de prestigio en el
entorno de Rajoy". Y lanza un dardo cargado de sarcasmo neokennedyano: "Que
nadie busque hoy la tabla redonda de Camelot en La Moncloa; sólo encontrará una
mesa camilla con brasero y un ama de llaves con toquilla haciendo
calceta".
Echemos la
vista atrás. El 20 de noviembre de 2011 Mariano Rajoy disfrutaba del mejor
momento de su vida: el PP había obtenido una victoria abrumadora sobre su
competidor principal: 186 escaños frente a 110 de su rival, casi once millones de
votos frente a menos de siete millones.
En el
ambiente de euforia, se desataron los ditirambos. Todo era poco para bailarle
el agua al prodigioso político pontevedrés. Pedrojota, que tres días antes, en
un editorial de El Mundo titulado Un voto
útil, exigente y crítico a favor de Rajoy y del PP, había pedido el voto
para el PP (y para su “marca blanca”, el partido de Rosa Díez, dicho sea de
paso), se apresuró a escribir que esa noche “Rajoy hizo un discurso de
estadista”. No fue el único en comparar a Rajoy ni más ni menos que con
Churchill. Todas las flores eran pocas para elogiar al carismático líder que
venía a salvarnos de las miserias a las que nos había conducido, él solito, el
malvado ZP.
Quienes en
esos jubilosos momentos se rompían las manos de tanto aplaudir y dedicaban las
editoriales y los artículos de sus medios a ensalzar la figura de nuestro
gallego salvador sin escatimar exaltaciones, elogios y alharacas, eran los
mismos que años antes le habían puesto a caldo por haber sido incapaz de
derrotar a José Luis Rodríguez Zapatero (elecciones generales de 9 de marzo de
2008), repitiendo la pérdida de las generales del 14 de marzo de 2004.
Recuerde el alma
dormida, avive el seso y despierte. En este enlace el lector podrá encontrar
una selección de frases literalmente transcritas en las que los periodistas más
celebrados de la derecha española no se quedaban cortos en los insultos que
dedicaban al entonces candidato a la Presidencia del Gobierno, a quien en ambas
ocasiones se pretendía sustituir por Esperanza Aguirre o por quien fuese
menester, que cualquiera bastaba si Rajoy se marchaba a Santa Pola.
Corría la
primavera de 2008 cuando Pedrojota y Federico Jiménez Losantos estaban empeñados en una campaña contra
Mariano Rajoy, que algunos –como Isabel San Sebastián o el alucinado partero Sánchez
Dragó- aprovechaban para remar a favor de Esperanza Aguirre. Los más
desconfiados pueden acudir a las hemerotecas, que no me dejarán mentir. Los más
interesados no dejen de leer Fuego amigo
o cuando Rajoy era el más inútil de todos los inútiles, del maestro de
periodistas José María Izquierdo (Ediciones El País, 2012).
“Antropófago
político, apocalipto, avieso, carne
de ventrílocuo, desjarretado, desnortado, dontancredo,
embaucador, embustero, falso, gandul, inepto, invertebrado, mariacomododado, maricomplejines, mediocre, merengoso, muñeco, perdedor, psicólogo
de TBO, reptil galáctico, señorito tronado, tiranuelo, tonto contemporáneo,
tonto del bote, trilero, tuerto, vago, zafio y zombi”.
Estos y otros
cariñosos calificativos que ahora comienzan a reaparecer a la vista de que don
Mariano y su Gobierno están destrozando el país.
Pero entonces
como ahora, pelillos a la mar.