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martes, 3 de junio de 2014

Obama contra el carbono: estas son algunas claves

Estados Unidos pasó a la ofensiva para combatir el cambio climático: el Gobierno federal propuso ayer lunes, dos de junio, recortes de hasta el 30% en las emisiones de carbono producidas en las centrales eléctricas, la acción más ambiciosa planteada por el presidente Barack Obama en la materia. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) diseñó la propuesta que permitirá a los estados elegir cómo reducir antes de 2030 el 30% de las emisiones de dióxido de carbono respecto a los niveles de 2005 [1, 2, 3].

La totalidad del Plan de Acción del Clima de Obama pueden descargarse aquí. Las claves para interpretar el Plan según Brad Plumer, periodista del Washington Post, pueden descargarse aquí.

Estas son las seis más destacadas:

1) Las emisiones estadounidenses de dióxido de carbono están comenzando a crecer de nuevo (Figura 1)


El sector energético es el mayor emisor de gases de efecto invernadero (35%), seguido por la agricultura y la silvicultura (24%), la industria (21%), los transportes (14%) y la construcción (6%). En Estados Unidos, los centenares de centrales a carbón repartidas por su territorio proveen cerca del 37% de la electricidad del país, por encima del gas natural (30%) y la energía nuclear (19%). Por situarlo en un contexto comparativo, en España el carbón supone el 14% de la generación eléctrica.

Desde 2005, las emisiones de dióxido de carbono de Estados Unidos producidas por las fuentes de energía han caído un 10%. Esa disminución se debe a múltiples factores, pero sobre todo a tres de ellos: la recesión masiva; al hecho de que los estadounidenses están conduciendo menos; y a que la desmesurada producción de gas natural mediante fracking ha abaratado los precios y provocado que el gas reemplace al carbón en el sector eléctrico. 

Pero, para la Casa Blanca, eso parece que no es suficiente. Como parte de las negociaciones internacionales sobre el cambio climático, la administración Obama se comprometió en la Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático de Copenhague (diciembre de 2009) a reducir las emisiones de Estados Unidos un 17% por debajo de los niveles de 2005 para el año 2020. En 2012 se estaba aún lejos de conseguir la meta y los pronósticos anunciaban el incumplimiento (Figura 1). 

Como puede verse en la figura, las emisiones de dióxido de carbono de Estados Unidos comenzaron a incrementarse de nuevo en 2013 y 2014, lo que en buena medida se debe a que el repunte en los precios del gas (la burbuja del fracking comienza a desinflarse) ha provocado que el carbón vuelva a la escena con consumos renovados. Por lo tanto, el gobierno de Obama no puede cumplir con sus objetivos climáticos a menos que adopte medidas adicionales.

2) La electricidad es responsable de cerca del 40 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono de Estados Unidos  (Figura 2)


En la Figura 2, cuyos datos son de 2012, puede verse que las centrales eléctricas térmicas constituyen cerca de 38 por ciento de las emisiones estadounidenses de dióxido de carbono.

Esto también ayuda a situar las nuevas normas de Obama en perspectiva. Los informes previos indicaban que las normas podían obligar a las plantas de producción eléctrica a reducir sus emisiones en un 15% por debajo de los niveles de 2012, es decir, a recuperar los objetivos acordados en Copenhague.

Si eso se quedaba ahí, eso representaría aproximadamente el 6% por ciento de todas las emisiones de Estados Unidos (y el 1% de las emisiones globales). Así que las normas eran claramente insuficientes para resolver el cambio climático por sí solas, aunque representarían un cambio significativo para el sector eléctrico.

3) La mayoría de la electricidad de Estados Unidos todavía procede de la quema de carbón y gas natural (Figura 3)




Los datos concretos de 2012 son los siguientes: Carbón 37%. Gas Natural 30%. Nuclear 19%. Hidroeléctrica 7%. Biomasa 1,42%. Geotérmica 0,41%. Solar 0,11%. Eólica 3,46%. Petróleo 1%.

El carbón y el gas natural son las principales fuentes de emisiones (el carbón es con diferencia  la mayor fuente de dióxido de carbono, porque libera más o menos el doble de dióxido de carbono por unidad de electricidad que el gas natural). Así que cualquier norma reguladora de las emisiones de dióxido de carbono procedentes de esas dos fuentes de energía afecta muy directamente a la producción eléctrica del país. Pero téngase en cuenta que aunque las emisiones de dióxido de carbono procedentes del carbón dupliquen a las del gas natural, este, cuando se produce por fracking (el 40% del gas natural estadounidense procede de la fractura hidráulica), permite la fuga de cantidades muy significativas de metano, otro gas de efecto invernadero cuyas consecuencias sobre el clima pueden igualar o superar a las del carbón (Me ocuparé de esto en otro post). 

4) La mezcla de electricidad puede variar mucho de una región a otra de Estados Unidos (Figura 4)





Este hecho hace que regular las emisiones de dióxido de carbono de las centrales eléctricas sea aún más complicado. El noroeste del Pacífico (Oregón, Washington y el norte de California), por ejemplo, depende en gran medida de la energía hidroeléctrica. Mientras tanto, estados como Ohío, Indiana y Virginia Occidental, donde se encuentran las grandes cuencas mineras del país, se basan mucho más en el carbón. Así que una regla que tenga sentido para Ohío puede que no tenga hacer tanto significado en Oregón. La EPA  probablemente tendrá que tener esto en cuenta cuando trate de aplicar las nuevas normas. 

