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domingo, 28 de febrero de 2021

La flor de la luna: un cacto verdaderamente extraño del Amazonas

Selenicereus witii. Foto de Nils Koster

El ciclo lunar es un símbolo para muchas civilizaciones de todo el mundo. Mucho antes de que se convirtiera en parte del acervo cultural humano, plantas, animales y ecosistemas se sincronizaban con nuestro satélite. Desde los corales hasta las polillas, el ritmo vital de muchos organismos está influenciado en mayor o menor grado por la Luna. Incluso nuestro sueño está influenciado por el ciclo lunar de 28 días.

Las plantas, al menos algunas plantas, aprovechan los cambios lumínicos que desde el novilunio al plenilunio provocan los cambios de posición de la Luna respecto a la Tierra y al Sol. Uno de los ejemplos más espectaculares es el del cactus Selenicereus witii, cuyo nombre genérico alude a Selene, la diosa que en la mitología griega personificaba a la Luna.

El pasado 20 de febrero más de cuatrocientos mil espectadores en línea siguieron por primera vez un bello espectáculo natural, la apertura de la flor de S. witii, un cactus amazónico extremadamente raro que florece una vez al año y durante solo doce horas. Esa noche, tuvimos ocasión de asistir en directo un espectáculo reservado hasta ahora a los indígenas de algunas selvas amazónicas. La hermosa y lenta apertura bajo la luz lunar de la enorme flor, que puedes ver en este vídeo, fue la culminación de un proceso que los biólogos del Jardín Botánico de la Universidad de Cambridge siguieron y capturaron en imágenes por primera vez.

Pero salgamos de los invernaderos de Cambridge para indagar en la extraña biología de este cacto. Cuando pensamos en cactos, tendemos a imaginarlos creciendo en desiertos secos y suelos rocosos o arenosos en los que el agua drena rápidamente. Muy pocos pensarían en alguno trepando por el tronco de un árbol en el interior de una selva umbría y húmeda que se inunda periódicamente. Sin embargo, ese hábitat es el sello distintivo de S. witii.

Los igapós amazónicos son el hábitat de Selenicereus witii.

S. witii solo crece en algunas regiones de la Amazonía central en las que prosperan los igapós, los bosques de aguas fluviales oscuras inundados estacionalmente. La especie fue descubierta en los igapó del Río Negro cerca de Manaos (Brasil) en 1899 en el momento del "boom del caucho" por N.H. Witt, un empresario alemán y cactófilo aficionado. Con el tiempo, se han ido encontrando poblaciones en los ríos Negro y Japura en Brasil, que se extienden hacia Colombia a través de los ríos Vaupés, Apaporis y Caquetfi, hacia Perú con varias poblaciones alrededor de Iquitos, y probablemente en la parte sur del Amazonas en Venezuela. Allá donde se encuentra, suele ser abundante y se reconoce fácilmente desde la distancia por su color bermellón apagado.

A diferencia de la mayoría de los cactos, S. witii apenas almacena agua. Sus tallos crecen como vendas que se adhieren completamente rodeando los troncos de los árboles del igapó. Las raíces emergen cerca de las areolas distribuidas por el tallo ayudando a anclar los tallos sobre los troncos. Además, sólo se encuentran en los troncos de árboles grandes justo por encima de la línea del agua alta durante las inundaciones. De hecho, que sus tallos se adhieran con fuerza a los troncos parece sugerir que puede soportar inmersiones periódicas de aguas que fluyen rápidamente. Como comentaré más adelante, las semillas también deben hacer frente a las inundaciones.



Izquierda: tronco de un árbol del igapó recubierto por S. witii. La barra es la medida del tubo floral. Derecha: detalle aumentado. La letra "o" señala las hojas de una orquídea epifítica.

Debido a que con frecuencia están expuestos a la luz solar intensa, los tallos producen grandes cantidades de betalaínas, unos pigmentos químicos que actúan como bloqueadores solares protegiendo del exceso de radiación solar a la maquinaria fotosintética más sensible. Los pigmentos le dan a la planta un color rojo intenso o violeta que destaca contra los troncos de los árboles.

