El acuerdo energético UE-EEUU (Gas + Petróleo = 750.000 millones de
dólares) es imposible de cumplir
La prensa internacional del día
siguiente a la firma del acuerdo entre Úrsula von der Leyen y Donald Trump
lleva en sus primeras páginas un diagnóstico realizado por numerosos expertos
estadounidenses y europeos sobre el acuerdo en materia de energía (compra de
GNL + petróleo) incluido en el pacto arancelario alcanzado por Washington y la
UE.
La coincidencia es total entre
analistas y expertos. La conclusión unívoca es demoledora respecto al pacto.
Las principales razones que ofrecen los expertos consultados a uno y otro lado
del Atlántico son variaciones sobre el mismo tema: Úrsula von der Leyen ha
vendido humo.
Financial Times es
seguramente el medio que presenta
con mayor vehemencia las conclusiones de sus expertos: «El
acuerdo de compra de Gas natural licuado (GNL) y petróleo entre Trump y la UE
es una quimera imposible de cumplir y se basa en cifras ilusorias. Europa no
puede obligar a las empresas a comprar combustibles más caros que los precios
energéticos más competitivos que ofrecen ahora las renovables».
La UE no tiene capacidad para
comprar mucho más gas y petróleo del que está importando en la actualidad
-435.700 millones de dólares en 2024, de los cuales los suministros de
combustibles fósiles estadounidenses representaron apenas 75.000 millones de
dólares. Incluso desvinculándose del gas ruso, intentar llegar a la cifra de
250.000 millones de dólares anuales es imposible de alcanzar.
En cuanto a la transición
energética, el Financial Times recuerda que la UE está centrada en
descarbonizar su economía. No puede asumir regresar a los combustibles fósiles.
En este punto, los analistas del periódico británico trasladan la percepción de
la imposibilidad de alcanzar esas cifras de importación de combustibles fósiles
estadounidenses, porque hacerlo pondría en peligro la transición energética
europea.
Europa necesita energía más
barata y competitiva, no precios más elevados, por lo que el objetivo de
250.000 millones de dólares al año es imposible de cumplir mientras se mantenga
el deseo de Europa —y de Trump— de contar con suministros de energía baratos y
seguros. Queremos reducir las facturas energéticas y el presidente Trump quiere
reducir los precios del petróleo, así que este acuerdo no tiene sentido.
Las renovables están dando
energía a precios más competitivos que los combustibles fósiles. Por eso, los
analistas del diario londinense «no ven la forma en que la UE podría
quintuplicar el valor de las importaciones de energía de Estados Unidos, porque
lo que está haciendo Europa es girar hacia las energías renovables. La demanda
europea de gas es baja y los precios de la energía están disminuyendo. En
cualquier caso, son las empresas privadas, no los Estados, las que contratan
las importaciones de energía. Nos guste o no, en Europa los aerogeneradores
están ganando».
La UE no puede forzar a las
empresas privadas a perjudicar a sus accionistas, por lo que los analistas son
muy escépticos ante un objetivo que implicaría decisiones por parte de empresas
propiedad de accionistas en una Europa que también intenta descarbonizar su
economía. Incluso si Europa quisiera aumentar sus importaciones, se desconoce
el mecanismo por el cual la UE podría mandatar a estas empresas para decirles
que compren más energía estadounidense (más cara). Las empresas se deben a sus
accionistas y tienen el deber de comprar la materia prima más barata.
La agencia de noticias
estadounidense Bloomberg coincide en este
mismo diagnóstico, tanto en lo que se refiere a la imposibilidad del
cumplimiento del acuerdo como en los argumentos para sostener esa afirmación. Aseguran
los analistas de Bloomberg que «la enorme cifra de importaciones de
energía no tiene sentido, ya que es inalcanzable no sólo porque la demanda de
la UE no puede crecer tanto, sino también porque los exportadores
estadounidenses tampoco pueden suministrar tanto.
La falta de detalles subraya que
el acuerdo entre von der Leyen y Trump en Escocia es un acuerdo político
pragmático, más que un pacto legalmente vinculante. Esa es, ni más ni menos, la
estrategia seguida por Pedro Sánchez para desvincular a España del acuerdo
europeo para llevar el gasto militar hasta el 5% del PIB.
El propio modelo (energético) de
la UE sugiere que la demanda de gas se debilitará a medida que se acelere la
transición hacia una economía más verde a lo largo de esta década. La UE aún no
ha proporcionado un desglose de las cifras, y sigue sin estar claro cómo se
puede convencer a las empresas privadas de comprar o vender petróleo y gas
estadounidenses».
Los
expertos de Politico manifiestan una rotunda incredulidad acerca del
cumplimiento de este acuerdo energético. «La fantasiosa promesa
energética de 750.000 millones de dólares de la UE a Trump»,
titula este diario, para luego coincidir también en los mismos argumentos y la
misma conclusión: los problemas técnicos, los limitados suministros
estadounidenses y el nulo control de la UE sobre unas importaciones que
dependen de los intereses empresariales, hacen que el acuerdo sea inviable. «Al
comprometerse a comprar 750.000 millones de dólares de petróleo y gas
estadounidense antes del final de su mandato, la UE ha evitado por poco una
guerra comercial en toda regla con Donald Trump, pero cumplir con esas cifras
será casi imposible».
Reuters
complementa esta radiografía general informando de los planes del gobierno
de Friedrich Merz en Alemania para abaratar el precio de la energía para su
industria. Para ello, la agencia adelanta el primer borrador de presupuestos germano
y asegura que «Alemania planea reducir los costes energéticos para
consumidores y empresas en 42.000 millones de euros entre 2026 y 2029. Para
ello, recurrirá a su Fondo de Clima y Transformación. De esta cantidad, unos
26.000 millones de euros se destinarán a subvenciones para los costes de la red
de transmisión eléctrica».
Se hace complicado conjugar
esfuerzos fiscales como estas ayudas milmillonarias de fondos públicos alemanes
para abaratar el precio de la energía en su tejido productivo y doméstico, con
la necesidad de quintuplicar las compras de combustibles fósiles estadounidenses
a precios menos competitivos).
Les Echos, el principal
diario económico en Francia, subraya el mismo
pronóstico y los mismos argumentos expresados por los demás medios
globales. Utiliza el siguiente titular: «La promesa imposible de Europa en
materia energética», para luego ahondar en que «el acuerdo alcanzado entre
Washington y Bruselas prevé la compra de productos energéticos estadounidenses
por valor de 250.000 millones de dólares al año. Esto triplicaría el nivel
actual. Un compromiso con líneas generales imprecisas, pero que parece imposible
de alcanzar».
La entrega de cuentas de vidrio
—a menudo llamadas “cuentas de comercio” o “cuentas de trueque”—por parte de
los conquistadores y colonizadores europeos a los pueblos indígenas de América
eran pequeñas piezas decorativas fabricadas en Venecia, Bohemia y Países Bajos,
que se producían masivamente a bajo coste. Se ofrecían a los pueblos indígenas
como objetos de intercambio durante el siglo XV al XIX, especialmente en las
etapas iniciales de los contactos coloniales.
¿Habrá hecho lo propio la menuda Úrsula von der Leyen con el gigantón Donald Trump?