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miércoles, 7 de mayo de 2025

LA VACUNA TRIPLE VÍRICA NO CONTIENE RESTOS DE “FETOS ABORTADOS”

A pesar de que, Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos lo haya afirmado, la vacuna MMR (sarampión, paperas y rubéola) no contiene restos de fetos abortados ni fragmentos peligrosos de ADN.

En lo que llevamos de 2025, se han registrado más de novecientos casos de sarampión en Estados Unidos, con brotes significativos en Texas, donde se han reportado más de quinientas infecciones y varias muertes de niños no vacunados. Este resurgimiento de una enfermedad que se había declarado erradicada en 2000 no es un fenómeno aislado: en Europa, los casos se han multiplicado por diez veces en comparación con 2024, con Rumanía como el país con más casos registrados.

La causa principal de este retroceso es la disminución en las tasas de vacunación impulsada por movimientos antivacunas que han ganado terreno durante y después de la pandemia de COVID-19. Figuras públicas como Robert F. Kennedy Jr., el actual y completamente estrambótico Secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, han difundido irresponsablemente información errónea sobre las vacunas, auténticas barbaridades acientíficas que incluyen afirmaciones infundadas sobre su composición y supuestos efectos secundarios. La información ha servido para cometer un enorme error: politizar la vacunación y la salud.

Robert F. Kennedy Jr., afirmó recientemente que algunos grupos religiosos evitan la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR) porque contiene «restos de fetos abortados» y «partículas de ADN». Es un paso más en la campaña erosiva que Kennedy ha emprendido para desacreditar la confianza en las vacunas.

No hay restos de fetos en la vacuna MMR

Kennedy afirmó que los «restos de fetos abortados» presentes en las vacunas MMR son la razón por la que muchas personas religiosas se niegan a vacunarse. Se refirió específicamente a los menonitas de Texas, una comunidad profundamente religiosa y retrógrada, que se encuentran entre los colectivos más afectados por los actuales brotes de sarampión.

Muchas vacunas funcionan utilizando una pequeña cantidad de una forma atenuada (debilitada) del virus o, en el caso de la vacuna triple vírica, formas atenuadas de los virus que causan el sarampión, las paperas y la rubéola. La suave infección hace que el sistema inmunitario del vacunado aprenda a reconocer y responder a esos virus. Como resultado, si esa persona se expone posteriormente a la infección real, su sistema inmunológico puede reaccionar rápida y eficazmente, evitando la enfermedad.

La afirmación de Kennedy sobre los restos fetales se refiere específicamente al componente de la rubéola de la vacuna triple vírica. El virus de la rubéola se cultiva en una línea celular humana conocida como WI-38, que originalmente se aisló en la década de 1960 a partir del tejido pulmonar de un único feto abortado con autorización médica. Esta línea celular se ha utilizado durante décadas, y desde entonces no se ha utilizado tejido fetal nuevo.

También se han elaborado otras vacunas para algunas enfermedades como la varicela, la hepatitis A y la rabia, cultivando los virus en células fetales. Estas células no se utilizan por su origen, sino porque proporcionan un entorno estable, seguro y fiable para el crecimiento del virus atenuado. Sirven únicamente como medio de crecimiento del virus y no forman parte del producto final.

Podríamos pensar en las células como fábricas de virus. Una vez cultivado el virus, se extrae y purifica como parte de un riguroso proceso para cumplir con estrictos estándares de seguridad y calidad. Lo que queda en la vacuna final es el propio virus y los agentes estabilizadores, pero no células humanas ni tejido fetal.

Por lo tanto, las afirmaciones sobre “restos fetales” en la vacuna son falsas. También vale la pena señalar que las principales religiones del mundo permiten el uso de vacunas desarrolladas a partir de células originalmente derivadas de tejido fetal cuando no hay productos alternativos disponibles.

¿Hay fragmentos de ADN en la vacuna triple vírica?

Kennedy afirmó que la resistencia a vacunar se debe a “objeciones religiosas” de los menonitas a lo que describió como “una gran cantidad de restos de fetos abortados y partículas de ADN” en la vacuna MMR.

Esta última afirmación, sobre la vacuna que contiene partículas de ADN, es técnicamente cierta. Es posible que queden trazas de fragmentos de ADN de las líneas celulares humanas utilizadas para producir el componente de la rubéola de la vacuna triple vírica incluso después de la purificación. Sin embargo, esta afirmación implica que dichos fragmentos representan un riesgo para la salud, lo que es rotundamente falso.

Cualquier ADN que pueda persistir en esta vacuna existe en cantidades extremadamente pequeñas, está altamente fragmentado y degradado y es biológicamente inerte, es decir, no puede causar daño. Incluso si, hipotéticamente, la vacuna tuviera ADN intacto (lo que no es el caso), no podría causar daños. Una preocupación común (pero infundada) es que el ADN extraño podría integrarse con el ADN de una persona y alterar su genoma.

Introducir ADN en células humanas de forma que provoque su integración es muy difícil. Incluso cuando los científicos intentan hacerlo deliberadamente, por ejemplo, en la terapia génica, se requieren herramientas precisas, sistemas especiales de administración viral y condiciones controladas.

También es importante recordar que nuestros cuerpos están constantemente expuestos a ADN extraño a través de los alimentos, las bacterias e incluso nuestro propio microbioma. Nuestro sistema inmunitario digiere y elimina este material rutinariamente sin incorporarlo a nuestro genoma. Esta cuestión se ha estudiado ampliamente durante décadas. Varias autoridades sanitarias, incluida la Administración de Productos Terapéuticos de Australia, han alertado y desacreditado la información mailntencionada sobre el daño percibido del ADN residual en las vacunas. En definitiva, también la idea de que el ADN fragmentado en una vacuna podría causar daño genético es absolutamente falsa.

Conclusión

A pesar de lo que Kennedy quiere hacernos creer, no hay restos fetales en la vacuna MMR, y los restos de fragmentos de ADN que puedan quedar en ellas no representan ningún riesgo para la salud. Lo que sí demuestra la evidencia es que vacunas como la MMR ofrecen una excelente protección contra enfermedades mortales y prevenibles que han salvado millones de vidas en todo el mundo.