Hace unos meses, un video de
Robert F. Kennedy Jr. vertiendo un líquido azul en un vaso de agua difícilmente
habría llamado la atención. Ahora sí, porque el representante de lo que queda
del Camelot de Martha`s Vineyard es el flamante secretario (ministro) de Sanidad
y Servicios Sociales nombrado por Donald Trump. Pero dado que ahora ocupa la
cima de la pirámide de salud estadounidense, sus actividades, por inanes que
sean, despiertan cierto interés entre cierto personal.
Aunque Kennedy no ha comentado nada
sobre el video, a juzgar por la forma de la botella y el impresionante color
azul del líquido, no hay duda de que se trata de azul de metileno, un tinte que,
desde que apareció, ha arrasado en las redes sociales. Al parecer, todo arrancó
por un video que publicó
Mel Gibson el pasado mes de enero en el que afirmaba que tres amigos se
curaron de cáncer (en fase cuatro) después de hacer un régimen de suplementos
que incluía azul de metileno.
Desde entonces, a pesar de que
esa afirmación ha sido ampliamente criticada
por muchos médicos, legiones de entontecidos usuarios de TikTok muestran con
orgullo sus lenguas azules y hablan sin parar sobre un mejor rendimiento
cerebral y sexual, el fortalecimiento del sistema inmunitario, la prevención
del cáncer y la protección contra el Alzheimer. Si nos atenemos a las
evidencias clínicas, con lo único con lo que pueden contar es con mear azul.
Sin duda, el azul de metileno es
una sustancia química muy intresante. Su origen se remonta a la segunda mitad
del siglo XIX, el auge de la incipiente industria de los tintes, impulsado por
el descubrimiento
accidental del primer tinte sintético, el malva, por parte de William Henry
Perkin. No pasó mucho tiempo antes de que otros tintes surgieran de los
matraces de los químicos, incluyendo el azul de metileno, sintetizado en 1876
por Heinrich Caro en la empresa alemana BASF.
Era un tinte textil útil que llamó la atención de Paul Ehrlich, premio Nobel de Medicina de 1908, quien se había interesado en la capacidad de ciertos tintes para teñir microbios, para poder verlos al microscopio. Ehrlich descubrió que el azul de metileno no solo teñía selectivamente al parásito causante de la malaria, sino que también lo mataba. Ese fue un descubrimiento interesante, pero se dejó de lado porque ya se había demostrado que la quinina era un tratamiento muy eficaz contra la malaria. Sin embargo, dado que el parásito está desarrollando resistencia a los fármacos actuales, el azul de metileno está experimentando un resurgimiento (que nada tiene que ver ni con el cáncer ni con la senilidad).
Durante la década de 1930, surgió otro uso del azul de metileno: permitía detectar la pureza de la leche, una preocupación creciente en aquel entonces. El azul de metileno puede existir en forma azul "oxidada" siempre que haya oxígeno disponible, o en una versión incolora "reducida" en ausencia de oxígeno, conocida como azul de leucoetileno. La leche siempre contiene algo de oxígeno disuelto, y dado que las bacterias de la leche necesitan oxígeno para sobrevivir, una reducción del oxígeno disuelto significa que las bacterias se están multiplicando sin problemas.
Unas gotas de azul de metileno tiñen de azul una muestra de leche, y el color persiste mientras haya suficiente oxígeno. Por tanto, el tiempo que tarda en desaparecer el color es proporcional a la cantidad de bacterias presentes. La leche correctamente pasteurizada no virará de color, mientras que el azul desaparecerá lentamente de la leche cruda contaminada. En los laboratorios de las embotelladoras de leche se sigue utilizando esta prueba.
El azul de metileno tiene otro
uso importante: el tratamiento de la metahemoglobinemia,
una enfermedad en la que se ve afectada la capacidad de la hemoglobina para
transportar oxígeno. La hemoglobina, una molécula compleja presente en los
glóbulos rojos, contiene en su núcleo un ion de hierro con una carga +2 (hierro
ferroso: Fe++). El oxígeno se une a este ion durante el paso de la
sangre por los pulmones, y desde allí se transfiere a las células según lo
requieren. El ion ferroso puede perder un electrón, lo que le otorga una carga
+3, y este ion férrico (Fe+++) no muestra afinidad por el oxígeno.
