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miércoles, 10 de diciembre de 2025

MARIPOSAS E ISLAS URBANAS DE BIODIVERSIDAD

 

Izquierda: la mariposa vespertina Macroglossum stellaratum poliniza Centranthus rubens var. albus. Derecha: la mariposa diurna Vanessa cardui poliniza Knautia arvensis. Fotos de Toni Málaga.

Las comunidades de plantas nativas que colonizan los espacios vacíos de un jardín no deben considerarse agrupaciones de “malas hierbas” o de “plantas invasoras” como piensan algunos. Su presencia tampoco quiere decir que el jardín está descuidado. No es así, son “islas de biodiversidad” que sostienen poblaciones de insectos de todo tipo que, además de jugar un papel esencial en la polinización de las plantas, sostienen poblaciones de animales insectívoros, desde pequeñas arañas que pasan desapercibidas hasta los hermosos pájaros cantores que vemos cada día merodeando por el jardín.

Las plantas silvestres son regalos de vida que consiguen mucho más que embellecer un espacio. Proporcionan alimento, refugio y un lugar para la reproducción de innumerables organismos que permiten que los ecosistemas funcionen. Son auténticos refugios de la biodiversidad, islas de vida en las que se mantienen cientos de plantas expulsadas de su ambiente natural por las malas prácticas de la agricultura extensiva, cuyos venenos químicos en forma de pesticidas y herbicidas son verdaderos océanos de muerte y destrucción que están acabando con la vida silvestre.

Ocultas entre el hormigón y el asfalto de nuestras ciudades, diminutas joyas revolotean de flor en flor, manteniendo silenciosamente el delicado equilibrio de la naturaleza urbana. Las mariposas no solo son criaturas hermosas; también son indicadores de la salud ambiental y desempeñan un papel esencial en la polinización, ayudando a muchas plantas a reproducirse.

Aunque no son tan eficientes como las abejas, algunas especies de mariposas pueden ser polinizadores sorprendentemente eficaces. Su comportamiento al visitar flores revela una increíble variedad de adaptaciones: algunas prefieren ciertos colores, otras buscan tipos específicos de néctar y cada especie tiene su propio gusto por las flores. Algunas son especialistas y visitan solo unos pocos tipos de plantas, mientras que otras son generalistas y se desplazan entre muchas especies.

En las ciudades, esta dinámica se vuelve aún más compleja. Los entornos urbanos alteran los ecosistemas de muchas maneras: la contaminación, la fragmentación del hábitat, el calor, la escasez de agua y los cambios en las comunidades vegetales influyen en la disponibilidad de flores y en cómo las mariposas las utilizan.

Aunque los estudios sobre biodiversidad urbana suelen centrarse en jardines ornamentales, que son más fáciles de monitorear y se conocen como abundantes fuentes de néctar, los solares abandonados, los baldíos y la vegetación espontánea también pueden proporcionar recursos valiosos para las mariposas y otros polinizadores.

Se sabe poco sobre las flores que visitan las mariposas más allá de los jardines y los parques, pero comprender las interacciones fuera de esos ámbitos es muy importante, ya que la disponibilidad de néctar afecta directamente la supervivencia, la longevidad y la reproducción de las mariposas, lo que, en última instancia, influye en sus poblaciones y en la biodiversidad urbana en general.

Para explorar esto más a fondo, dos biólogos polacos, Sylwia Pietrzak y Krzysztof Pabis, se propusieron descubrir qué flores en terrenos urbanos abandonados pueden sostener comunidades de mariposas y cómo estos espacios olvidados pueden contribuir a la conservación de la naturaleza en las ciudades. Para investigarlo, registraron todas las especies de mariposas que se posaron en flores, junto con las principales características de las flores visitadas, en cinco grandes terrenos baldíos ubicados a los suburbios de Łódź, Polonia.

Los investigadores encontraron 39 especies de mariposas que visitaron 81 especies de plantas en esos baldíos. La mayoría de las plantas visitadas eran herbáceas y pertenecían a familias ubiquistas como las asteráceas, las fabáceas y las lamiácea, ricas en néctar, de fácil acceso para las mariposas y comunes en los paisajes urbanos.

Además, descubrieron que, aunque las mariposas pueden visitar muchas flores, algunas plantas son especialmente visitadas. Plantas como Centaurea stoebe, Jasione montana, Trifolium pratense y Origanum vulgare atrajeron hasta 23 especies diferentes de mariposas, mientras que las flores ornamentales de los jardines no siempre fueron las favoritas.

Especies vegetales muy visitadas por las mariposas en parcelas abandonadas de Łódź. A) Centaurea stoebe; B) Jasione montana; C) Trifolium pratense; D) Origanum vulgare.

Las mariposas tampoco parecieron preocuparse mucho por el color ni la profundidad de las corolas florales. Se observóaron alimentándose de flores rosas, amarillas, blancas y violetas, principalmente de profundidad media a baja. Solo unas pocas especies mostraron preferencias más específicas, pero para la mayoría de las mariposas lo que realmente importa es la disponibilidad y la calidad del néctar.

Finalmente, no todas las mariposas se comportan de la misma manera. Algunas especies comunes se concentran en unas pocas flores ricas en néctar, mientras que otras recorren largas distancias para encontrar alimento. Esto sugiere que la movilidad, la disponibilidad de plantas hospedantes para las orugas y el suministro de néctar son más importantes que el color o el tipo de flor por sí solos.

Estos hallazgos cambian nuestra percepción sobre la conservación urbana. Proteger la biodiversidad en las ciudades no se limita a jardines planificados o flores ornamentales. El estudio demuestra que los terrenos abandonados y la vegetación espontánea, a menudo percibidos como vacíos o sin valor, tienen un gran valor ecológico.

Estas zonas actúan como vibrantes "banquetes de flores" para mariposas y otros polinizadores, complementando la disponibilidad de néctar y polen de los parques y jardines tradicionales. Si aprendemos a valorar las plantas nativas comunes, nuestras ciudades pueden volverse más bellas, sostenibles y un lugar donde las mariposas y las personas compartan el mismo espacio en armonía y cada rincón olvidado pueda servir como un refugio oculto para la naturaleza.