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jueves, 25 de agosto de 2022

Lecturas de verano: una brevísima historia de los castillos de arena… y de cómo construirlos





Construir castillos de arena era uno de las tareas infantiles más placenteras (e inacabadas) durante unas vacaciones en la playa, pero ¿qué sabemos realmente sobre la historia y la ciencia que hay detrás de las esculturas de arena? Como su propia vida, la historia de los castillos de arena es breve, pero si es posible que aprendamos un poco para que duren algo más… al menos hasta la siguiente pleamar.

Empecemos por la historia y dejemos para otra entrada cómo se construyen.

No existe una fecha exacta para datar la invención de las esculturas hechas con arena, aunque según dicen los egiptólogos los egipcios utilizaban la arena para hacer maquetas de las pirámides, lo que parece muy lógico habida cuenta de que arena, lo que se dice arena, no les faltaba algo, dicho sea de paso, que no nos ocurre ahora. Hay también quien dice que el poeta Balaram Das levantaba devotas esculturas de arena en su India natal hace seiscientos años.

Si eso es así, lo cierto es que en la historia de los castillos de arena se abre un vacío de siglos para que volvamos a tener constancia de su existencia. A pesar de lo que dice Wikipedia y otros repiten como una letanía, las edificaciones en arena no se inventaron en Estados Unidos a principios del siglo XX: como en tantas otras cosas, se adelantaron los ingleses.

Aunque sea imposible decir cuándo el primer niño intentó detener la marea que entraba en una playa construyendo un terraplén de arena o una torre con un foso alrededor, los periódicos británicos dan fe de que empezaron en el siglo XIX.

Por una vez y sin que sirva de precedente, en esta recuperación histórica de la más fugaz de las construcciones ideadas por los ingleses (y por el hombre, por ser estrictos), el Oxford English Dictionary no dice ni pío, así que acudo a beber en otras fuentes: la siempre generosa Hemeroteca Británica.


La primera referencia y la primera imagen que encuentro y que reproduzco arriba aparece en un libro infantil titulado
Conversación de un padre con sus hijos publicado en 1838. Como no podía ser menos en los albores de la Era Victoriana, es un libro pedagógico de trasfondo moralizante aprendieran sobre la arquitectura del castillo, el rey Canuto y los antiguos griegos. El niño del libro pide levantar un castillo de arena, de donde deduzco que los castillos debían de ser bien conocidos en aquel año en el los españoles andaban enfrascados en la Primera Guerra Carlista.

En un artículo sobre la benéfica y salutífera práctica de acercarse al mar publicado por el Fife Herald el 24 de julio de 1856 leo: «Déjale que se bañe y se empape en el agua y construya castillos de arena en la playa». Unos días antes, el 8 de julio de 1856, el Banffshire Journal and General Advertiser publicó un artículo que decía: «El contraste entre el niño flaco y precoz que se esfuerza por leer libros en los bancos abarrotados de una escuela de la ciudad, y el niño o la niña regordetes y juguetones que construyen castillos en la arena, o "castillos en el aire" a la orilla del mar, es muy acusado».

El Elgin Courier llegó un poco más tarde. El 15 de agosto de 1862 su corresponsal en Margate, una ciudad-balneario inglesa, escribe que en verano: «Es agradable incluso hacer cosas intensamente estúpidas: estar en la playa y arrojar guijarros al mar durante media hora, para luego ayudar a cavar un foso alrededor de un castillo de arena y sentir tanto interés por él como su pequeña hija de cinco años».

El Liverpool Mercury de 1864 describe las actividades en la playa de Llandudno, Gales del Norte, que incluían la construcción de castillos de arena. En Google News me entero de que en el Chronicle from Nova Scotia (1868) se escribía sobre castillos de arena, diques, bastiones y malakoffs (esto último en referencia a la Guerra de Crimea).

Imagen de 'Illustrated Poems and Songs for Young People', 1885, cortesía de The British Library en Flickr.

Los concursos de construcción de castillos de arena se consolidaron en los balnearios ingleses a finales del XIX. El superventas decimonónico Illustrated Poems and Songs for Young People describía en 1884 a cientos de niños construyendo fuertes y puentes, casas y faros.

