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domingo, 21 de abril de 2024

¿Por qué no sentimos que la Tierra gira?


Como este artículo es justamente el número mil de los que he subido a este blog, he decidido dedicarlo a contestar una pregunta que me hace un lector, justamente la que he usado como título. 

La Tierra gira alrededor de su eje y todo lo que está en su superficie gira junto con ella. Además, la atmósfera a su alrededor tiene el mismo movimiento y también gira con ella. Siendo así, ¿por qué no podemos sentir que estamos dando vueltas?

Respuesta: por la Ley de Inercia, o Primera Ley de Newton, aunque realmente su fundamento se deba a Galileo.

Nuestro planeta gira a una velocidad constante de 1.675 km/h. Todos estamos girando con él a la misma velocidad angular y en la misma dirección. Sobre un punto de la superficie terrestre toda la superficie de la Tierra se mueve alrededor de su eje. Si estuviéramos en uno de los Polos, nuestro movimiento consistiría en un giro lento sobre nosotros mismos hasta completar una vuelta completa en un día, 24 horas. 

A medida que estemos más alejados de los polos, más lejos estamos también del eje de rotación de la Tierra y describiremos una circunferencia más amplia alrededor de él. Una persona que esté, pongamos, en Ushuaia, en Tierra de Fuego, la población más meridional de Argentina, describe alrededor del eje terrestre una circunferencia de unos 3.700 km de radio cada día y la recorre a 962 km/h.

En Alcalá de Henares, donde me encuentro, describimos una circunferencia más amplia y nos desplazaríamos a 1.280 km/h. Para terminar con estos ejemplos, las personas que giran más rápido son las que describen la circunferencia más grande en 24 horas, [exactamente 23 h, 56 minutos y 4 segundos, (≈ 0,5 Km/s)], que son las que se sitúan muy cerca del Ecuador; así, si uno está en Quito como mi sobrina Elena, se mueve a la escalofriante velocidad de 1.670 km/h en números redondos ¡Más rápido que el sonido!

Pero, como nos pasa en un avión en pleno vuelo, estemos donde estemos, en el Polo Norte o en la cuenca del Amazonas, no sentimos tirones porque viajamos a la misma velocidad de la aeronave.



En el momento del despegue y del aterrizaje las cosas cambian: sentimos una fuerza que nos empuja hacia atrás y hacia adelante. Ocurre que estamos en reposo con respecto a la aeronave, que cambia de velocidad. Sería lo mismo si la Tierra se detuviese: saldríamos volando, porque nosotros seguiríamos en movimiento.