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miércoles, 10 de diciembre de 2025

MÍNÚSCULOS, PERO RESISTENTES AL FUEGO: ¿QUÉ PUEDEN ENSEÑARNOS LOS MUSGOS EN UN PLANETA QUE SE CALIENTA?

 

En un lugar tropical en el que la tierra hierve bajo el sol y el fuego todo lo convierte en cenizas, unos pequeños musgos han logrado la manera de sobrevivir.

¿Marcará el calentamiento global el fin de la diversidad vegetal tal como la conocemos? Quizás no, si aprendemos de organismos que ya viven al límite. Las regiones áridas, rocosas y abrasadoras, por ejemplo, pueden parecer inhóspitas; sin embargo, incluso en esos entornos hostiles, la naturaleza encuentra maneras de prosperar.

Los afloramientos rocosos son formaciones geológicas en las que un núcleo duro de rocas parentales sobresale por encima de la superficie de la tierra circundante y se pueden encontrar en todos los continentes.

Las Cangas brasileñas, unos exclusivos afloramientos ferruginosos del sureste de Brasil, caracterizados por condiciones ambientales severas para el establecimiento de plantas, incluyendo alta exposición a rayos UV, baja retención de agua, vientos constantes, suelos impermeables y altas temperaturas diarias (temperatura promedio del suelo ~38 °C). Otro factor de estrés para las plantas de Cangas son los incendios forestales, que pueden provocar la destrucción del hábitat, alterar la estructura del suelo, inducir estrés térmico (la temperatura del suelo, durante los incendios forestales, puede alcanzar ~548°C) y provocar la muerte de numerosas plantas. A pesar de ello, estos ecosistemas albergan una flora única compuesta por angiospermas, líquenes, hepáticas y musgos que pueden soportar el calor extremo y la sequía.

Canga estudiada y especies seleccionadas para el experimento de tolerancia al calor. (A) Canga del Monumento Natural Serra da Calçada, Brasil. (B) Campylopus savannarum (señalado por la flecha azul) y Bryum atenense (señalado por la flecha roja). (C) Colonia de C. savannarum. (D) Cauloides (falsos tallos) y filoides (falsas hojas) caducos de C. savannarum (señalado por la flecha azul). (E) Colonia de B. atenense. (F) Vista del envés de una colonia de B. atenense, con sus tubérculos (uno de ellos indicado por la flecha roja) en el suelo. Fuente.

Pero ¿hasta dónde llega esta resiliencia? Esa fue la pregunta que motivó un estudio cuyos resultados han sido publicados en la revista Austral Ecology, que han demostrado, por primera vez, la tolerancia al calor de las estructuras utilizadas para la reproducción vegetativa de los musgos Bryum atenense y Campylopus savannarum, dos especies exclusivas de Cangas. El equipo expuso estas estructuras a temperaturas de 120 °C, 140 °C y 160 °C durante períodos de 5 y 30 minutos, simulando el impacto térmico de los incendios naturales soportados allí. Por ejemplo, la exposición a 160 °C durante 5 minutos reprodujo el rápido paso de las llamas durante un incendio forestal, lo que permitió a los investigadores correlacionar la resistencia del musgo con eventos de incendios reales.

Los resultados son sorprendentes. Los filoides (estructuras en forma de hojas típicas de los briófitos), de Campylopus savannarum carecen de termotolerancia: no sobrevivieron a ninguno de los tratamientos, lo que evidencia su alta sensibilidad al calor y sugiere que esta especie es vulnerable a los impactos directos del fuego. En cambio, los tubérculos subterráneos de Bryum atenense mostraron una resiliencia extraordinaria. Incluso después de la exposición a 160 °C durante 5 minutos, una temperatura suficiente para carbonizar la mayoría de las plantas, alrededor del 58% de los tubérculos produjeron nuevos tejidos aéreos. Además, a 120 °C durante 30 minutos, la regeneración superó el 60% de las muestras. Como resultado, estas estructuras subterráneas actúan como verdaderos refugios biológicos resistentes al calor extremo, lo que representa una notable adaptación para sobrevivir al fuego.

Cauloides (falsos tallos) del musgo Fontinalis recubiertos por falsas hojas o filoides.

El estudio registró el nivel más alto de termotolerancia jamás conocido para propágulos de briofitas, lo que demuestra cómo las estrategias microscópicas garantizan la supervivencia en ambientes severos. La resistencia observada en Bryum atenense puede estar relacionada con la presencia de compuestos lipídicos que actúan como aislantes térmicos y con el bajo contenido de humedad de los tubérculos, los cuales reducen el daño celular.

Los autores también sugieren la participación de proteínas de choque térmico y genes de respuesta al estrés, como los que se encuentran en musgos del desierto como Syntrichia caninervis. Comprender estos mecanismos puede revelar cómo los genes de las primeras plantas terrestres resisten al calor extremo y, en el futuro, inspirar estrategias de mejoramiento genético para hacer que las especies cultivadas sean más resistentes al calor.

Más que explicar cómo estos musgos sobreviven a los incendios forestales, el estudio ofrece una nueva perspectiva sobre la adaptación de las plantas al cambio climático global. Dado que muchas briofitas son sensibles al aumento de las temperaturas, comprender su termotolerancia es crucial para predecir qué especies podrían desaparecer y cuáles podrían sobrevivir. Al mostrar una resistencia tan extraordinaria, Bryum atenense demuestra que la evolución ya ha encontrado soluciones ingeniosas para soportar el calor. Sus tubérculos invisibles albergan no solo la próxima generación, sino también la historia de la resistencia de un ecosistema forjado en el calor y, quizás, las claves para el futuro de las plantas en un planeta en calentamiento.