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miércoles, 2 de agosto de 2023

¿Por qué la Luna se ve a veces tan grande?

 

Superluna en un atardecer de Cádiz. Foto de Luis Monje.

La aparición de una enorme Luna captó ayer la atención de quienes, acomodados en la playa, esperábamos asistir a la espectacular puesta del Sol que nos suelen regalar los hermosos atardeceres del litoral español.

Cada que vez que aparece una “superluna llena” cerca del horizonte, el único satélite natural de la Tierra despliega ante nuestros asombrados ojos un espectáculo fascinante y visualmente perfecto que obedece a dos circunstancias. Una de ellas, como la de ayer (escribo en la mañana del 2 de agosto), es que, al recorrer cada 27,32 días su habitual órbita elíptica alrededor de la Tierra, la Luna se encuentra en (o muy cerca de) su perigeo, su posición más cercana posible a la Tierra.



Si, además, el perigeo tiene lugar coincidiendo con los días en los que nuestro satélite se encuentra en fase lunar llena (plenilunio), nuestro cerebro, nada habituado a esa situación, responde con un truco cerebral, una ilusión óptica, la llamada ilusión lunar, que dibuja en nuestra mente, y solo en nuestra mente, una Luna notablemente más brillante y grande de lo habitual: su diámetro aparente es un 14% más grande y su brillo un 30% mayor que cuando se encuentra en la posición más alejada de nuestro planeta (apogeo).

¿Cómo probar que la superluna es solo una ilusión?

Antes de resumir las hipótesis explicativas que se han formulado al respecto, conviene insistir en que la ilusión lunar ocurre solamente en nuestras cabezas cuando la Luna en perigeo está muy cerca del horizonte y se contempla en tiempo real con todo su entorno alrededor. Cuando se aleja del horizonte y se pierden las relaciones de tamaño con el entorno a medida que se eleva hacia su cenit, la ilusión mengua hasta desaparecer.

Cualquiera puede comprobarlo fácilmente realizando una de estas tres sencillas operaciones:

a) Tome una foto de la superluna cerca del horizonte. Pasadas unas horas, cuando doña Catalina esté en (o cerca de) su cenit, dispare usando la misma configuración de la cámara. Cuando compare las dos imágenes, no verá ninguna diferencia de tamaño.

b) Enrolle un trozo de papel y péguelo con cinta adhesiva hasta que la enorme Luna se ajuste al tamaño de la luz del canuto. Espere a que la Luna se eleve en el cielo y mírela a través del canuto: comprobará que el disco lunar llena el mismo espacio.

c) La forma más divertida de comprobar la ilusión lunar es mirar hacia atrás entre las piernas abiertas en compás. El cerebro no percibirá como algo familiar el entorno que rodea la Luna y la ilusión desaparecerá como por arte de magia.

Unas hipótesis poco convincentes

A pesar de que la llamada ilusión lunar ha desconcertado a la humanidad desde la Antigüedad clásica y quizás porque nadie le encuentra mayor utilidad, todavía no hay una respuesta contundente al fenómeno. Veamos las hipótesis más conocidas (y fallidas).

La ilusión lunar fue mencionada por primera vez en el siglo IV a.C. en la Meteorología de Aristóteles, que atribuyó el fenómeno a la reflexión de la luz. Al observar que los objetos celestes se ven más grandes en el horizonte, pensó que la atmósfera terrestre actúa como una lente de agua que amplía la imagen de la Luna, el Sol y las estrellas cuando se encuentran a baja altura. El astrónomo greco-egipcio Ptolomeo y el griego Cleómedes sugirieron hipótesis similares en el siglo II d. C.

En el siglo XI, un erudito árabe, Alhacén, sugirió que no percibimos el cielo como un hemisferio, sino como una cúpula aplanada. Según su idea, la distancia al punto más alto del cielo parece mucho más corta que la distancia al horizonte. Por eso, siempre según Alhacén, el disco lunar parece más cercano en el cenit y se percibe como un objeto más pequeño, mientras que la Luna baja parece estar más lejos, por lo que presumimos que es más grande.

En la década de 1890, el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus pensó (y acertó) que percibimos el tamaño de los objetos en relación con el contexto. En la versión más conocida de su hipótesis, si se colocan dos círculos del mismo diámetro cerca uno del otro, pero rodeados uno por círculos de un tamaño mayor y otro por círculos de tamaño menor, el primer círculo central parecerá más pequeño que el otro a pesar de que su tamaño sea igual al de su contraparte. Por eso, la Luna puede parecer más grande cuando la rodean, árboles, casas o montañas que cuando la vemos flotando en los inmensos espacios celestiales.

Las hipótesis de Alhacén (A), Ponzo (B) y Ebbinghaus (C)


Como demostró el psicólogo italiano Mario Ponzo en 1911, si colocamos dos objetos idénticos sobre un par de líneas horizontales convergentes, la superior se verá más grande que la inferior. El fenómeno también se llama "ilusión de las líneas de ferrocarril". Las casas, los árboles y otros objetos pueden servir como "líneas de ferrocarril", creando una perspectiva lineal que provoca que cuando la Luna está lejos la veamos más grande.

Una de las teorías más recientes, la llamada micropsia de convergencia, obedece a una anomalía cerebral también conocida como el “síndrome de Alicia en el País de las Maravillas”, un desorden neurológico que afecta de forma negativa la percepción visual de quien la padece. Como resultado, los pacientes perciben los objetos más pequeños de lo que son en realidad.

Aplicada al caso que nos ocupa, sugiere que nuestro cerebro juzga la distancia de los objetos y su tamaño aparente por el enfoque de nuestros ojos. Cuando miramos la Luna baja en el horizonte, enfocamos a distancia percibiéndola como un gran objeto lejano. En lo alto del cielo, sin embargo, no hay nada para enfocar, por lo que nuestros ojos se ajustan a un enfoque predeterminado de unos pocos metros y nuestro cerebro interpreta erróneamente que la Luna está cerca y es pequeña.

La superluna de ayer se eleva sobre el perfil de la playa Les Bovetes, en Dénia, Alicante. Foto de Marilina Ruiz de Elvira.


Por muy interesantes que suenen todas estas hipótesis, hay argumentos en contra de todas ellas. Las antiguas hipótesis sobre el "aumento de la atmósfera" fallan de inmediato en cuanto se compara el tamaño de la Luna baja y en el cenit, y se comprueba que son idénticos.

Las hipótesis de Ponzo y Alhacén sugieren que la Luna debería verse más lejos en el horizonte, pero la mayoría de la gente dice que, por el contrario, el disco lunar les parece mucho más cercano en ese punto. La teoría de Ebbinghaus no explica por qué los astronautas y los pilotos de aerolíneas pueden ver la ilusión lunar, a pesar de que no existan objetos más pequeños con los que pueda compararse.

Tampoco la nueva hipótesis de la micropsia satisface a todos los científicos. Argumentan que la Ilusión lunar también se produce en personas con implante de lentes intraoculares carentes de acomodación natural, un factor que es fundamental para considerar aplicable la micropsia de convergencia.

Pero bueno. Considere que la ciencia es la progresiva aproximación del hombre al mundo real, y que, como decía George Bernard Shaw, la ciencia nunca resuelve un problema sin crear otros diez más.

Olvídese de las hipótesis y disfrute de la plácida contemplación de la Luna. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca