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sábado, 3 de mayo de 2025

ACACIAS, ARTE Y GOMA ARÁBIGA

 Las acacias verdaderas producen goma arábiga, una sustancia con varias aplicaciones que ha impulsado el arte y el comercio mundial durante siglos.


Senegalia senegal (flores, izquierda y frutos, derecha)

Esta primavera, mientras me encontraba viajando por Estados Unidos, en Washington, en la Galería Nacional de Arte se inauguró una exposición en la que se mostraba la obra de Elizabeth Catlett (1915-2012), una escultora y grabadora afroestadounidense nacionalizada mexicana. 

Su obra, como se muestra en la exposición, se basó en gran medida en la litografía, un proceso de grabado en el que se dibuja un diseño sobre piedra, se trata con goma arábiga y, posteriormente, se entinta e imprime. Este proceso artístico no sería posible sin las auténticas acacias, unos árboles de tronco corto y ramas bajas.

Los botánicos incluimos las verdaderas acacias en dos especies, (Vachellia seyal Senegalia senegal). Hay muchos árboles, generalmente espinosos, a los que se conoce comúnmente como acacias, aunque en puridad biológica las verdaderas acacias son esos dos arbolitos caducifolios y espinosos (africano, el primero y nativo la península Arábiga, Pakistán, la costa oeste de la India y las regiones semidesérticas de África, el segundo) que, además de ser leguminosas, producen goma arábiga, una sustancia multiusosl que ha impulsado el comercio mundial durante siglos.

Las acacias alcanzan una altura de entre cinco y doce metros, con un tronco corto y ramas bajas que raramente sobrepasan los cinco metros de altura. Sus características hojas compuestas consisten en pequeños folíolos dispuestos en filas a cada lado de un nervio central, y sus pequeñas flores amarillas se acumulan en racimos multifloros alargados o esféricos.

Vachellia seval (hojas, izquieda, e inflorescencias esféricas

Los leños de ambas especies secretan goma arábiga, una savia insípida, inocua, de color blanquecino pálido o anaranjado que se suele recolectar en África subsahariana y en la India monzónica al final de la temporada de lluvias. Esta sustancia que cristaliza en forma de lágrima globular y un tamaño pequeño, ha sido utilizada por artistas durante milenios.

Uno de los primeros usos registrados de la goma arábiga fue como aglutinante o espesante de pinturas. Debido a que la goma arábiga es soluble en agua y adhesiva, puede mantener unidas las partículas de pigmento y unirlas a las superficies. Alrededor del año 2000 a.C., los antiguos egipcios mezclaban pigmentos hechos de minerales molidos con goma arábiga para crear unas tintas que aplicaban en los papiros con pinceles formados por hierbas y juncos.

Pedazos de goma arábiga cruda en una placa Petri

La goma se siguió utilizando como aglutinante de pintura o tinta a lo largo de la historia. En el siglo I d.C., Plinio el Viejo escribía usando tinta elaborada con hollín, carbón y goma. En la Edad Media, la goma arábiga llegó a Europa a través de peregrinos y comerciantes que viajaban a los puertos del llamado Levante, la región costera del Mediterráneo oriental. La goma llegó a los monasterios cristianos, donde los escribas lo disolvían en agua para crear tinta o pintura, que copistas y amanuenses utilizaban en la copia e iluminación de códices, beatos y manuscritos.

El colonialismo y el comercio de goma arábiga

Los puertos árabes, que cayeron bajo control turco después de que el Imperio Otomano se impusiera al califato árabe y a los pequeños estados sucesores, dominaron el comercio de goma arábiga hasta la segunda mitad del siglo XV, cuando los marinos portugueses entraron en contacto con los habitantes de la costa occidental de África.

Un pegamento de los años 70 del siglo pasado

Gracias a las interacciones con las comunidades locales, los portugueses se enteraron de la existencia en la región de una fuente inabarcable de goma arábiga de calidad semejante a la del Levante. Este descubrimiento desplazó el centro del comercio de goma arábiga para el mercado europeo, sentando las bases para uno de los períodos más espléndiorosos de la historia de la acacia: el siglo XVIII.

La demanda europea de goma arábiga en el siglo XVIII aumentó para sostener un mercado textil en crecimiento. Al imprimir textiles, la goma arábiga desempeñaba el papel indispensable de agente espesante que ayudaba a impregnar y fijar los tintes en la tela. Las sustancias utilizadas anteriormente, el almidón y la harina, no lograron alcanzar el nivel de detalle deseado en los diseños impresos. A medida que el gusto comercial impulsó la producción a gran escala de algodones y linos artensalmente estampados, también aumentó la necesidad de los europeos de grandes cantidades de goma arábiga.

A lo largo del siglo XIX, las compañías comerciales estatales, la Real Compañía Africana británica, la Compagnie des Indes francesa y la Compañía holandesa de las Indias Occidentales, compitieron por el control del comercio de la goma arábiga en Saint-Louis (Senegal), una gran feria en la que los proveedores locales, los bereberes, se reunían con los comerciantes europeos. Mientras que los franceses buscaron y lograron un cuasi monopolio del comercio en Saint-Louis a través de acuerdos con los bereberes de Trarza, los ingleses y los holandeses se especializaron el comercio "ilegal" más al norte, en Portendick, que se encuentra en la actual Mauritania.

Comerciantes árabes y moros, montados en camellos, caballos y bueyes, transportando goma arábiga a Senegal. Grabado del libro «Histoire Générale des voyages» de Antoine François Prévost. Ilustración de Jacques-Nicolas Bellin, entre 1746 y 1759.


La lucha entre estas naciones estalló durante la Guerra de los Siete Años, en la que Gran Bretaña capturó Saint-Louis en 1758, trasladando el dominio europeo del comercio de goma hacia los ingleses. Al debilitar la influencia comercial de Francia, Gran Bretaña intentó establecer un monopolio en el comercio mundial de goma arábiga, a pesar de que el tratado de Versalles de de 1783 devolvió Saint Louis y el río Senegal al control francés, y los comerciantes privados franceses recuperaron el poder sobre el comercio de goma en África Occidental.

Por lo tanto, la importancia de la goma arábiga estuvo ligada a la conquista política y al dominio colonial en África Occidental. El historiador James L. A. Webb, Jr. describe la prevalencia del comercio de goma durante este período, cuando escribe que: «Desde finales del siglo XVII hasta la década de 1870, la goma arábiga era el producto más importante comercializado por los europeos que se detenían a lo largo de la "costa de la goma" del sur de Mauritania o comerciaban en la desembocadura del río Senegal». De hecho, la goma arábiga era el único recurso natural exportado en grandes cantidades desde África Occidental a Europa antes de la abolición de la trata de esclavos en el siglo XIX.

Innovaciones artísticas

A medida que la goma arábiga entraba en Europa en cantidades cada vez mayores durante los siglos XVIII y XIX, impulsó la producción artística en múltiples facetas en todo el continente. Una de esas manifestaciones era la pintura de acuarela, que había existido en diversas formas desde la antigüedad, pero que pronto alcanzó un nuevo y gran prestigio en Gran Bretaña.

Caja de acuarelas original de William Reeves. Museo Joseph Allen Skinner, South Hadley, Massachusetts, Estados Unidos.


La técnica de la acuarela al pastel, inventada por William Reeves en 1780, surgió como una innovación material fundamental en la historia de la acuarela. La goma arábiga se utilizaba como aglutinante en estas pequeñas, delicadas y duras costras de pintura. Poco después de la invención de los pasteles de acuarela, los fabricantes de pinturas conocidos como Artists' Colourmen vendían cajas listas para usar, lo que permitía a los artistas pintar al aire libre Desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, Gran Bretaña entró en la llamada "Edad de Oro de la acuarela", una época en la que los artistas elevaron la categoría de esa técnica y la llevaron a nuevos niveles de potencial expresivo en las conocidas pinturas con grandes paisajes de colores brillantes.

A medida que los materiales de acuarela incorporaron la goma arábiga, la industria de la impresión pronto pasó a depender de la savia de las acacias. En 1798, el escritor y atista alemán Alois Senefelder inventó una nueva técnica de impresión que contribuiría a la rápida reproducción y circulación de imágenes en el siglo XIX: la litografía. El artista o impresor dibujaba un diseño en una piedra plana antes de fijar la imagen a la superficie con una solución de goma arábiga. Durante sus experimentos, Senefelder observó que la goma arábiga era un componente principal en la preparación de la piedra litográfica.

Debido a que la piedra litográfica experimentaba un desgaste mínimo durante la impresión, una sola piedra podía producir un número casi ilimitado de impresiones. Además, el proceso de impresión, que sólo exigía que el artista dibujara en piedra, era más conveniente que los procesos anteriores y laboriosos de la xilografía y el aguafuerte en planchas de cobre y permitía una calidad estética más variada de las imágenes impresas.

Por esas razones, los artistas comenzaron a adoptar plenamente este nuevo proceso de grabado en la década de 1820, especialmente en Francia. La litografía mezcló intereses artísticos y comerciales, convirtiéndose en una buena opción para ilustraciones de revistas, imágenes satíricas y cuadros que se podían colgar en casa.

La goma arábiga y la fotografía

Aunque la goma arábiga era un agente de reproducción en el contexto pictórico, también cumplió una función diferente en la fotografía. A mediados del siglo XIX, los fotógrafos experimentaban frecuentemente con materiales y procesos fotográficos. Una innovación en los inicios de la fotografía se conoció como la técnica de la goma bicromatada, que consistía recubrir el papel con una emulsión fotosensible (compuesta por una mezcla de goma arábiga, una sal de dicromato, como el potasio, y un pigmento) y se exponía a la luz a través de una imagen negativa para endurecer la emulsión. Eso daba como resultado fotografías de alto contraste, granuladas y suaves, lo que permitió a los artistas desafiar las fotografías manufacturadas y estandarizadas, populares en Europa.

El legado duradero de la goma arábiga

En el siglo XX, empresas británicas y francesas continuaron controlando el comercio de goma arábiga hasta que las naciones de la región africana del Sahel obtuvieron su independencia alrededor de 1960. Sudán pronto se convirtió, y sigue siendo, el mayor productor mundial de goma arábiga, proporcionando alrededor del 80% del suministro mundial de esta sustancia. A medida que países como Sudán asumieron el control del suministro de goma arábiga de forma independiente, se enfrentan a una creciente demanda mundial de este producto y sus nuevas aplicaciones comerciales.

En la economía global actual, la goma arábiga sigue siendo vital en múltiples industrias. En la industria de alimentos y bebidas, se utiliza para mejorar la textura de diversos alimentos, para prevenir la cristalización de refrescos e impedir la separación de los líquidos empleados en diferentes bebidas. En la industria farmacéutica, se utiliza en la creación de diversas vitaminas y comprimidos, y mejora la consistencia de los medicamentos administrados por vía oral.

Las propiedades de la goma arábica siguen siendo únicas. Ningún otro ingrediente puede hacer lo que hace la savia de las acacias africanas. No puede ser reemplazada por nada más. Se ha intentado, pero no se ha logrado. Eso se refleja en el explosivo crecimiento de la industria: las exportaciones de goma sin procesar y semiprocesada casi se han triplicado en las últimas tres décadas.

Hoy en día, tanto el árbol de acacia en sí como el proceso de cosecha de goma arábiga están en peligro. El árbol se enfrenta a varias amenazas, incluyendo la disminución del hábitat debido al cambio climático, el pastoreo, las sequías, los incendios y la sobreexplotación.

El aumento de las temperaturas ha hecho que la cosecha, que se realiza a mano, sea cada vez más peligrosa, y la viabilidad económica del negocio local está amenazada por la inestabilidad política. Los esfuerzos de conservación como el Proyecto de la Gran Muralla Verde buscan combatir la desertificación y el cambio climático mediante la plantación de árboles en toda la región del Sahel.