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domingo, 5 de abril de 2015

El fracking y la estrategia de la tres erres: Rigs, Rednecks and Royalties (Pozos, paletos y derechos de arrendamiento)

A base de convertir el suelo en un colador con la connivencia de Wall Street, decenas de empresas en Estados Unidos se han hecho ricas con el fracking. Hasta que el desplome del precio del petróleo ha sacado a la superficie el talón de Aquiles de estas compañías: los bonos basura que las financiaron y que ahora están generando una sangría de pérdidas.

«El cheque hizo su trabajo», clamaba el orgulloso Harold Hamm a los cuatro vientos durante una reciente entrevista en Squawk Box, uno de los programas estrella de la CNBC, el canal financiero de cabecera de muchos inversores estadounidenses. Hamm, CEO de la empresa Continental Resources y considerado uno de los pioneros del fracking en Estados Unidos, se refería así al jugoso cheque de casi 975 millones de dólares con el que ponía fin a su matrimonio de 26 años con la abogada Sue Ann Arnall.

El cheque no hizo más que estrangular aún más a Continental Resources, la compañía que él mismo fundó en 1967 tras sus humildes orígenes y que entre ambos (dice la exesposa) o él solito (sostiene Hamm), habían convertido durante más de dos décadas en un imperio que más bien está demostrando ser un castillo de naipes expuesto a los vaivenes del precio del petróleo si tenemos en cuenta que la masiva participación de Hamm en Continental Resources ha perdido más del 60% de su valor en los últimos seis meses. Y es que la volatilidad en los precios delcrudo, que han llegado a recortar hasta un 50% de su valor desde el pasado mes de junio, ha puesto contra las cuerdas a los magnates del sector energético como este potentado de Lexington, Oklahoma.

Sin embargo, hasta el pasado mes de junio, cuando el barril de Brent tocaba techo en los 115 dólares, «Cowboyistán», como el propio Hamm ha llamado a las operaciones que incluyen desde el campo de Bakken, Dakota del Norte, hasta los campos Permian y Eagle Ford en Texas, se perfilaban como el motor que ha impulsado el ímpetu del crudo de lutitas obtenido por fracking en la mayor economía del mundo. O al menos así lo expresaba el magnate en un discurso en la última conferencia organizada por la Sociedad de Ingenieros de Petróleo, en Oklahoma City a comienzos de marzo, en el que explicó la que él considera la fórmula del éxito, la de las tres erres: «Rigs, Rednecks and Royalties» (plataformas de extracción, paletos y derechos de propiedad de terrenos). Debería haber incluido también el alza del petróleo hasta hace unos meses.

Ahora bien, el boom del gas y el crudo de lutitas en Estados Unidos ha sido posible gracias a la concesión de crédito a las exploradoras y productoras de petróleo. Esta financiación no solo ha sido producto de las inversiones de accionistas y bancos tradicionales, sino también gracias a la emisión de cientos de miles de millones en bonos basura que han atraído a los tiburones de Wall Street en busca de una codiciosa rentabilidad. La deuda basura en el sector energético alcanza ya los 210.000 millones de dólares, lo que supone el 16% del mercado de bonos de alto riesgo, que en estos momentos mueve alrededor de 1,3 billones de dólares. Este incremento es considerable si observamos que hace una década la deuda del sector energético solo representaba un 4%. En solo diez años, esta cifra se ha triplicado.

Si rascamos en las cuentas de Continental Resources, vemos cómo el ratio de deuda neta con respecto al capital de la compañía pasó del 118,6% en el primer trimestre de 2014 hasta terminar el año en el 177,6%. Y desde el arranque del 2015, las distintas petroleras estadounidenses han anunciado sus intenciones de reducir sus operaciones de fracking, con ConocoPhillips, la mayor compañía de exploración y producción del país, recortando su inversión de capital en un 20% y retrasando multitud de proyectos en este negocio.

Esto supone la mayor reducción en la perforación de la historia del país y lastra el recuento total de pozos operativos hasta niveles no vistos desde hace más de cuatro años. Goldman Sachs estima que en los nuevos pozos de crudo y gas donde no se ha firmado una inversión definitiva, no serán viables con un barril por debajo de los 70 dólares.

Pozo de fracking en Polonia. Foto: Bloomberg
En realidad, buena parte del renacer energético de Estados Unidos está basado en un desorbitado aumento de lo que los expertos consideran como deuda basura, debido a su alto riesgo de impago. De hecho, este tipo de bonos ha sido tan vital para la industria como los propios avances tecnológicos que han permitido la fracturación hidráulica. Desde el banco británico Barclays Bank indican que mientras el mercado de deuda de alto rendimiento ha duplicado su tamaño desde finales del año 2004, la deuda basura emitida por compañías de exploración y producción de crudo se ha multiplicado por nueve.

Desde febrero de 2014 hasta ahora, casi una decena de exploradoras y productoras se han visto obligadas a cerrar sus puertas acogiéndose a la reestructuración de pagos o quebrando por completo. Entre ellas destaca WBH Energy, con sede en Austin, cuya situación financiera se volvió irreversible a comienzos de año después de que uno de sus acreedores se negase a prestarle más dinero. El agujero en sus cuentas oscila entre los 10 y los 50 millones de dólares, de acuerdo con los datos facilitados por la empresa.

Previamente, Endeavour International Corp, una exploradora con operaciones en Estados Unidos, tuvo que pedir protección legal contra sus acreedores al no poder costear el pago sobre los intereses de su deuda después de reducir su producción hasta 9.500 barriles de crudo diario el pasado mes de agosto. Otras víctimas mortales incluyen Marion Energy, Buccaneer Energy Limited o Lexico Resources International Holdings.