En 1900 un concurso levantó una pequeña polvareda. En Rhyl, Gales del Norte, Bovril (la salsa de extracto de carne) patrocinó un concurso de castillos de arena. Los concursantes tenían que incluir el nombre de la compañía en el castillo. Unos días más tarde, una compañía de güisqui patrocinó un concurso similar, en el que, obviamente su nombre tenía que figurar en lugar destacado. Como uno puede imaginar, los abstemios de la asociación local de la templanza se levantaron en armas. A pesar de ello, hoy, en Rhyl se siguen haciendo unos famosos concursos de castillos de arena.

Los artistas no ganaron algún dinerito con sus esculturas en arena hasta finales del siglo XIX, cuando los veraneantes arrojaban monedas a los escultores astutamente plantados cerca de los paseos marítimos. A lo largo del siglo XX, la escultura de arena continuó siendo una parte importante de los complejos turísticos playeros y algunas personas que conozco guardan buenos recuerdos de la construcción de castillos como parte de las actividades que se realizan en muchas playas cada verano.

Philip McCord creó en 1897 una asombrosa imagen en arena de una mujer ahogada y su bebé, que se piensa que es la primera escultura artística conocida hecha con arena. Poco después, la gente estaba tan fascinada con esa manifestación original de arte que se convirtió en un verdadero negocio en Atlantic City, Nueva Jersey. Allí, en la principal ciudad turística de la costa noreste, los turistas pagaban para ver a los artistas crear enormes obras maestras en las playas.

En 1901, el escritor Emory James publicó un extenso reportaje en The Strand Magazine sobre un tal Eugen Bormel, un artista que creaba esculturas de arena en la ciudad turística de verano de Nordeney, en el mar del Norte alemán. James aseguraba que el buen profesor no debía ser clasificado «entre los sacaperras de las arenas que, por un sombrero lleno de monedas y pan con manteca, se dignan a exhibir su destreza artística ante la multitud». Y es que, al parecer, el profesor Bormel era famoso por donar todas sus ganancias a obras de caridad. Su tema preferido, las sirenas y distintas versiones de la esfinge egipcia, siguen siendo algunos de los temas favoritos de los escultores de arena modernos.

En la década de 1970, California se convirtió en el sitio de un nuevo tipo de constructor de castillos de arena: el profesional. De hecho, Todd Vander Pluym y Gerry Kirk crearon allí el SSI (Sand Sculptors International) para fijar las reglas reguladoras para homologar modalidad artística. También organizaron equipos de artistas dedicados a construir esculturas grandes y extremadamente detalladas. Hoy, muchas ciudades tienen playas en las que se organizan concursos y otorga premios a escultores profesionales y aficionados.

Las posibilidades de crear con arena son infinitas. Las esculturas de arena pueden pesar hasta cinco mil toneladas y se pueden ejecutar en cualquier forma imaginable para que coincida con un tema o con un acontecimiento local. A diferencia de los artistas anónimos del pasado, la mayoría de los mejores artistas de arena de la actualidad se ganan la vida con su trabajo y muchos compiten por títulos y grandes premios en efectivo. En todo el mundo se celebran cada año cientos de competiciones anuales.



Fort Myers, Florida, alberga una de esas competiciones anuales. Su American Sand Sculpting Championship & Beach Festival se celebra cada año en noviembre y atrae una media de 100.000 participantes. Generalmente participan una docena o más de los mejores escultores de arena del mundo, que crean sus obras maestras en las playas de arena de la ciudad con la expectativa de ganar un suculento premio en metálico.

Pero el considerado el evento de escultura de arena más grande del mundo se celebra en la península Ibérica: el Festival Internacional de Escultura em Areia (FIESA) se organiza en Pêra, en el Algarve portugués, desde 2003. La sede ocupa quince mil metros cuadrados sobre los cuales cada año unos sesenta artistas utilizan treinta y cinco mil toneladas de arena para crear sus obras.

De España poco sé, salvo la historieta de Paqui Peña, una reconocida destructora de castillos de arena a la que la tele le concedió cierta fama y que, afortunadamente, no irrumpió en el campeonato mundial de castillos de arena que tuvo lugar en 2003 en Valladolid, donde, si no recuerdo mal, no hay playas.

Donde sí las hay es en Virginia Beach, en donde en septiembre de este año se celebra la próxima edición de ese campeonato en el que los nostálgicos de los castillos son siempre bienvenidos.

¿Cómo se construye una buena escultura de arena? Larespuesta en una próxima entrada. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.