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viernes, 21 de mayo de 2021

Las flores cambiantes de la viborera


Los barbechos y baldíos, los bordes de carreteras y caminos, y cualquier otro lugar alterado por las actividades humanas de toda España se tiñen estos días de un maravilloso tono azul. Aunque hay varias plantas implicadas, a menudo la causa de esa colorida exhibición es una planta bastante conocida en la antigüedad por creerse que era un remedio contra las picaduras de víboras. Su nombre científico es
Echium vulgare y se conoce también por otros nombres comunes como buglosa, lengua de buey, hierba cerruda y borraja cimarrona.

La viborera es un miembro de la familia de las borrajas y, aunque se ha expandido por todo el mundo, es una planta originalmente nativa de la mayor parte de Europa y Asia. Pero provenga de donde provenga, la biología reproductiva de esta especie es interesante.

La viborera produce sus flores en espigas. Las flores comienzan con un tono rosa que cambia gradualmente a azul a medida que maduran. Son flores hermafroditas, lo que quiere decir que en su interior hay tanto piezas masculinas (los estambres portadores de polen) y femeninas (los ovarios, que contienen los óvulos y rematan en estigmas situados en el extremo de largos estilos).

Como las partes masculinas y femeninas están muy cercanas, la viborera corre el peligro de que sus óvulos sean fecundados por su propio polen, es decir que se produzca endogamia, lo que, a larga, como es bien sabido, perjudica a las poblaciones. Para evitarlo, las flores maduran sus porciones masculinas el primer día y las femeninas el segundo día. Esto se conoce como "protandria"(del griego protos, primero, y andros, masculino).

Las flores masculinas deben ofrecer atractivo a los potenciales polinizadores para aumentar el número de visitantes. Las abejas son los principales polinizadores de la viborera y cuantas más abejas la visiten, más polen se podrá distribuir. A diferencia de las flores femeninas que, como veremos, tienen otras obligaciones, las flores masculinas son generosas a la hora de producir néctar: producen más néctar que las flores femeninas para atraer más abejas.

Flores azules comunes en los campos españoles. 1, Anchusa azurea; 2, Borago officinalis; 3, Cichorium intybus; 4, Echium vulgare. 4, Centaurea cyanus; 6, Linum narbonense.


A medida que los estambres envejecen y dan paso a los estilos receptivos, es decir, la flor comienza a madurar como esencialmente femenina, las cosas comienzan a cambiar. Convertida en hembra, la planta ahora tiene que redirigir los recursos a la producción de semillas. Para cuidar a la próxima generación, los recursos lo son todo. La planta produce considerablemente menos néctar, pero las abejas no pueden saberlo sin visitarla así que siguen acudiendo hasta ellas arrastrando el polen sobre sus cuerpecillos.

El otro aspecto interesante de la biología reproductiva tiene que ver con el tamaño de la población. Las abejas son conocidas porque eligen a las plantas que son más numerosas. Esto tiene mucho sentido. ¿Por qué dedicar tiempo a buscar plantas poco comunes cuando pueden buscar objetivos más fáciles y numerosos? Eso puede ser muy perjudicial para la supervivencia de especies raras. Sin embargo, plantas como la viborera no tienen ese problema.

Delphinium staphisagria


Cuando se observan poblaciones grandes y pequeñas de viboreras, se ha comprobado que el éxito de la polinización prácticamente se iguala sin importar el número de ejemplares que vivan en un área determinada. Las poblaciones grandes reciben muchas más visitas de las abejas, pero las abejas dedican menos tiempo a cada flor. Cuando las poblaciones son pequeñas, las flores reciben menos visitas, pero las abejas pasan más tiempo en cada flor. Como resultado, no hay diferencia significativa en la capacidad global reproductiva de ninguna de las poblaciones.

Teniendo en cuenta la eficiencia reproductiva de esta planta, no es de extrañar que le haya ido tan bien fuera de su área de distribución original y haya colonizado tierras de todo el mundo. Agrega a esto su capacidad para crecer en algunas de las peores condiciones de suelo, y no hace falta que insista en que cuando la viborera conquista una nueva plaza, llega para quedarse. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.