La hemoglobina con un ion férrico se denomina "metahemoglobina" y no
puede transportar oxígeno a los tejidos, lo que provoca anemia y, en casos agudos,
la muerte.
Cualquier sustancia química capaz
de extraer un electrón del hierro ferroso puede causar metahemoglobinemia. Por
el contrario, una sustancia capaz de donar un electrón al hierro férrico puede
utilizarse para tratar esta afección. El azul de metileno es una de esas
sustancias. Administrado por vía intravenosa en dosis de 1-2 mg por kilo de
peso corporal, una enzima del organismo lo convierte en leucometileno incoloro.
Este es un donante de electrones eficaz y reduce el hierro férrico a ferroso, que
devuelve a los glóbulos rojos la capacidad para transportar oxígeno.
¿Qué tipo de sustancias químicas
puedes desencadenar la metahemoglobinemia? Los nitritos son el ejemplo clásico.
Se utilizan como aditivos en las carnes procesadas, donde reducen el riesgo de
contaminación por Clostridium botulinum, la bacteria que puede provocar botulismo,
una afección potencialmente mortal.
La cantidad de nitrito añadido a
la carne procesada no se acerca en absoluto a una dosis que pueda causar
metahemoglobinemia, pero una dosis alta de nitrato en el agua potable puede ser
un problema. Los nitratos se utilizan comúnmente como fertilizantes, y las
aguas residuales de los campos pueden llegar al agua potable. Al ingerirse, los
nitratos pueden reducirse a nitritos en el estómago, especialmente en bebés, lo
que los pone en riesgo de sufrir metahemoglobinemia.
Sin embargo, el mayor riesgo de
los nitritos no proviene de la ingestión accidental, sino de la ingestión
intencional por parte de personas que intentan suicidarse. Existen numerosos
informes en la literatura
médica que describen suicidios por ingestión de nitritos, así como casos en
los que, afortunadamente, la persona fue encontrada a tiempo para salvarse
gracias a la administración de azul de metileno.
Además de tratar la
metahemoglobinemia, el azul de metileno se utiliza a veces durante la cirugía
para visualizar tejidos y fluidos donde el tinte se absorbe preferentemente.
Sin embargo, el porqué del azul de metileno ha surgido como suplemento
dietético, con afirmaciones de efectos maravillosos, es un misterio, dada la
falta de evidencia que lo respalde.
Algunos estudios de laboratorio con cultivos celulares han demostrado que esta sustancia química puede desenredar el conjunto de proteínas que caracteriza la enfermedad de Alzheimer, pero las expectativas iniciales de que, por lo tanto, pudiera servir como tratamiento para la enfermedad no se han cumplido. Tampoco existen estudios clínicos que demuestren que el azul de metileno tenga efectos sobre la memoria, la cognición, la longevidad, el sueño, el envejecimiento de la piel o el aumento de la energía, como afirman sus defensores. Sin embargo, existen riesgos —en su mayoría leves, como náuseas o diarrea—, pero existe un problema potencialmente grave, porque es un inhibidor de la monoaminooxidasa, una enzima que degrada algunas sustancias bioquímicas naturales como la serotonina que controla el estado de ánimo.
Los inhibidores
selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son fármacos ampliamente
utilizados para tratar la depresión al aumentar los niveles de serotonina en el
cerebro. Sin embargo, en presencia de azul de metileno, el nivel terapéutico
puede superarse y puede presentarse una afección conocida como "síndrome
serotoninérgico", que puede causar agitación, taquicardia,
alucinaciones y falta de coordinación muscular. Cualquiera que tome ISRS debe
evitar el azul de metileno. Lo mismo debe hacer cualquier otra persona hasta
que exista evidencia clínica de su beneficio.
No sabemos por qué Kennedy tomaba azul de metileno, si es que lo hacía. Si era para mejorar su capacidad cognitiva, no le sirvió para nada.