Como todos los miembros de este género y como el cacto orquídea Epiphyllum oxypetalum, S. witii produce unas flores impresionantes. Para verlas en su ambiente natural hay que salir de noche. Las flores generalmente comienzan a abrirse justo después de la puesta del sol y se cierran durante la siguiente madrugada. La estructura floral se ajusta al modelo general de la familia cactáceas que describí en esta entrada, pero con la particularidad de que llegan a medir veintiocho centímetros de longitud y un diámetro máximo de quince centímetros.

Pero si las flores se adaptan perfectamente al modelo general de su familia, la polinización y la estructura de sus semillas se separan del modelo general de los cactus y son dos magníficos ejemplos de los resultados de la evolución.

Nadie ha visto jamás cómo se polinizan estas flores in situ, pero si se puede deducir cómo y quiénes la producen. Si las flores abren por la noche, el polinizador debe ser necesariamente un animal de hábitos nocturnos. En segundo lugar, las flores abren muy pocas horas, por lo que el néctar que ofrecen está muy poco tiempo disponible. En una selva oscura y de noche, ¿qué puede atraer aun polinizador y lograr que se aproxime con la mayor precisión posible? Respuesta: El olor.

Por la noche, antes de abrirse, las flores emiten una fragancia intensa que en principio es dulcemente aromática, pero que al cabo de las dos horas cambia a desagradable, tan desagradable que algunos botánicos la han descrito como el tufo de un urinario público mal ventilado. Los volátiles químicos identificados son representantes típicos de la llamada "imagen floral blanca", que suele ser indicadora de polinizadores como esfíngidos (polillas nocturnas).

Ahora bien, ¿qué requisito debe cumplir una polilla para poder realizar la polinización? Como es bien sabido, muchos de los insectos que polinizan son recompensados con néctar, al que pueden acceder por diferentes vías que se ajusten a la posición en las flores de los nectarios, las estructuras productoras del dulce y energético néctar. Los nectarios de S. witii están en el fondo del largo tubo floral, así que cualquier polilla que quiera acceder a ellos debe tener una probóscide (trompa) de un palmo de longitud.

La polilla Cococytius cruentus es una de las dos candidatas a la polinización, Su probóscide de 25 cm permanece enrollada cuando no se usa (arriba a la izquierda). Foto.


En los igapós solo hay dos candidatas que cumplan esa condición: Cocytius cruentus y Amphimoena walkeri, cuyas probóscides, que recogen en espiral cuando no las necesitan, llegan a medir veinticinco centímetros de longitud. El caso más conocido de polinización por ese tipo de polillas es el de la orquídea de Madagascar Angraecum sesquipedale, cuya polinización por el esfíngido Xanthopan morganii subsp. praedicta fue pronosticada por Darwin cuarenta años antes de que fuera descubierta.

En su hábitat natural, los frutos tardan en madurar aproximadamente un año. Son bayas erizadas, verdosas y oblongas, de hasta cinco centímetros de longitud que encierran muchas semillas incrustadas en una pulpa bastante seca. Las semillas, de color marrón oscuro brillante, tienen forma de riñón y son extrañamente grandes para la familia, como también lo es una característica única: el embrión curvo es bastante pequeño y el cuerpo principal de la semilla está formado por una capa de células dorsales extremadamente grandes, muertas y llenas de aire. Cuando caen al agua, flotan como el corcho, una adaptación que es consecuencia de su hábitat inundado.

La cuestión de cómo se sincroniza exactamente la floración de este cactus con el ciclo lunar es un misterio. Hay quien ha sugerido que quizás la luz reflejada por la luna sea suficiente para activar algún tipo de sustancia química de la planta receptiva a la luz. También hay quien piensa que las plantas pueden detectar los mismos cambios en la gravedad que causan las mareas, pero no dejan de ser especulaciones. No faltan tampoco quienes opinan que estas observaciones no ofrecen evidencias suficientes de que los ciclos lunares tengan algún efecto sobre la floración de S. witii. Hasta que no haya más investigaciones en campo e invernadero, esta intrigante estrategia reproductiva seguirá en la oscuridad. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.