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viernes, 7 de agosto de 2015

El petróleo no da para más

Finalizado el primer semestre, durante el pasado mes de julio empezaron a conocerse los balances de las grandes compañías petrolíferas: sus resultados son desoladores. El petróleo despidió julio dejándose una quinta parte de su valor en solo un mes, bajando a un nivel muy próximo al que se vio hace un año cuando se produjo el gran desplome y al registrado en plena crisis económica en 2009. 
En Estados Unidos, ExxonMobil redujo las ganancias del segundo trimestre a la mitad. Pasó de ganar 5.700 millones de dólares (m$) entre abril y junio de 2014, justo antes del desplome en el precio del crudo, a solo 571 m$ en el mismo trimestre de 2015. Por su parte, Chevron, otra de las grandes operadoras norteamericanas, redujo un 90% el beneficio trimestral. Tras presentar sus cuentas de resultados, ambas compañías y su paisana ConocoPhillips sufrieron caídas en su valor bursátil durante la sesión del último viernes de julio próximas al 5%.
Mientras que a comienzos del pasado verano, el barril de crudo West Texas Intermediate (WTI) que se negocia en Nueva York rondaba los 107 $, cuando escribo hora está por debajo de los cincuenta. La caída de la demanda en China, la negativa de los países productores a reducir la producción, la eventual llegada al mercado internacional de Irán y la fuerte apreciación del dólar explican este nuevo vuelco. El último mínimo del WTI desde la caída de los precios data del mes de marzo de este año, cuando apenas superó los 43,4 $. Desde ahí remontó y logró superar los 60 $dos meses después, donde pareció estabilizarse, una expectativa que no se cumplió.

Para otra de las "Siete Hermanas" supervivivientes, el gigante anglo-holandés Royal Ducht Shell las cosas no han ido mejor. Desde su sede central en la Haya, la compañía anunció el pasado 30 de julio que, por culpa de los bajos precios del petróleo, este año recortará 6.500 empleos de una plantilla de 94.000 a escala mundial. Las inversiones alcanzarán los 30.000 m$, 7.000 menos que el año pasado. Tanto la facturación, como los beneficios y la producción de gas y petróleo se han visto afectados durante los seis primeros meses de 2015. La facturación se cifra en 13.200 m$ (un 42% menos). En el segundo trimestre, los beneficios pasaron de 5.300 m$ a 4.000 millones. Y la producción alcanzó 2,73 millones de barriles diarios (un 11% menos de los esperado).
La situación es aún peor para la estatal mexicana Pemex, cuyo informe semestral reconoce que duplicó sus pérdidas en el primer semestre, durante el cual las ventas fueron de 36.108 m$, un 28% menos al mismo periodo del año anterior, y perdió 11.431 m$, un 109% más que en el mismo periodo del año pasado cuando la estatal registró pérdidas de 5.447 m$. El cierre del 2014 tampoco fue mejor, porque la petrolera sufrió pérdidas por valor de 17.925 m$. Así las cosas, la compañía propiedad del Estado mexicano acumula 11 trimestres de números negativos atribuidos a la caída a la caída del precio del barril de crudo, la depreciación del peso mexicano frente al dólar estadounidense, así como al exceso de oferta en el mundo.
Pero si el abaratamiento de la energía es un problema para las grandes corporaciones de la industria, pone aún en más dificultad a las pequeñas compañías que emergieron en Estados Unidos con el boom del fracking. El Banco Mundial, en su proyección más reciente, estima que el precio del barril volverá a acercase a los 60 dólares a lo largo de este año. Pero seguirá bajo incluso si el exceso de suministro empieza a contraerse. La persistencia de los bajos precios meterá más presión a los proyectos energéticos con los costes operativos más altos, como el fracking, cuya explotación es la crónica de una muerte anunciada (1, 2, 3, 4, 5, 6)