5) Se están cerrando muchas centrales eléctricas a carbón en Estados (Figura 5)




En 2011 había 1.191 centrales térmicas operadas con carbón en Estados Unidos. Desde entonces, por haberse quedado obsoletas, se han cerrado o se van a cerrar aproximadamente una cuarta parte de ellas. Y está previsto que se cierren cientos de ellas en los próximos años.

Hay dos grandes razones para tales jubilaciones. El auge del  fracking ha producido un exceso de oferta de gas natural barato. Como resultado, muchos operadores de centrales eléctricas comprobaron que es antieconómico continuar quemando carbón y están cambiando a gas natural. Esta ha sido una causa importante de la disminución del uso del carbón. Al mismo tiempo, las nuevas normas de la EPA sobre contaminantes como el mercurio, el dióxido de azufre y las partículas también están ejerciendo presión sobre operadores energéticos para usos públicos. Muchos operadores deciden clausurar sus viejas plantas antes de instalar las tecnologías de control que son caras de implantar. Eso ya estaba ocurriendo antes de que se dictasen las normas de control del dióxido de carbono.

Y, ¿qué pasa con los precios de la electricidad? Hasta ahora, los cierres de las plantas de carbón no han tenido un gran efecto en los precios globales de la electricidad -los precios medios al por menor han permanecido estables durante los últimos seis años- en parte debido a que el gas natural barato ha ayudado a llenar el vacío provocado por los cierres. Sin embargo, algunos expertos han advertido que los precios de la electricidad podrían aumentar si, como se prevé, la burbuja del fracking se desinfla  y los precios de gas natural vuelvan a su estado de 2000, cuando casi cuadriplicaban los precios actuales. Si las nuevas normas reguladoras se cumplen, el carbón no podrá equilibrar los precios.

6) Mientras tanto, las emisiones globales de carbono están aumentando rápidamente (Figura 6)




Aunque las emisiones de carbono se han reducido en Estados Unidos, están aumentando rápidamente en el resto del mundo. Y eso significa que la temperatura media global aumentara más de 2 ºC sobre los niveles preindustriales, un umbral que es considerado  inaceptable salvo para los negacionistas del cambio climáticos, entre los que alinean los republicanos.

Los Estados Unidos apenas puede hacer frente a este problema por sí solo: el país es responsable del 17% de las emisiones globales de carbono. Así que incluso si esta nueva norma de la EPA reduce las emisiones de las centrales eléctricas en un 30% por ciento, eso sólo representará un 2% de disminución de las emisiones globales.

La administración de Obama contempla estas nuevas reglas como un paso más en las actuales negociaciones internacionales sobre el clima con países como China y la India. La idea es que si Estados Unidos puede alcanzar su objetivo del 30% para el 2030, eso les ayudará a liderar las conversaciones mundiales. Los representantes  norteamericanos en las negociaciones se muestran optimistas sobre las expectativas de avanzar en nuevos acuerdos, citando para ello el reciente compromiso con China para reducir los hidrofluorocarbonos (HFC), otros potentes gases de efecto invernadero.

Las nuevas normas son una más de las medidas del gobierno Obama destinadas a controlar las emisiones de gases de efecto invernadero. Las medidas se llevan a cabo a través de la EPA, que fue autorizada en 2007 por el Tribunal Supremo para que, en cumplimiento de Ley de Aire Limpio, dictara las normas reguladoras de las emisiones de dióxido de carbono a nivel federal. 

Las normas más sobresalientes preparadas o promulgadas por la Agencia durante el mandato de Obama pueden descargarse aquí. Estas son algunas de las más significativas: 

Transporte: Como primer paso, la EPA comenzó a regular las emisiones de los vehículos. En virtud de una serie de reglas, todos los vehículos nuevos y los camiones ligeros vendidos en los Estados Unidos tienen que conseguir un consumo de máximo de 6,5 litros cada 100 kilómetros.

Permisos para grandes instalaciones industriales: cualquier instalación nueva o modernizada que sea susceptible de emitir más de 100 toneladas de dióxido de carbono al año tiene que obtener primero un permiso de la EPA y adoptar la mejor tecnología disponible para la reducción de las emisiones de carbono.

Reglamentos de carbono en todas las nuevas centrales de energía: Quien quiera construir una nueva central térmica de carbón o de gas tienen que cumplir con las normas de emisiones. Las modernas plantas de gas natural de ciclo combinado ya cumplen con las normas. Pero las reglas son tan  estrictas que es prácticamente imposible construir una nueva planta de carbón a menos que pueda capturar sus propias emisiones y enterrarlas bajo tierra (una tecnología aún no probada).

Reglamentos sobre el metano: La administración Obama está actualmente analizando las políticas para restringir las fugas de metano de los vertederos y las infraestructuras de producción, almacenaje y transporte del gas natural.

Varias: El Departamento de Energía está estableciendo nuevos estándares de eficiencia energética para los electrodomésticos y edificios. El Departamento del Interior está tratando de acelerar la implantación de aerogeneradores y plantas solares en terrenos de propiedad pública. Las agencias de cooperación exterior han dejado de financiar las subvenciones para levantar centrales eléctricas de carbón en el extranjero (excepto cuando no hay alternativas posibles).